CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

26 diciembre 2005

Comer rabos de pasa o acariciar un felino?

Mis olvidos y despiestes son cada vez más frecuentes hasta el punto en el que comienzo a sentirme insegura en el trabajo. Que cada día sea diferente e incluso cambien los horarios de sueño, no facilita nada las cosas, hasta el punto en el que algunas veces incluso olvido comer y, por ridículo que parezca, tengo que apuntarlo en la agenda o puede suceder que me sienta desfallecer en el autobús después de un cuarto café en ayunas...a las ocho de la tarde. Incluso apuntado en la agenda y sabiendo el día que es (que no siempre lo sé) paso por alto citas apuntadas como si fueran invisibles. Siempre olvido algo cuando voy al trabajo y tengo que improvisar alguna que otra clase cuando no voy cargada de material necesario para las clases del día siguiente. El otro día me bloqueé en el trabajo y respondí "Telefónica" porque por un instante olvidé el nombre de la entidad en la que trabajo desde hace ya tres años. Equivoco el nombre de las personas, incluso si esa persona es un hombre con el que he dormido varios días seguidos (curiosamente, no me cuesta recordar su teléfono). Tengo que preguntar al camarero si he pagado el café que acabo de pagar y tengo problemas para recordar mi propia dirección si me la preguntan del pronto. He olvidado mi cartera sobre la mesa de una cafetería, varias veces en la misma semana. Tengo la impresión de que los trenes que pierdo salen en punto y los que tomo salen con retraso. Mi mente se ocupa gran parte del tiempo con el temor a olvidar cosas importantes y doy por supuesto que olvidaré cualquier cosa que no apunte. Hasta hoy no me ha pasado faltar al trabajo, pero sí presentarme cuando no tenía que hacerlo (menudo cachondeo general)
Me gustaría poder vivir más despreocupada de las pequeñas cosas y hacerlas de modo natural, sin tener que darme autoinstrucciones o acabaré de mierda hasta el cuello por olvidarme de cagar.
Lo que no olvido, sin embargo, son sensaciones, impresiones y olores. Como la suavidad del cuello del último chico que acaricié (hace demasiado tiempo para mi gusto), la húmeda calidez de sus labios sobre los míos o el tacto de su espalda bajo la yema de mis dedos.
Hace unos días me diagnosticaron "agotamiento físico y emocional"... suena muy pijo eso. El tratamiento recomendado: un gato, decorar mi casa y dedicarme tiempo... Primero decoro la casa para dejar las figuras rompibles lejos del alcance del gato y luego me dedico tiempo para buscar un gato. No se me hubiera ocurrido jamás. Resulta que los gatos son animales que relajan, al tiempo que hacen compañía y no exigen demasiadas responsabilidades. Y resulta que si tengo un gato que me haga cariñitos al llegar a casa, algo de lo que ocuparme, a lo que mimar y que además me enseñe a relajarme... se me van a quitar los problemas de memoria, derivados de la ansiedad, derivada del agotamiento. Conclusión: los gatos son buenos para la memoria

1 Comments:

  • At 12/26/2005 02:38:00 p. m., Blogger koffee said…

    No es por desanimarte pues muchos años nos separan, pero tengo dos gatas y... sigo igual. Ufff.... memoria, falta de vocabulario, "lo tengo en la punta de la lengua" cómo expresar un sentimiento, falta de concentración...
    Me revuelvo contra mí misma ante todo éso y le llaman estrés... digo yo si será exceso de sensibilidad?

     

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