CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

28 agosto 2005

La buena educación

Para tener un título de "experto en habilidades de comunicación" reconozco ser bastante torpe cuando se trata de quitarse de encima un pulpo seboso. Sé exactamente lo que deseo decir: "este encuentro no está resultando agradable y prefiero que termine en este instante"... también podría decir lo mismo en un lenguaje menos delicado: "la próxima vez que me pongas tu sudorosa manaza encima te arranco los cojones y los estrujo delante de tus ojos de pringao reprimío, levanta el culo de la silla, date la vuelta y desaparece de mi vista y a ver si te cambias el peinao que parece que una vaca te lamió esa cabeza llena de serrín". Pero me enseñaron a ser educada y tratar de no herir los sentimientos de nadie, el resultado: en el pecado llevo la penitencia y perdí dos horas y media de mi preciosa vida estando con alguien que nada tenía que aportarme, apartándome prudente y educada pero claramente cada vez que ese casi desconocido me empapaba las manos o el brazo plantando su sudorosísima mano sobre mi piel.
Entiendo que es un gran problema esto de la transpiración excesiva y que quienes la padecen no tienen la culpa, pero yo tampoco y no tengo por qué soportarlo.
No me gusta que me toquen, tengo un claro concepto de espacio personal y odio que alguien se atreva a traspasar mis límites sin mi consentimiento. Pero no quería ser claramente hosca en un lugar público y lo único que pude hacer es decir que entraba antes a trabajar (y entrar antes a trabajar).
Y es que si algo he aprendido de la situación que se dio ayer con el Plasta Mayor es que de tener que escoger entre el camino del corazón y el de las buenas maneras, es mucho más sano escoger el primero. Desde el principio supe que el encuentro sería un asco; un tipo tan empeñado en creer que entre ambos podría surgir una chispa, que tanto insistía en la posibilidad de que él-yo-futuro... fueran tres palabras compatibles... agobiaba emocionalmente, aburría intelectualmente, apestaba físicamente, asfixiaba gestualmente...
Pensé que lo que yo llamaba intuición no eran más que prejuicios; a peligro de ser prejuiciosa, la próxima vez haré más caso a mi instinto. En cuanto a este señor... no habrá una próxima vez. Pero me parece honesto decírselo, así que cuando me sienta con fuerzas o le readmito en el messenger o le respondo al teléfono. Había estado pensando en la forma más educada de decirle "no quiero verte más", pero creo que si sale brusco incluso será más efectivo, a fin de cuentas, nada le debo y fue él el primero en ser mal educado al invadir repetidas veces mi espacio

26 agosto 2005

poemas sacados del baúl de los recuerdos

La risa de la mañana
sonó como las guitarras
bajo la noche estrellada.
Quise pasar el camino
y se cruzaron espadas.
A solas quedé contigo
reventando tu mirada.
Te dije: "ya no te quiero"
pero tú no me creías.
Al amanecer del día
tan solo te besó el viento.
.....
Lo que siento es la armonía
de la guerra cuando estalla,
lo que siento es la batalla
de esta gran melancolía
que ahora se asoma y que pasa
sin haber llamado antes
y que se calza los guantes
blancos de la chulería.

Ríe de la pena mía,
pisa como un elefante
las flores que me crecían.

Esta pena mía tan grande
me está abriendo las heridas
con guadaña de gigante
y se me acaba la vida
sentada en el universo
paso a paso, día a día,
lucha a lucha, verso a verso.

(Rienda Suelta. Crónica de un viaje a Barcelona 2004)

¿qué día es hoy?

¿cual es tu nombre? ¿qué día es hoy? ¿quién es el actual presidente de los Estados Unidos de América? son tres preguntas clave que se hacen a un paciente para saber rápidamente si un paciente que ha sufrido un accidente cerebrovascular o una persona con suficientes arrugas en el rostro como para sospechar de una posible demencia senil, están bien de la olla.
No sé si ignorar el día de la semana en el que estamos es razón suficiente como para subirte a la séptima planta, pero es algo que me sucede demasiado a menudo, últimamente incluso varias veces al día. Entonces es cuando me sacudo la cabeza y hablo en voz alta como las locas, o como los niños que aún utilizan el lenguaje autoinstruccional: "hoy es viernes, esta noche tienes guardia y mañana también, hoy no tienes clases, el domingo libras y tienes que dormir durante el día..."
Sé de buena tinta que los viernes son horribles para todos los que trabajamos en servicios de emergencias y que tengo que dormir muy bien esta tarde... y sé que quedan muy pocos días para terminar este horrible turno de trabajar en un sitio de noche, en otro por la mañana y dormir por la tarde. A veces tienes la sensación de no vivir, no es humano. Debería estar prohibido sufrir de noche, tener accidentes, ser maltratado, suicidarse y todo lo demás; las noches son para dormir o para gozar... sin embargo, me encanta. Debe ser mi vena masoca.

Los perros ladran a la luna

Los perros ladran a la luna y cuando no hay luna le ladran a lo que sea ¿cuándo van a ponerles un bozal a esos hijos de perra (nunca mejor dicho)? o un bozal, o que les den de comer o que les den polos flash para que se queden afónicos... no hay quien duerma por las mañanas.
El caso es que a menudo se oyen más que ladridos y aullidos, se escuchan unos chillidos que no consigo identificar; podría ser otro perro, un cerdo y a veces incluso parecen humanos. Un edificio que no ha terminado de construirse, con las ventanas y balcones cubiertos por tablones de madera y una entrada de chapa. De madrugada llega un chico joven y abre la puerta, los perros montan un follón tremendo y luego el chico se va. Nunca los he visto salir. ¿Qué se cuece ahí? ¿peleas de perros? ¿contrabando? ¿videos snaf?... un coche blanco lleva dos días parado en la puerta. Justo al lado lindan dos casas viejas de tejas rojas.
Esta calle es un lugar de contrastes que late junto al corazón de Pinto; gente de origen marroquí, latinos, españolitos de clase media y pijos de tres al cuarto, junto a un famoso hotel, muy caro para no tener neverita en la habitación; cuando los perros callan el silencio es casi absoluto, es una calle de único sentido y la otra mitad es peatonal, así que los coches prefieren pasar por la calle paralela; como es tan estrecha el camión de la basura no cabe y tampoco monta follón. Como las casas que hay justo en frente son de una sola planta, la luz entra sin timidez y alegra mi casa durante todo el día. A pesar de los perros, este lugar está muy bien: tengo el silencio, la luz, la paz y la intimidad que necesito.

SIN

Cigarrillos sin tabaco, helados sin calorías, cocacola sin cafeína, café descafeinado, endulzante sin azúcar, donuts sin agujero, potitos sin sal, cerveza sin alcohol, yogur sin colorantes, leche desnatada, pipas sin cáscara, sandías sin pepitas, gafas sin montura, cristales irrompibles, zumo sin pulpa, nueces sin cáscara, sujetador sin tirantes, pan sin miga, frigoríficos sin escarcha, bragas sin costura, té sin teína, pasas sin semillas...
... ¿qué hay de los precios sin iva, el piso sin hipotecas, la sanidad sin esperas, la educación sin gastos, los coches sin gasolina, el tráfico sin atascos, las ciudades sin humo, la tele sin cotilleos, la verdad sin tapujos, el amor sin reservas...?

24 agosto 2005

No soy una mujer perversa, sólo una niña revoltosa

Ya no me callo. Las suelto como las siento y como me place; no me importa ser cruel, ofender o pasarme. No me importa quedar bien con quien siento que me ha ofendido y menos si apenas le conozco, ya no me esfuerzo por caminar siempre por el camino de en medio, las sutilezas para los poemas; para la selva de la vida: hacha y machete. Y qué a gusto se queda una y qué bien sienta soltar la rabia y quedarse tan ancho... ¿te dolió?... ¡pues te jodes!. Luego perdono. No soy rencorosa, eso sí: "perdona a tus enemigos pero nunca olvides su nombre".
Fulano de tal puso en el msn la foto de su hijita, una niña encantadora... le dije "es preciosa", comenzó a disculparse.... "no te vas a librar cacho cabrón" (pensé), "lástima que deba crecer en un mundo plagado de machistas cobardes y embusteros como su papá"... se defendió: "yo no soy machista" (¿debo deducir que admite ser cobarde y embustero?).
A nadie le gusta que le llamen machista y muy pocos admiten serlo, al igual que el término "racista", suena demasiado mal ("yo no soy racista, sólo que los chinos, los negros y los moros no me gustan... y los gitanos menos todavía")
Él no es machista, tan solo le obsesionan los pechos de las mujeres y si alguien le pide cuentas se parapeta detrás de su frescura y del consabido "ella me dio pie"
Hay gente que no sabe pedir disculpas, este era el caso. Pero esas situaciones me divierten terriblemente: cuando el que se disculpa trata de hacerlo sacudiendo su culpa sobre la persona a la que pide perdón.
Había decidido ignorarle, simplemente, pero anoche, asfixiada por el calor, el cansancio y los insultos de la gente que no encuentra nada mejor que hacer en su tiempo libre sino llamar a un teléfono gratuíto para insultar a la desconocida del otro lado de la linea, quise desfogar con alguien.... y le escogí a él, ¿qué pasa?... jejeje, no estuvo bien, lo sé, pero fue divertido.

Tripa dentro, pechos fuera

Llevo dos noches sin dormir. Regresaba de mi segundo trabajo, había empalmado el turno de noche de uno con las horas de mañana del otro. Sin embargo he regresado a casa con una energía tremenda; el sol y el viento eran bienvenidos, cantaba por la calle, me sentía poderosa, a sabiendas de que soy la única dueña de mi felicidad y sintiéndome tremendamente libre. No lo estropeó la llamada del trabajo avisándome que esta noche también me toca no dormir, ni la llegada de la factura de Telefónica. Vi mi imagen reflejada en los escaparates: mi tripa se había rebajado y mis pechos habían crecido. Con el vientre más liso y las tetas más grandes me iba planteando por la calle convertirme en lesbiana para probar nuevas sensaciones.... supongo que me afecta no dormir, pero siempre que me afecte de este modo está de puta madre.

22 agosto 2005

Juerga de guisantes

Ingredientes: un chorrito de aceite de oliva virgen, dos dientes de ajo moradito, una cebolla enana, los guisantes congelados que queden en la bolsa que no hacen más que ocupar sitio en el congelador, ese tomate casi rojo que nos queda y un par de pimientos del piquillo que compraste por un antojo que se te pasó antes de comerlos, finas hierbas, pimienta negra, sal y un chorrito de vino blanco.
Se pica todo (tienes la opción de no picar los guisantes, es muy engorroso). Acompañar con cocacola para que no se pase de sano y con pan para que no se pase de light. Cualquier animal muerto en el proceso es pura coincidencia (las bacterias no cuentan, de hecho, deben morir).
He gozado como un enano de esta comida y aún tengo el saborcito sabroso en la boca. ¿Qué se celebra?... la partida de mi fiebre y el regreso de mi voz.

Viaje a Itaca

... Cuando emprendas el viaje hacia Ítaca debes pedir que el camino sea largo...

_Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.
No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Posidón.
Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.
Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.
Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.
Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.
Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.
Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.
No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.
Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya qué significan las Ítacas.


Konstantínos Kaváfis._
Antes de emprender el largo viaje, uno tiene que deshacerse de pesadas e inútiles cargas, llevar lo imprescindible. A veces nisiquiera la meta es importante, sólo importa el camino.
No quiero emprender una huída corriendo como las locas hacia ninguna parte, así no veré nada, no aprenderé nada. Pero cada día me late más fuerte el deseo de partir. Aún no sé cuándo, ni hacia dónde... pero sé que mis días en la Península están contandos, o al menos mis días aquí.

Lundi Matin

El cine francés tiene algo especial : la fotografía, las expresiones, que sólo pueda verse de madrugada en la segunda cadena...
El marido de la peluquera, Amelie, el sexo de las estrellas, Blanco-rojo-azul, Lundi Matin...
No lo entiendo bien, no sólo porque hablen un idioma que no comprendo, sino porque parece que no pasa nada, todo fluye de un modo monótono, silencioso, pocas palabras, pocos hechos, poca música... tiene algo de voyeurista, pues a menudo tengo la sensación de estar mirando por un agujerito vidas extrañas.
Lundi Matin está repleta de detalles curiosos en los que en medio de la rutina y de ese no pasar nada... la gente se harta y rompe las normas sin que parezca haber consecuencias: un trabajador de una fábrica decide no entrar ese día y pasarlo tumbado en el césped, un viejo se levanta de su silla de ruedas y decide caminar, un cocodrilo anda suelto por un jardín...
¿Dónde está Vincent? Un buen día alguien desaparece de nuestra vida porque ya no nos soporta, o no soporta la vida... el resultado es el mismo, cambia la vida de Alguien y cambia la vida nuestra. Ambos seguimos viajando pero tomamos distinto tren. Hay quien se queda anclado esperando que Alguien regrese y tal vez si eso ocurriera algún día no le reconoceríamos, como Penélope en la canción:

Penélope,
Con su bolso de piel marron,
Y su zapatos de tacón,
Y su vestido de domingo.

Penélope,
Se sienta en un banco del anden,
Y espera que llegue el primer tren,
Meneando el abanico.

Dicen en el pueblo que un caminante paró,
su reloj,
Una tarde de primavera.
Adios amor mío, no me llores, volveré,
Antes que
de los sauces caigan las hojas,
Piensa en mí
volveré
por tí,

Pobre infeliz
se paró tu reloj infantil
Una tarde de promesa abril
Cuando se fue tu amante.
Se marchitó
En tu huerto hasta la ultima flor,
No hay un sauce en la calle mayo,
Para Penélope.

Penélope,
Triste esa fuerza de esperar,
Tus ojos parecen brillar,
Si un tren silba a lo lejos.
Penélope,
Unos tras otro los ve pasar,
Mira sus caras los oye hablar,
Para ella son muñecos.

Dicen en el pueblo que el caminante volvió
La encontró
en su banco de pino verde,
La llamó Penélope
mi amante fiel, mi paz,
deja ya, de tejer sueños en tu mente.
Mírame,
soy tu amor,
regresé

Le sonrió,
Con los ojos llenitos de ayer,
No era asi su cara ni su piel
No eres quien yo espero.
Y se quedó ,
Con su bolso de piel marrón,
Y sus zapatitos de tacón,
Sentada en la estación...

21 agosto 2005

Los sueños, sueños son

Yo tengo un libro de interpretación de sueños, lo sé, lo ví en la última mudanza ¿dónde?... un misterio.
Esta noche he tenido otro de esos sueños vívidos: perdía un barco y yo lo alcanzaba a nado en plena noche sin cansarme... (en mi vida he cogido un barco y no sé nadar), el barco paraba en una gasolinera... (¿qué pasa? los sueños son raros) y para poder coger el avión (si, ahora es un avión y tampoco he volado nunca) tenía que conseguir el permiso de un juez, porque tenía que trabajar y no había hecho los cambios de turno oportunos (eso es porque es la primera vez que estoy de baja en años. Durante todo el sueño era de noche y hacía frío.... un frío del carajo...
Y es que me he dado cuenta esta mañana de lo mal que aisla la ventana del dormitorio, no me extraña que durante el sueño toda mi obsesión fuera llegar hasta Tenerife.

20 agosto 2005

"No me arrepiento de nada"

En el colegio de monjas nos enseñaron que el arrepentimiento era bueno, ya que significaba que sentías pesar por haber pecado y que deseabas enmendar ese error; hicieras lo que hicieras la penitencia era rezar, que era algo que tenías que hacer, pecaras o no y que además era un privilegio porque era comunicarse con el mismísimo Dios. Así que por pecar una tenía como penitencia un privilegio. ¿De qué debe arrepentirse una niña de ocho años antes de la noche del sábado para poder confesarse y comulgar el domingo por la mañana? Lo único que sé es que el cura se partía el culo de la risa conmigo cuando confesaba (con el trabajo que me había costado pensar en un pecado digno...)
Cuando te haces mayor conoces a mucha gente que presume de no arrepentirse de nada, "no me arrepiento de nada" dicen con la frente muy alta y la barbilla como movida por un hilo invisible de marioneta. Quieren decir que no sienten lo que han hecho, que no haran nada para repararlo y que no dudarían en repetirlo.
Me encantaría poder decir que no me arrepiento de nada de lo que he hecho, que no he cometido errores y que no hay nada que enmendar, nada que cambiaría de volver a estar en el mismo lugar en las mismas circunstancias...
Nunca fue mi pecado el orgullo y sí es cierto que me arrepiento y avergüenzo de unas cuantas cosas y me jode no poder decir que no volveré a hacer nada de lo que arrepentirme. Sólo puedo decir a mi favor que si alguna vez hice daño a alguien fue sin quererlo, pedí perdón y reparé el daño siempre que me fue posible.
Hace más de diez años que me alejé de las faldas de los curas y más de siete que no piso a una iglesia más que para ir a bodas o bautizos. Ahora los errores y los pesos en el corazón no se curan con las risas de un cura y tres avemarías.
En la madrugada del lunes y durante todo el martes toqué fondo y esa fue la única razón por la que miré hacia arriba y comencé a emerger, porque ya no podía bajar más.
Venían a mi mente ciertas imágenes de una película que ví en cierta ocasión, se titulaba "Acusados", a menor escala, con menos dramatismo, sin jueces de por medio (pero sí policías)... fui Jodie Foster en ciertos fotogramas y, sí, yo sí me arrepiento de algunas cosas. Y me estoy planteando marcharme de este sitio.
Cuando hablo de viaje, hablo de huída.

19 agosto 2005

No hay mal que por bien no venga

Preferiría no estar enferma pero he de reconocer que la enfermedad tiene sus ventajas:
1. El cuerpo te obliga a descansar lo que no te permites cuando estás sano, duermes más, sueñas más.
2. Sudas, eliminas toxinas, adelgazas
3. No apetece fumar ¿lo dejo ahora?
4. Te das cuenta de quién se preocupa por tí y quién no.
5. Sabes que el tipo que solo quiere follarte no te visitará (y tú borrarás su número de tu agenda, le ignorarás en tu correo y te olvidarás de él para siempre)
6. Todo el mundo te echa la bronca (pero sabes que es porque están preocupados)
Pero lo más importante es que este estado te obliga a meditar, la pachorra no da lugar a ansiedades ni a pensar en más de una cosa a la vez... el tema de hoy es: "el viaje ¿búsqueda o huída?"
Porque llevo un tiempo pensando en salir de aquí, cambiar de vida, de paisaje... no soy feliz, está claro, así que deseo marcharme pero... ¿para huir o para buscar?
Conclusiones e informe después de la próxima siesta. Estoy agotada.

17 agosto 2005

La flaca fue hacia la orilla del mar para lavar sus heridas con agua salada al amanecer; Su cuerpo extenuado y desnudo se rindió a las olas y la flaca quiso que la arrastraran mar adentro y se durmió. Llegaron entonces tres extraños del otro lado del mar y vapulearon a la flaca hasta sacarle el agua del cuerpo. Cada uno de ellos susurró un secreto en sus oídos y luego se marcharon por donde habían venido. La flaca miró atentamente salir el sol y dejó que la luz entrara en sus ojos sin herirla. Las sombras dieron un paso atrás.

16 agosto 2005

¿Qué hago con los cristales rotos?

Pero cada vez que la flaca recuperaba la alegría de vivir la muerte que tantas veces la escupió la rondaba en forma de desamor, hundiendo aún más el fondo de sus ojos y arrastrando cielo abajo todos y cada uno de sus sueños, porque no había lugar para la alegría en las venas de la flaca.
Y fue así como aquella noche la flaca vio los fuegos de lejos y luego buscó la risa fácil en brazos del alcohol una vez más. Bailaron muchos con ella y la flaca bailaba sola a espaldas de la ternura. Ella bailaba y su corazón la miraba sentado y enjuto desde la esquina más oscura de un pub.
Hubo quien supo ver un trozo del corazón de la flaca y la arropó entre meneítos y bachatas. Pero eran muchos los que se disputaban esa noche su negro escote y el secreto de sus piernas y ella siguió bailando y dando vueltas despidiendo (quieriendo despedir) a la vida entre risas.
Regresó sola al amanecer y al llegar el día la flaca estaba hecha pedazos.
A decir verdad, no encuentro motivos ni fuerzas para unir los cristales de la flaca.

15 agosto 2005

Música y fuego


Esa noche la flaca se vistió de negro confundiendo su silueta con las sombras. Parecían sus extremidades cuatro huesos flotando en el aire. Se tumbó en el césped bajo las estrellas y desde ahí vio caer fuegos artificiales en un espectáculo de luces y música. Bajo su espalda el redoble del suelo hacía temblar sus entrañas y la flaca sintió de nuevo la vida calentarse en sus venas.

14 agosto 2005

El mundo al revés


Adán soñaba manzanas apetitosas que compartía junto al ave del paraíso: Adán, que era Nada sin Eva, sabía que el ave que amaba anidaba en algún lugar del mundo, extendiendo sus alas al albah, cuando el habla se duerme y el silencio lo es todo el camino entre una mirada y otra.
Adán sin Eva era Nada y sin embargo Eva era un Ave sin alas junto a Adán. Todo sería más bello si la Nada y el Ave nunca se hubieran vuelto del revés.

13 agosto 2005

A veces las noches son largas y extrañas

No soy religiosa. Llevo mucho tiempo alejada de misas, rosarios y rezos. Sin embargo, de cuando en cuando, siento la necesidad de alabar o rogar a Dios. Ayer, al regresar de mis clases, creo que del puro agotamiento físico y emocional, sentada frente a esta misma pantalla, me derrumbé y lloré, amargamente y durante muchos minutos. La noche anterior salí sola a buscar las estrellas y no las encontré, paseé entre gente que se abrazaba, se divertía y bailaba en las fiestas. Paseé a solas por calles oscuras y solitarias. Y regresé a casa muerta de soledad y de frío.
Así que ayer recé. Me sentí tan débil, tan poca cosa, tan pequeñita... y pedí una razón para seguir viva, pedí una señal.
De madrugada tuve mucho mono de tabaco; era la una y media, las perseides eran a las dos, así que entré en el bar y me pedí una cerveza. Luego la música y la gente bailando me hicieron sentir animada y me pedí una segunda cerveza. El discman me dio charla, le analicé la firma, nos contamos cosas y bailamos un poco. Y me pedí una tercera cerveza. Llegó un grupo de chicas, amigas del discman y me presenté, charlamos. El discman recibió una llamada: un amigo suyo había agredido a su novia en las fiestas. Él estaba detenido y la chica, de 19 años, estaba siendo atendida por una unidad móvil del samur. Jose Antonio (el discman) me pidió que le acompañara, fuimos a la feria y allí estaba el ambulancia aún, luego a urgencias, luego al cuartel de la Guardia Civil, luego salió la chica, muy afectada, llorando... vinimos a casa, le serví un té, hablamos un rato y fuimos a urgencias del hospital para buscar un parte de lesiones, llegaron sus padres, luego fuimos de nuevo al cuartel, esperamos a la abogada de oficio y finalmente nos despedimos de todos y llegué a casa a las nueve de la mañana.
Se me despertaron muchos recuerdos.
En la sala de espera del hospital Jose Antonio y yo hablamos de mil cosas. Él me contó su triste historia, yo no le conté la mía. También hubo risas, con un amigo de ellos que nos acompañaba... en cierto modo, hubo belleza en todo eso: les ví tan preocupados por sus amigos, tan entregados... me gusta ver a la gente que se quiere, cómo se levantan unos a otros. Es hermoso.
Eso fue todo. No sé si llamarán o no, pero sí sé que la próxima vez que me acerque al bar no estaré del todo sola, pues hoy conocí a mucha gente allí.

El lenguaje secreto de los sueños


A largas horas de trajín le siguen sueños inquietos. He dormido unas siete horas, más o menos partidas. He soñado que tenía las manos pintadas de azul marino y las estampaba contra la pared dejando ahí mis huellas. Luego tomé pintura fresca de otra pared, que estaba pintada con pequeñas rosas amarillas y se quedó el estampado en la planta de mis manos. Me miré al espejo, en mi vestido, sobre mis hombros, había huellas de manos como las que yo dejé en la pared y traté de poner mis manos en la misma posición pero no era posible. Luego, con los brazos hacia abajo, mostré las palmas de mis manos al espejo. Pensé que era hermoso y vi que mi vestido tenía también flores amarillas, no eran iguales pero sí muy parecidas.
Soñé también que subía con Jorge a una bonita azotea de un edificio y allí le miré y su imagen cayó en mi corazón y comprendí que le quería, pero ya no le amaba, ni me resultaba una persona tan grande, tan elevada, tan merecedora de idolatrías. Me pareció incluso feo, vulgar, poca cosa y me llegué a preguntar cómo estuve tan ciega con él.
Soñé también con niños. Uno de ellos atravesaba un largo pasillo con una bicicleta a toda velocidad. Otros dos, más tímidos, se escondían tras la falda de sus madres. Otras dos niñas estaban conmigo, dibujaban y me regalaban sus dibujos.
También soñé que por dos veces cruzaba una ancha avenida y en mitad de la misma unas cortinas blancas que tenía que descorrer. Eran cortinas suaves y ligeras que se movían con el viento.
Pero lo que recuerdo con más intensidad y realismo es la sensación de mis manos azules tocando la pared.

12 agosto 2005

Por un beso la flaca daría lo que fuera





"Flaca de amor como un galgo
con pulgas de desengaño
hurgando en mi cicatriz..."
(Pasión Vega)






Después de varios meses, recuperé el disco de Pasión Vega y "flaca de amor" fue la primera canción que escuché; curioso, después de mi flash-on del otro día.
Llevo varios días siendo la flaca de mi relato y empiezo a preguntarme por qué el orgullo me impide dejar que me rescate otra mano, más fuerte y cálida que el simple pasar del tiempo.
Aunque fue un "cachito de idea", como me gusta a mi llamar a mis relatos cortos, hay mucho de mí en "la flaca", o puede decirse que la flaca me habita y bucea en mis venas buscándome el corazón, tal vez quiere avisarme; si cierro los ojos puedo verla, tal como la imaginé, aun vestida de blanco entre las cajas de cemento gris donde habitan personas, tejiendo poemas con el hilo de su llanto contenido, levitando sobre sus tacones agotados de compases extraños, sonriendo al cortar flores, olvidando la última vez que lloró (aunque no hubieran pasado cinco minutos) al ver pasar una cigüeña volando y sin querer echarse las manos a su vientre, vacío y seco.
Y yo ayer, regresando sola de madrugada, tratando de engañarme absurdamente con el gusto que da volverse para casa cuando a una le da la gana y lo bien que se está solo, fui la flaca una vez más. Malditas las cartas que jugué; yo tenía un pócker y me ganaron con un farol.

"Cada tarde te veía
siempre en la misma estación
tú, sin saber que existía;
yo esperando al cercanías
destino a tu corazón,
para subirme algun día.

Por el andén te buscaba
y tu mirabas atrás;
Dios mio si se cruzaran,
mi mirada y tu mirada
ya no habria libertad,
ni tesoro que cambiara
por esa casualidad.

Y es que el destino es amargo,
al menos para mí,
no quiso presentarnos
aquella tarde de Abril.
Y ahora me tienes aquí,
flaca de amor como un galgo,
con pulgas que van soñando
de un rail a otro rail.

Pero a suerte fue amable
al menos por una vez
y quiso un día sentarme,
misma hora, misma tarde,
mismo vagón, mismo tren,
mismas ganas de abrazarte.

Mil estaciones pasaron
y no quisimos bajar,
aún sabiendo de antemano,
que el trayecto es limitado
y el tren tiene que parar.
Pues más tarde o más temprano
hay que asumir el final.
Porque el destino es amargo,
al menos para mí,
quiso otra vez separarnos
aquella tarde de Abril.
Y ahora me tienes aquí,
flaca de amor como un galgo,
con pulgas que añoran tanto
tu amor de ferrocarril.

Aún recorro cada tarde,
la que fué nuestra estación,
por si acaso al cercanias,
le dá por volver un día,
a este triste corazón,
descarrilado en la vía.

Tu billete era de ida,
sé que no regresarás,
tu mirada lo advertía,
en aquella despedida
como en otro tiempo atrás,
al cruzarse con la mía,
que cruel casualidad.

Ves que el destino es amargo,
al menos para mí,
no quiso inmortalizarnos,
aquella tarde de Abril.
Y ahora me tienes aquí,
flaca de amor como un galgo
con pulgas de desengaño,
hurgando en mi cicatriz..."
(Pasión Vega)

La llave del mal










"Si no crees en ello no puede hacerte daño". En torno a esta idea gira esta película de terror cutreplus. Gracias a Dios, no recordaba los trillers porque lo cuentan todo y es una mierda.
Entré en la sala, por despiste, claro está, una hora antes. Me dio tiempo a ir dos veces al baño a fumarme un cigarrillo, llamar a mi madre, leerme la revista de cine enterita en el pasillo, verme todos los cartelitos, dormirme, meditar, flashbackear al son de las canciones del año catapum que me iban poniendo y llantera de veinte minutos con mocos y sin pañuelos de papel.
Al final la película cumplió su misión, que era básicamente distraerme con otras preocupaciones, menos mías y más frívolas y de paso refrescarme la memoria acerca de mis escasos conocimientos de magia y santería y recordarme también la certera idea de que a menudo algo nos hace daño porque nosotros, sin saberlo, le otorgamos ese poder.
En cuanto a documentación, no se han quebrao, la verdad. Los guionistas debieron entrar en la típica tienda santera y no vi ningún elemento nuevo que me llamara la atención. El sexto sentido, El exorcista, Estigmata... si están mejor. Yo pensé que estando sola y no teniendo a quién apretar el brazo en los momentos tensos pasaría más miedo, sin embargo no aparté la mirada de la pantalla ni una sola vez, o las películas de miedo ya no son como antes o me estoy volviendo de piedra.

Hasta 1870 unos 14 millones de seres humanos fueron arrancados de su hermosa tierra (África) para ser llevados a una tierra no menos hermosa (América) despojados de todos sus derechos. Se consideraba que los negros no tenían más alma que el perro faldero de un blanco. Uno de los pueblos que más se multiplicó fue el de origen yoruba. Les robaron todo, menos sus creencias y su memoria. Por supuesto cualquier forma de manifestación religiosa estaba prohibida y los esclavos guardaron celosamente todas sus ceremonias ancestrales y transmitían sus conocimientos en cantos que el hombre blanco no podía comprender. Veneraron a sus dioses a través de las imágenes religiosas del cristianismo. Abolida la esclavitud, allá donde viajaba sangre yoruba se extendía su patrimonio cultural, mezclado con otras costumbres.
http://sparta.rice.edu/~maryc/Santeria

La película gira en torno al vudú haitiano, o "voudum" que significa espíritu y objeto sagrado. Los rituales del vudú están muy estrechamente relacionados con el lado perverso de la magia y no es de extrañar que muchos relatos de terror, como se supone este, se basen en él.

Y en otro orden de cosas y hablando de magia también, esta madrugada, sobre las seis o así, en la constelación de Perseo (arriba a la derecha de la estrella polar esta noche), podremos contemplar si nos apagan las farolas, las Pereseides o lágrimas de San Lorenzo, una lluvia de estrellas fugaces, polvo cósmico básicamente.

La luna que está de siembra, un poquito más llena, no impedirá la visión de este espectáculo celestial para los amantes del cielo; un gozo para la vista más que suficiente como para dejar el suicidio para dentro de unos diez días. Sobra decir que esta noche tampoco dormiré, pues sé que no tengo la fuerza de voluntad suficiente como para madrugar.

Y con este doble informe cinematográfico y astrológico dejo el blog para sumirme en otros menesteres como hacer la colada, fregar los platos y otras lindezas.

10 agosto 2005

Llueve

Algunos días soy consciente de que estoy sola y algunos de esos días, como hoy, soy consciente de que me importa.

La flaca caminaba bajo el cielo nublado del despertar del día, un día cualquiera, un día más; la fresca brisa le pesaba en los hombros, alejados de todo calor humano y divino. Había sido presa de las playas durante noches y noches y no se cansaba. La flaca miraba al cielo y sus pasos resonaban con el eco triste de un vals maldito (un, dos, tres; un, dos, tres...), un vals que sólo podría bailarse abrazado a una almohada.
Quiso que la tierra se la tragara y la tierra la vomitó a la superficie tantas veces que la flaca se resignó a habitar en la superficie del suelo con la firme creencia de ser inmortal y que sus huesos jamás besarían las entrañas del planeta.
Los hombres que probaron su dulce jugo nunca la olvidaron y nunca la quisieron. Era difícil amar a la flaca y la flaca amaba y se entregaba a cada cuerpo con la creciente necesidad de deshacerse de tanto amor, tan pesado para sus huesos. La flaca amaba y no importaba a quién, el nombre del hombre era lo de menos. Salía de casa enamorada y regresaba a casa deshecha y así un día tras otro la flaca gozaba en las noches y reposaba por las mañanas, mientras el infame sol se vengaba del resto de los mortales, viéndoles trabajar y gastarse la vida y se reía de ellos.
La flaca también se reía, pero para adentro. Quiso burlar a la vida y la muerte se burlaba de ella pintando su vivo retrato en las hondas y oscuras pupilas de la flaca.
¿Qué pensaba con la mirada perdida y la frente alta bajo la tormenta a punto de estallar? Nadie lo sabía y a nadie le importaba. La flaca danzaba invisible entre la marabunta de seres inhabitables que subsistían en la rutina incansable de la ciudad.
Y comenzó a llover y a caerse la lluvia fría sobre la flaca dejándola sola como al espantapájaros del campo. Cayó la linea de sus ojos como un diminuto arroyo sobre sus blancas mejillas y la flaca seguía caminando sin miedo a nada. El agua empapó sus ropas volviéndolas traslúcidas y la flaca continuaba vagando sobre el asfalto gris. Los huesos de la flaca eran una pincelada anarquista sobre el lienzo de la vida.

09 agosto 2005

Un momento y un lugar para todas las cosas ¿cuál? eso es un misterio

Las personas normales se levantan por la mañana, desayunan temprano, se van a trabajar, almuerzan a media mañana, siguen trabajando, comen a medio día, siguen trabajando o se duermen una siesta, meriendan por la tarde, siguen trabajando o hacen lo que les place, cenan por la noche y luego se van a dormir tooooda la noche hasta el día siguiente por la mañana, cuando todo es lo mismo que el día anterior, salvo los domingos.
Las mujeres decentes nacen, crecen al amparo de sus padres y viven con ellos hasta que se casan con un hombre (por supuesto) y entonces se van a vivir con él, sólo llegadas a este punto tienen sexo y luego hijos que vivirán con ella hasta que se casen y así sucesivamente hasta el final de los tiempos. A no ser que la doncella salga de casa para meterse a monja y entonces su vida se acaba hasta que se le acabe la vida y comience una vida nueva donde se supone gozará multiplicado todo lo que se negó en la existencia mortal. La gente normal se muere de vieja.
Los libros tienen una pasta, un prólogo, una introducción, un comienzo, un cuerpo y un the end y sólo las enciclopedias y diccionarios pueden leerse a la torera.
Sujetadores y camisetas en el cajón de arriba de la mesita de noche, braguitas al centro y calcetines y medias abajo.
Una mujer que no trae hijos al mundo (estando casada, por supuesto) y no ha entregado su vida a Dios es un desperdicio humano.
Todo lo que escapa a este orden divino es resultado de o da como resultado el desorden, el caos, el pecado y la tragedia
Creo que me asomé de puntillas al abismo el día en que me dio por leerme el final de los libros antes que nada, para que la impaciencia por llegar al final no me impidiera disfrutar de ellos y para que mi mirada no fulminara al osado que me contara el final de la novela sin darse cuenta, como le pasó a Doña Cecilia aquel día que me desveló el final de "El árbol de la Ciencia" de Pío Baroja cuando ya me quedaban menos de veinte páginas y había soportado estoicamente el corpus de Filosofía Existencial con el que el buen Pío soporiferizó su obra.
Después de aquello supe que la gente se puede morir antes de los veinte, que puede follar antes de casarse y hasta tener un hijo antes de irse de casa de sus padres, que los más grave que puede suceder cuando se cambian los calcetines de sitio es que no recuerdes dónde pusiste tus ahorros (sabes que dentro de unos calcetines y lo demás es un misterio) y en consecuencia, ahorras, con lo que saltarse el orden establecido no es tan malo después de todo. Los recuerdos sorprenden más cuando no sabes dónde los dejaste: un buen día levantas los cojines del sofá y si nada te muerde puedes encontrar cosas realmente sorprendentes.
Una vez, siendo yo muy chica, mis padres enchufaron un radiador y éste explotó echando chispas y peste, luego murió definitivamente. El origen de la avería que dio con el radiador en la basura y una manta más sobre la cama eran unas ceras de colores colocadas (muy ordenadamente, eso sí) dentro de la resistencia. Mis padres nunca supieron quién había sido y me sentí muy afortunada de tener un hermano pequeño que cargara con la culpa sin llevarse broncas (demasiado pequeño). Vale, los huecos de los electrodomésticos no son el lugar adecuado para colocar las ceras pero... ¡se estuvieron riendo de eso durante varios días!
Me fui de casa antes de tener marido, tuve sexo antes de vivir con mi pareja, pensábamos casarnos después de tener hijos, siempre hay un bolígrafo en el cajón de las velas y cuando llegue el invierno, estoy segura de ello, encontraré mis gafas de sol. Gracias a que nunca encuentro el paracetamol he mejorado mis técnicas de relajación y autohipnosis y cuando ayer se acabó el desodorante, después de usarlo en una axila, encontré otro bote junto a los productos de limpieza del baño. Estoy buscando ideas para dar uso a los condones caducados, pues sé que algún día aparecerán. Es divertido esto del caos.

Otro relato breve

El día que te conocí yo no debía estar ahí. Debí haber regresado a Av. de América e intentar recuperar mi chal hindú... pero me pudo la ingenuidad de creer que también podría intentarlo al día siguiente o que tal vez me lo había dejado en el trabajo y no en ese restaurante. Así que estuve allí cuando tú estabas allí.
Ayer por la mañana tú no debías estar ahí. La inercia matinal te hizo aparcar donde todas las mañanas y olvidaste cambiar el rumbo, así que aterrizaste en la estación, donde yo te esperaba desde hacía más de una hora. En consecuencia, estuviste allí cuando yo estaba allí.
Tengo la absurda manía de dotar de poderes mágicos a los encuentros casuales, cuando debería dejarlos ahí: en casuales encuentros. A lo sumo, contar con que tal vez es una burla del destino y no un regalo de los dioses.
Cuando yo fui sincera te sentiste engañado al saber que no eras el único, ultrajado, como si te hubieran arrebatado una posesión que nunca te perteneció. Porque no tengo precio y no me vendo y porque no soy algo que pueda poseerse; no pertenezco a nadie.
Así que decidiste aprovechar mis circunstancias como la razón de peso para acabarlo todo, sin decir nada. A mi no me valen los silencios, ni las ambigüedades: cuando algo falla quiero saber por qué, cuando algo se acaba quiero saber por qué. Mi vida tiene ya demasiados interrogantes cariño ¿Qué fue de Henry Good? ¿Cuál era el secreto familiar de mi segundo novio? ¿por qué los monos no tienen pelos en el culo?...
Por supuesto no me esperabas allí. El papel que firmaste para no verme nunca más se mojó. Hablamos de nosotros, te mostraste dolido, "no quiero hacerte daño"... puaj, nadie tiene tanto poder sobre mi, cielo.
No me nace categorizar relaciones, menos aún recién comenzadas. Las cosas más bellas del mundo aún no tienen un nombre. Dar una palabra es poner límites y no hay que ponerle puertas al campo. Llámese como se llame acabará, porque nada es eterno.
Sin quererlo te abrí la grieta de la conciencia y comenzó a sangrar. Por la tarde llamaste a mi puerta. Era justo que fueras tan sincero conmigo como yo lo fui contigo: "Tengo un amante en Canarias y no tengo idea de dejarle", respondiste, tarde, pero lo hiciste: "tengo una mujer y dos hijos". Casi debía sentirme culpable por no decir en el primer minuto "Me llamo Inma y tengo un amante" y resulta que estás casado. Qué ironía ¿no?
¿Y ahora qué? Volví a besarte. Tus besos son únicos, tu mirada increíble, profunda, honda como el lago Ness que, dicen, esconde un monstruo. Yo sé que no eres un monstruo.
Este fin de semana volverás a verla, volverás con ella (si te deja). Me alegra haberte dado más amor y ternura en dos noches del que has recibido en toda una vida. Sabes que cuentas con todo mi apoyo (psico/juri/soci, como decimos en el trabajo) y espero que, sea como sea, la vida te sonría y puedas volver a abrazar a tus hijos muy pronto.
No pensaré que no volveré a verte. Prefiero no pensar en ello. Ya es complicado llegar a fin de mes como para complicarme la vida con culebrones.
Si los zapatos nuevos me hacen ampollas, por monos que sean no me los vuelvo a poner.

08 agosto 2005

Elevadas temperaturas

A las cinco y media de la madrugada un termómetro en la calle marcaba 37º C, otro 38º C. Cuando salí de la primera clase, pasadas las once de la mañana, se respiraba con dificultad, pues el aire era más caliente que la temperatura del cuerpo, cada paso era difícil. A las dos del medio día el sueño empezó a vencerme, pero desperté a las cinco de la tarde, cansada, con sueño y sin embargo, con la absoluta imposibilidad de seguir durmiendo. Son las seis; está muy nublado, el bochorno pesa sobre las venas como pesan los recuerdos al acercarse la Navidad, el aire es muy caliente, el viento arde.
La pregunta del millón es: ¿qué coño pinta una mujer paseando a las cinco y media de la madrugada? La respuesta: quise dar los buenos días al hombre misterioso y no dudé en plantarme en la estación de tren para interceptarle en su camino al trabajo. ¿Qué pasó? Después de la ducha y el resto de la siesta lo cuento.

Olivares amados, cuánto os extraño




Sangre de oliva virgen,
corazón de aceituna,
cuánto te echo de menos
en las noches sin luna.








Recuerdo aquella noche, paseando entre olivos a mediados de agosto entre los olivares de Sierra de Segura, alumbrada tan sólo por la luna y su reflejo plateado en las hojas de un olivar envejecido. Bajo mis pies el "quejío" agonizante de la sedienta tierra y los grillos haciendo una fiesta. Lágrimas de San Lorenzo, polvo y sudor entre los dedos, la promesa del agua en el olor a ozono y el susurro del tímido viento entre las ramas.


Savia de sabios años
y tronco retorcío,
cuánto te echo de menos:
compañero y amigo.





Cuando viví en el Norte y regresé al sur por Navidad los olivos fueron los primeros en darme la bienvenida. Sus hojas bañadas en plata y escarcha me abrazaron el alma dolida de su ausencia.

Manantial de oro puro
con el traje de plata y de barro:
me ha escocío
mirar al horizonte y no encontrarte
latiendo sobre el fuego y bajo el frío
con el brío, la fuerza y el coraje
que no niega su fruto verdinegro
a pesar del estío del verano
y a pesar de las nieves del invierno.




Yo no sé cuándo podré verte, largo, inacabable, cercano y viejo amigo olivar bajo la Via Láctea, sobre la tierra cuarteada, entre jara y romero. Ya no sé si algún día vuelva a soñar apoyando mi espalda en tu sufrido tronco. Añorado olivar de mis entrañas, que me viste mirarte tantas veces creyendo que crecías triste y angustiado...
Cómo echo de menos Sierra Morena y tú, a sus faldas, siempre cantando:

con esa voz verde y negra,
con esa voz de hoja y barro,
con tu sangre de oro puro,
y tu tronco desgarrao





Quiero regresar y ver
la oliva de Fuentebuena.


http://www.promojaen.es/aemo/fuentebuena.htm

07 agosto 2005

Abrazo de fuego


Si lo que vas a decir no es más hermoso que el silencio es mejor que te calles.
El hombre misterioso no regresó. No llamó, como dijo, ni se sabe nada. Decidió dejar así la historia, colgada en un possit de mi tablón habitado de "cosas a medias", que por ser a medias quedaron hermosas antes de degenerarse y desaparecer, con la belleza intacta, como rosas sumergidas en formol. Matar el amor antes de que muera, conservar y coleccionar bellos recuerdos. Los recuerdos no sirven para mucho. Diez y media de la noche, a falta de besos, resumo temas de geografía para mis alumnos y mato mosquitos con mi zapatilla. Mis huellas están en el sofá y en la pared. Le echo de menos y me resulta absurdo. Si se tratara de amor no me costaría elegir entre el amante perfecto que no hace preguntas y folla como los dioses y el amante perfecto que me regala miradas indescriptibles y me da a beber ternura concentrada en besos interminables.
Cerca de la media noche todo vuelve a ser como antes. Shunna se marchó ya con todas sus maletas y la casa está más vacía que nunca, más ordenada que hace mucho también. Ya no hay música en la casa; regresa el silencio que siempre la habita y en la penumbra del cuarto mi sombra se encoge como un signo de interrogación.
La ola de calor que vino del Sahara se instaló en el aire y me abraza el fuego de mi amado desierto. No hay brisa. Nada se mueve ahí afuera, ni aquí dentro; sólo mis dedos, golpeando el teclado con la furia de un pianista que compone al piano melodías de soledad creciente bajo la luna menguante.

¿Estudias o trabajas? ¿follas o haces el amor?

Algunas personas _y es lógico, lo malo es que yo soy poco lógica_ tienen la necesidad de definir sus relaciones, darles un nombre, conocer su naturaleza . Y así fue como el hombre misterioso de la linea 4 de Cercanías quiso definir, tan sólo al comienzo de nuestra segunda cita, nuestra relación. No nos vimos ni hablamos en los últimos dos días. Marchó de mi cama al trabajo, con mi olor en su cuerpo y mi sabor en su boca. Hablamos de olores y sabores, de sueños, de armaduras, de miedos y de límites... Fui directa a la hora de responder a su pregunta: "¿Cuál es la naturaleza de nuestra relación?" y le dije que tenía un amante. A veces las cosas son de una manera y no pueden ser de otra.
A la cena siguió un billar en el que gané las dos partidas valiéndome de sucias mañas como mostrar mi amplio escote, correr el vuelo de la blusa para enseñar el ombligo, o susurrando al oído palabras como "adivina qué hace juego con mis sandalias además de mi chal". Largos besos en el bar, largo paseo entrelazados; ambos estamos de acuerdo en algo: hay muchos modos de hacer el amor. Nos apasionamos como dos adolescentes y mezclamos ardientes caricias con tristes miradas. Casi era como una despedida. "No podría vivir con el miedo constante a no dar la talla, en una carrera desenfrenada por competir contra todo lo que cierra tu armadura, sé que nunca sentirás por mí lo que yo siento pero no puedo parar de besarte... dime qué me das tú que no te doy yo...si tanto me deseas, quédate conmigo". Si existe la duda el amor no existe. Al despertar él estaba sentado a mi lado, acariciándome el pelo; tenía que marcharse, pero esta tarde volverá.
No todos los que follan hacen el amor y no follan todos los que hacen el amor. Pero él dijo muchas palabras que ya escuché en boca de otros ¿cómo saber si esta vez es cierto? ¿Realmente uno puede elegir el momento oportuno para enamorarse?
Esta mañana desayuné con José Manuel. No quería regresar aun a casa. Estaba confusa, aun me ardían los labios, en la penumbra contemplé largo tiempo su silueta y esta mañana todo era como una sombra alargada. José Manuel me dijo "si este hombre te gustara ya te lo habrías follado diecisiete veces; tú eres muy ardiente y no te aguantas una".
Tirarse a un tío es lo más fácil del mundo.
El hombre misterioso... tengo que inventarle un nombre, es un rollo que se llame lo mismo que el anterior, me dijo "estas acostumbrada a hacer siempre lo que quieres ¿verdad?". Verdad. Y tal vez porque es diferente, no me lo tiré... eso sí, con la boca hice maravillas.
Esta tarde, otro encuentro, tal vez el último.

La mujer de bronce

Me senté en el mismo banco donde quedamos el otro día, sentada junto a la escultura de la mujer que lee el artículo primero de la Constitución Española.

"El alma tenías
tan clara y abierta
que yo nunca pude
entrarme en tu alma"


Mientras la señora leía leyes, yo me empapaba de Pedro Salinas. Llegó un niño de unos diez años y se encaramó sobre la Constitución y se quedó un rato ahí de pie, le miré y le dije que me robaba la luz y continué leyendo, inmóvil, perdiéndome entre los renglones, leyendo una y otra vez el mismo poema:

"Busqué los atajos
angostos, los pasos
altos y difíciles...
A tu alma se iba
por caminos anchos"

Pasaron unos extranjeros, que pasaron la mano por el hombro de la muchacha de bronce y se hicieron fotos con ella. También nos hicieron fotos a las dos. Parecíamos una composición de la misma escultura: una en blanco y negro y otra en color.

"Preparé alta escala
_soñaba altos muros
guardándote el alma_
pero el alma tuya
estaba sin guarda
de tapial ni cerca."

Luego se acercó a nosotras una niña pequeña, que se sentó a caballito sobre la constitución, abrazó la escultura y comenzó a darle besos y a hablar con ella. Había tanta ternura en ese gesto que hasta creí oír el crujido del corazón de bronce.

"Te busqué la puerta
estrecha del alma,
pero no tenía,
de franca que era,
entradas tu alma. "

Pensé entonces que esa noche todos los besos serían para la mujer de piedra y deseé que él no llegara. Cuando alguien llega tarde a una cita tiene conmigo un margen de media hora. Habían pasado más de quince minutos. Invadida por algo similar al miedo escénico, deseé que no llegara a tiempo... pero el deseo no se cumplió. No sabía lo que ocurriría pero sí sabía que era difícil encontrar esa noche las puertas de mi alma.

"¿En dónde empezaba?
¿Acababa, en dónde?
Me quedé por siempre
sentado en las vagas
lindes de tu alma."

(Pedro Salinas)

06 agosto 2005

Incertidumbre

Quedé para cenar dentro de 40 minutos, pero ya cené... tenía hambre y no pude esperar. Me pregunto si una camiseta que deja ver espalda, senos y ombligo... tapa poco más que los pezones, es apropiada para una segunda cita. Estoy nerviosa, aún no he decidido si reprimir mis impulsos o no... no tanto por mí, como por el chico. Liberal, zorra, lasciva, divertida... sí; mujer fatal y sin escrúpulos, no. Ya veremos cómo va la noche y adónde desemboca. No sé bien si decirle lo de mi amante antes o después de gozar... pero creo que lo haré después. Así por lo menos, que nos quiten lo bailao. Tengo muchas ganas de darle unas cuantas alegrías a este chico. Por si las moscas, he dejado una caja de condones especiales sobre el mueble del salón. Adelantar acontecimientos no es sano, a fin de cuentas ¿cuántas veces en mi puta vida me han salido las cosas según los planes?

Doce mil vidas... mejor no pararse a pensar.

Como cada no-festivo que voy al trabajo, esta madrugada fui al archivo a guardar las últimas fichas en su lugar. En un momento dado me encontré en el centro buscando un historial y miré a mi alrededor, envuelta entre archivos grises, verdes, rojos y azules, ordenados por fechas y lineas de entrada, perfectamente alineados y aplastados; falta espacio. Son los archivos de los últimos diez años. Empecé a multiplicar: unas doscientas fichas por carpeta, diez carpetas por balda, cinco baldas por estantería... sólo en ese cuarto de unos tres metros cuadrados había más de doce mil vidas infelices (no quise pensar cuántas de aquéllas fichas recogían más de una vida). Luego, en mi turno de descanso (gracias a Dios esta noche pude descansar dos horas), me tumbé en una habitación oscura recuperando la paz después de más de cuatro horas recibiendo llamadas. Doce mil agujas me punzaban la cabeza y tuve que practicar todo mi repertorio de técnicas de relajación. Casi acabando mi turno de once horas, una llamada de angustia al amanecer... una hora extra para escribir esa ficha, una ficha que recogía cinco vidas burladas por la pobreza, la violencia, el abandono, la desesperación y la diplomacia.
Sé que en mi trabajo es mejor no pensar en ello, o acabaría loca. Pero a veces no es posible evitarlo. Si no me importaran esos doce mil cinco, no estaría trabajando donde estoy.
Es la una del medio día y debería dormir un poco, extraña hora para soñar. Dormiré con la conciencia tranquila, feliz de trabajar allí, aunque a veces me queme la sangre, me duelan los dolores ajenos, o me sienta pequeñita a los pies de rascacielos de expedientes. Aunque sólo sea porque hoy, al filo del amanecer y por un instante, una mujer que sufre dejó de sentirse sola. Soy feliz de estar donde estoy y hacer lo que hago.

05 agosto 2005

Historias del tren

Es como si estuviera condenada a vivir comienzos de historias que no llevan a ninguna parte. Me compro los pasajes hacia el paraíso y una vez en el aeropuerto me vienen con la coña del overbooking o algo así. Estoy viviendo mi duelo de una forma muy peculiar: cual viuda alegre comienzo historias y "me enamoro" y "desenamoro" con una rapidez espectacular. No sé qué estoy haciendo, no me paro a pensarlo. Pero sé que estoy confusa. Juanjo sigue siendo el mejor amante que he tenido jamás. No conozco otro hombre que me aguante el ritmo como él y que me de tanta tregua y tanto campo abierto. En el sexo, podemos hacer el amor durante horas, parece no agotarse nunca (bueno se agota, pero dignamente). Después de estar con él pensé que no podría estar con nadie más, pues cualquier otra cosa se le iba a quedar corta. Aun así, doce días sin sexo fueron para mí tan tortuosos que finalmente cedí a la locura con un auténtico desconocido. Mi error: permitir segundos encuentros.
Creo en el amor. He estado enamorada. Y por eso mismo no quiero el amor. No lo quiero. Mi corazón está cubierto por una capa de aceite y todo le resbala.
Hace dos tardes regresaba a casa, iba agotada. Faltaban diez minutos para que saliera el tren. Camino por el andén mirando a la gente. Si veo una pareja discutir, un rostro interesante, un hombre guapo... entro en el mismo vagón. Ayer entré buscando un hombre guapo para sentarme enfrente. Yo llevaba un vestido ceñido de vuelo, negro, sandalias de tacón de aguja, también negras. Me senté junto a y frente a hombres atractivos. Tuve suerte. No se suelen juntar dos bellos rostros en el mismo cuadro de sillas. Luego juego a ponerles nerviosos.
Quedaba un asiento vacío, llegó un tercer varón pidiendo permiso para pasar, ladeé mis caderas y me dio las gracias mirándome a los ojos y zas! ¡qué ojos más bonitos! Le miraba y el muy cabrón me mantenía la mirada; otras personas se cortan y la apartan, pero él no. Cuando levantaba los ojos estaba ahí su mirada, clavada en los míos como un alien maldito. Me intrigó. Traté de distraerme en otras cosas. Llamé al trabajo a ver si habían visto un chal que extravié (un chal de la India precioso de color turquesa, en la misma bolsa que un pintauñas de nácar y un pintalabios que me costaron un pastón, la agenda y una muestra de crema anti-edad que la dependienta de la perfumería tuvo la osadía de regalarme, por poco le parto la boca a la hija de puta. Regalar cremas antiedad... regalame un bronceador zorra). Luego llamé a mi madre, que estaba tontucia y me echaba de menos. Yo sabía que él escuchaba. Incluso crucé con él alguna mirada de complicidad mientras le soltaba algún chiste a mi madre para que se le fuera la pena.
Ambos bajamos en la misma parada, bajamos a la par las escaleras de la estación, como si fuéramos juntos. A la salida me quedé un poco rezagada, tenía curiosidad de saber en qué dirección iba. Me pareció que iba a coger un coche, pero cuando le vi en la acera de enfrente caminar como distraído decidí seguirle. En esto que me llamó un amigo por teléfono, no sé para qué, ya habíamos comido juntos a medio día y le había contado mi vida. Así que paré en la parada del bus y observaba al hombre misterioso de mirada linda que parecía no tener muy claro hacia dónde ir, al igual que yo. Pasó el bus y ninguno de los dos lo tomamos, así que emprendí el camino hacia casa, con pasos largos y lentos, sin prisa pero sin pausa, de vez en cuando perdía de vista al hombre misterioso pero parecíamos seguir el mismo camino, era lógico, pues ambos íbamos hacia el centro. Pasé por la parada de taxis, los taxistas me recordaban de haberme visto pasar delante de ellos por la mañana y tomar el primer taxi de la fila, me preguntaron a dónde fui y se ofrecieron para cuando les necesitara (lógico, el recorrido fue largo). Entonces el hombre misterioso se acercó a mi y me mostró una nota que había escrito en su móvil "te inbito a tomar algo", le dije que sí con la cabeza y comenzamos a caminar juntos mientras yo seguía hablando por teléfono. Una vez colgué me pidió disculpas por haberme seguido, nos presentamos y le dije que "invitar" es con v... eso es repelente, absolutamente, pero tengo una deformación profesional fatal para la ortografía.
La conversación dio para todo: el intelecto, el arte, la sociedad, la cultura, el pasado, la ternura y un poquito de sexo. Acabé comiéndomelo a besos en la puerta de casa; el pobre no durmió, se fue directo para el trabajo.
Ayer me llamó y yo sé que estuve fría. Quise evitarlo, pero me nació así.
Vuelvo a la rutina de todas las noches. Agradezco trabajar hoy viernes. La noche que no trabajo tengo más peligro que Willy Fog con el bonobús.

La historia de amor más hermosa del mundo


Lloviera agua o llovieran bombas, ella recorría cada día nosecuantos kilómetros para llevar a su marido comida a la cárcel. Él comunista, Ella facha; los comunistas le mandaron a la cárcel por haberse casado con ella. Fuera cual fuera el color de su bandera, Ella siempre ayudó a no morir a cualquier soldado que encontrara en peligro y nunca delató a nadie. Tuvieron un hijo y siete años después una hija. Cuando su hijo murió de meningitis ella comenzó a consumirse y se limitó a rezar y a subsistir, siempre vestida de negro. Ella se ocupó de llorar a su hijo muerto, Él se ocupó de rescatar de la tristeza a su hija viva.

Él era un relojero del pueblo, hijo de un comerciante de telas.Ella era la hija de un señor que escribía poemas preciosos, tocaba el violín y arreglaba cosas. Era hija única, pues su hermano mayor había muerto de meningitis cuando era muy pequeña. La vió pasar con un vestido blanco y dijo a sus amigos "con esa me casaré". Sus amigos se rieron, Ella no salía nunca con nadie. Él alegó "el que la sigue la consigue". Se acercó y le dijo "Señorita, ¿me permite acompañarla?". Ella se negó. Pero él cada día la buscaba y se acercaba a ella haciéndole siempre la misma pregunta. Al salir de la relojería la esperaba en la puerta de casa todas las tardes; la madre de ella decía "Ahí tienes al tic-tac". Pasados unos treinta años desde que el tic-tac esperara pacientemente una cita, les ví sentados en la mesa de la cocina estudiando matemáticas. Ella había decidido graduarse a los cincuenta y él le pasaba la mano por el hombro y le explicaba con la misma voz de quien recita un poema cómo se hacía una raíz cuadrada. No quise entrar, pasé de puntillas sin hacer ruido dejando que el amor y las raíces cuadradas intimaran entre las cazuelas.
Gracias abuela; gracias mamá.

04 agosto 2005

El poder de una mirada


Bastó una sola mirada para mantenerse alerta durante todo el trayecto. Parecía todo sacado de un cortometraje de Amenábar. Absolutamente surrealista, como casi todas las cosas que me pasan en la vida. Ayer fue un día extraño, que comenzó vistiéndose deprisa y volando sobre tacones y acabó comiéndose a un fugaz amante a besos a las cinco de la madrugada en la puerta de casa.

03 agosto 2005

Gracias por un año de amistad, Gio

Brindo por un año de amistad preciosa con Gio.
Nunca nos hemos dado un abrazo, nunca nos hemos tocado y nunca hemos tenido ocasión de mirarnos a los ojos. Todo comenzó cuando Jorge marchó a Guatemala con la ONG y yo no pude ir porque tenía un examen muy importante. A través de Gio sabía cómo estaba Jorge e incluso recibí alguna foto suya; estaba al tanto de cuándo estaban en la comunidad y cuándo en la capital. Yo ya trabajaba en turnos de noche/mañana/tarde, como en el mes de julio, y padecía de un insomnio crónico que sólo me permitía dormir uno de cada tres días. Me pasaba las noches hablando con Gio. Él sabía de mis recientes sospechas acerca de la infidelidad de Jorge, mis dudas, mis temores... vivió conmigo todo el proceso de distanciamiento, ruptura, búsqueda de hogar, deseos de morir, mis refugios en el sexo, mis borracheras, mi enfermedad, mis amantes, mi última mudanza y mi recién estrenada soledad. Yo sabía de sus crisis de pareja, de sus líos de trabajo, sus viajes, sus soledades, sus temores...En la distancia nos protegíamos y abrazábamos burlándonos del océano. Él se asusta de mi aparente ninfomanía y hacemos burlas sobre fundir el vibrador. Siempre trató de frenarme con mis locuras, siempre me consoló si estaba triste y siempre se alegró si yo estaba contenta. Cuando la distancia no es importante el corazón triunfa.
Desde mi pequeño oasis temporal, deseo que esta amistad dure mucho más tiempo.

02 agosto 2005


La rendición es la respuesta correcta en ciertas circunstancias
("Las voces del desierto" de Marlo Morgan)

01 agosto 2005

Pesos pesados

Ayer por la mañana, después de dos turnos de noche consecutivos y hacia un tercero, en lugar de dormir, como está mandao, me fui para casa de mi hermano mayor para ayudarle con su mudanza, pese a mis incontables autopromesas de ser egoísta por una vez en mi puta vida y ponerme a mí misma en primer lugar. Subí y bajé más escaleras que un ama de llaves en la mansión de la Preysler y en la tarde, en lugar de dormir como está mandao, me fui para casa de mi hermano menor para hacerle una visitilla, cargada, eso sí, con dos cajas de plástico duro, un maletín, un bolso de saco y una bolsa nevera hasta los topes de congelados que mi hermano me regaló. Más parecía que iba hacia la guerra, mi hermano el pequeño se compadeció de verme tan cargadita y me regaló un baño de espuma en su inmensa bañera y me ofreció su cama para dormir y hacerme de despertador. Luego me dijo que dejara parte de los bultos en su casa y fuera a recogerlos en el próximo turno de noche. Aun así, la bolsa nevera pesaba como un cadáver, no como un cadáver de gato, pájaro o similar, pesaba como el cadáver de un cachalote y tenía la esperanza de que alguien me pidiera dinero para comer, o en el metro o en el camino, porque ahí había comida de sobra para darle, como si se quería quedar con la bolsa entera. Sin embargo, nadie me pidió ayer para comer. Esta mañana, camino del metro, pensé en los vagabundos que piden junto al sprint, en la boca del metro en Avenida de América, en la boca de metro de Legazpi, en el Paseo de las Delicias... no me encontré con ningún pobre, se ve que también ellos se van de vacaciones en agosto (todo el mundo se va de vacaciones en agosto menos yo, hay que joderse). Y fue en el Paseo de las Delicias cuando pensé que ojalá hubiera olvidado la bolsa en la parada de metro o me la hubieran robado o alguien me hubiera pedido para comer... y me planteé la siguiente pregunta: Si podemos prescindir de lo que nos pesa, ¿por qué nos cuesta tanto trabajo desprendernos de ello?
Mi corazón está repleto de recuerdos pesados, como un desván que no se revisa desde la Guerra Civil y esconde granadas que anhelan ser explotadas. Me pesa el paisaje de todos los días, la rutina aplastante del siempre lo mismo y el deseo febril de volver a agarrar la mochila y tomar el primer tren que pase hacia donde sea y bajarme en la estación que se me antoje, como hice en la playa de Ocata hará más o menos un año.
Recuerdo los dolores y los olores de aquel día de finales de septiembre, desde el amanecer hasta el anochecer. Y como es mi blog, se me antoja y me apetece lo voy a contar:

"Atardecer en la playa de Ocata"
Era mi entre séptimo y décimo día en Barcelona, por entonces ya había perdido la noción del tiempo. Me había instalado en un albergue y dormía con 18 personas más en una habitación la mar de grande. Había perdido ya la vergüenza y me paseaba en toalla por los pasillos porque era muy molesto para mí cargar con toda la ropa. No tenía reserva para ese día y me dijeron que me levantara temprano por si me podían dar cama para esa noche. No existía esa posiblilidad y por cuarta o quinta vez desde que aterricé en Barna debía cargar con mis mochilas buscando cobijo. Agotada de un viaje que no me había llevado a ninguna parte y cargada con el mismo pesar en el corazón con el que había partido me senté rendida a tomar el desayuno, que era gratis. Debía hincharme, pues no tenía mucho dinero para comer y subsistía todo el día con una sola comida. Junto a mí se sentó aquel maestro judío que estudiaba grafología y que tanto se parecía a mi hermano mayor, con el que había estado hablando las últimas noches. Me decía "your travel hasn´t finished already... go to India... you are Indian, all the time, your eyes says India, your clothes, your hands... go to India... don´t come back, you haven´t to come back, you musn´t come back. Your travel has just began..."... no hace falta que diga que mi inglés no es muy bueno, pero entre cuatro nociones básicas y el lenguaje del corazón entendía a Abram perfectamente.
Con una mochila delante y otra detrás, dos bolsas y un bolso me recorrí las ramblas hasta la estación de tren y en lugar de tomar billete para casa lo cojí para Mataró, a hacer una visita obligada a unos tíos paternos. Por el camino el mar me llamaba por mi nombre y ya estaba deseando de regresar para volver a ver el paisaje. Comí con mis tíos, empeñados en que me quedara a dormir con ellos y, cuando me sentaron a ver los videos de la boda de sus hijos y luego pusieron un documental de animales, mi tia se puso a coser y mi tio a leer el periódico a mi me entraron las náuseas en el culo y me levanté con una prisa horrorosa y les dije que debía marcharme, que el padre de un amigo mío estaba muy enfermo y me necesitaba (era cierto, pero de mi amigo de Barcelona no sé nada desde unos días antes de aquella visita, no sé qué fue de él y dudo mucho que me entere nunca). A mis tíos aquello les sentó como una patada en los cojones, pero lo cierto es que no tenía ni tiempo ni ganas de buena educación y rechacé de plano su ofrecimiento de pasar con ellos una noche. Me subí al tren sin saber muy bien hacia dónde ir ni dónde dormiría esa noche. Entonces fue cuando pasé por un lugar llamado "Ocata" y pensé, como Bocata pero sin b, cómo mola y me quedé allí. Tuve que subir una cuesta más larga que un día sin pan hasta llegar a un albergue donde acababan de ocupar diez minutos antes la última plaza, hablé con unos alemanes en la puerta, conocí a unos chicos de allí en un bar a medio camino hasta la playa y me senté en la playa hasta que se hizo de noche. Decidí que mi equipaje me pesaba mucho y me deshice de parte de él y finalmente regresé en tren hasta Barcelona.
Esa noche dormí en un hostal de mala muerte el doble de caro que el albergue, después de haber paseado durante horas por un sitio que ni las ratas iban, enloquecida por acabarme de enterar de mi suspenso en la última asignatura de la carrera con un 4.93 en la segunda parte , lo cual me suponía la pérdida de empleo. Aquella noche había perdido curso, empleo y casi pareja y todas las estrellas se me cayeron encima; al menos ese día había comido dos veces y había encontrado sitio para dormir; sin embargo, cuando necesito relajarme cierro los ojos y respiro el olor de aquella playa tan hermosa y vivo el recuerdo de la arena bajo mis pies, vestida de blanco con un chal azul, caminando libre por unos minutos y olvidando el equipaje por unos instantes. A solas con el mar que me besaba, el viento que me abrazaba y el sol que se caía, me juré a mí misma regresar a aquella playa y así lo haré.
Hoy he sentido el mismo ansia de libertad que me empujó a hacer ese viaje que siempre supe incompleto; esta vez he querido ir hacia el sur a descubrir África; deseo ver dunas, pisar dunas, oler dunas. Me siento más desierto que nunca. El desierto es un paisaje que me apasiona porque me transmite paz, porque parece eterno y porque esconde vida sin que sea evidente. Parece quieto, pero se mueve. Parece muerto, pero está vivo. Tumbada en su suelo es posible ver más estrellas que en ningún otro lugar. Todo parece un contraste radical e inhabitable y sin embargo, en su corazón, guarda un oasis. A veces me pregunto si detrás de mi sequedad, mis tormentas de arena, mis temperaturas extremas y mi aparente "no vida" se esconde también un oasis. Hay un desierto en África que se florece en cuanto le caen cuatro gotas; esconde semillas que florecen después de decenas de años secas. En el fondo, muchas personas sólo necesitamos que nos caiga el agua en el lugar oportuno para abrirnos como flores. Aún he de descubrir el lugar que me haga olvidar mi mochila y sospecho que no tardaré mucho en cargar con ella hacia un lugar cualquiera, sin fecha de regreso.
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