CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

04 abril 2005

CUANDO UN NIÑO DA EL ESTIRÓN....

Siempre pongo este ejemplo a mis alumnos adolescentes para explicarles el dolor que experimentan ante determinadas circunstancias que les hacen madurar. "¿cuando eras pequeño no te dolían las piernas antes de dar el estirón?" Ellos responden que sí, a veces con cierta inseguridad. "Por dentro nos pasa lo mismo. Lo que ahora te parece un gran sufrimiento, en realidad, te está haciendo crecer. Y dentro de unos años, apenas te acordarás del dolor, pero habrás aprendido algo" ....
Mi vida evoluciona en base a momentos clave que le dan un gran giro. Así ha sido desde siempre. Sucede algo que cambia todas mis circunstancias y que me obliga a actuar de un modo distinto para subsistir, o a pensar diferente para no ser infeliz.
Este comienzo de año estuvo marcado por dos acontecimientos que han cambiado mi vida y mi visión de las cosas: la licenciatura el 28 de diciembre y la ruptura con mi pareja el 3 de enero.
Si bien la licenciatura no me ha supuesto un cambio laboral radical, sí es cierto que trabajo de otro modo, con un enfoque más psicológico y menos didáctico y también ha supuesto una puerta abierta a nuevas salidas laborales. La ruptura ha supuesto un cambio económico y un cambio de vivienda... y también un cambio a la hora de sentir, pensar y actuar.
Este fin de semana, dos pasos importantes supusieron por mi parte la ruptura definitiva de esta relación tan apasionada al principio, tan tranquila en su centro y tan tormentosa en su final: la firma de un poder notarial en el que renunciaba al piso que teníamos en común, la última mudanza. Los trámites restantes ya no son cosa mía. Recibir una copia de las escrituras y recibir el pago que me corresponde.
Ayer lloré, creo que de alivio, cuando entré en esta habitación que es mi hogar desde el 17 de enero, y conté las cajas en las que cabía mi vida (unas 30) y me senté a contemplar el que será mi hogar durante al menos un año...
Quise escribir a mi ex una carta, que quedó en un borrador incompleto y que no sé si llegaré a enviarle o no:
" Son casi las seis de la tarde. Acabo de empaquetar todas las cajas pero ahora mismo no puedo salir. Hay tormenta. EStoy en tu casa y me siento atrapada... como me sentí tantas veces al final de nuestra relación, sin saber lo que sentías y sin poder hacer nada salvo esperar.
Si ahora estás enamorado, algo que si sentiste por mí alguna vez ya lo tenías olvidado hace años, sabrás cómo me sentía. Dudo mucho que sientas sinceramente el daño que me has hecho, pero sé que lo sabrás algún día. No creas que me alegro.
Me gustaría poder decir que guardo un bello recuerdo de lo que fuimos, pero no es así. No hablo desde el resentimiento y el odio, que en mi corazón no tienen cabida, menos ahora. Eso es lo que sucede en el corazón de uno cuando se enamora de nuevo, el odio no cabe.
Y es que ha aparecido alguien nuevo en mi vida que me hace sentir cosas que tenía dormidas hace años. Y no pienso cerrarle mis puertas sólo porque tú me hayas herido. Él no lo merece y yo tampoco. La verdad, no sé cómo pude vivir tanto tiempo sin sentir algo tan sencillo como recibir lo que das, poder besara alguien sin que se aparte, desear y sentirse deseada, recibir flores, ver amanecer con alguien que te mira... y sabes que te ama.
Hoy me marcho de aquí, de esta casa que encontré para nosotros, de este algo que construímos juntos y que ahora disfrutarás con otra persona.
Me perdonas si soy cínica o hiriente; da por devueltas la monedas con que me pagabas cuando me mentías, cuando me rechazabas, cuando me ignorabas con toda la crueldad de la que eres capaz. No sé si eres consciente del monstruo en el que te has convertido...."

Dejé de escribir esa carta porque empezaba a hacerme daño y porque Mag tiene una gran facilidad para dar la vuelta a tus palabras y volverlas contra tí. Es muy bueno argumentando. Hasta el punto de engañarse a sí mismo y no sé si se da cuenta de ello.

Acabaré transcribiendo un poema escrito en enero de 2003, cuando compramos el piso y cuando empezó el final:

"llegan los telegramas
en la tarde encendida
de noticias baratas,
de lágrimas suicidas.

El domingo se apaga.
Se me acaba la risa.
Ya no hay más ofensores,
sólo queda la huída
Y el tabaco se muere
en una lata vacía.

Cómo me gustaría
ver volar los halcones
de la montaña herida.
Sólo veo callejones
que no tienen salida"


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