CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

14 noviembre 2005

Una carta de desamor

Amanecí cabalgando entre la pena de perderte y la dicha de haberte conocido; con el pecho encendido de tus lejanas caricias y los labios temblando sobre las palabras que no pude decir.
Querido Julio:
Mastico todas y cada una de tus palabras. Algunas las saboreo y gozo en la garganta del alma y otras me amargan el paladar contenido de la furia que me provocas. ¿A qué viniste a mi vida sino a descolocar cimientos? Te despediste dando órdenes, con esa ilusión de poder tan estúpida y característica de tu género y orígenes. "Te dejo el camino libre", me decías, como si alguna vez hubieras tenido el derecho y la capacidad para ponerte en el medio y hubiera de agradecer mi libertad de acción y pensamiento a tus caprichos. ¿Por qué habría de cambiar mis planes por un hombre que no me aguanta diez días de seguido? ....
No tuviste tiempo de aportarle a mi vida más que un vibrador con pilas nuevas. Te crees mejor amante que ninguno porque eres ardiente y atengo y en el sexo no te rindes hasta que no me cansas. No sabes cuántas cartas de amor tiré a la basura por no acumular trastos, cuántos hombres madrugaron, trasnocharon por estar un rato más conmigo y hasta empalmaron la noche con el día. Tal vez ni te imaginas que no eres nada original y que aún podría estarme sentada esperando que cumplieras la promesa de hacerme esas cosas que nadie me hizo jamás.Lo único que te hubiera hecho diferente sería haberte molestado en comprenderme y ofrecerme el todo por el todo y decir "voy contigo a donde vayas" en lugar de "ven conmigo a donde vaya yo".
Y en medio de la rabia, el desconcierto de tus palabras cargadas de resentimiento machito y del sentirte dolido porque yo no cambié de opinión se me enciende la luz en las entrañas al recordar tu cuerpo balanceándose contra el mío y tu mano bajando mi mano hasta tu sexoy tu boca buscándome los labios y tu voz susurrando en mis oídos palabras que, por hermosas, las mujeres somos dadas a creernos, sin más base que la pava sonrisa adolescente que nos florece como una imprudente violeta en medio de la nieve.
No encontré el modo de decirte que mi vientre albergaba un hijo nuestro ni el momento oportuno y en medio de la soledad de tenerte adentro mío el dolor me sangró cintura abajo y te perdí del todo y para siempre sin poder contenerte y lloré por el ser que no fue nunca y tú no estabas a mi lado para consolarme.
Tú que tanto has viajado y que tanto has vivido y que tanto presumes de experiencias vividas tendrás el cerebro apretado a cal y canto hasta después de que el tiempo fosilice tu parietal, rendido de tratar de transformarlo en cenizas. Porque vives anclado en el "mía y de nadie más" y te encelas de quien llegó antes que tú aunque a tí haya llegado a amarte sin reservas y me hayas conocido como nadie. Piensas que te mentí porque no dije lo que querías eescuchar.
Y es que no existe una ley universal que nos rige en torno a sentir, ni yo estoy dispuesta a doblegarme a esa ley que no hay escrita sino en la mente cerrada de los necios.
Nunca te oculté nada, si bien no creí necesario recordarte a cada instante que no eras el único y que el otro iba a tener su tiempo sin que tú pudieras evitarlo. Y él ha estado ahí cuando tú te marchaste, dolido de mi soledad y mis miedos; saca tus conclusiones.
Sé que te echaré de menos de vez en cuando hasta que tu recuerdo se me borre de la frente y me cueste recordar tu nombre incluso en los meses de verano. Aprovecha tu vida y tus viajes, tu larga experiencia y tu capacidad de supervivencia para romperle el candado a tus cadenas mentales y tal vez entonces un hombre como tú sea capaz de estarse más de diez días seguidos con una mujer como yo. Enamorarme es trabajo de años y requiere una madurez emocional que tú ni de lejos; he visto monos de feria más coherentes que tú.
Y ahora soy yo la que te dice que ni por asomo te cruces en mi vida, ni se te ocurra siquiera hablarme si un accidente nos encuentra las caras. Encuentra tu mujer perfecta. Suerte en la vida. Te deseo sabiduría, amor y paz para ser entero y merecedor de cuanto anhelas. Gracias por todo lo que me has dado.
Un beso helado y la última caricia tierna que te guardaba.

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