CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

07 julio 2005

No existe el lugar seguro

De nuevo nos invade el recuerdo del 11-M y la sensación de inseguridad y miedo. He pensado en mis hermanos y cuñadas primero: Rafa y Rox están a salvo, en un pueblo perdido allá por Despeñaperros; Pedro y Vero tampoco están en peligro; Cris se traslada en coche... Dani, no sé. Yo sí tomo el metro y el tren en horas punta, aunque para regresar a casa, en dirección opuesta a la mayoría de los madrileños. Las oleadas de gente siempre van en contra de mi dirección y muchas veces me hacen perder el tren. Me muevo por tres lugares muy petados: Av. América, Legazpi y Atocha Renfe. Elegí Pinto por considerarlo seguro... de poco sirve si en horas clave estoy en lugares clave. De todos modos me alegra saber que soy la hermana que más riesgo corre, que ellos estarán bien. Es una alegría un poco extraña; uno no tiene que soportar su propia muerte, se muere y punto. Me da miedo la muerte de los otros. También pensé en Shunna, que va a Atocha cada mañana.
Sócrates vuelve: nadie está a salvo; nunca, en ninguna parte. Hemos de vivir con el conocimiento de que la vida fluye y que es una ensoñación absurda pensar que todo permanecerá como hasta ahora. La frustración es el fruto de pensamientos erróneos... la frustración nos lleva al dolor, a la ira y a la destrucción propia o ajena.
Mi trabajo en emergencias me hace más consciente aún de esa realidad. Esta noche hubo "paz". Sabemos que en cualquier momento puede sonar el teléfono y quebrar la calma; entonces hay que funcionar deprisa, tener la mente despierta y mantener un laxo tono de voz para calmar a quien esté al otro lado del teléfono, pase lo que pase. La indignación no ha lugar, la tristeza no ha lugar; hay que mantener la humanidad con la calma de los sabios así tengamos al otro lado de la linea a un niño con recientes quemaduras de cigarrillos aullando de dolor. Muchas de las personas que hay al otro lado de la linea vivían una vida plena y feliz, ajenos absolutamente a la posibilidad de que dicha vida podía acabarse de un momento a otro... en sus voces: desconcierto, miedo, impotencia, tristeza, ira, dolor; "¿Cómo me puede haber sucedido a mi?"_dicen_, "No es justo", "¿Qué va a pasar ahora?" ... hablan como si hasta entonces se hubieran creído inmunes a cualquier desgracia; hablan como si alguna vez la vida hubiera demostrado ser justa; hablan como si supiéramos leer el futuro y buscan soluciones milagrosas e inmediatas a una situación que se prolonga sin atisbo de esperanza.
En medio del caos vuelve Julián, que se ha puesto en contacto conmigo nada más llegar a Madrid. A veces el mundo se derrumba por momentos y mis pensamientos son: "la casa está hecha un asco", "me tengo que depilar", "¿falda o pantalón?", "¿Qué hago con mi pelo?"... como una tortilla de verduras reseca de hace tres días, mientras tanto planeo los siguientes movimientos como si de una partida de ajedrez se tratara: "salón-siesta-ducha-clase-baño-dormitorio-guapa-Julián"... "Julián-Juanjo-Julián". Nunca fui buena jugando al ajedrez: no preveo los movimientos del otro, buscando el horizonte pierdo el centro, mi reina muere abandonada por un ejército incompetente y mi rey sucumbe... no he sido capaz de aprender el Jaque pastor, ni hacerlo ni evitarlo. A mi vida le falta estrategia: enfrentamientos a pecho descubierto y luego a correr como las locas. Si gano a alguien en un juego de estrategia es porque el otro se devana los sesos intentando saber por dónde me da el aire; a veces he ganado sin darme cuenta "¿cómo voy a mover si me has dejado en mate so hijaputa?... no me tomes el pelo"... y abandona la partida convencido de que me burlé de él a posta. A menudo los recién conocidos me exploran en busca de una trampa que no existe; me atribuyen intenciones que nunca fueron mías y cual freudiano prepotente y dogmático se permiten el lujo de interpretar a su antojo mis actos, emociones y pensamientos a su antojo, dando por cierta su explicación fantástica. El ser humano habita en el mundo convencido de que para todo existe una explicación: la falacia de la ciencia nos da seguridad; los cuerpos caen por la fuerza de la gravedad, se calientan a causa de la temperatura; la materia tiene tres estados y el aceite flota en el agua... eso es todo. Saber cómo funcionan las cosas nos da una idea de cómo lo harán en un futuro. Y todo esto nos lo creemos en medio del caos, porque la incertidumbre nos da un pavor espantoso.