CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

29 mayo 2006

Dilemas morales y tubos de vidrio.

Caer en la más profunda desesperación nos ofrece la oportunidad de descubrirnos realmente. No todo lo que descubrimos es hermoso.
Soy una mujer y soy montones de mujeres. La hija obediente que protestaba pero hacía lo que le decían que hiciera, la que se escapaba de casa y volvía a las nueve y media, antes de que nadie se diera cuenta; la niña del dado azul y la mujer agotada que no para de dormir; la que seduce y se aburre rápidamente del pobre seducido y la que se enamora perdidamente y no olvida jamás; soy la mujer arisca que necesita ser abrazada; la que fuma con un parche de nicotina en el muslo; la que analiza y ve todo claro cuando alguien la necesita y la que se pierde en sus basuras y no encuentra nunca el sol; la que es querida a los pocos minutos, odiada al ser conocida y amada cuando es comprendida; la que daría la vida por dar vida y moriría por poder echarse atrás; la que siempre saluda con una sonrisa pase lo que pase y llora amargamente por las noches; la que alberga en su vientre una promesa fruto de una mentira.
Josías sigue acosando a altas horas de la madrugada. Anoche supe que no se piensa ir de la ciudad. Él desea la muerte y yo deseo que sus deseos se cumplan. No es odio. Es miedo. Aún me pregunto por qué tuve la píldora postcoital en la mano y no la tomé.
¿Cuál es la mejor salida? ¿Qué es lo mejor para mi criatura? ¿Qué es justo? ¿Qué derecho es natural y qué derecho puede ser ganado o perdido? Para mí, el hombre que se permite el lujo de amenazar de muerte a una mujer pierde el derecho natural de saber que será padre. El padre es el que cría un hijo, no el que planta la semillita en un instante de frívolo éxtasis.
Vista la reacción de mis hermanos, pavor me da la de mis padres. No sentí su apoyo. Me sentí sola como nunca. Pretendían que me replanteara una decisión ya tomada absolutamente convencidos _para variar_ de que saben mejor que yo lo que es más conveniente, sin importarles mi alegría sino la molestia que les iba a suponer. Supe que no iban a estar a mi lado, nisiquiera el hermano que verbalmente me apoyó. Todo son palabras que se lleva el viento.
Vacía de alternativas le pedí al destino un abrazo de oso.
Admito que tal vez usé al padre para tener un hijo; pero él también pretendió usarme a mí, como hizo con otras mujeres, hartas de él, que le húyen hasta el punto de desaparecer por completo sin dejar rastro. Es peligroso que lo sepa y no se lo diré; antes huiré lejos antes de que se note. Prefiero decir a mi hijo que su padre es un tubo de vidrio.

25 mayo 2006

Amigos

Ahora es cuando los verdaderos amigos empiezan a hacerse notar, como siempre. Shunna por su lado está más o menos pendiente de los cambios y se está informando por mí de algunas cosas, pensando por mí algunas otras y ayudándome a buscar salidas. Cuento con el apoyo incondicional de Jade y, aunque no he hablado con él, de Luis. De vez en cuando me da un ataque de pánico. Pero la mayor parte del tiempo es una alegría desbordante que nace entre el sueño y las náuseas como las flores entre las piedras. Dentro de unos días tengo cita con la matrona y ya un amigo reciente, pero bueno, se ha ofrecido a acompañarme. Unos días después le harán su primera foto... me gustaría que Jade estuviera conmigo en esa prueba. Nos queremos desde hace catorce años ya. Pero todo depende de su agenda. Mis amigos también tienen la agenda muy prieta. Papá ha venido por unos días, pero aún no me parece oportuno decírselo. Primero quiero dejar algunas cosas arregladas para que mis padres no tengan de qué preocuparse. Sé que no estoy sola. Y eso es lo más importante.
He equivocado el trayecto del autobús y me ha dejado bastante lejos de casa; eso ha servido de oportunidad para caminar tranquilamente dando un paseo y también para encontrarme casualmente con Julio. Hemos quedado para dentro de un rato y le daré también la noticia. Tengo la necesidad de que mis amigos lo sepan y más necesidad de que lo sepa mi familia, pero eso me resulta más complicado y me da un poco de miedo. Necesito sentirme abrazada.
Hoy a las molestias habituales se ha sumado un fuerte dolor en los riñones y en la barriga. Nunca sé hasta qué punto es normal nada de lo que me pasa, por más que lea acerca del tema. Estoy ultraenternecida y por nada y menos siento ganas de llorar. Creo que cuando he visto a Julio se me han llenado los ojos de lágrimas, pero no he llegado a soltarlas. Posiblemente lo ha notado y por eso ha precipitado su visita. Le quise mucho. Le encontré "por casualidad" Por supuesto, me brinda todo su apoyo.
Quien me conoce bien, me felicita. Porque todo el mundo sabía la ilusión que me hacía ser madre y lo frustrada que me sentía por no haberlo logrado durante mi convivencia con Jorge.
Parece que todo está lo bien que puede estar.

23 mayo 2006

Mientras dormías

El no-nacido que me habita ya comienza a percibir estímulos externos. He puesto, por si acaso, música de Bach y la tengo de fondo mientras naneo un rato trasteando blogs.
Los comments de unos blogs me llevan a otros blogs como una telaraña. Visito algunos que no pisaba hacía tiempo y aprendo de ellos y no he podido evitar preguntarme, aunque la respuesta no importe, si del mío se podría aprender algo. Y ha sido una pregunta peligrosa porque te lleva a otras preguntas más generales, como si soy capaz de enseñar algo o si tengo algo que enseñar... y para ser una profesional de la educación estas cuestiones pueden llegar a deprimir muchísimo.
La mayoría de los blogs que he visitado tienen esa cosa de la palabra secreta, lo que significa que sus autores filtran los comentarios. Seguirá así de momento porque es lo mejor para todos. Es bueno que la gente sepa que hay que dar la cara.
La música de Bach me trajo recuerdos muy diversos. Entre ellos una comedia romántica facilona que me encanta que se titula "mientras dormías", en la que al principio y al final se dice algo así como "las cosas no son nunca como las hemos planeado"... no hablo sólo por mí.
¿A quién le ha pasado lo contrario? ¿las sorpresas fueron para mejor o para peor?

En fin... voy a ver "el hombre invisible"... las pelis malas siempre esconden una verdad curiosa, o al menos entretienen.

22 mayo 2006

Dos corazones

La flaca regresó al amanecer con una rosa roja en las manos y la confusión escrita en sus ojos. Iba casi descalza temblando de frío, de sueño y de un montón de cosas que no comprendía; pero había palabras que le volaban en la oscuridad como luciérnagas, palabras limpias de prepotencia y juicios, mezcladas con abrazos, miradas cómplices, risas infantiles y dos corazones latiéndole entre pecho y espalda, hoy sin miedo ni dudas, sino la espera y la certeza de que, pase lo que pase, no será malo.

Tuve que pasar por el infierno de perderte para empezar a encontrarme y ese camino no está siendo sencillo. La confusión lo ha regido muchas veces pero el crecimiento tiene un precio... tal vez una recompensa, pero ese es otro cantar. Y en este andar a tientas buscando salidas me ha encontrado con personajes intensos que llegaron a alguna parte y con otros no menos intensos que se perdieron para siempre. Nunca fui quién para escupirles, consciente de que no estaba libre (y a veces pienso que nadie lo está) de acabar como ellos. Me limité a irme alejando de aquellos que podían/pretendían hacerme daño. Por cierto que en este vagabundeo no he conseguido deshacerme de mi necesidad de comprender por qué no siempre hay un por qué; sigo sin comprender la maldad gratuíta, la necesidad de hacer daño, y aún no he aprendido a evitar que eso me haga daño. Fue una de tantas lecciones que me quisiste enseñar y no pudiste.
Lo único que sé es que adentro de mí me laten dos corazones, uno en el pecho y otro en mi vientre. Que el de mi vientre late a 140 pulsaciones por minuto, mide 5 mm., pesa 0.1 gr. y que me hace consciente de que pese a todos estoy más sola que nunca. Puede que este ser haya tenido algo que ver con mis llanteras inexplicables, mi susceptibilidad extrema, mi hambre voraz y mi sueño mortal. Pero sobre todo ha tenido que ver con una necesidad visceral de protegerme como nunca y no soportar ataques de ningún tipo. De pronto tenía todo sentido. A veces es así, la luz se te mete en los sesos y lo entiendes todo de pronto... cuento con dos cerebros ahora y probablemente el nuevo más desarrollado que el de mucha gente supuestamente entera :P



Este es su aspecto ahora

20 mayo 2006

solo mimos please

Mi madre me enseñó que los halagos se hacen en público y las críticas en privado. También me enseñó que cuando se hace una crítica debe ser constructiva, mirando a los ojos al otro y buscando ayudarle.
Hay a disposición de todos los visitantes de este blog una dirección de correo electrónico en donde satisfacer sus sueños de dictador/profesor/cura opusino frustrado. Pero de sobra está decir que ya dispongo de personas a mi alrededor perfectamente capaces de hacerme ver puntos de vista diferentes del mío sin que me sienta atacada.
Soy una persona civilizada que sabe aceptar opiniones diversas, aunque nunca las he pedido ni han sido el propósito de este blog.Pero pido algo mínimo y perfectamente justo: que la persona que lo hace de la cara.
El único motivo por el que continúo admitiendo comentarios anónimos en este blog es por aquellas personas que sé que lo leen y comentan de vez en cuando y no tienen tiempo/ganas/medios para crearse uno. Generalmente se identifican, si no en el blog, diciéndomelo cuando hablan conmigo por teléfono o a través del correo electrónico.
No he hecho esta publicación para que nadie venga a colgarme un San Benito y azotarme delante de todos. Primero, porque estoy compartiendo gratuítamente una actividad que llevo años desarrollando en privado por el puro placer de compartir (sé que es difícil de creer dado la sociedad absolutamente egoísta y ambiciosa en la que vivimos, pero así es). En segundo lugar, porque existen otras vías de opinión y hacerlo a través de esta sólo demuestra una insana intención de hacer daño absolutamente enfermiza y cruel. Y no voy a tolerarlo. Porque las personas que realmente me quieren hacen y dicen las cosas de otra manera. Por supuesto, de sobra está decir que me parecen absolutamente desmedidos ciertos comentarios, muy propios de una mentalidad cerrada y retrógrada, machista y dañina.
Y estas son mis últimas palabras al respecto, juro por mis santos cojones que es la última vez que lo digo (estoy cabreada, sí). Seguiré censurando en mi blog lo que me salga de los huevos, porque tengo derecho, porque es mío y porque me da la gana.
Porque llevo unos días ocultando algo importante sólo porque hay un defensor de causas perdidas que me ha salido en el blog como al que le sale un grano en el culo. Y el blog ha cambiado de sentido desde entonces y me jode terriblemente.
Quiero que conste que el motivo de mi sublime cabreo es mucho más importante que los comentarios de este indeseable.
Se suprimirán todos los comentarios anónimos que no lleven consigo una firma que los indentifique.
Necesito mimitos

17 mayo 2006

Si alguien te abre la puerta de su casa y te invita a pasar adentro ¿Aprovechas para vaciar los bolsillos sobre su suelo? ¿sueltas el gapo en la alfombra más bonita del salón? ¿Plantas un pino a la entrada de la casa? :-)
Nadie entra a mi casa para escupir en ella. Es cuestión de principios, de respeto y de buena educación.
Lo de "eres bienvenido" "estás en tu casa"... es casi un decir . Puede ser cierto siempre y cuando tomarlo al pie de la letra no implique invadir la propiedad ajena, faltarle al respeto, ensuciar su propiedad. Y esto sería así incluso en el supuesto de que permita que entres en mi casa con una máscara (los hay tímidos, los hay cobardes...)
En mi casa, yo pongo los límites.
Chao bacalao!

Más prejuicios

¿Por qué tan susceptible? ¿Por qué tan irritable? ¿Tendrá que ver algo eso de que no he fumado en tres días? ¿Setenta horas semanales de trabajo? ¿Que mis jefas, preocupadas, me hayan casi obligado a coger vacaciones? ¿El cambio de tiempo?
Hoy en el tren me he cambiado tres veces de sitio. La primera porque parpadeaba una luz, me sacó de los nervios y me cambié. La segunda porque el aire acondicionado estaba a tope y ahora que se acaba el invierno definitivamente, resulta que me tengo que poner la chaqueta. La tercera porque un moro me estaba mirando.
Me pasa más con los moros que con el resto de las personas. Los otros se cortan si les miras mal. Este no. Traté de no mirarle, quise centrarme en la lectura, me tapé la cara con el pelo, miré hacia otro lado. Era imposible. Una mirada clavada como una uña en el aura. La ventana me devolvía el reflejo de esa cara que no cesaba de mirarme y que incluso me hacía gestos "seductores" al menor descuido. Mi campo de visión se redujo considerablemente. Me incomodaba y pensé "estos moros de mierda". Y me incomodó pensarlo, pero lo pensé. Porque los moros siempre miran demasiado. Alcé la frente y se lo dije en voz alta. Le dije que era una falta de respeto y muy incómodo para la persona que lo soporta. Respondió con el ademán pasota que me responden mis alumnos más rebeldes cuando me dicen "me da igual, voy a hacer lo que me de la gana". Y de pronto odié a todos los moros no ciegos del planeta, me indigné porque ellos vienen, mejoran su calidad de vida y exigen derechos y los tienen, amparados por la misma constitución que me ampara a mí. Y claro, no hay ley que prohíba mirar. Me sentí invadida; atacada e incluso llegué a asustarme. Me levanté a mitad de trayecto diciendo "hay que joderse" y me cambié de vagón. El puto moro de los huevos había ganado (lo pensé así), ganó una batalla como cualquiera que me desquicia, como el juzgador anónimo, como el metro que tarda en partir, o el autobús que se adelanta. Sin embargo la respuesta alternativa es siempre tan sencilla...
Me joden todas las miradas. Al salir del tren me di cuenta. Los negros, los hippies, las mujeres, los viejos, los perros... y hasta la mujer de bronce sentada en Dolores Soria. Todo me molesta.
Y me jode la mirada de cualquier baboso tanto como la mirada del morillo de hoy. A ambos les daría una puñalada con sumo gusto.
Y yo sé que el problema no es el país donde nació. Un poco sí, sus costumbres, su cultura, machista como la del baboso que también falta al respeto con su mirada impúdica y su "piropo" infame. Pero he hablado con docenas de moros que no me han mirado mal. Y yo sé que era un prejuicio. Que he crecido con él y una parte de mí se lo cree, esa que sólo lo admite cuando estoy cabreada con el mundo entero, aunque todo vaya bien.
He ido creando una especie de fobia al contacto hasta el punto de que incluso las miradas me molestan. Fuera del trabajo casi no soy persona. Hoy me han pasado un test y resulta que soy adicta al trabajo ¡qué gracioso! y lo peor es que ya no trato de disimularla. Llego antes, me voy después. Esto empieza a ser serio...
Y sí, sigo escribiendo. Me amparo en el derecho innato que las personas tenemos a cambiar de opinión. Y puede que me de el lujo de cambiar de opinión mañana. Después de todo tengo la escusa perfecta para casi todo: "es que... he dejado de fumar"

16 mayo 2006

Prejuicio

Estuve confiando en un puta musa que no apareció. ¿Por qué me empeño siempre en confiar en seres imposibles?.
No sé si el síndrome de abstinencia (no fumo desde el día 14!!), no sé si el exceso de trabajo (14 horas ayer más dos en casa más dos de transporte). Tenía que escribir algo y no había manera... no me llegaban las ideas y lo que sí me llegó fue un sopor brutal que me arrastró al futón y luego a la cama. Tuve un sueño pesado en el que aparecía gente que no veía hacía muchísimo tiempo y yo no fumaba :-) y no podía respirar bien. Desperté con la nariz atorada. Malditos abuelitos. Los abuelitos son esas pelusillas blancas que por estas fechas parecen una nevada a pleno sol y se meten en casa, en la nariz, en los ojos... en todas partes-
Además estoy preocupada por unas cuantas cosas. Pero ya no hablo de las preocupaciones en el blog. Hay algo que me frena: los juicios. No las críticas constructivas, no la opinión personal de seres que se saben humanos, o incluso el ensañamiento de un conocido a quien mueven razones equivocadas pero igualmente poderosas... porque sé quién es y sé lo que le ocurre y sus comentarios no me molestan.
José Antonio Marina escribe en "La inteligencia fracasada. Teoría y práctica de la estupidez" sobre el prejuicio (entre otras cosas). Y me resultó curioso leerlo y revivir lo que siento cuando alguien me prejuzga pero más curioso aún, reconocer que yo no estoy libre de prejuicios.
Lo define como "estar absolutamente seguro de una cosa que no se sabe". El prejuicioso selecciona la información a su antojo con el fin de percibir sólo aquellos datos que corroboran su teoría y si alguno lo contradice siempre le queda la consabida "excepción a la regla". No habla mucho más sobre el prejuicio, aparece de pasada en un capítulo dedicado a los errores cognitivos como el dogmatismo y el fanatismo, todos ellos bloqueadores de la realidad, de la visión de la realidad.
Soy vulnerable. Más de lo que me gusta admitir. Pero menos frágil de lo que creía.
Pero si he de recibir ataques gratuítos de un enmascarado, al menos que haya pagado por leerme.
Estoy pensando dejar de escribir aquí y seguir haciéndolo en mis cuadernos forrados en collages sórdidos. O al menos dejar de hacerlo entretanto me sienta coartada para expresar libremente y con plena sinceridad, como vengo haciendo hasta ahora. Porque lo que no quiero es que mi blog cambie de sentido. Me gustaba así, espontáneo, gratuíto, mío.
Querer contar algo y sentir un freno invisible que lo impide... me resulta familiar esa sensación.

13 mayo 2006

Globos de gas.

Llevo toda la mañana naneando. No es que me lo pueda permitir, pero supongo que a veces la pereza es necesaria para la subsistencia... o al menos un pecado perdonable. Ya ha llegado el buen tiempo y camino descalza por la casa dándome el lujo de pensar que la inspiración llegará de un momento a otro y entre tanto sólo tengo que respirar despacio. Me he acostumbrado (más o menos) a la soledad y me siento cómoda entre montañas de libros trabajando en mis proyectos, dándoles forma, imaginándome en ellos y cumpliendo una parte de mis sueños. Profesionalmente estoy en alza y eso no deja lugar para pensar demasiado en otras cosas. Postergo llamadas y mensajes por responder y cuando llego a casa sólo pienso en dormir. Ayer tomé un par de cervezas con limón y regresé a casa muy temprano. Últimamente las tapas del Van Gogh son tan generosas que un par de cañas son el precio de una buena cena o comida. Continúo sin responder una sola llamada de Josías desde hace un mes y aún insiste. No hay más emoción que el puro fastidio. Me pasa con él y con más gente. No me apetece ver a nadie. Me siento extraña, como si estuviera más limitada que nunca para todas las cosas a pesar de que todo empieza a ir sobre ruedas. Cuanto más éxito profesional, más insegura me siento; los halagos me ponen nerviosa y más aún el hecho de que mi hermano mayor está en algunos de esos proyectos.
Mi hermano me quiere, no me cabe la menor duda. A veces me parece que me admira. Sin embargo con él me siento demasiado observada, criticada y juzgada. Se fija absolutamente en todo: en el gesto, en el tono de voz, en la postura... y lo puntualiza y evalúa todo incluso en momentos de supuesto relax. Con lo que cada vez me resulta más difícil estar a su lado y sentirme bien. Pensé en decírselo la última vez que le vi y recorrí todo el camino midiendo las palabras (porque es muy puntilloso), pero luego no pudimos hablar. Así que me fui de Madrid con ese escozor y aun no he podido sentarme a escribir lo que quedé en mandarle antes del lunes. Y ahora es sábado por la tarde y me marcho a mi turno de noche y mañana tendré que trabajar bajo presión, para variar. No me gusta admitirlo, pero me parece que funciono mucho mejor presionada.
No me queda más remedio que llevarme trabajo al trabajo y proyectar en el tren y en los huecos bobos (extraños en un sábado noche).
Cuando tenía 14 años tuve un derrame cerebral tres días después de un accidente de tráfico. Mi hermano estaba conmigo y si él no llega a darse cuenta de que algo no iba bien probablemente no estaría ahora sentada escribiendo. Siempre pendiente de todos, atento cuando estábamos enfermos, mediando entre padres e hijos menores, inteligentísimo, nervioso, coherente, sensible. Tenía (ya no) una curiosa escritura: las eles y las tes las doblaba hacia a la izquierda y las alargaba y parecían palabras llevadas por el viento. Es un gran profesional, porque es muy perfeccionista y obsesivo y cuando eso lo traslada a mi persona _por mi bien_ me ataca de los nervios. Pero el caso es que él está siendo un punto de inflexión y reflexión por el que me veo, en cierto modo obligada, a pasar del pensamiento a la acción y también es a menudo un freno razonable (también a menudo exagerado) a mi impulsividad. Como la cuerda que sujeta el globo a la mano del niño.
Pero en la feria, es sencillo ver varios globos perdidos en el cielo y a niños llorando con su cuerda en la mano.

11 mayo 2006

Cuadros puntillistas

Ayer fue un día agridulce pero hoy de nuevo me despertó el canto del pájaro. Creo que me he acostumbrado a sonreírle y no podría ir a vivir al centro de la gran ciudad sin derrumbarme con ella.
Había decidido no fumar y no aguanté más de quince horas. Al menos fumé menos de la mitad de lo habitual.
Luego fui al médico para repetir los análisis de VIH, hepatitis y todos esos análisis que se hacen después de una violación. También me lo completó con otros para buscar el origen de mi palidez, cansancio y bajo peso. La doctora hizo una mueca de disgusto al saber que había decidido no denunciar. Si yo fuera ella haría la misma mueca, así que no se lo reprocho. En mi trabajo sigo animando a las víctimas a denunciar cualquier tipo de maltrato.
Me crucé con Josías y aceleré el paso esperando que no me hubiera visto. No sé si me vio, si recordaba la fecha de mi cumpleaños o fue casualidad, que me hizo una llamada perdida y luego dejó un mensaje algo ofensivo en el contestador. Pero sigo en mi linea de ignorarle por completo y así será hasta que desaparezca definitivamente de mi vida, pues he decidido alejarme de todo lo que puede hacerme daño.
Un amigo me dio un consejo puntillista muy curioso que hoy me ha servido para decírselo a otro amigo: me dijo algo así como que la vida es como un cuadro puntillista y cuando fijas tu vista tan sólo en un punto te pierdes el cuadro. Este amigo es Esteban. Confieso que me sorprendió su mensaje a primera hora de la mañana felicitándome el cumpleaños y diciéndome cosas muy bonitas. Por la noche estuvo cariñoso, cálido y feliz como no le veía hacía tiempo, descargado de un peso que él mismo (como hacemos casi todos casi siempre) había cargado sobre sus espaldas. Me vinieron bien sus cariñitos y al despedirnos en la esquina fue cuando la soledad me puso la mano sobre el hombro y me sentí como si hubiera bebido más de dos copas. Tardé más de dos horas en tomarlas y el pedo de anoche no estaba justificado. Finalmente la llamada de mi hermano pequeño cuando me iba a la cama le puso un broche feliz a la noche, me abracé a Balta (mi osito de peluche) y pensé "mira el cuadro; es bonito" y me dormí.

Infeliz Cumpleaños

Doscientas medias lunas desfilaron ante mis ojos camino a casa. No eran sino bombillas sumergidas en cristal. Cuántas veces nos parece que algo remoto está más cerca de lo que le corresponde por naturaleza. Cuánto no daría por no dormir sola la noche de mi cumpleaños. Es triste, pero es así. Y no tenemos más remedio que aceptar que es lo que es y no lo que nos gustaría que fuera. Por suerte estoy bebida y tengo sueño. Así que Morfeo me abrazará pronto y mañana será un día más y todo habrá acabado y no tendré que corregir cada palabra que escriba, al menos cuatro de cinco. Brindé por mí y por todos mis compañeros. Me han subido el sueldo. Tengo la nevera llena. No sé por qué tan triste, acaso porque invité a cinco desconocidos o porque me harté de presumir de lo bien que me va. Cobíjame en tus brazos, seas quien seas... doy medio vientre para no dormir sola. Y sin embargo, aún bebida, me puede el cerebro, por una vez y sé que dormiré abrazada a un almohadón que compré en los chinos. Es una mierda cumplir 34 y soportar arruguitas en el entrecejo coexistiendo con granos en la barbilla. Odio dormir sola y, por alguna razón desconocida, sospecho que por puras convicciones infundadas, odio dormir sola precisamente la noche de mi cumpleaños.

07 mayo 2006

¿Y si te regalaran 20 minutos?

"Si yo tuviera veinte minutos libres, los usaría para caminar lentamente hasta una fuente " (Antoine de Saint Exupery "El principito").
Hoy parece que todo sucedió hace siglos, incluso ayer. Eso ocurre cuando se vive con intensidad: el recuerdo de los acontecimientos se enlentece y el tiempo parece estirarse como un chicle de sabores múltiples (pensado así, gráficamente, da un poco de asco).
Hoy decidí vivir lentamente, respirar despacio, caminar despacio, comer despacio... después de mi turno de noche tardé más del triple de lo habitual en llegar a casa, me tomé mi tiempo para elegir el camisón, uno largo de seda que lamentablemente tiene una mancha de tinta al la altura del canalillo y me pregunto ¿Qué diría Weschler de todo esto?, gocé de su tacto suave y su color claro y luego dejé que mis pensamientos naufragaran hasta la orilla de la conciencia y entonces me dormí; me dormí y soñé algunas cosas rarísimas y graciosísimas como que me tiraba un pedo en un sitio reducido y todo el mundo supo enseguida que había sido yo y que me veía envuelta en un desfile en el que Lola Flores de niña me decía adios con la mano junto a otras cuatro Lolas Flores más de edades diversas. Desperté con disgusto y me puse una bata de terciopelo rojo que me encanta y que compré para presumir ante un hombre que nunca la llegó a ver.
Me regalé una mesa bonita para comer: con mantel, cubiertos plateados, vino y agua, macarrones, queso, huevos rellenos, leche frita y una infusión. Dormí una siesta, tomé café de Colombia y me vestí tranquila para volver al trabajo. De camino un borracho me llamó "maldita tía zorra" y comprobé mirando a los lados que se dirigía a mí. Sólo entonces aceleré un poco el paso, buscando el refugio del maloliente metro y una vez allí me dediqué, como tantas otras veces, a los puzles japoneses y a mirar a las personas.
Estoy tranquila y me gusta estarlo. Todo parece más claro y no es que mi vida haya cambiado tanto como para traerme la calma, pero desde que estoy más tranquila parece que todo es "menos peor".
Es increíble el efecto terapéutico que puede tener regalarse cada día un mínimo de 20 minutos de automimoseo: masaje de pies, comida rica en la mesa, un buen baño de espuma, una lectura agradable... lo que sea. Pero desde que lo hago me siento como si me limpiara las gafas y lo viera todo mucho más claro porque, a fin de cuentas, en veinte minutos no voy a acabar un proyecto, ni estudiar un tema, ni hacer un informe... y esos veinte minutos sin embargo, ayudan a que luego todo resulte mucho más sencillo. En esos veinte minutos me quito el reloj y no miro la agenda, no cojo libros de estudiar y tampoco valen para hacer la contabilidad (eso lo que menos). No valen para hacer planes, para quedar con nadie ni para leer prensa o ver noticias. No vale perderlos viendo la tele, eso no es mimarse. Solo sirven para hacer cualquier cosa, ajena a responsabilidades, que me haga sentir bien.

03 mayo 2006

Mi cerebro, el resto de mi cuerpo y lo que queda de mí

La cama sueña conmigo,
con ser deshecha,
ser habitada de sueños,
de piel de sudor y piernas
enloquecidas que abracen
a una cintura despierta.
La cama sueña conmigo,
yo sueño contigo mientras.

La cama me guarda el aire
porque no me falte aliento
cuando respire tu tarde
tu noche y el día siguiente.

... Desde que la he visto la he deseado y apenas puedo pensar en otra cosa. Sé que tengo trabajo pero la espalda me pesa como tres horas de documentales de mundo submarino. Llego cansada y no me nacen las ideas, o no se ordenan o no se me quedan en la memoria el tiempo suficiente como para escribirlas.
Vine por el camino pensando en las películas de miedo. Y pensaba que en ellas todo está en calma hasta que irrumpe una música y de repente todo se jode. Maldita música. A lo tonto a lo tonto, por las calles oscuras y vacías me fijaba en cada sombra y prestaba tanta atención a cada pequeño ruido que de vivir a más de siete minutos de la Estación se me hubieran triangulado las orejas como a los zorros del desierto, capaces de oír un bicho a siete metros bajo tierra. Convencida de que el hombre de los platillos andaba escondido por alguna parte busqué la luz y huí de ratas invisibles. Curiosamente cuando me sumergí en estos extraños pensamientos fue cuando me calmé, porque justo antes me pareció que el aire que me llegaba era insuficiente, me dolía el pecho y me sentía fatigada, como cuando has corrido mucho o cuando te llevas un susto muy gordo.
Hay diversas teorías que relacionan emoción/pensamiento/sensación corporal. En este caso todo empezó con la sensación corporal (la respiración), que me hizo pensar que estaba enferma y comenzó la ansiedad; luego, el pensamiento produjo la alerta y con ella me calmé. No me extraño de nada; con veinte libros sobre terapias conductuales, psicomotricidad infantil, guías de actividades, emociones... sobre mi mesa, doce horas de trabajo a cuestas y una lista con menos tareas tachadas que tareas por tachar, las neuronas hacen huelga de axones caídos y no hay manera de ordenar nada y todo se complica más y más a cada bostezo.
Ok. Soy una mujer madura (al menos para algunas cosas), reconozco mis limitaciones y mi cuerpo, que me ha respondido como un señor durante toda la jornada laboral y mi cerebro, que se ha portado como un caballero en un par de casos difíciles tienen pleno derecho a pedirme un kit-kat. No se lo voy a negar. No es un favor, es simple sentido práctico. Pero juradme por vuestras fibras que no protestaréis dentro de seis horas o no tendré más remedio que someteros de nuevo a altas dosis de cafeína.
Joder. Esta noche estoy para que me encierren.