La siesta de Afrodita
La Afrodita que latía en mí duerme desde hace años. Dejó de seducir un buen día y dejó de ser la mujer que apagaba el móvil para evitar que los hombres la molestaran (o aprendió a distinguir a los hombres molestos y dejó de darles su móvil y se dio cuenta de que los hombres molestos eran los únicos que se sentían atraídos por ella).
No es que me lamente. Pero a menudo me miro al espejo y me contemplo y me siento como un desperdicio. Se me han avivado las ganas de amar, de seducir, de sorprender, de acariciar y de estallar. Por suerte, he tenido la ocasión de comprobar que no me contenta cualquiera, porque es cierto que camino con los labios ardiendo, sedientos de besos y de carne caliente y que mis fantasías se tornan cada vez más largas, más salvajes y mucho más intensas.
La soledad se ha vuelto punzante. la apetencia se torna en necesidad, enemiga despiadada de la complicidad y del amor mismo.
Cuando una necesita tan ruidosamente, se vuelve sorda a las necesidades del otro y si el otro no se ve reflejado en esos ojos que buscan un cauce de un modo tan salvaje teme desbordarse y se aleja. A mí también me sucede a la inversa y no me resulta demasiado difícil comprender por qué tanto ser válido se siente desvalido frente al otro sexo.
De momento puedo hacer poco más que simular calma mientras busco la calma.
No es que me lamente. Pero a menudo me miro al espejo y me contemplo y me siento como un desperdicio. Se me han avivado las ganas de amar, de seducir, de sorprender, de acariciar y de estallar. Por suerte, he tenido la ocasión de comprobar que no me contenta cualquiera, porque es cierto que camino con los labios ardiendo, sedientos de besos y de carne caliente y que mis fantasías se tornan cada vez más largas, más salvajes y mucho más intensas.
La soledad se ha vuelto punzante. la apetencia se torna en necesidad, enemiga despiadada de la complicidad y del amor mismo.
Cuando una necesita tan ruidosamente, se vuelve sorda a las necesidades del otro y si el otro no se ve reflejado en esos ojos que buscan un cauce de un modo tan salvaje teme desbordarse y se aleja. A mí también me sucede a la inversa y no me resulta demasiado difícil comprender por qué tanto ser válido se siente desvalido frente al otro sexo.
De momento puedo hacer poco más que simular calma mientras busco la calma.
1 Comments:
At 1/23/2009 02:37:00 p. m., Anónimo said…
¡¡Serás...!! lo que me jode es que encima te estarás partiendo al leerme ..
Un beso muy light,
A.
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