CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

03 abril 2006

La vida es un regalo y un montón de preguntas

Atrapada en un "todavía no" que se eterniza incansablemente, lleno mi maleta de ropa sucia y camino hacia la estación atravesando la ciudad casi dormida; en un día de luz sin sol, como yo por dentro, dejo que mi mente proyecte todos los flshback de mi infancia y adolescencia, como siempre que voy a ver a mis padres. Anoche dormí en la habitación de invitados de la que fue mi casa porque hablé con Jorge y lloré por los cuatro costados de mis ojos, igual que en los dibujos animados japoneses, mientras jugaba acariciando mis venas con una cuchilla de afeitar que baila sobre la desordenada mesa del salón desde hace meses. Jorge, que me informó de una curiosa estadística que afirma que la mayoría de los suicidas tenían planes para mañana derribó mi argumento de que no acabaría hoy con mis insanos minutos porque tenía asuntos por resolver, fue a por mí y dormí en el cuarto de la magia, ese que decoré tan bonito, adyacente a la habitación donde luego dormiría con ella.
Hace ya tiempo que me había prometido no hacer el amor con nadie mientras Jorge me rondara la cabeza, pero eso sería como calzarme los hábitos y hacerme célibe.
Quise disfrazar mi preocupación por Josías de obligación legarl y conciencia social, pero lo cierto es que Josías me importa y eso me jode. Me jode terriblemente porque tengo ahora su olor metido en el fondo de la nariz, su humedad entre las piernas y el frescor de su boca invadiendo la mía sin piedad y su abrazo me inunda y me llena y no tardará en dejarme vacía porque hoy, al despedirnos entre los besos tiernos y lentos que siguen al polvo rápido y desesperado lo menos que puedo hacer es preguntarme cuántos días tardará en zafarse de mí.
si supiera el motivo por el que los que dicen haber encontrado en mí lo que buscaban, los que me elevan por encima de lo que mi imagen de "yo" está dispuesta a creer, desaparecen sin dar explicaciones de un día para otro y deciden no penetrarme nunca más a pesar de decir de mí lo gran amante que soy y lo que les fascina mi pecho y mi cintura... si supiera por qué se alejan los otros podría saber si esta vez será diferente. Pero ya que ser optimista vale tanto la pena como ser cobarde, no tengo motivos para creer que esta vez será diferente.
Porque siempre es igual, Josías es hermoso y fugaz como un meteorito. Al final cae dejando un gran hoyo en la tierra de mi vientre convertido en un pedrusco ridículo. EStoy preparada para el nuevo dolor, para gozar y perderme o seguir perdida, pero gozar, pero perder... pero gozar.
Y la vida sigue siendo un asco y la sociedad sigue estando podrida pero la vida sigue siendo un regalo, más o menos cutre, más o menos útil, pero un regalo a fin de cuentas. Y a mí me esnseñaron que nunca hay que despreciar un regalo. Y lo cierto es que los besos y los abrazos, las zalamerías y los arrebatos pasionales, la hacen más vivible.
En mi frialdad aprendida callé cuando Josías me dijo que pensaría largo tiempo en nuestro arrebato animal. Pero lo cierto es que yo sé que también pensaré en ello, aparte de mi orgullo herido porque no me gusta ser la número doscientos y pico y sé que no soy la última y que vendrá otra a gozar a un Josías más pleno y completo que el que yo conocí. Pasaré por su vida como paso por la vida de toda la gente que jura permanecer siempre en la mía y no olvidarme jamás. Pero esta vez no me angustia la idea.
Y me hace gracia y me río ahora a solas frente al andén asolado de tarde porque estoy tan segura de que Josías pasará como lo estaba de que no pasaría y sin embargo pasó.
No razono bien y mi instinto está ahí, siempre, al acecho, ordenándome que pierda este tren y regrese a su lado a agotarme de besos y a impedirle beber.
¿Qué valen las promesas de un loco? No más que las promesas de dos locos.
Así que me subo al tren, sin hacer caso a las voces infames que suplican una noche a su lado.
Se me quedó breve la boca de Josías y estoy loca por llegar a casa y darme una ducha y quedarme a solas con mi sexo y el recuerdo de su boca hundida en él desbocando mis caderas.
¿Volveré a los despertares de madrugada excitada, a punto de reventar? ¿A las duchas a presión tumbada en la bañera con las piernas abiertas y los ojos en blanco? ¿A su huída espantada en cuanto se de cuenta de que para mí nunca es suficiente?