CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

18 junio 2005

Triste

Los labios me arden en la tarde encendida de sueños prohibidos y de horas cansadas. Hace ya demasiado tiempo que no siento algo lo bastante intenso, lo bastante profundo, lo bastante grande. Habito mis cincuenta metros con el estúpido orgullo del pavo real que por más que extienda su cola preciosa en el plato no ocupa demasiado espacio. Consuelo a diario a personas que me cuentan que la vida ya no tiene sentido. En el fondo pienso que llevan toda la razón. Como en la cutre obra de teatro del colegio, nos asignan un papel y lo representamos lo mejor que podemos, tratando de no hacer el ridículo. Pasan las horas, pasan los días... sólo puedo ver cenizas por todas partes. De pronto tengo un día y medio libre y se me hace extraño, se me hace largo, estoy deseando que termine. Me ocupo como puedo pero limpiar, hacer la colada, planchar... no me llevará más de un par de horas. Tal vez por eso lo dejo estar tanto. Mientras tenga algo necesario que hacer mi mente pensará vanalidades. Pero ahora estoy demasiado cansada para vanalidades. Filosofo la vida, sin conclusiones claras. El cansancio es tan largo que no puedo dormir. Yo tenía entusiasmo, hoy me he preguntado qué me ocurre: tengo mi casa, tengo mi empleo, estoy relativamente sana... ¿por qué estoy tan triste?
Los hombres se me siguen acercando como moscas. Me resultan pesados. Y eso que hoy no voy guapa, o al menos yo no me veo guapa. Cada vez que levanto la vista veo a un hombre que me está mirando. Me refugio en lecturas, en la tetería, en el horizonte lejano que me ofrece la ventana del tren hasta que entramos en Madrid con su cielo de acero.
Me falta algo. No estoy bien.