CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

09 agosto 2005

Otro relato breve

El día que te conocí yo no debía estar ahí. Debí haber regresado a Av. de América e intentar recuperar mi chal hindú... pero me pudo la ingenuidad de creer que también podría intentarlo al día siguiente o que tal vez me lo había dejado en el trabajo y no en ese restaurante. Así que estuve allí cuando tú estabas allí.
Ayer por la mañana tú no debías estar ahí. La inercia matinal te hizo aparcar donde todas las mañanas y olvidaste cambiar el rumbo, así que aterrizaste en la estación, donde yo te esperaba desde hacía más de una hora. En consecuencia, estuviste allí cuando yo estaba allí.
Tengo la absurda manía de dotar de poderes mágicos a los encuentros casuales, cuando debería dejarlos ahí: en casuales encuentros. A lo sumo, contar con que tal vez es una burla del destino y no un regalo de los dioses.
Cuando yo fui sincera te sentiste engañado al saber que no eras el único, ultrajado, como si te hubieran arrebatado una posesión que nunca te perteneció. Porque no tengo precio y no me vendo y porque no soy algo que pueda poseerse; no pertenezco a nadie.
Así que decidiste aprovechar mis circunstancias como la razón de peso para acabarlo todo, sin decir nada. A mi no me valen los silencios, ni las ambigüedades: cuando algo falla quiero saber por qué, cuando algo se acaba quiero saber por qué. Mi vida tiene ya demasiados interrogantes cariño ¿Qué fue de Henry Good? ¿Cuál era el secreto familiar de mi segundo novio? ¿por qué los monos no tienen pelos en el culo?...
Por supuesto no me esperabas allí. El papel que firmaste para no verme nunca más se mojó. Hablamos de nosotros, te mostraste dolido, "no quiero hacerte daño"... puaj, nadie tiene tanto poder sobre mi, cielo.
No me nace categorizar relaciones, menos aún recién comenzadas. Las cosas más bellas del mundo aún no tienen un nombre. Dar una palabra es poner límites y no hay que ponerle puertas al campo. Llámese como se llame acabará, porque nada es eterno.
Sin quererlo te abrí la grieta de la conciencia y comenzó a sangrar. Por la tarde llamaste a mi puerta. Era justo que fueras tan sincero conmigo como yo lo fui contigo: "Tengo un amante en Canarias y no tengo idea de dejarle", respondiste, tarde, pero lo hiciste: "tengo una mujer y dos hijos". Casi debía sentirme culpable por no decir en el primer minuto "Me llamo Inma y tengo un amante" y resulta que estás casado. Qué ironía ¿no?
¿Y ahora qué? Volví a besarte. Tus besos son únicos, tu mirada increíble, profunda, honda como el lago Ness que, dicen, esconde un monstruo. Yo sé que no eres un monstruo.
Este fin de semana volverás a verla, volverás con ella (si te deja). Me alegra haberte dado más amor y ternura en dos noches del que has recibido en toda una vida. Sabes que cuentas con todo mi apoyo (psico/juri/soci, como decimos en el trabajo) y espero que, sea como sea, la vida te sonría y puedas volver a abrazar a tus hijos muy pronto.
No pensaré que no volveré a verte. Prefiero no pensar en ello. Ya es complicado llegar a fin de mes como para complicarme la vida con culebrones.
Si los zapatos nuevos me hacen ampollas, por monos que sean no me los vuelvo a poner.