CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

22 junio 2005

La Dama de los Cuadernos

Ayer también me apeteció algo antes de ir a casa. Pero si bien antesdeayer cambié licor por cerveza rebajada con limón, ayer mantuve la cerveza y además cambié garito por terraza, donde me sentía más segura, además de disfrutar del fresco de la noche y de una luna llena preciosa que reinaba en el cielo. El fresco se volvió más fresco y decidí entrar dentro, si bien con el propósito de salir pronto si había demasiado ruido o mal ambiente. Se estaba bien dentro: música tranquila, a un volumen más que soportable para mantener una conversación, un lugar estratégico donde podía mirar sin ser vista y una camarera rumana o polaca, no sé, llamada Flor (de Florinda) que estuvo un rato charlando conmigo. Esta chica vive en Pinto desde hace un año con su hermana y el novio de su hermana y trabaja en la cervecería con Alex (Alexandra), una morenita de algún país de Latinoamérica. Escribí mucho, durante casi todo el tiempo que estuve sola, en un cuaderno vacío que llevaba en el bolso. Hoy lo olvidé y me compré otro. Soy la Dama de los Cuadernos.
Me dio por pensar en Dios. Todo a cuento de una canción que entre otras cosas decía "Y mañana Dios dirá". Entonces pensé que mejor no diga nada porque trae consecuencias nefastas. Todos aquellos que dicen haber oído la voz de Dios o de su madre se convierten en místicos o locos. Y, es más, según lo que me enseñaron en el colegio de monjas, los que hablaron con Dios no volvieron a probar el sexo nunca en la vida. Debe ser una soberbia putada que Dios te hable. A mí me hablaban de un Dios bueno y misericordioso que inundó el mundo entero haciendo desaparecer a los dinosaurios y que destruyó Sodoma y Gomorra convirtiendo a los que la miraban en una estatua de sal. Un dios que pide a un padre que sacrifique a su hijo y que no se le ocurre una idea mejor para salvar el mundo que hacer un hijo y colgarlo en una cruz... todas estas cosas y muchas más pensaba anoche, como que si Dios fuera mujer el mundo no sería un desastre, porque el género masculino es chapuzas por antonomasia.
Me costó dormirme. Hacía calor. Di muchas vueltas antes de que el sueño viniera: fregué los platos, arreglé la agenda para hoy, jugué varios solitarios, escribí... en fin.
Hoy he estado con la contabilidad mientras me tomaba el café, y no olvidé tomar las vitaminas.
Ayer pensé en Gabriel, hoy también. Supongo que echo de menos nuestras largas charlas.

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