CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

14 junio 2011

Torre de Marfil

Esta vez todo ha sucedido de un modo diferente. No se ha producido esa dichosa explosión emocional embotadora del intelecto, esa pérdida del sentido de la realidad, ese vendaje automático de ojos evitable y consciente y a pesar del todo escogido que marcaba mis habituales (cada vez menos)lances amorosos.
Amé desde el primer día _como siempre_, me impliqué voluntariamente _como nunca_ y desamé rápidamente _como siempre_. La relación era imperfecta e incómoda desde los primeros encuentros, no obstante, contaba con lo imprescindible para mantenerse en el tiempo y estaba salpimentada de componentes emocionales e intelectuales que la convertían, cuanto menos, en una experiencia interesante.
Esta vez han sido circunstancia particulares incompatibles, sumadas a cierta dejadez y anhedonia por parte de ambos y alimentadas por la típica astenia primaveral.
Lejos de sentir angustia, o al menos cierta inquietud por la distancia que nos separaba, podría decirse que me acostumbré a la ausencia de un modo tan rápido y cómodo que ya su presencia me estorbaba incluso cuando no se producía y sólo se planeaba.
La satisfacción física, emocional e intelectual que brindaba cada encuentro pesaba menos que la incomodidad y la pereza.
He llegado a la triste conclusión de que no hay hombre que llegue a mi vida capaz de franquear las miurallas de mi reino porque me he acomodado a la espera y me siento tan a gusto meciéndome entre las cuerdas de mis propias sombras que, una vez vencidda la curiosidad que pueda inspirarme cualquier visitante, regreso a mi habitual chinchorro sin que haya llegado a perder el calor de mi culo, dando así a entender al caballero (salvador, conquistador o simple curioso) sin tener que tomarme apenas la molestia de echarle, que ya se puede ir con viento fresco a saltar otrosmuros, porque yo prefiero tumbarme a la sombra y reflexionar sobre por qué nadie me quiere y por qué motivo se marchan todos los que llegan.
Y una vez comprendido este punto, no parece despertarse en mi interior el menor cosquilleo por cambiar el curso de las cosas, como si me limitara a comprenderme sin implicaciones, con la misma anhedonia con la que podría llegar a comprender las bases neuroquímicas que transforman la Dopamina en Adrenalina.
Creo yo que podría catalogarme a mí misma como esquizoide o psicópata, según se mire, porque ignoro aún si esta falta de implicación responde a incapacidad o a un mecanismo de defensa. Pero yo creo que lo que subyace a todo este proceso es el miedo, puro miedo que me ha dotado de la habilidad de protegerme hasta de mí misma o me ha arrancado la capacidad de exponerme, incluso ante mí misma.
Si venciera el miedo sería posible sentir lo bastante intensamente como para acabar de una vez con el vacío. Y ese es ahora mi caballo de batalla con el nuevo caballero que visita mis sombras. Me atrevo porque percibo en él que no tiene miedo, al menos no de mí, de mi "oscuro" pasado o de mi temeridad (que, como parece enamorado él identifica con valentía). Me atrevo porque me gustó desde el primer día y porque siento que estamos en la misma onda, con las mismas ganas, apostando por los mismos sueños y... me atrevo porque me da la gana de atreverme, que la vida son dos días y yo me enteré ayer. También me atrevo porque no me queda otra que atreverme, porque no me queda más remedio que hacerlo, porque puedo huír, tratar de ignorar, dar la espalda o cerrar los ojos pero ya sé que nada será lo mismo. A veces esas cosas se saben. Me encantan mis ataques de certeza.