CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

16 noviembre 2006

De vuelta a donde los pájaros no cantan... o no se les oye

Echaré de menos la luz que al atardecer convertía mi salón en un lugar casi mágico, como salido de un cuento; contemplar la luna llena desde mi cama cuando el día ya ha despertado y sigue reinando entre cúmulos grises, como montañas inmensas; al gato callejero que maullaba en torno a la media noche bajo mi balcón hasta que le echaba un trozo de carne y se iba con él sin darme las gracias; el canto de los pájaros que me abría la sonrisa al despertar; el balcón donde me sentaba a repasar el día, a ver las estrellas o simplemente a oler la lluvia caer; a los niños moros saltando gozosos sobre los charcos sin miedo al resfrío; el balcón en el muro, el olor a madera quemada, los diez minutos de media que tardaba en ir a cualquier parte...
Regreso a la capital; mi hermano cerca, el trabajo cerca, el ruido demasiado cerca... por seguridad y por espíritu práctico, harta de la insistencia de la familia, de la gente de pueblo, de estar lejos de algunos amigos...
Me voy sin quererlo; porque quiero; con la incertidumbre asesina de todos los cambios y a sabiendas de que cada lugar tiene su momento. Poco a poco vacío un lugar y ocupo otro, lo ordeno, lo pongo bonito. La antigua casa a fin de cuentas nunca estuvo ordenada del todo y la felicidad, después de todo, está donde se la lleva. No podría decir que he sido feliz en Pinto. He derramado más lágrimas que risas, ha habido más tragos amargos que dulces, me he sentido morir y me alejo de la cama en la que fui violada, de la bañera en la que ví deshacerse a mi hijo, del sofá donde me senté a llorar derrotada tantas veces. y decoro mi hogar, mi nuevo hogar, con la ilusión de quien pone una minibañera en la bañera y una cuna en su cuarto y unas cajas con ositos en su armario con ropa diminuta y delicada dentro.
Hace varias semanas que no duermo sola. No es el amor que llega y arrasa con todo; no hay temor a la traición o al olvido. Es un amor tranquilo que sabe estar ahí y esperar lo necesario, que me gana día a día acurrucándome en sus brazos o haciéndose a un lado cuando le busco la soledad a los minutos. No le importa el pasado y tiembla de emoción cuando el Feti se pone bruto; está pendiente de que no me falte la leche con calcio, la crema antiestrías o mi dosis de hierro; me abraza tiernamente cuando los ardores me hacen saltar las lágrimas y me arropa bien cuando me desabrigo en la noche. No sé si este amor durará o está destinado a una muerte rápida, como todos los que llegaron después de Jorge. Lo único que sé es que me da mucha paz y que si el amor se ganara con actos bien se está ganando el mío.