CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

28 marzo 2009

calma, shhhh, despacio.

Ya más tranquila, con las hormonas en otro sitio o de otra manera (mi síndrome premenstrual tiene esos efectos), paso a estado mimosa crónica y vuelvo a tener las ideas más claras que los deseos. Es cierto que soy una mujer sexualmente muy activa, muy ávida y muy despierta. Si hace más de dos años alguien me hubiera dicho que estaría más de dos años sin nada de sexo me hubiera echado a reír, rota de incredulidad y temor. No ha sido tan terrible (aunque eso también se dice después de los dolores del parto). Me da pereza luchar por amor. Me da pereza conquistar. Deseo ser deseada, conquistada y amada , sentirme a salvo. Algunas veces soy más consciente que otras de esa necesidad. Al mismo tiempo me da pereza contenerme, dar la espalda al deseo, desconfiar y descreer. La vida me pone a mano excusas perfectas para no lanzarme al vacío.
El amor con garantías no existe y no conozco un modo de amar sin riesgos, ni al ser perfecto para el que soy además perfecta.
Creo que el único modo de volver a creer sería perder la memoria del todo para despojar al otro del todo de recuerdos que no le pertenecen.
A partir de cierta edad muchas personas vienen de la vida curadas de espanto... o todavía espantadas, necesitando tomar tierra sin que les importe mucho el paisaje. Alguien cumple determinados requisitos básicos, elegidos en base a nuestros anteriores fracasos y nos decimos "este puede valer", como el que escoge con desgana un traje para una boda. Al menos, es la sensación que me ha dado a veces. Como si hubiera escuchado de lejos la vocecita que le decía al otro "esta servirá". Y por cuerdo que suene a veces, no es lo que yo quiero, ni para mí ni para el otro. No quiero conformidad por ninguna de las dos partes. Quiero la locura, la ceguera previas a la calma. Quiero la calma, pero antes es preciso enloquecer.
A veces he temido aceptar lo conveniente y esperar que el tiempo obre el milagro... me alegro de haberme mantenido fiel a mis principios. Tal vez si hubiera cedido ahora viviría una situación más estable, sin sobresaltos. Pero seguro que no hubiera sido más feliz.
Quiero disfrutarme en este estado previo a cualquier cosa. No sé qué será mañana. Ni idea. Pero me gusta saber que, al menos en cierto modo, será lo que quiera yo.