CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

26 mayo 2009

Extraña forma de amar

Una vez más la casualidad ha vuelto a mostrarme realidades que en su día pasé por alto. Desde que le conocí, hace ya más de cinco años, creé para Gabriel una carpeta en la que guardaba todos sus mensajes. Nunca la he borrado, por más enfadada que estuviera, aunque lo que sí hice durante una temporada fue obviar la existencia de esa carpeta y guardarlos en "varios" o en "amigos" o en "cuadernos"; hoy me senté un rato a hacer limpia de mensajes y consultando en estas últimas tres carpetas di con mensajes olvidados de Gabriel. A lo largo de estos años nos hemos herido muchas veces y me he preguntado por qué no le descartaba de mi vida definitivamente. Había olvidado las palabras pero quedaban las huellas; había olvidado por qué le quería y por qué le perdonaba tantas veces. Con esto no justifico su modo de actuar; a fin de cuentas entiendo que cuando alguien no te interesa lo justo es alejarse de él. A menudo me indigna cuando alguien toma al pie de la letra ciertos posts y olvida leer entre lineas (si se trata de alguien que, supuestamente, me conoce), pero lo cierto es que no siempre he sido capaz de leer entre lineas los mensajes de Gabriel.
No sé si él siente haberme herido o se siente orgulloso de ello, porque lo cierto es que aún no sé qué pretendía. Sé que existe un momento en que la herida es tan honda que la cicatriz permanece para siempre y supongo que nos hemos apuñalado demasiadas veces como para olvidarlo. Pero hoy me he dado cuenta de que Gabriel me quiso mucho más de lo que llegué a percibir y también de que, pasados los años, sigue estando ahí... aunque sólo sea para dar por culo, pero hoy lo percibo como una peculiar forma de quererme. Supongo que en nuestras circunstancias es un poco complicado quererme de otra manera.
Como afirmé en cierta ocasión _y lo mantengo_ nunca dejas de amar a quien has amado, por mucho que te empeñaras entonces en afirmar lo contrario. Lo que sucede es que se le ama de una extraña manera, ajena a lo posible.

25 mayo 2009

Todos lejos

Hay un momento de tu vida en el que te das cuenta de que la gente que más quieres anda repartida por el mundo y no es posible decir eso de "nos vemos en media hora" o dar un paseo y aprovechar por pasar por casa de...; en este momento todos están lejos. Sería muy complicado volver a celebrar uno de esos cumpleaños en que reunes a toda la gente que quieres en el mismo lugar.
Hoy he pensado mucho en la gente que está lejos, es decir, en todo el mundo. En los amigos de toda la vida que siguen siendo mis amigos de toda la vida, en los amigos recientes que andan lejos, en los amigos que he perdido por los malentendidos más estúpidos. Hoy me ha dado por pensar mucho en la gente que quiero y en la gente que dejé de querer no sé exactamente cuándo, pero sé muy bien por qué. Y también hay lugar para la gente que he empezado a querer y que, casualmente, tampoco está aquí al lado. Es curioso cómo internet crea a veces ciertos espacios de intimidad que te permiten confesar emociones reservadas a la mayoría de las personas; últimamente estoy viviendo madrugadas cálidas y amables con alguien que está lejos, sí, pero consigue hacerse cercano. Es como un abrazo tierno o como un beso de buenas noches, hasta el punto en que permito que me den las tantas privándome del sueño, pero concediendo a mi mente un descanso, un rato para hablar con alguien que entienda mi idioma, hablar de todo un poco, hablar por gusto, sin evaluaciones, sin pretensiones, sin expectativas, sin juicios, sin temor, sin mirar el reloj.
Hoy echo de menos a casi todo el mundo, incluso a las personas que dejé de querer. Hoy sin rencor, sin lamentaciones, sin dolor; prefiero recordar por qué las quise alguna vez y no seguir haciéndome preguntas. Total, no sirve de nada, nisiquiera si se las haces directamente.
Realmente siempre he sido y sigo siendo muy amada, a pesar de que no siempre he sido una persona amable. A veces la vida me ha dado la vuelta como a un calcetín.
Hoy, cuando Ángel se ha quedado dormido y he ido a la cocina a comer de pie (me da pereza sentarme a comer sola), el pan con aceite me ha traído todos los desayunos de mi vida en unos pocos minutos. Respira bien, duerme tranquilo y por un momento he dejado de mirarle a él para mirar la maraña de risas y de sombras en la que vengo envuelta y no puedo decir que alguna vez en mi vida me haya sentido justamente sola. Todos los que están lejos han venido a hacerme compañía. Debo visitas por toda la península, Canarias y parte del Nuevo Mundo. Tengo techo, mesa y sonrisa bajo el cielo de varias ciudades. Y mi red se sigue tejiendo, incansablemente, llenándome de recuerdos todos los rincones.
Hoy me siento un poco triste, pero muy tranquila. Me estoy dejando acunar un rato antes de irme a dormir. Antes de hacerlo, una vez más, la inútil promesa de "un cigarro y me voy" para irme a la cama con mi beso de buenas noches.

Quince kilos de carne de ternura

Cada día tu mirada me acaricia el alma de parte a parte. Nos permitimos algunos momentos en los que sólo existimos tú y yo. Tienes la risa más bonita del mundo.
Estás últimas semanas han sido duras. Ninguno de los dos hemos dormido lo que deberíamos y estamos irritables, cansados y de mal humor. Al fin los médicos han dado con la tecla; ya sabemos lo que te pasa (alergia al polen del olivo) y cómo tratarlo y la medicación hace su efecto, haciendo las noches y los días más llevaderos. Ha hecho falta que estés enfermo para que aparque a un lado el "tener" en pro del "querer". Es algo que no puedo permitirme por mucho tiempo. Debo entregar un artículo el viernes y preparar la conferencia del jueves. Pero sí que he aprendido a organizar mi tiempo de otra manera y supongo que sabré mantenerlo, aunque ya no estés tan enfermo.
Esta mañana te vi buscarme por el pasillo, no tenía ni fuerzas para levantarme. Te llamé y viniste trotando como un potrillo, subiste de un salto a la cama y de pronto amanecía con quince kilos de ternura riéndome encima. Todo lo que he pasado (y lo que queda por pasar) ha valido la pena sólo por uno de esos momentos. Cuesta trabajo creer que uno o dos malos tragos con gente sin alma me hayan podido robar la calma que me das tú. Debería tener presente siempre uno de esos instantes para recuperar la paz rápidamente. Supongo que estaba demasiado cansada como para ser hábil. Mañana estaré lejos de ti, a unos cuantos kilómetros. Te llevo conmigo.

22 mayo 2009

Amo a los toros, odio a los toreros.

A lo largo de mi vida he realizado un número indeterminado de acciones de las que no me siento orgullosa. A veces desearía haber actuado de otra manera. Asumir este hecho no borrará los errores cometidos y tampoco evitará que continúe cometiéndolos. Tampoco podré evitar juicios ajenos parciales, sesgados y subjetivos que encontrarán el modo de transformar una verdad parcial en una razón absoluta. El ser humano necesita simplificar las cosas. El ser humano necesita formular juicios y una vez seguro de ellos no hallará sino confirmaciones a los mismos. Restamos importancia o nos volvemos ciegos a todo aquello que contradice lo que creemos y sobreestimamos todo lo que lo confirma. Por este motivo es muy complicado que dos personas que tienen opiniones opuestas se lleguen a poner de acuerdo. Al final todo se resuelve del mismo modo: el pez grande se come al chico; o los dos peces se dan la vuelta para pensar que se han comido al otro.
En cierta ocasión un gran amigo mío discutió durante horas con otro sobre la conveniencia de suprimir la mal llamada y vergonzosa "fiesta nacional". Mi amigo opinaba, igual que yo, que la Tauromaquia es un espectáculo bochornoso, un circo romano, un disparate vamos... y que deberían estar prohibidos como en Canarias. Por eso quiero tanto a los canarios (entre muchas otras cosas). En España no hay una ley contra el maltrato animal en condiciones porque implicaría dejar en paro a los pobres toreros and company. Para el otro, sangre y arena forman parte de España y España no sería la misma sin toros, que por eso nos conocen en el extranjero y además el torero ama al toro y por eso lo mata con arte y ... esa sarta de sandeces que dicen los pro-toros. Después de mucho argumentar, cuando lógicamente el anti-toros llevaba las de ganar el otro va y dice "ya, pero es que a mí me gustan los toros".... acabáramos.
En esta y en otras discusiones, al final llevar la razón es lo que parece más importante, más que aprender del otro. En ambos bandos, individualmente, cada alma piensa que opina como la mayoría.
Un día de estos las plazas de toros serán una pescadería gigante.
Y con este capítulo me gano a unos cuantos enemigos más... espera, que lo voy a arreglar un poco: cuando en la tele aparece una cogida mi madre exclama "pobretico" (o similar) y yo suelo decir "eso por gilipollas, que se hubiera puesto delante de un olivo y no delante de un toro". Soy una bestia insensible, lo sé, lo sé... es más, estoy convencida de que los pobres toros sienten más pena por el torero que yo. A lo mejor por eso, entre otras razones, algunos canarios no se consideran españoles. A mí, personalmente, me da mucha vergüenza que en mis viajes a Alaska lo único que se sepa de mi tierra es que matamos animales preciosos y lo llamamos arte. Allí prefieren presumir de auroras boreales, pero prueba a abanicarte contemplando una aurora de esas a ver qué pasa, es más, a día de hoy todavía no les han encontrado a las auroras las orejas y el rabo. Estaban a punto de investigarlo cuando vino la gripe porcina, luego "nueva gripe" y ahora "gripe A" y se fueron todos los científicos con los cerdos de México, que sí tienen orejas y rabo.
Cuando paso mucho tiempo sin besar a nadie me pasan estas cosas. Por favor, que me rescate alguien o esto acabará mal. Aunque sea un torero, ya hablaremos del gobierno.

El secreto

"Cuando decides que lo que sabes es más importante que lo que te han enseñado a creer habrás cambiado tu velocidad en la búsqueda de la abundancia. El éxito viene de tu interior, no de fuera".
Por primera vez en años he seguido un consejo del Mago, que ha intentado inyectarme en vena unos cuantos libros sin conseguirlo y finalmente tragué por el más malo de todos, o al menos esa fue la impresión que me llevé del librito.
Una vez dije _y lo mantengo_ que "28 días" es una de las peores pelis de terror que he visto nunca, sin embargo, aún a día de hoy me sorprendo en mitad del garaje, o en el balcón, o en cualquier punto de la ciudad y miro a todos lados y me digo a mí misma... "aquí me pillaban fijo". A lo mejor la peli no es tan mala o se hizo para mentes simples, asi como la mía.
Con "El Secreto", me ha pasado algo parecido. Me pareció un puñado de respuestas fáciles, por no decir, una sola respuesta para todas las preguntas. Gran parte del libro eran realidades que ya conocía, cuando creía en la magia y esas cosas y que he recordado y revivido. Decidí poner a prueba "El Secreto" y planteé un deseo, algo que creo que merezco, algo que consideraba difícil, pero no imposible, algo que me pertenecía por derecho (o así lo creo). Se ha cumplido; no exactamente como lo hubiera querido pero si me lo dicen hace dos días no me lo creo. No salgo de mi asombro. No obstante, para poder decir que "El secreto" funciona necesito un poco más... ahora que me lo creo un poquito tal vez sea más fácil, esto es como aprender a nadar, el primer día no te haces un largo (tampoco me lo hago ahora, esta comparación no vale). Si esto funciona, va a ser muy divertido. El lado malo es decirle al Mago "llevas razón", le encanta que le diga eso.
Pero si ese es el precio... esto es baratísimo.

19 mayo 2009

Una semana más

Es el plazo que queda para que el niño vuelva al alergólogo para el test; durante estos días el niño no tomará antihistamínicos, con lo que es de esperar que sus síntomas empeoren si su asma está producida por la alergia. Escucho atenta cada respiración y duermo a su lado con un ojo abierto y el otro también. De vez en cuando la tos le despierta y luego vuelve a dormirse. El pediatra dio en el clavo con la crema y el colirio y sus ojos están mejor y su piel casi vuelve a ser suave.
He pasado con mi hijo mucho más tiempo en la última semana que a lo largo de todo el curso. Si por mí fuera no le llevaría a la guardería más de dos horas al día, para que se relacionara con otros niños y me encargaría de él el resto del tiempo. Lo cierto es que mi realización profesional transcurre paralela a mi vida familiar y a veces se entorpecen mutuamente. Durante los cuatro meses de permiso por maternidad realicé tres cursos y a lo largo del permiso de lactancia continué haciendo guardias nocturnas y de fines de semana; llegaba a casa con el pecho a punto de reventar. Soy la única base económica sobre la que se sustenta mi familia. Forzosamente hay que conciliar vida familiar y laboral y eso ha supuesto, algunas veces, que sólo pueda ver a mi hijo por unas horas, incluso que me haya tenido que ausentar durante varios días.
Imagino a veces, por el gusto de soñar, que mi situación económica es desahogada y que disfruto de mi hijo un año más sin agobios. Él se aburre en la guardería: ya se sabe todas las canciones, conoce todas las letras, cuenta hasta el 20 y reconoce formas y colores. Es un niño muy listo. La pena es que por dos días (nació un 2 de enero) el próximo año no podrá empezar la escuela. La guardería es carísima y si este año le han situado con los niños mayores, ¿en dónde le meten si se aburre también el próximo curso?... son las tres de la mañana y desvarío.
¿Qué es conciliación de vida profesional y familiar? ¿Aumentar el número de horas de apertura de los centros escolares? ¿Es eso realmente conciliar? ¿Prescindir más horas de tu hijo? ¿Acostumbrar a tu hijo a estar rodeado de extraños? ¿Acabaremos abriendo los coles 24 horas? En Pinto había un colegio que abría de 7 de la mañana a 7 de la tarde. La mayoría de los alumnos conflictivos que traté provenían de ese colegio (el mejor de Madrid Sur). A ciertas edades hace años compartíamos "arresú" y tiras de regaliz; a las mismas edades en Pijolandia, Sur de Madrid, se comparten porros y cocaína, a edades que rondan los 13 años. Es habitual. Ningún niño se echa las manos a la cabeza si alguien les ofrece un porro, una raya o un cubata.
Los niños que a los 13 años seguían siendo niños vivían en hogares donde sólo el padre trabajaba. Es una estadística pobre y gruesa, basada en unos pocos casos. Pero, qué casualidad, los niños a los que traté por problemas de comportamiento pasaban menos tiempo con sus padres. Los niños a los que su madre dedicaba más tiempo, les daba desayuno, comida, merienda y cena; jugaba con ellos y les ayudaba a estudiar, tenían problemas de rendimiento, discalculias, disgrafías, un método de estudio poco eficaz para ellos... pero no manifestaban agresividad, problemas sociales o consumo de sustancias tóxicas. A una le da por pensar en ello. Mi propio hijo ha cambiado su comportamiento en menos de una semana desde que volvemos a vivir los dos solos y desde que me dedico a él casi por completo, sólo casi... hay que buscarse el pan.
Mientras el niño está enfermo reduzco al mínimo el plano laboral. Pero esto tiene un tiempo limitado. Como mucho una semana más. Su salud mejora por momentos y eso que aún no hemos terminado. Ya tenemos permiso para ir a la guardería cuando se sienta mejor, puede que le lleve el miércoles. Luego todo volverá a la normalidad. Yo volveré a centrarme en el trabajo y en su búsqueda y él volverá a ser el terror de la Guardería. La conciliación debería ser otra cosa. De momento, hasta que nos toque el sueldo para toda la vida de Nescafé o hasta que empiecen a llegarnos cheques de seis cifras, esto es lo que hay. Pero ahora que he tenido la oportunidad de pasar más tiempo a su lado y ver cómo aprende y disfruta conmigo me parece que voy a empezar a plantearme la vida de otra manera. Cuando no se tiene nada o casi nada los sueños comienzan a tomar forma, al menos para los que nunca nos rendimos.

18 mayo 2009

Todos locos

He tenido la inmensa suerte de conocer a mucha gente con talento, gente de inteligencia asombrosa y de gran valor humano.
Pensando en ellos y preguntándome qué tenemos en común, por qué la vida nos ha unido en algún momento... he llegado a la conclusión de que todos, sin excepción, estamos como una puta cabra.
Algunos, lamentablemente, han perdido el don de divertirse. Pero la mayoría de ellos tiene el punto justo de locura, ese que te impide caer en el hastío y al tiempo te impide enloquecer del todo.
Bromas aparte, tengo suerte de formar parte de la vida de este atajo de locos. ¿Qué aporto a sus vidas? Ellos lo saben (yo sólo puedo intuírlo). ¿Qué me aportan? mucho conocimiento, muchas risas, muchos debates, tiempo, alegría y la gozada de saber que me conocen y aún así me quieren.
Tengo la suerte de que me faltan dedos en la mano para contarlos y la suerte de que eso me suceda desde hace años.
Estoy loca y soy afortunada. Soy una loca con suerte.

14 mayo 2009

"Quiero que esto se acabe"

A lo largo de mi vida me he repetido esta frase en la cabeza unas cuantas veces. La misma frase que dije cuando me agredieron, cuando sufrí mobbing en el trabajo, cuando me traicionaron mis socias, cuando mi relación caía y no podía acabarla ni seguirla, cuando el hombre que me maltrató me acosaba, cuando tuve que empezar de cero y la angustia no me dejaba dormir, cuando mi hijo llora sin parar y no puedo calmarle. "Quiero que esto se acabe".
La otra tarde lloré respondiendo a un e-mail, o a un conjunto de ellos, por parte de una persona que ni he conocido ni me conoce; una avalancha de sinrazones unas seguidas de otras por mi parte o por la suya, el intento frustrado una y otra vez de acabar con lo que el otro considera "decir las cosas claras" y yo siento como agresiones gratuítas, desmedidas y voraces. Di varios pasos, todos equivocados supongo: intentar ignorar sin lograrlo, responder del mismo modo, ignorar de nuevo, pedir perdón por la parte que me toca, suplicar que se acabe, ignorar de nuevo... Supongo que la historia se repite porque tengo algo que aprender de esto. Sucedió con el anónimo resentido de hace años, con Emy, con Gabriel y finalmente con "nosécómollamarle". Todas estas veces tienen varios puntos en común (pienso en "teclado alto"):
- el detonante es un texto o una frase, generalmente inocuo, que les dispara una emoción negativa
- responden agresiva o despectivamente como si se tratara de algo personal, con una crítica que podría ser hasta constructiva si obviamos el tono, difícil de obviar por otra parte porque suele ser bastante hiriente.
- yo intento ignorar el hecho pero no es posible. Bien porque la otra persona sigue atacando o bien porque yo sigo pensando en ello.
- respondo en el mismo tono y automáticamente me convierto en una especie de monstruo. Aunque mi reacción es de defensa el otro olvida que fue el primero en atacar y se produce una reacción en cadena, con comentarios cada vez más hirientes
- trato de ignorar a ver si se acaba, pero no se acaba
- reviso lo sucedido, busco y encuentro mis errores y si procede me disculpo por ellos, aunque considere que el otro se va a crecer ante esa reacción y aunque piense que me corresponde pedir disculpas, pero también al otro
- el otro se crece, no acepta las disculpas y tampoco para.
- el otro suele decir que desaparecerá, pero no lo hace
- finalmente el otro se marcha, pero pasadas semanas o meses vuelve a la carga, con los mismos argumentos, el mismo tono.
- para el otro yo soy un monstruo sin perdón y para mí el otro es alguien que, sin desmerecer mi respeto (porque suele ser una persona inteligente) no merece mi tiempo. Así que acabo ignorándole, sintiendo lástima por lo sucedido, o dando por hecho que el círculo seguirá abierto eternamente, pese a mis esfuerzos por cerrarlo.
Algo similar ha sucedido en las situaciones de mobbing, bullyng y en cierto modo en las situaciones de agresión y maltrato.
Puede decirse que en cierto modo yo he atraído, sin quererlo, estas situaciones. Puede decirse que se han mantenido por torpeza mía y que no sé defenderme todavía de este tipo de cosas.
En todos estos casos hay un instante en el que me doy cuenta de que no hay marcha atrás; que estoy en un punto en el que haga lo que haga, o diga lo que diga me perjudicará, incluso estarme quieta. El problema es que no doy la respuesta adecuada desde el principio.
Cuando un hecho se repite en diversas versiones a lo largo de nuestra historia es porque tenemos que aprender algo y hay que aprovechar esos instantes para aprenderlo; ya que nos llevamos el mal rato (sea culpa del otro o sea culpa nuestra, eso es lo de menos) al menos hay que intentar sacar algo en limpio. Me gusta pensar que cada problema es una oportunidad.
Me falta el detalle de ponerme en el lugar del otro antes de decir nada; es una reacción que me llega tarde. Esa respuesta diluye mi odio, mi rabia, mi tristeza... cuando me pongo en el lugar de la otra persona todo se relativiza y dejo de tomarme las cosas como un ataque personal (aunque lo sean).
Cuando me siento atacada y no comprendo el motivo me disparo de un modo desmedido, tanto o más que el ataque, porque sin darme cuenta lo asocio a situaciones de indefensión que he vivido y mis emociones se desbordan. Situaciones que considero que nadie debería vivir nunca, ni siquiera yo.
Ahora que me he dado cuenta de esto tal vez sea capaz de silenciar el dolor y separar esto de aquello. Pero no creo que este descubrimiento cambie las cosas de un día para otro.
Igual que yo reacciono por mis motivos de tal modo ante tales agresiones, es posible, muy posible, que el otro agreda y tenga reacciones desmedidas por los suyos.
Es una cadena.
Yo hoy elijo romper esa y todas las demás cadenas. Y volver a la sabia reacción de no responder en caliente; que no se me daba mal después de todo.
Hoy elijo dar la importancia justa a las cosas y no jugar al juego de los otros. Porque, realmente, QUIERO QUE ESTO SE ACABE.

11 mayo 2009

Pistas

Salí del pediatra con la tensión acumulada de meses, pero satisfecha. Al fin un pediatra que explora a mi hijo como Dios manda, que le dedica la atención que necesita y que busca causas sin precipitarse, sin mandar medicamentos al tun tun después de mirar oídos y garganta sin mirar mucho más porque es un niño que da mucha guerra. Al fin alguien que no se limita a tratar de eliminar un síntoma sin ir más allá y que no da por hecho que mi hijo es nervioso y punto. Hay tres causas posibles: asma, alergia, catarro crónico; una primera solución de emergencia ha sido alejarle del perro, ya que es posible que sea alérgico al animal y por eso, tal vez, el niño enferma casi constantemente desde que nos vinimos a Jaén (además de los virus de guardería).
Tengo los dedos tan mordidos que no puedo meterlos en los bolsillos sin que sangren.
Ahora el niño duerme tranquilo en el sofá; después de que se fuera el sábado el perro de mi casa y se marchara a la suya, que es la de los abuelos, limpié la casa a fondo y cambié las fundas del sofá, también quité la alfombra del salón. Ni el menor amago de tos. Su respiración es limpia y su sueño es tranquilo. Todo está bien si él está bien. Nada de lo demás es grave, nisiquiera importante, si él está bien.
Por primera vez en meses le oigo respirar y no puedo creerlo.
¿Qué hago ahora con su pasión por los animales?... creo que al fin esta noche podré dormir seis horas seguidas bajo el mismo techo que mi hijo.
Lo extraño es que al principio no parecía ser alérgico y hasta hace poco los síntomas no eran tan acusados.
Este fin de semana tenía los ojos rojos y se lamentaba desesperado buscando en mí (pobre de mí) el mágico remedio. Tiene el vientre ensangrentado de rascarse tan fuerte. Le miro y no puedo parar de mirarle. Me ha cambiado la vida, pero también me ha cambiado a mí. Me ha vuelto más nerviosa y vulnerable, pero también me ha cambiado totalmente el rumbo y la percepción de las cosas y me ha dado la capacidad de desandar mis pasos y mirar de nuevo, como hace él cuando descubre un charco.
Quiero enseñarle muchas cosas, pero de momento sólo le he enseñado aleer. Una tontería al lado de todas las lecciones que él me da a mi. Ya veremos quién enseña a quién.
No me trajo un libro de instrucciones bajo el brazo, pero lo cierto es que sabe hacerse entender. Cuando no entiendo lo que quiere decirme, me da pistas. Es listo. Habrá salido a uno de sus tíos.

Habrá quien se alegre

Ayer cumplí 37 años; estuve sola. Mi hijo está enfermo y los médicos dan palos de ciego. El amor que sentía hace dos días se desmoronó como un castillo de naipes. He perdido mi empleo (me pierden las formas). Dentro de poco perderé mi piso y con él muchas de mis pertenencias. Parto de cero una vez más. Tengo 37 años y no tengo nada. Pero lo que me parece más triste de todo es que hay quien se alegra porque considera que lo merezco.
No obstante esta situación de cero me da una perpectiva distinta de las cosas. Es casi como morirse.
Cuando hablo desde el dolor me convierto en un mosntruo. Me consta que no soy el único ser humano al que le sucede esto; de hecho, conozco a pocas personas que al sentirse agredidas o dolidas respondan a los agravios con sabiduría zen. No, definitivamente, no es mi caso.
Hay quien opina que personas como yo convierten el mundo en un asco y que por culpa de personas como yo ellos se han convertido en seres asustados, resentidos, hostiles o tristes. Hasta donde yo conozco, estas personas son muy dignas, analíticas, inteligentes y con una gran capacidad de expresión. Lo menos que puedo preguntarme es si han tomado en consideración el hecho de que si ellos son como son por culpa de gente como yo, es posible que yo sea como soy por culpa de gente peor.
Por mi parte prefiero pensar que los demás pueden influenciarnos e incluso condicionarnos peligrosamente, pero somos nosotros quienes elegimos finalmente cómo nos afectan los acontecimientos y somos nosotros quienes elegimos a dónde queremos ir y por dónde. Afortunadamente, el ser humano goza de libre albedrío ¿no?
Desde Punto Cero, con el ánimo tranquilo y la esperanza por bandera (qué cursi soy a veces por dios) sigo creyendo que la vida vale la pena vivirla, aunque a veces nos haga regalos desagradables. Las experiencias duras son un regalo. Y si hoy me río de casi todo lo que me sucedió hace años, estoy absolutamente segura de que, si vivo lo suficiente, algún día también me reiré de este momento.
Algún día podré enseñarle a mi hijo la lección de que no hay que rendirse jamás y la lección de que somos del todo (o en grandísima parte) responsables de nuestra felicidad o de nuestra infelicidad.
La vida me ha regalado, una vez más, una mochila vacía.

10 mayo 2009

Los pequeños detalles

Ángel está enfermo de nuevo. Me siento impotente cuando le siento llorar de ese modo y no puedo calmarle, o me cuesta demasiado calmarle. Cuando Ángel vibra de esa manera cambio o recupero mi centro y comienzo a ver todo lo demás desde fuera, como ajeno, como si no me perteneciera. Entonces todo parece claro; todo es diferente.
Resulta a veces desolador, a veces fascinante comprobar cómo los pequeños detalles logran a veces que obvies todo lo bueno que tiene alguien, o al revés, cómo un pequeño detalle puede hacer que decidas olvidar las grandes distancias.
Pudo el deseo más que la realidad y quise creerme que alguien era una persona importante porque me ofrecía exactamente lo que necesitaba. Me di cuenta de que deseo todo lo que me ofrece, pero no a él. No es la primera vez que sucede algo así. Pensé que si verbalizaba lo que deseaba sentir como si lo sintiera realmente acabaría creyéndolo... y no me equiovocaba pero olvidé que uno no puede engañarse por mucho tiempo. Yo no puedo. Conozco a personas que lo hacen con una naturalidad asombrosa y les va divinamente, al menos ellos lo creen así.
Me sorprende la facilidad con la que alguien que apenas te conoce es capaz de adivinarte y demuestra conocerte mejor que tú a ti mismo. Me fascina y me aterra la complejidad del ser humano.
A lo largo de la última semana pequeños detalles han definido los términos ... y los finales de ciertas relaciones, logros y decisiones. Cómo el suspenso de mi carnet ha sido fruto de una sucesión de pequeños detalles y cómo mi compañera aprobó porque el examinador agachó la cabeza cuando se saltaba un semáforo en rojo. Cómo un post publicado hace años sobre una cita mal avenida y la reacción que me provocó ha suscitado una oleada de improperios y amenazas varias. Cómo sigue existiendo gente que olvidando el conjunto juzga en base a una palabra, una frase y ciñe todo lo demás a ese juicio.
A veces el detalle resulta invisible. Como cuando alguien nos produce atracción o rechazo y no sabemos explicar por qué.
Yo, que soy despistada por naturaleza y por disposición, me veo inmersa a menudo en situaciones surrealistas sin saber muy bien cómo he llegado a ellas.
Es un cumpleaños triste y extraño.

08 mayo 2009

Plof

Esto ya me come el orgullo y el monedero. No hay manera. Mi compañera se saltó un semáforo en rojo, el examinador no lo vio y aprobó. Pero cuando yo cometo errores se ven, se ven a cien mil años luz. Qué jodienda. A este paso me va a salir más caro el carnet que comprarme un piso.

Cuestión de suerte

Desayuno con dos valerianas y un cigarrillo, dejo todo listo y marcho al examen. Mis compañeros que aprobaron la última vez llevaban estampitas y dientes de ajo. Yo hoy no llevo ni mi colgante habitual. Sería un error atribuir mi aprobado a un diente de ajo. Si como dicen, aprobar el carnet de coche es cuestión de suerte, no voy preparada.
Me he despertado de buen humor. Total, ayer insulté por los últimos 35 años. Ya no me queda mala ostia... joder, la mala ostia hace falta para conducir ¿o no? Je, je, je...
Estoy de buenas. Lo bueno de mis rebotes es que se pasan enseguida.
En realidad, voy lista para lo peor. Asumo que voy a ver qué pasa. En fin... temblad, bordillos, temblad.

Lo que vale la pena.

Dan las tantas. He tenido un día extraño. Un día de desperdiciar tiempo, paciencia y control con un extraño. Entré sin quererlo en un juego que odio, en una espiral violenta de insultos y gilipolleces con un animal de red, de esos que se indignan por no responder un privado, o dos o tres o siete... da igual. Entré en el juego y no me siento orgullosa. En un momento dado lo único que importaba era el orgullo de quedar por encima. Hasta que me he dado cuenta de que no lleva razón ahora y no la va a llevar por ser el último en insultar al otro. No sé en qué estaba pensando, ni por qué he permitido que me nuble. Odio entrar en esos juegos ... alguien a quien apenas hacía caso ha conseguido que por una tarde esté pendiente de lo que dice, aunque lo que dice no es razonable ni vale la pena. Me disparo con una facilidad asombrosa últimamente, debo estar muy cansada.
Me repito la orden "ignorar" para asumirla del todo y que dure.
Tirar la basura... a fin de cuentas, no puedo permitir que me roben la sonrisa y menos por un motivo tan tonto.
Acabó la búsqueda. Acabó bien. Ahora estoy viviendo el encuentro y cada día tengo menos miedo. Ha sido un camino muy largo llegar hasta aquí. Pero lo cierto es que hay mucho que pulir todavía; todavía tengo mucho que crecer.
Me he portado como una bicharraca barriobajera y he soltado más tacos que en toda mi vida. Ahora casi me da risa. Qué horror. El problema no es mi blog, ni lo que yo pueda decir en un momento dado... el problema es la mente del que lee y el que escucha. Todo está ahí realmente.
El problema no es que un desequilibrado me haya llamado desequilibrada o que un putero me haya llamado putón. El problema es que me he tomado la molestia de responderle. El problema es que he pasado la tarde olvidando la diferencia entre lo que vale la pena y lo que no.
Ahora, antes de dormir, me respiro aliviada el último cigarrillo. Han valido la pena las últimas horas. Para acabar una historia, no es necesario firmarla con sangre. Con lo fácil que es cerrar el libro.
Qué tarde más surrealista. Qué madrugada tan chula.
Ojalá esta lección aprendida no se me olvide mañana.

07 mayo 2009

Los malos ratos

Acabo de pasar un mal rato pero... ya pasó. Ha sido un mal rato que ha empezado sobre las tres y pico de la tarde y ha durado hasta ahora y me ha impedido trabajar y hacer otra cosa que dar mil vueltas. A veces los sinsabores más tontos nos roban las sonrisas más preciosas. El debate, sobre si seguir o no publicando o incluso borrar el blog, continúa.
Cuento las horas que quedan para el sábado. Ojalá nada me robe esto. ¿Qué le voy a hacer? Me he enamorao. Mola. Sonrío cuando lo admito, casi con vergüenza, casi con miedo, casi con ganas de gritarlo a los cuatro vientos. Me he enamorao de la forma más tonta. Sin darme cuenta casi. Y sin querer evitarlo también.
Temía que se me pudriera adentro todo lo que llevaba y que se me quedara escondido entre las arrugas de la cara y detrás de unos ojos hundidos y tristes. Me dejo llevar, me dejo caer... qué forma más tonta de volver a los quince.
Me he enamorao... y me encanta.

No gracias.

A veces pienso que debería acompañar esta imagen de mujer fría, manipuladora, egoísta y cínica que algunos tienen de mí con un poquito de correspondencia real; es decir, creo que debería ser realmente fría, manipuladora, egoísta y cínica; tal vez no sería yo entonces, sería otra persona y me llamaría Beti, Rogelia o Federica o cualquier nombre que justificara mi amargura interior. Más que nada porque si en mí hubiera algo de esa imagen que doy (no sé muy bien por qué), no me haría daño que un putero con aires de hombre culto me mandara "hala mierda", así, con h y todo junto. No sé qué me ha dolido más.
Cuando permites que alguien que no vale un duro y que no es quién para juzgarte te hiera, le estás dando un poder que no merece.
No puedes evitar que los demás te juzguen, menos aún si te expones del modo en que lo hago, a ojos más o menos abiertos, a mentes más o menos cerradas, a corazones más o menos heridos cargados de vete a saber qué traumas que en un momento dado se identifican con algo que dices de refilón y se lo toman como un insulto personal. Pero sí podemos evitar que nos hagan daño.
Podría pedir perdón a todos aquellos que hayan podido sentirse heridos por mis palabras, por hablar como hablo, por sentir como siento, por pensar como pienso o por ser como soy.
Juzgar es sencillo, todos lo hacemos, constantemente. Atacar debe ser también muy sencillo; yo lo he hecho a veces, pero con tantas reservas... con tanto miedo a "pasarme" que al final no me sirve ni para desahogarme. Y sin embargo me doy cuenta de que cuando los demás atacan, formen o no parte importante de tu vida, no les importa una mierda si te hacen daño o no. Es más, quieren hacerte daño.
El propósito de este blog es algo que ha cambiado en sucesivas ocasiones. En días como hoy me pregunto hasta qué punto vale la pena seguir. Incluso me pregunto hasta qué punto vale la pena mantenerlo. Cuando esto sucede, pienso que darle a un botón basta y sobra para borrarlo del mapa.
El propósito no cubre el riesgo de ser juzgada y herida. Creo que no me expreso bien. A veces se entiende lo contrario de lo que quiero decir. A veces los ojos reparan en un pequeño detalle olvidando el conjunto. Puede que no sea una escritora válida o puede que existan los lectores no válidos. No todos valemos para escribir y no todos valemos para leer...
Quise que la franqueza y la sinceridad fueran la base de mi nueva relación, una relación sin secretos. Di la dirección de mi blog como un regalo... "esto es lo que soy, juzga por ti mismo si me sigues queriendo a tu lado". ¿Es un riesgo demasiado grande? ¿Merece la pena correrlo? ¿Dejarás de amarme si lees demasiado? Se puede soportar todo pero no creo que quiera hacerlo.
Todos tenemos un pasado. Todos hemos cometido errores. Todos realizamos acciones que pueden interpretarse de mil maneras. Tengo miedo de que me conozcas y dejes de quererme. Tengo miedo de que no me conozcas y por tanto no me quieras nunca. Acabas de convertir mi vida en un milagro y no quiero perderte. No, gracias.

06 mayo 2009

orgullo de madre

Tengo un hijo normal; normalmente guapo, normalmente alto, normalmente listo, normalmente simpático y normalmente cansino (que también). Me lo repito mucho porque un día voy a explotar del orgullo. No me gusto cuando muestro a mi hijo cual atracción de feria preguntándole delante de todo el mundo los ruidos de los animales, los colores de las cosas y las letras de los carteles. Me lo repito y no me lo creo a veces porque supongo que los escarabajos llaman a sus hijos soles, como decía mi abuela. De cuando en cuando le miro y me digo a mi misma "es que cuando hago las cosas me gusta hacerlas bien"... y es que un día me propuse hacer un hijo y me salió perfecto.
Me preocupaba a veces el hecho de que se criara sólo conmigo y con los abuelos, que se le consintiera demasiado, que se le malcriara y se volviera uno de esos niños-monstruo que a veces llegaban a mis consultas con la mirada desafiante y sus padres con el rostro desencajado. Me preocupaba a veces el hecho de mirarle tanto que me olvidaba de mí misma.
Últimamente le dedico mucho más tiempo y ya estoy acelerando el proceso para volver a vivir con él en casa. Maldito carnet de conducir, cómo me está complicando la vida...
Ahora, que veo posible que mi hijo tenga un hermano postizo de su misma edad no sé si alegrarme o echarme a reír (que no es lo mismo). Llevo cuatro años o cinco viviendo a mi antojo; lo cierto es que me he convertido en un desastre total de persona. Le doy muchas vueltas al proceso, al cambio que nos espera, lo que puede suponer el paso de duplicar los habitantes de mi casa y reducir a la mitad los trastos que hay en ella. Y también me doy cuenta de que he estado haciendo mal muchísimas cosas; lo sabía... pero veía tan lejano el día en que pasáramos de ser dos a ser tres... o cuatro. Qué raro es todo. Para distraerme un rato de los pensamientos siniestros que me comen la alegría saco a mi hijo a la calle y se pone a leer todas las letras y los números de todos los carteles y todas las matrículas. La gente que pasa lo mira sorprendida (igual no es muy común que los niños de 2 años conozcan todas las letras y reconozcan hasta el 20). Se me cae la baba por litros y me hago la dura.
De cuando en cuando nos imagino a los cuatro en el parque o en la playa o haciendo los deberes en el salón.... entre otras muchas cosas (mi imaginación se desboca por momentos). Resulta casi difícil de creer. Por primera vez en mi vida alguien no me propone que me vaya a vivir a donde él está (generalmente al quinto carajo), sino venir a donde yo esté. Cuando he hipotetizado sobre esto en algunas conversaciones solía decir que no aceptaría nunca jamás tal cosa, que es demasiada responsabilidad sobre el que lo deja todo por uno y me sentiría eternamente culpable si las cosas fueran mal. Nunca digas nunca jamás.
Simplificando las cosas... se me va a complicar la vida y no me preocupa, me encanta. Creo que es el momento oportuno para sentirse de puta madre.

05 mayo 2009

Creer o no creer

A menudo los desconocidos me cuentan la historia de su vida: el compañero de autobús, el conductor, el taxista, el camarero... habitualmente hablan de sus desgracias vitales, de sus problemas cotidianos...
Por fortuna, a veces también alguien me cuenta historias felices, como hoy. El conductor del autobús me ha contado que lleva 30 años casado con su esposa; me contó cómo ignoró todas las voces que intentaron separarles y cómo supo desde que la vio que era la mujer de su vida; tuvieron dos hijos que ya son mayores y me cuenta cómo estuvo a su lado cuando ella, a mi edad, tuvo una menopausia precoz que la dejó destrozada y cómo con tiempo y paciencia estuvo a su lado hasta que ella volvió a ser la mujer que había conocido. No he podido evitar preguntarme si yo estoy a tiempo de pasar 30 años con alguien. Cumplo 37 años el domingo y me pregunto si seré capaz algún día de creerme las cosas que me ocurren.
He vivido varias veces la sensación gaseosa del comienzo y aunque hace mucho tiempo que no me sucede parezco estar vacunada para siempre del creer en lo increíble. Hay un tiempo para cada cosa supongo. Me tomo mis momentos al día para descreer, echar cuerpo a tierra y clavarme en ella a riesgo de perder las alas para siempre. ¿En qué momento de nuestra vida decidimos dejar de soñar o, al menos, dejar de creer que nuestros sueños son posibles? ¿Por qué cuando al fin encontramos lo que andábamos buscando nos parece demasiado bueno y echamos a correr? ¿Cuánto tiempo necesito para darme cuenta de la porción de realidad que esconden los instantes mágicos?
No sé responder a un montón de preguntas. No sé por qué a veces deseo que lo magnífico acabe y regresar a la búsqueda o a la rendición que ya formaban parte de mí, como los dedos mordidos o la cicatriz de mi cara. Tampoco sé por cuanto tiempo sería capaz de soportar esta montaña rusa de emociones antes de tomar la primera decisión importante.
No es la primera vez que alguien viene a mi disfrazado de caballero rescatador con capa y espada y me promete la luna con toda su legión de estrellas. No sería la primera vez que alguien me cree la mujer de su vida y pasadas unas horas decide lo mismo pero con otra, o decide que soy demasiado buena para ser cierta, o decide que lo que vive se le queda grande, le entra el miedo y se va. No es la primera vez que alguien dice que él es diferente. Y si me decidiera a creerle, no sería la primera vez que cuando yo doy el paso el otro huye despavorido como si se tratara de una apuesta cruel consigo mismo y dejo de ser deseable cuando me vuelvo accesible.
No me extraño de las barreras de hierro plegables que me he fabricado con los años. A veces las dejo caer pero no se me olvida levantarlas de nuevo de cuando en cuando para tener muy presente cual es mi espacio para mantenerme a salvo. Pero... ¿a salvo de qué? Puede que así evite mucho dolor pero también sé que me prohíbo a mí misma el gustazo que da creer en alguien, por ejemplo.
Nunca me ha gustado hacer daño. Nunca he querido herir y nunca me he sentido orgullosa cuando he visto a otro barrer sus pedacitos. El tiempo me ha mostrado cómo la mayoría recogen sus añicos en menos tiempo del que a mí me ha costado romper lo que había y sustituírme rápidamente... cuando parecía poco menos que se iban a morir si les dejaba. Nadie ama tanto como dice. Tal vez se lo cree, pero casi siempre no es para tanto. Me lo repito a mí misma para no creerme del todo todas las palabras, especialmente aquellas que por un instante me hacen sentirme distinta y me despiertan el gusanillo ese que te recorre de arriba abajo y no te deja comer y no te deja dormir y se te come los sesos pensando en el otro y no te deja pensar en otra cosa. Hasta ahora el "tengo mucho que hacer" me ha mantenido a salvo. Pero he gastado ese recurso y no me vale.
No me permito mucho más que decir "te quiero un poco"... y para mí es un mundo decirlo, mucho más difícil que para muchos decir "te quiero un mundo". Son sólo palabras.
Son sólo palabras, son sólo miradas, son sólo besos, son sólo corazones en alto, sólo son eso.
Pienso en voz alta tratando de decidir si creer o no creer. Con la edad los cuerpos crecen y los corazones se encogen. ¿Soy demasiado mayor?

03 mayo 2009

Esperar

La espera es un castillo de hadas construído con la arena del mar. Puede ser precioso... o cutre, pero sea como sea siempre se acaba. Es lo bueno de las esperas. Están destinadas a acabarse.
No sé qué será del final de esta espera; no sé si acabará en encuentro con los sueños olvidados o con el definitivo olvido de todos los encuentros. El mundo y la nada separados por unas pocas horas. El amor y el miedo. Es imposible mantener las dos emociones por mucho tiempo. Uno de los dos acabará con el otro. Contemplo la batalla desde mi sitio, sin poder hacer otra cosa que esperar. Es como cuando veo un partido de fútbol: no entiendo nada.