CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

07 septiembre 2011

Cosas de genio

A veces tengo cosas de genio: soy despistada, desordenada, padezco insomnio crónico itinerante y diría que tengo un poco de Asperger. Bromas aparte, tengo docenas de ideas aparentemente inconexas que no acaban de adquirir forma, como aquel puzzle de mil piezas que me regaló Jorge y que nunca terminé de montar.
Cuando hoy iba hacia el trabajo llevaba un carro de la compra cargado de libros. Apenas podía avanzar unos pasos sin que me diera calambre en los dedos o en la palma de las manos. Daba igual desde qué ángulo cogiera el asa o si decidía llevarlo con sólo dos dedos (siempre que la mierda de aceras que tenemos en Jaén me lo permitiera); al menor descuido, cuando menos lo esperaba, saltaba una chispa que podía incluso oírse a cierta distancia seguida de algo parecido a "joder, ostia, me cago en su puta nación, pero qué coño pasa hoy?". Luego me dio por preguntarme si ess descargas podrían equipararse en cierto modo a la sobreestimulación percibida por los individuos con TEA o TGD, como los Williams que son hipersensibles a los sonidos fuertes. Si su aislamiento podría explicarse por una sobrecarga estimular que les resulta dañina ante eventos que son aparentemente inocuos y, si del mismo modo que llevar el carro no me da descarga otras veces, los estimulos no les molestan y les resultan útiles y hasta satisfactorios y por eso a veces padecen ceguera mental y a veces no. Comencé a preguntarme qué provocaba que hoy no pudiera llevar el carro con normalidad como hacía otras veces, por qué me vi impulsada a comprar un foulard sólo para envolver el asa del carro y llegar tranquila a casa (por cierto, sirvió sólo en parte, atenuaba las descargas pero no las eliminaba) y del mismo modo, como en una especie de pensamiento paralelo, me preguntaba también por qué motivo un individuo TEA responde de modo distinto al mismo estímulo en idénticas circunstancias: temor, huída, indiferencia, interés, entusiasmo... todo ello ante el mismo estímulo, sin que el cambio represente evolución alguna.
Me fui a la cama cansada, muerta de sueño y sin embargo no era capaz de dormir.
Por mi vena masoca supongo últimamente me ha dado por echarme a dormir con la serie "mentes criminales", veo episodio y medio al día; espero que llegue ese instante en el que no puedes evitar que se te cierren los ojitos y estás como en una nube, tu cuerpo se mece, te sientes caer y sabes que dentro de muy poco dormirás plácidamente. En ese estado el tiempo pierde su sentido y los minutos se eternizan pero no te importa, ves el mundo y a ti mismo desde fuera, sin más emoción que la paz más honda sin que nada pueda romperla salvo el llanto de tu hijo, el vuelo de un mosquito o el giro de la llave de la puerta. Todo lo demás pasa a un delicioso segundo plano. En ese momento se me ocurren auténticas genialidades que sé que no recordaré al día siguiente pero me siento incapaz de incorporarme para escribirlas. Debería hacerme con una grabadora.
Pero esta noche el instante de los párpados pesados no llegaba. Por primera vez apagué el monitor ante una escena que no podía soportar: una prostituta se cortaba los pies descalzos con un cristal del suelo. Yo sabía que el lugar hacia donde iba estaba lleno de cristales para que no pudiera escapar. Sueño a menudo con cristales rotos y con pies descalzos. Luego escuché un golpe seco que me desveló, me levanté y busqué al criminal por toda la casa pero sólo encontré varias ventanas abiertas de par en par.