CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

28 agosto 2005

La buena educación

Para tener un título de "experto en habilidades de comunicación" reconozco ser bastante torpe cuando se trata de quitarse de encima un pulpo seboso. Sé exactamente lo que deseo decir: "este encuentro no está resultando agradable y prefiero que termine en este instante"... también podría decir lo mismo en un lenguaje menos delicado: "la próxima vez que me pongas tu sudorosa manaza encima te arranco los cojones y los estrujo delante de tus ojos de pringao reprimío, levanta el culo de la silla, date la vuelta y desaparece de mi vista y a ver si te cambias el peinao que parece que una vaca te lamió esa cabeza llena de serrín". Pero me enseñaron a ser educada y tratar de no herir los sentimientos de nadie, el resultado: en el pecado llevo la penitencia y perdí dos horas y media de mi preciosa vida estando con alguien que nada tenía que aportarme, apartándome prudente y educada pero claramente cada vez que ese casi desconocido me empapaba las manos o el brazo plantando su sudorosísima mano sobre mi piel.
Entiendo que es un gran problema esto de la transpiración excesiva y que quienes la padecen no tienen la culpa, pero yo tampoco y no tengo por qué soportarlo.
No me gusta que me toquen, tengo un claro concepto de espacio personal y odio que alguien se atreva a traspasar mis límites sin mi consentimiento. Pero no quería ser claramente hosca en un lugar público y lo único que pude hacer es decir que entraba antes a trabajar (y entrar antes a trabajar).
Y es que si algo he aprendido de la situación que se dio ayer con el Plasta Mayor es que de tener que escoger entre el camino del corazón y el de las buenas maneras, es mucho más sano escoger el primero. Desde el principio supe que el encuentro sería un asco; un tipo tan empeñado en creer que entre ambos podría surgir una chispa, que tanto insistía en la posibilidad de que él-yo-futuro... fueran tres palabras compatibles... agobiaba emocionalmente, aburría intelectualmente, apestaba físicamente, asfixiaba gestualmente...
Pensé que lo que yo llamaba intuición no eran más que prejuicios; a peligro de ser prejuiciosa, la próxima vez haré más caso a mi instinto. En cuanto a este señor... no habrá una próxima vez. Pero me parece honesto decírselo, así que cuando me sienta con fuerzas o le readmito en el messenger o le respondo al teléfono. Había estado pensando en la forma más educada de decirle "no quiero verte más", pero creo que si sale brusco incluso será más efectivo, a fin de cuentas, nada le debo y fue él el primero en ser mal educado al invadir repetidas veces mi espacio

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