CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

19 abril 2005

Despertar terrible

Teniendo en cuenta que miércoles y jueves tengo guardias de noche, puede decirse que el cambio de turno de sueño de esta noche me ha venido bien. Me acosté finalmente a las siete de la mañana y desperté a la una y media. No cantan los pájaros y me duele la cabeza como si tuviera resaca. Confieso que a las cuatro de la madrugada sentí el deseo de salir a destruirme; y ahí está la huella de Gabriel que, sin estar presente, clavó mi culo al asiento buscando otra manera de responderme. Hoy el día está nublado en todos los sentidos. Ayer leía uno de los consejos que di en una página de psicología. “Consejitos doy que pa mi no tengo”, supongo que este estado es un coletazo más de la amargura que me aplastó en enero. De siete a ocho tuve pesadillas, muchas pesadillas. Cada vez que me dormía despertaba de nuevo angustiada.
Recuerdo una de ellas. Era confusa pero sí que recuerdo algunos detalles graciosos. Es curioso cuando soñamos y nada de lo que nos ocurre nos parece extraño. Estábamos en la capea que organiza la ONG todos los años para recaudar fondos, que será por cierto el próximo domingo, yo no sabía por qué estaba allí. Me pidieron un cartón de leche, fui a sacarlo de una bolsa de papel y estaba arrugado, de ahí salió arrastrándose un insecto amarillo enorme que me asustó bastante y que luego resultó ser un pollito porque en la bolsa había varias gallinas vivas. Había dos monjas pululando por ahí y dos flamencos rosas escaparon de un granero... evidentemente esas cosas no me asustaron, pero las recuerdo. Estaba por ahí Gabriel, haciendo vida independiente, como si yo no existiera. Y también estaba Jorge a quien seguí inconscientemente como una sombra. En medio de la confusión yo me sentía terriblemente sola. No soy capaz de recordar lo que me despertó, pero sí recuerdo que tan solo la claridad del día estaba ahí para devolverme la calma.
Finalmente me despertó una llamada al móvil, no sé de quién, pues di un manotazo al móvil que lo lanzó contra el suelo partiéndolo en dos. Me duele todo el cuerpo ahora y no me siento capaz de moverme apenas. Se me alarga el resto del día como la sombra del ciprés y cada segundo es como una bofetada. Físicamente estoy dolorida y cansada y no sé si fue antes el huevo o la gallina, pero el dolor me mueve una profunda tristeza y la tristeza me impide arrancar el dolor.