CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

19 abril 2005

Descubrirme

18/04/05

Sólo dos días, aun así una historia difícil de resumir en unas pocas palabras, no exenta del miedo a ser nosotros mismos por temor al rechazo, por temor a la burla....
La despedida me dejó triste. Soy un signo de interrogación ¿Y ahora qué?
Hablé, besé, abracé y gocé. Soñé a su lado, confié, estuve a su merced. Ya le echo de menos; sus flores siempre serán bienvenidas.
Mañana beberé de ese tazón precioso que me regaló, hoy leí los libros que me compró en la feria del domingo. Sus regalos serán como caricias. La taza, sus besos; los libros, su voz.
Si no regresa, sé que no le olvidaré de todos modos.

....................

Ya es la madrugada. Mi cuerpo está cansado, mi mente más. Ha sido un día duro en todos los sentidos posibles. De alguna manera lo sigue siendo. Confié más que nunca y estoy desconcertada conmigo misma. Hoy me he sentido movida por la inercia, pero desde hace mucho tiempo. Mis pies conocen los horarios mejor que yo y se dirigen solos a la próxima casa cuando a veces yo misma no lo tengo muy claro.

Sólo sé que si fuera un alivio la despedida, entonces, es que no fue bien. Pero la despedida, lejos de ser un alivio, me ha llenado de inquietud, me ha dejado triste y vacía. Le echo de menos, así que, puede decirse que todo fue bien.
Me temo que tengo un hiriente modo de ser a pesar de mi dulzura. Que la vida me ha enseñado a distinguir hasta qué punto darse supone perderse y no quiero que eso me ocurra. Tengo la sensación de que algo se me escapa. No sé qué es. Y tengo miedo.
Los fantasmas del pasado seguían ahí, no acabaron de irse. Aun así decidí confiar, por encima del miedo, la duda y la prudencia. Y decidí ser yo por encima de mi miedo a herir a quien quiero porque no quiero herirme a mí misma. Hace mucho tiempo que no sentía algo tan intenso, tan poderoso.... y hacía mucho tiempo que no sentía tanta paz.
A pesar de haberle contado a Gabriel tantas cosas de mí misma, seguía habiendo capítulos de mí que le sorprendían. Mis diarios son demasiado largos tal vez. Y sé que volverá a suceder. Porque he vivido intensamente, sin reflexión a veces, llevada por la inercia que esta tarde me arrastraba a casa de mis alumnos, por una necesidad básica o por la fuerza de la costumbre o por la fuerza que nos expulsa de una vez por todas de la puta costumbre.
Yo había decidido darme un tiempo y ha pasado poco tiempo. Ahora estoy confusa porque existe una mezcla de amor y miedo al margen del descubrimiento que estoy haciendo de mí misma, de esa parte de mí que tal vez ha estado siempre y que no se atreve a salir a la luz porque no conozco las consecuencias o porque no soy lo bastante valiente como para enfrentarme conmigo misma, aunque sí con el resto del mundo. Ayer era fuego y hoy soy cenizas. Apenas podía luchar contra el viento que siempre parecía ir en contra de mi camino, como si la vida misma me dijera “no vas a donde quieres ir”, como si los elementos me señalaran con el dedo.
Yo quería ir más despacio. Yo quería descubrirle más despacio pero mi cuerpo tenía sed de Gabriel y yo tenía hambre de Gabriel y mi sexo ardía por Gabriel. Y no me daba la gana de controlarme. Sabía que había poco tiempo y el tiempo jugaba con nosotros, estirándose o encogiéndose a su antojo como una goma elástica con vida propia. ¿Y ahora qué?
Todos los días paso por mi calle que ya no es mi calle y miro a mi ventana que ya no es mi puta ventana y me pregunto qué cojones pinto yo aquí, qué me retiene, qué me expulsa, cómo sabré la próxima vez que el amor se ha acabado, cuánto tiempo tardaré la próxima vez en darme cuenta de que lo que fue no es y no volverá a ser nunca más. Y hoy era la rutina aplastante, lo mismo de tiempo, con algunos instantes de belleza que me liberaban del hastío e instantes de hastío que mataban la belleza.
Tal vez no sabía lo sola que me sentía hasta que Gabriel no se ha ido y ahora reina de nuevo la angustia, esa angustia que no me permitía ir a la cama aunque estuviera rendida porque sabía mi cama vacía y sabía que iba a llegar la mañana abrazada al vacío, a lo sumo al oso de peluche que compramos para esa hija que no tuvimos. Anoche gemía de placer y ahora ahogo los gemidos del llanto mordiendo mis muñecas. Para ser honestos, no existe un motivo de peso por el que deba soportar un segundo de más mi propia existencia. Y sé que mañana el canto del pájaro volverá a engañarme, porque deseo que me engañe, porque me siento injustamente responsable de muchas felicidades y sé que Fulano, Setano y Mengano no merecen mi rendición.
Y resulta que Sergio llevará razón después de todo cuando me proponía acabar del todo con todas las cosas, sé que en un arriesgado intento por ayudarme a buscar el sentido a mi existencia. Y esta noche parece que nada es suficiente. Y resulta que Sergio llevaba razón: mi vida es un puto asco y no soy capaz de dar una sola razón coherente para no acabar con ella. Cuando pienso en ello vienen a mi mente un montón de personas que llorarían un poco.... o un poco más, pero esta noche me parecen razones vanas. Tal vez me bastaría un abrazo