CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

06 junio 2006

Girar la cara

Es un milagro que Clara siga viva. La volví a ver en el tren de regreso a casa, todavía más flaca, todavía más sucia, aún más ausente. Pedía como si los demás le debieran algo. Cada una des sus vértebras luchaba por salirse de aquella espalda sobre la que pesaba demasiada negligencia. Ella sabía que nadie le daría nada y nadie le dio nada. Dolía verla: dolía su hilo de voz, su mirada inundada de muerte, su caminar doliente por el vagón que apestaba a humanidad podrida. Todos sabemos lo que será de ella; la desesperación era suya; la desesperanza era nuestra.
¿Llega un momento en el que dejamos de importar a todo el mundo? Yo, que tanto caminé de puntillas al borde del abismo sin contemplar las posibles muertes, no puedo evitar preguntarme cuán cerca estuve del traspiés definitivo, ese que, como un engranaje mágico y siniestro, hace girar de un golpe todas las cabezas hacia donde tú no estás. Y quién sabe hasta qué punto es cuestión de suerte porque... un artista famoso giró la cabeza mientras dormía, se golpeó contra el pico de la mesilla de noche y murió y no hace mucho un jovén cayó de pie desde un sexto piso y no tiene ni moratones.
A lo mejor ese cruel y simplista "tú te lo has buscado" resulta ser mucho más complejo de lo que creemos y a lo mejor solo somos dueños de nuestro destino en cierto modo y en cierto momento; cuando el destino se duerme o se sienta a ver lo que hacemos por nuestra cuenta.
Lo triste no es que clara se muera; la gente muere cada día, es normal. Lo triste es saberla ciega, sorda, muda y muerta ahora, antes de que su posición deje de ser vertical para siempre (a no ser que dado el índice de saturación de los cementerios nos empiecen a enterrar de pie). Lo triste es que todos giremos el cuello y que un día se marche sin que nadie conozca su por qué, su historia, su nombre (recuerdo que inventé este nombre por llamarla de alguna manera y que no se me ocurrió preguntárselo).
Yo creo que no estamos libres de ese final. Que con nuestros actos podemos aumentar o disminuir la posibilidad de que eso suceda pero siempre quedan grietas para la locura, la soledad y el abandono y que, aunque sólo fuera por eso, sería mejor no girar la cabeza.

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