CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

03 mayo 2005

Reflexiones en la tetería

Ya estoy junto a casa. Escucho a Pasión Vega ... “hoy es un asfixiante mar de dudas por el que navego... cada noche yo le espero”
Estoy sentada en el mismo lugar en el que estaba sentado Jose el día que le conocí hablando de sus viajes. Me gustó su voz, su expresividad, su vitalidad y su mirada vivaz y revoltosa. Es un hombre curioso al que le gusta comunicar, conocer y sobretodo, darse a conocer. Habla de sí mismo con avidez. Es feliz si se siente escuchado y es un seductor nato (aunque diga que no). No creo que lo haga a posta, pero domina el lenguaje de la seducción como si hubiera estudiado con méritos un cursillo de “derretir mujeres”. Creo que ni imagina cuánto me fastidia que me llamen “nena”, tendré que decírselo o acabaremos a ostias.
Me siento amada y deseada como nunca. Es algo que me ha faltado tanto tiempo que, a pesar de las teorías que mantienen que a las mujeres nos gusta que nos den caña, me doy cuenta en que los hombres que me atraen me resultan más atractivos si yo les atraigo y quien pone distancia para ganarme me acaba perdiendo.
Quiero ser conquistada, sentir que soy la única mujer del mundo para alguien, que mi hombre bese el suelo que piso.... sin convertirse en un calzonazos (sé que es complejo). Quiero flores, cartas de amor, alabanzas y una lenta danza de seducción.
Conquistar mi cuerpo es relativamente sencillo, soy muy reactiva y respondo a estímulo-respuesta con la misma rapidez que el tentáculo del calamar en los experimentos sobre tiempos de reacción. Puedo sentir intensamente, como el calamar; responder rápidamente, como el calamar; pero nada permanece, como con el calamar; porque estoy muerta, como el calamar.
Conquistar mi alma es el reto. Puede que nunca conozca a nadie realmente interesado en ella. Gabriel es la demostración más reciente de que soy una mujer amable y prescindible, tan fácil de querer como fácil de olvidar. La demostración fehaciente de que lo que se perdió o nunca se ganó es más importante que lo que se tuvo o se tiene. La pista de que la vida nos gasta pesadas bromas y nos hace creer que algo que promete ser intenso y largo queda al final en un fugaz recuerdo, bello pero terrible, con más espinas que rosa.
No tuve tiempo de derramarme sobre Gabriel. Eché de menos sentir su boca sedienta de mi boca y de mi piel. Eché de menos tantas cosas que no me extraña el vacío que me dejó aquel lunes y que corrí a llenar en brazos de Juan, cálido como su tierra-paraíso, ardiente como el sol de agosto y fugaz como una estrella infame que no concede deseos. Y pensé que después de aquel cargamento de placer no volvería a besar con tal de no perder el sabor de su boca. Sabría que el sexo iba a saberme a poco de aquella noche en adelante. Pero aun así me dejé caer, sólo 4 días después, en los brazos de José Manuel, que más que saberme a poco me supo a demasiado, pues me sobraba, a pesar del fuego que se desató entre nosotros y a pesar de follarle como si no lo hubiera hecho en años.
Necesito limpiar de mi pecho el sudor a varón, que sigue ahí, pues no me duché después del furor del viernes.

1 Comments:

Publicar un comentario

<< Home