CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

11 julio 2005

calabazas en oferta

Reconozco, conozco, asumo y comienzo. "Las imprudencias se pagan. Cada vez más" (Campaña de la DGT de mil novecientos nosecuantos). Por eso retomo la prudencia aunque solo sea a nivel profesional y a nivel personal, algunos límites, sólo para evitar incómodas situaciones, como la que se dio anoche después de conocer por internet a un paisano con quien solo quería compartir la alegría de encontrarte con alguien del lugar donde naciste. Pretendía ir demasiado deprisa y le di calabazas por e-mail esta mañana; no quise tomarme la molestia de responderle al teléfono esta tarde, ya le dejé claro que no quería que me llamara. Menudo elemento presumido, narcisista, egoísta y ególatra, egocéntrico y todos los egos del mundo mundial. La vanidad me ataca, me repudia; el detonante: una conversación que mantuve ayer con su supuesto cuñado desde su propia dirección de hotmail. El muy estúpido se podría haber tomado la molestia de crear una distinta dirección de hotmail, aunque solo fuera para despistar. Me asquean las mentiras gratuítas. Me lo presentó una tal Nazareth, paisana de Jaén... que ahora sé que era él mismo disfrazado de ella para que yo picara el anzuelo. Soy curiosa y piqué, pero nunca confié; su torpeza sólo probó que yo había intuído su verdadera naturaleza esquizoide desde el primer momento.
y este es el e-mail con el que di punto final a nuestro supuesto comienzo:

Hola Tony:
Parto de la base de que es posible que esté equivocada en cuanto a lo que voy a decir. Pero después de nuestra conversación esta madrugada, no puedo irme a dormir sin darte mi visión de las cosas:
Estoy casi convencida de que tú eres Nazareth y que tú eres tu cuñado y, en consecuencia, o me estabas tomando el pelo o tratabas de conquistarme con pobres artimañas, o no estás bien de la cabeza. Y, en todo caso, si estoy equivocada en mis percepciones, es una muestra más que clara de que no confío en tí, pese a haber estado relativamente a gusto durante nuestra primera conversación.
Yo primero veo y absorbo y luego exprimo el jugo de los acontecimientos, de tal modo que no pueda decirse que no he pensado las cosas. Mis decisiones pueden ser equivocadas; pensar en ellas no nos inmuniza contra el error, pero creo que es menos posible equivocarse cuando pensamos en ello.
Simpático, sí, buena compañía para un café... sin embargo vi en tí un conjunto de factores que hacen que el hecho de un encuentro real no me resulte atractivo, esto sumado al hecho de ser una mujer demasiado ocupada, que vive lejos y que no se plantea, ni por asomo, ni una relación a distancia, ni trasladarse a otro lugar por amor (esto ya lo he vivido y no me apetece volver a hacerlo), ni permitir que otra persona lo haga... y, al menos durante un tiempo más, ni permitir el inicio de una relación, porque me apetece mucho disfrutar de mi soledad y soltería. Así que ¿para qué dar pie?
Es justo que te de la opinión que me mereces, como tú hiciste conmigo, si bien no la percibí sincera, pues nunca creí en los halagos express. La vida se ha encargado de demostrarme que los halagos gratuitos están cargados de ingenuidad, poco sentido de la realidad y a menudo búsqueda de algo fácil y rápido, como el halago en sí.
Me pareciste terriblemente exhortativo: pedías una foto, luego otra, que me pusiera de pie, que te enseñara el corazón, que te diera más tiempo, que te escuchara más... yo sólo vi de ti una foto en la que se te veía media cara a duras penas... y, además, esas exhortaciones llevaban consigo una fuerte carga materialista: decían de ti cuánto te importaba el físico, pues te empeñaste en conocer mi cuerpo antes que mi corazón.
De mi corazón emitiste juicios precipitados, pero te aseguraste de que mi cuerpo fuera algo atractivo antes de iniciar una conversación.
Me pareciste muy presuntuoso al dar por hecho que me gustabas por comportarme contigo de un modo muy similar a como lo hago con otras personas que, si bien no son muchas, no me une a ellas un lazo erótico-afectivo ni mucho menos. Las concesiones que hacía eran fruto de la curiosidad, no de la atracción. Precipitas el futuro y con ello llegas a asfixiar, pues desde los primeros minutos ya tratabas de anticipar un encuentro y no sé cuántas cosas más.
Te sorprendes por cosas que a mí me parecen de lo más natural, para haber viajado tanto, demuestras tener una mente bastante cerrada para mi gusto. No es una crítica, es una simple percepción de diferencias que, para mí, son insalvables.
Es posible que echaras el lazo, al menos a través de la curiosidad. Pero creo que apretaste demasiado fuerte.
Demostraste ser egoísta al no respetar el sueño que te pedí tantas veces con tanta educación... siempre pedías más tiempo y no vi en ti el menor atisbo de que te importara que yo durmiera o no antes de ir a trabajar. Ese error fue mio, lo admito, no debía de haberte regalado ese tiempo, que es vital para hacer bien mi trabajo, pues a veces hay vidas de personas en mis manos, como esta misma noche y es una irresponsabilidad no estar bien despierta.
Te equivocas al pensar que necesito a alguien que me complete. Me gusta pensar que ya estoy completa y que si un día elijo tener pareja no será para utilizarla como relleno de mis carencias, ni ser yo el relleno de las suyas.
Me inspiran desconfianza aquellos que hablan de sí mismos en tercera persona, un síntoma de egocentrismo extremo digno de Aída Nizar en sus peores tiempos. Tú lo haces muy a menudo, para hablar bien de ti... las personas que merecen realmente la pena no necesitan venderse.
Dar por hecho que me gustas, en lugar de limitarte a pensar que estoy a gusto en ese momento es dar por hecho demasiadas cosas y presumir en exceso de conocer el corazón humano y su mente. Yo soy psicóloga y no me atrevo a precipitar mis juicios acerca de las personas del modo en que tú lo haces. Es demasiado presuntuoso, arriesgado y equivocado. Con unos pocos he hablado con el agrado que te hablé a ti. Pero unos pocos en un tiempo relativamente corto y unos pocos que a ti tal vez te parecerían demasiados. No eres un ente privilegiado. Has dado con una mente abierta, eso es todo.
Sea cierto o no, jugar con eventos pasados que te califiquen de héroe para ganar mi confianza no me resulta válido: no me importa el físico, no me llama el dinero, no ando buscando héroes. Lo que una desconocida, que tal vez eres tú mismo, me diga a través de un chat acerca de ti, no me resulta una información veraz; no deja de ser una información sesgada ¿qué va a decir de ti una amiga que ejerce de casamentera y que quiere buscarte el amor a toda costa y como sea? ¿Qué vas a decir de ti mismo tú mismo, que has demostrado tener la estima bastante alta? ¿o era todo fachada?
Al contrario de lo que haya podido parecerte, ni de lejos has atisbado mi corazón... así que mucho menos comenzaste a llegar a él. Presionas mucho, muchísimo, y no puedo con eso.
Me dijiste tres cosas que tal vez te parecieron originales: 1) que yo te gustaba 2) que nunca cambiara, que era una estupenda persona 3) que esperabas que algún día confiara en ti... fijate que eso mismo ya me lo dijo alguien hace poco y la calentura no le duró más de dos semanas. Lógicamente, no creo en esas afirmaciones, puedo creer que tú te las crees, pero no son ciertas.
En resumen, me caíste bien, pero creo que no estoy preparada en absoluto para asomarme al corazón de nadie y menos que nadie se asome al mío. He decidido alejarme y prefiero que no me llames y no me envíes nada. Todo lo que huele a relación me produce rechazo, aunque sea de lejos. Prefiero que no haya personas nuevas en mi vida, sean el tipo de relación que sean, salvo las laborales, que esas no hacen daño. Siento que no te va a gustar esto que te digo, pero es como lo pienso y lo siento y cuanto antes lo suelte mejor. Sigo en duelo y así lo elijo y prefiero para salvar mi corazón y porque no quiero sacar un clavo con otro clavo, no me parece justo para nadie ni una solución para nada.
Un abrazo, fue curioso y surrealista conocerte.
Inma

3 Comments:

Publicar un comentario

<< Home