CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

29 octubre 2008

El dolor está en tu mente.

Echo de menos esas manos sabias que me crujían la espalda de arriba abajo cuando me dolía tanto.
Ayer pisé por primera vez Urgencias desde que di a luz. Era una sensación extraña verme en aquella sala tan blanca y tan llena de gente, todos pinchaditos y enganchados a un suero o a dos. Me desesperaba más que el dolor en sí, el hecho de estar parada, no poder moverme, no poder leer y tener que pedir permiso para mear.
Ahora el dolor es soportable. De hecho, he estado trabajando desde casa e incluso me he desplazado al Ayuntamiento y he llevado a mi hijo a la guardería.
En la sala de espera había muchísima gente; algunos de ellos se conocían el recinto perfectamente y algunos estaban cómodamente sentados, como si estuvieran allí todos los días. Por suerte no tuve que estar allí mucho tiempo, creo que esperé dos o tres turnos.
Hay algunos profesionales que ante el dolor ajeno reaccionan molestos, regañan a los pacientes e incluso les recriminan por quejarse o llorar. Yo tuve suerte. Tanto el médico como la enfermera fueron amables, rápidos y con un gran sentido del humor. Me engancharon dos sueros, uno para el dolor y otro para subir la tensión y me llevaron a aquella sala de pinchaditos de la que he hablado antes. Frente a mí, un señor con un pijama del ejército, flaco y triste, se desesperaba y me pidió varias veces que le diera la mano. Lo más que pude hacer fue acercarme a él para que no se moviera, y llamar varias veces al enfermero que estaba en la puerta de cháchara con un colega. La mayoría de las personas que había allí eran hipertensos enganchados a un suero para bajar la tensión, vamos, lo contrario que yo. Otros estaban a la espera del alta o de la baja.
Urgencias está lleno de gente. Yo fui remitida desde el médico de cabecera. Sinceramente, me dio la sensación de que la mayoría de los pacientes que allí había no estaban realmente enfermos, o al menos no tanto como para ir a urgencias. Daba la impresión de que los usuarios no se tomaban el servicio en serio. Atestaban los pasillos, se ponían a hablar en las puertas, veían la tele... muchos no tenían siquiera mala cara.
El personal sanitario que me atendió, salvo el enfermero locuaz, chapó. Por suerte lo mío se cura con un antibiótico, un antiinflamatorio y un poco de descanso. Espero no volver hasta dentro de muchísimo tiempo.
El dolor es relativo. Si hoy no hubiera pasado por el dolor de ayer probablemente creería estar muriendo, porque sigue siendo bastante intenso. Sin embargo, comparado con ayer, este dolor es de esos que se hacen soportables si no se les hace demasiado caso.
Va a ser cierto eso que dicen algunos "el dolor está en tu mente".