CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

13 marzo 2009

Una cosa que yo sólo sé: CAFE

Acaban de dar las nueve y media de la mañana y ya bebo mi tercer café, abrazada a Ruiz Zafón y arropada al calorcito del sol mañanero que se cuela por la ventana. Los minutos se marchan despacito por la puerta. De cuando en cuando levanto la vista para contemplar el paisaje interior, algo dantesco, o el paisaje exterior: una calleja estrecha y empinada manchada de tiempo vago, gente sin prisa y reparto de pan. Desde mi esquinita contemplo la fauna de bar de pueblo, vestida de muchachita de ciudad sin voz ni sonrisa. Un viejo a la pata coja juega frente a mí a creerse que ganará a la máquina más dinero del que se deja en ella, coleccionando tics superticiosos y sonidos desquiciantes; obrero y capataz charlan amigablemente y el hombre solo y bien vestido que tiempo atrás fue guapo hablando con el camarero, que también fue guapo un día. El obrero ilustra lo que dice con movimientos amplios de brazos y pies, bailando al son que su voz le toca mientras el capataz le escucha divertido, sonriendo con los brazos y los pies cruzados, como si necesitara ir al baño desde hace siglos.
De vez en cuando miro para adentro de mí para sentirme un poco ridícula, como un par de guantes ofrecidos a un manco. Al menos recupero la sensación de sentirme deseada; algo que había perdido y me pesaba en los años como una losa. Nunca había puesto a prueba a nadie, salvo cuando he evaluado inteligencias y personalidades o exámenes varios. La vida es la mayor prueba de todas y el tiempo es suficiente para darse cuenta de quién ha de permanecer a tu lado y quién no. Normalmente se produce de una forma natural, sin que uno le tenga que decir al otro nada; simplemente se deja pasar el tiempo y el olvido hace el resto. Pero esta vez no tuve escrúpulos, ya no tengo edad ni tiempo para tonterías adolescentes. Prueba no superada; a otra cosa mariposa.
Dos hombres jóvenes miran al viejo con lástima y curiosidad. El ser humano tiene tan desarrollada la zona del cerebro destinada a engañar como aquella otra que le condena al engaño... o al autoengaño.
El joven de culo perfecto y cara de culo se acerca al viejo burlándose de su ingenuidad. El viejo sólo tiene ojos y oídos para las ciruelas de la máquina.
El hombre de ojos vivos y labios deseables suspendió catastróficamente y me siento aliviada. Al fin comienzo a conocer antes de darme a conocer. Es un proceso muy parecido a la selección de personal.
Abrazo "La sombra del viento" una vez más apurando el café y el recuerdo amargo de las calles de Barcelona. Un borracho canta repetidas veces "no me empujes que me puedo caer"... y una parte de mí se acerca y le empuja.
La charca seca suplica "A cuantos la vida di, ruego en justicia que no me dejen morir". El viento barre el sudor de mis recuerdos molestos y me pongo la cara de "seño que no tiene vida propia", porque los niños sólo conciben a los maestros en el mundo en el que han conocido.
Vuelvo a casa con una sonrisa porque los niños se han divertido aprendiendo y por lo visto eso no les sucede todos los días. Debería estar puesto en la Constitución.
San Viernes, media tarde y cuarto café.
Preparo la próxima charla con pereza y lentura... y calentura. Mañana será otro día. Hoy no tengo demasiadas ganas de ser eficiente.