CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

29 diciembre 2005

¿Quién pagará los platos rotos?

2.42 de la madrugada. Tengo un baño de espuma preparado para tratar de relajarme. No es lo más solidario para la provincia dada la escasez de agua, pero, al menos para mí, un recurso más aceptable que el prozac. Son noches largas de insomnio, de recuerdos incómodos, de llantos largos que vienen sin un por qué claro , de planes pospuestos, de lluvias ácidas adentro de la piel como venenos lentos. Las semi-vacaciones me vienen mal y agradezco no haber tomado vacaciones en los dos trabajos al mismo tiempo. Me incomoda el sueño que llega una hora antes de que suene el despertador, o a lo largo del día en momentos y lugares donde tumbarse no es posible, o no procede.
Aun fuera del trabajo me sigue ocurriendo encontrar desconocidos para quienes soy su única opción. El azar me cruza con ellos, casi siempre como consecuencia de una estupidez mía y de repente cobra sentido que yo esté presente en un lugar y a una hora concretos.
Hoy pasé por una agencia de viajes para pedir presupuestos para vuelos (al final pospongo mi viaje para el veintitantos de enero) y luego decidí pasar por el super que había cerca para comprar leche, pues casi era la hora de cerrar. Como hoy no había comido, tenía hambre; el hambre hace que compres más de lo debido (científicamente probado por nosequé universidad según leí en nosequé revista) y me cargué más de lo que puedo soportar más de veinte pasos seguidos. Así que me detuve en el camino varias veces y ya relativamente cerca de casa pasé por la cervecería por si veía a un chico que una vez me regaló un pendiente que nunca me pongo, por eso de que a mí me gusta ponerme dos pendientes iguales y como me lo reprocha pues quedamos en que se lo devolvería, así que pensé "si veo a este tío le digo que me acompañe a casa con las bolsas y le devuelvo su pendiente". No le ví, pero sí a un amigo que estaba con esta chica. Al cabo de un rato de chistes y bromas la chica me confesó su situación: se divorció de su marido por un tipo que la controla en todo, no tiene a quién acudir y se siente como si no hubiera salida, ya que la soledad le da más miedo que ninguna otra cosa; vive en dependencia económico-emocional con un hombre al que no ama. Le ofrecí mi hombro, mi apoyo y mi casa. Luego mi amigo me dijo que muy posiblemente esta chica me necesitará en Nochevieja, que le extrañó mi ofrecimiento y él sólo pudo responder: "ella es así". También después de esto mi amigo me prometió guardarme el lunes para mí sola para que yo pudiera desfogar cuanto quisiera y, si era necesario, comprar una vajilla en los chinos para romperla enterita contra el suelo. Como psicóloga creo que la ira engendra más ira y que romper platos no arregla nada, pero como persona humana y cabreada conmigo y con el mundo quiero romper platos. Que yo recuerde, en mi vida he roto muy pocos (vasos sí, mogollón, he sido camarera, pero eso no vale). Me gusta la idea. El lunes toca romper platos.