CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

13 agosto 2005

A veces las noches son largas y extrañas

No soy religiosa. Llevo mucho tiempo alejada de misas, rosarios y rezos. Sin embargo, de cuando en cuando, siento la necesidad de alabar o rogar a Dios. Ayer, al regresar de mis clases, creo que del puro agotamiento físico y emocional, sentada frente a esta misma pantalla, me derrumbé y lloré, amargamente y durante muchos minutos. La noche anterior salí sola a buscar las estrellas y no las encontré, paseé entre gente que se abrazaba, se divertía y bailaba en las fiestas. Paseé a solas por calles oscuras y solitarias. Y regresé a casa muerta de soledad y de frío.
Así que ayer recé. Me sentí tan débil, tan poca cosa, tan pequeñita... y pedí una razón para seguir viva, pedí una señal.
De madrugada tuve mucho mono de tabaco; era la una y media, las perseides eran a las dos, así que entré en el bar y me pedí una cerveza. Luego la música y la gente bailando me hicieron sentir animada y me pedí una segunda cerveza. El discman me dio charla, le analicé la firma, nos contamos cosas y bailamos un poco. Y me pedí una tercera cerveza. Llegó un grupo de chicas, amigas del discman y me presenté, charlamos. El discman recibió una llamada: un amigo suyo había agredido a su novia en las fiestas. Él estaba detenido y la chica, de 19 años, estaba siendo atendida por una unidad móvil del samur. Jose Antonio (el discman) me pidió que le acompañara, fuimos a la feria y allí estaba el ambulancia aún, luego a urgencias, luego al cuartel de la Guardia Civil, luego salió la chica, muy afectada, llorando... vinimos a casa, le serví un té, hablamos un rato y fuimos a urgencias del hospital para buscar un parte de lesiones, llegaron sus padres, luego fuimos de nuevo al cuartel, esperamos a la abogada de oficio y finalmente nos despedimos de todos y llegué a casa a las nueve de la mañana.
Se me despertaron muchos recuerdos.
En la sala de espera del hospital Jose Antonio y yo hablamos de mil cosas. Él me contó su triste historia, yo no le conté la mía. También hubo risas, con un amigo de ellos que nos acompañaba... en cierto modo, hubo belleza en todo eso: les ví tan preocupados por sus amigos, tan entregados... me gusta ver a la gente que se quiere, cómo se levantan unos a otros. Es hermoso.
Eso fue todo. No sé si llamarán o no, pero sí sé que la próxima vez que me acerque al bar no estaré del todo sola, pues hoy conocí a mucha gente allí.

3 Comments:

Publicar un comentario

<< Home