CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

26 diciembre 2005

Volar

La flaca regresó sola a casa cuando aún no amanecía dibujando eses de un lado a otro de las calles estrechas, conteniendo gemidos y lágrimas, sostenida por un milagro, voló sobre la escarcha sabiendo que ya no le daban lo mismo los brazos de cualquiera.

El Jueves tomé un par de cervezas con unos conocidos. Me agobié en el bar, repleto de gente que cantaba villancicos a voces, frente a un conocido que se autodenomina mi amigo y que tiene una conversación similar a esto "... y yo le dije parriba, pabajo ¿qué necesitas? ehhh, esto lo otro, no se hable más, pum, ¿algo más? esto, lo otro ¿pa que estan los amigos? pues eso, porque si no ¿pa que?".... durante más de veinte minutos. Necesitaba salir de ahí. Puesto que no me resultó reparador, decidí seguir en la calle, pues no me apetecía nada volver a casa y continué mi ronda por una cafetería, un garito tranquilo y, finalmente, la charca del Rana. Me sentía segura pues me habían hablado muy bien del camarero y no sospeché que pudiera pasarme nada malo mientras estuviera allí. Conocí a una pareja muy divertida y ellos me presentaron a otras personas. Sólo tenía dinero para una cerveza pero allí me renovaban la botella cada cierto tiempo y además brindamos con chupitos de una botella que tenía pinta de ser cara. Perdí la cuenta, tanto de las cervezas como de los chupitos y tampoco fui muy consciente de que la gente se iba marchando del bar. Al final quedábamos el barman, un chaval de 22 años y yo. Entré en fase de charlar sin parar sobre la locura del mundo, la injusticia en general y mis derechos personales como ser humano; luego hubo chistes, risas... no recuerdo. El chaval y el barman se sentaron a ambos lados; yo de milagro me tenía en pie. Me propusieron un trío. No cedí. Ellos argumentaban "sólo queremos que pases un buen rato", "esto va a quedar entre nosotros" y cosas así. Empezaron a meterme mano y yo trataba de zafarme de ellos, más o menos con éxito. Finalmente me erguí como si no hubiera bebido en toda la noche y le dije al barman "dame mi abrigo que me voy". Siguió insistiendo pero me dio mi abrigo y abrió la puerta. Al salir el chico dijo que me llevaban a casa en coche, me pidió perdón y volvió a decir que sólo querían hacerme pasar un buen rato. Lloré amargamente y entonces ellos volvieron a intentarlo. Ya no accedí a que me llevaran a casa en coche. Era casi de día y regresé sola, sintiendo cada vez más el peso del alcohol en mi cabeza pero cada vez más también, el alivio de estar cada vez más lejos de aquel lugar y segura al llegar al centro de la ciudad, llena de gente que iba hacia su trabajo. Llegué a casa. Lloré, vomité y dormí. La resaca me duró hasta la noche siguiente. Fue como el broche de oro a mi ritmo de los últimos meses.
Antes de que acabe este año quiero volar.

5 Comments:

  • At 12/26/2005 02:33:00 p. m., Blogger koffee said…

    No son buenas las fiestas, siempre lo digo. Para nadie. Ni para quienes están solos no para quienes así se sienten. En cuanto a volar, sería maravilloso hacerlo cual Victoria de Samotracia, con alas y sin cabeza, pero siempre con los pies en el suelo. Imposible, más que difícil, pero es mi objetivo.

     
  • At 12/26/2005 09:25:00 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Tienes una dignidad, Inma y celebro que sepas mantenerla.
    Besos.

     
  • At 12/27/2005 09:46:00 a. m., Anonymous Anónimo said…

    ?a cual lugar del Caribe quieres volar?

     
  • At 12/28/2005 12:53:00 a. m., Blogger gallardo said…

    Dignidad y cojones!!!
    Salud

     
  • At 1/05/2006 04:07:00 p. m., Anonymous Anónimo said…

    Dignidad, si, pero cojones no...

    Y considero que no hubo cojones por la sencilla razón de que se trata de una acto temerario -desde su gestación y en su desarrollo- y de una conclusión del mismo basada en una huida a la desesperada -de alto riesgo y no planificada- en el peor momento para llevarla a cabo.

    Se trata de un episodio fruto de inconsciencia en un contexto y con unos protagonistas secundarios, sobre los debía ser bastante previsible que se generara una situación como la acontecida.

    Por tanto temeridad.

    Como para tomar nota, vaya... y desear que, de repetirse algo similar, se corra como mínimo la misma suerte...

    Saludos.

     

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