CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

03 mayo 2005

Dos de mayo. El tren que me lleva de regreso a mí misma

Buscaba con desesperación un roce de su mano, el encuentro de su mirada, saberle un poco más. De saber que la última vez es la última vez, daríamos todo nuestro ser a cada instante. Pero nunca lo sabes. Y te vas con la sensación de que algo quedó pendiente. Me quedé incompleta, me quedé vacía. Ahora le he despedido. Sé que la noche del sábado la pasó con ella y sé que ahora estará con ella. Ya no tengo las llaves de casa, ya no me quedan más que los recuerdos.
Le amé y sufrí. Y sigo rota. No sé por cuánto tiempo. Se me acabó la rabia. La tristeza permanece. La sed permanece. No puedo sentir amor. Siento una sed desesperada, una sed terrible, una sed furiosa de besos, caricias y sexo salvaje, de palabras dulces, de sentir mi sudor mezclado con el otro sudor y las embestidas de la sed y el hambre de la piel de otro, que no es él, que nunca más será él.
Estoy dando saltos traviesos a la pata coja al borde del precipicio. Si estuviera embarazada hoy habría dos padres posibles. Y eso es grave. Es muy grave. Y es hora de parar.
Ellos, los otros, hacen preguntas. Es justo que sepan, quieren saber.
“Haces daño a todo el que se acerca” _ palabras de Gabriel _. El milagro del eco que nos resuena adentro cuando algo nos llena, para bien o para mal. Me siento vacía, me siento sola, quiero llorar. Estoy triste esta tarde. Son cosas que pasan cuando después de una carrera desenfrenada uno se detiene extenuado y se da cuenta de que no ha llegado a ninguna parte.
Casi al mismo tiempo, como si se tratara de una misma persona, recibí un mensaje de cada uno de ellos, piezas del “hombre perfecto” que recreé en mi mente. Los tres me recuerdan, los tres me quieren, los tres insisten, los tres preguntan y los tres me saben inexplicablemente distante y cercana, de cuerpo accesible, mente conocible y alma inalcanzable. Todo fue para ellos intenso y fugaz como los sueños vivos.
Hoy no dormiré con Miguel. Estoy emocionalmente agotada. Trataré de verle mañana y tomaremos café. Necesito imponerme una disciplina y dejar a un lado este bucear incansable sin saber bien si hacia el aire o hacia el fondo.
Ha sido una noche loca, sembradora de dudas, de más dudas. Hubo muchas risas, muchos abrazos, mucho cariño. Estaban Isabel, David y Jose Manuel. Nos e conocían entre ellos. Me sentí rodeada de gente que me quería y todos se hicieron amigos de todos. Isabel y David acabaron en la cama, igual que José Manuel y yo. Hubo mucho sexo. Pero hubo muchas cosas más. Fue una tarde marcada por el cariño, la diversión, la locura y la amistad. El sexo fue secundario. Y me sentí plena durante la fumata, los dardos, el baile y los juegos de cartas.
Esta mañana fue surrealista. Nos sentíamos como cuatro adolescentes inmersos en una travesura múltiple, pillados en parte de ella y reprendidos por ello pero aun no descubiertos del todo. Isabel escondida en la habitación de David. Jose escondido en mi habitación. los dueños echándonos la bronca a David y a mi... fue divertido. Un pequeño toque de humor para dar fin a mi locura y dar paso a la quietud y a la calma.
Es hora de parar y he parado.