CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

14 julio 2005

El tercer hombre

Es cierto que Gabriel no se portó bien: atacó igualito que una fiera herida. êro también yo me salí de madre, igualito que una fiera herida. Por eso, cuando le vi ayer le abrí privado y le pedí disculpas; nunca me ha importado ser la primera en pedir disculpas aunque no haya sido la primera en ofender. Él también me pidió perdón y, aclarados los términos ¿por qué enterrar nada?
Yo quería enamorarme de Gabriel: a su lado me sentía segura, tranquila, bien... Es un hombre atractivo, tranquilo, amable, inteligente, curioso, escribe bien... pero el amor no es una oposición donde gana el que más puntos tiene. No sentí lo que yo llamo "la chispa"; desde que se marchó supe que no sería con él con quien compartiría el resto de mi vida, ni tan siquiera una parte de ella.
Queda una amistad bonita, al menos, por mi parte, y el recuerdo de una historia breve, bella e intensa.
Es cierto que José Manuel no se portó bien: se rindió demasiado pronto; me puso el caramelo en la boca para luego quitármelo y a menudo fue cruel y negligente en sus caprichos, sin medir el daño. Puedo comprender que fui un espejismo: que me creyó la mujer de su vida por momentos y luego hizo uso del derecho que todos los seres humanos tenemos de echarnos atrás. Me pidió perdón y yo le perdoné sin ningún esfuerzo. Ahora está enamorado de una mujer estupenda con la que parece haber encontrado la paz.
Yo quería enamorarme de José Manuel e incluso creí estarlo: le escribí docenas de versos, le echaba de menos constantemente, pensaba en él todo el tiempo y deseaba hacerle el hombre más feliz del mundo. Pero no hubo tiempo para madurar y el fruto cayó estando verde.
Queda una amistad sólida y reforzada por todos los secretos revelados y por la intensidad de lo que sentimos y el recuerdo de una locura quasiadolescente repleta de versos de Sabina.
Ya sólo queda el tercer hombre: Juanjo. No se puede deicr que Juanjo no se haya portado bien. Ha sido y es el amigo/amante en la distancia que se ha mantenido al margen de mi vida y yo al margen de la suya. No hubo promesas pero cumple con su palabra. Sabemos lo que queremos, lo que buscamos y lo que esperar del otro y ambos contamos los días para el reencuentro iluisionados por esa aventura que hace tres meses se nos quedó corta.
Yo no quiero enamorarme de Juanjo y no quiero que Juanjo se enamore de mí. Es el mejor amante que he conocido jamás, conectamos, tenemos complicidad, respetamos nuestro espacio y nos sentimos bien juntos. Con él puedo permitirme sentir la famosa "chispa" a sabiendas de que el bosque es pequeño y como mucho se quemarán cuatro pinos. Sería el hombre ideal si estuviera cerca, pero vive lejos y no me planteo la posibilidad de irme a vivir al paraíso porque es demasiado arriesgado: mucha carne pa tan poco plato.
Quedaría una amistad en la distancia y el recuerdo de un amor tierno, salvaje y perecedero. Pero Juanjo sigue siendo una promesa y, como vaticiné tiempo atrás: al final queda el que está más lejos, tal vez porque lo imposible da menos miedo.