CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

27 diciembre 2007

Mamá Sí es

Mi niño duerme, ya casi curado del catarro que al final le contagié. Ahora que se han contagiado los abuelos y que el tito mayor tiene un virus distinto y posiblemente contagioso nos refugiamos en mi hogar, nuestro hogar. Ayer justo deseé que así fuera, que dejaran las circunstancias de obligarnos a vivir en casa de los abuelos a causa de gripes, fríos, idas de luz y otros inconvenientes. Que el tito grande haya tenido que ponerse a morir para lograrlo... en fin. De nuevo los dos a solas.
Son unas navidades algo amargas. Bastante solitarias y por supuesto siempre ocurre algo que desbarata los planes. Y es que no aprendo que hacer planes no sirve de nada.
Un reciente amigo me ha dicho que no debo olvidar que además de madre también soy mujer y que tengo que disfrutar más, salir de vez en cuando, ir al cine, conocer gente...me río porque sé que es verdad y para qué engañarme con la excusa de que no tengo tiempo si yo tengo la virtud de estirarlo a mi antojo y hacer que la vida me cunda una barbaridad. Durante 2007 mientras trabajaba crié a mi hijo, me encargaba de la casa, realicé tres cursos que me están dando un montón de posibilidades y además encontraba tiempo para escribir, ver a los amigos, leer y hacerme una experta en sudokus. Pero aún estoy digiriendo los últimos cambios. Como buena tauro me tienen de lo más descentrada. Hace tres meses vivía en Madrid junto a mi hermano pequeño, tenía un trabajo que me encantaba, un minipiso destartalado y una vida muy distinta a la que llevo ahora, para bien y para no tan bien. Y aunque los cambios han sido cojonudamente buenos y estoy descubriendo el placer de ser mimada, la paz que da llevarte a las buenas con la familia, la emoción de iniciar una nueva trayectoria profesional repleta de posibilidades económicas, emocionales e intelectuales... vuelvo a tener acidez de estómago y a veces me siento tan sola que ojalá hubiera sido más firme en mi decisión de tener una cama más estrecha. Supongo que en el fondo latía el deseo de compartirla algún día con alguien y al fin se ve cumplido: he podido invitar a algunas parejas a pasar la noche en casa, tengo una cama grande donde caben los dos. De momento nadie la ha necesitado y el lado derecho sigue sin estrenar, frío como los langostinos muertos que esperan ser devorados en Año Nuevo.
Asumo que el descontento es parte de mi persona y me lo tomo con buen negro humor. Que no es mi naturaleza conformarme y que siempre querré algo más y el día que no quiera algo más estaré más muerta que viva.
El espíritu navideño no tiene nada que ver conmigo y me he contenido mucho antes de colgar de mi balcón un papá noel con una soga al cuello. Cuando mi niño pregunte quién es Papá Noel le diré que nosotros celebraremos el día de Mamá Sies y punto pelota. Ese día nos haremos regalos mutuos. Pero me temo que de los Reyes Magos no podré zafarme porque el mago del betún me trae buenos recuerdos y supongo que no tengo que pagar con mi hijo mis amarguras. Supongo que al final caeré en la trampa de esconder los regalos y guardar las cartas a los Reyes Magos en un baúl de madera escondido en un baúl de madera más grande. (Nota mental: comprar baúles de madera)