CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

05 agosto 2008

Bichos

Vuelven las noches de insomnio. En parte debido al calor tan insoportable. A veces el niño tarda en dormirse y cuando lo hace ya estoy desvelada. Hoy me he picado, una vez más, trabajando. Me decía a mí misma: "Evalúo un test más y me voy a dormir", pero al terminar ese test comenzaba otro, me entusiasmaba la rapidez con la que iba corrigiendo, cómo se me iban ocurriendo nuevas ideas para el informe, cómo iba apuntando en un papel las fórmulas que debería buscar luego o los ítems que debía aclarar con mi cliente, cómo me autocontagiaba de entusiasmo e iba eliminando el agobio de las primeras horas, cuando no sabía cómo ni por dónde agarrar tantos datos sueltos. Sólo el intenso dolor de espalda me ha llevado hasta el colchón. El calor nos obliga, una noche más, a dormir en el salón, el lugar más fresco de la casa. Pero es que esta noche he descubierto un par de hormiguitas rojas sobre la sábana. Venía cansada del trabajo y no había cenado y tampoco comido, porque a medio día a Ángel le dio por ponerse rígido y le llevamos a urgencias (el diagnóstico: tiene mucho genio y el síntoma sólo es consecuencia de una de sus rabietas). Así que despojé el colchón del salón (que está donde debería haber un sofá según las costumbres) de todas las sábanas, colchas y fundas, lo desplacé, barrí, fregué, puse sábanas limpias, cambié el insecticida de sitio, estuve un rato buscando el hormiguero y dejé el salón como los chorros del oro, vamos, como lo había dejado por la mañana. Al acostarme soñaba que las hormigas olían mi menstruación y me devoraban viva, me picaba todo y buscaba hormiguitas en la penumbra del salón, como si mi miopía me permitiera verlas así, a oscuras y sin gafas.
Y es que esta casa, para ser tan cara, tiene unas cuantas taras y una de ellas es una gran cantidad de pequeños huecos de donde salen bichitos como arañas, hormigas y tijeretas. Llevo varias semanas tratando de eliminarlos y me río de mí misma por ese sueño absurdo de vivir en una casa de campo.
Tengo la manía de molestarme mucho por pequeñas cosas, pero de todas las pequeñas cosas que me molestan demasiado los insectos son la peor. A pesar de que sólo he visto dos hormigas y no he visto ninguna más al final acabaré durmiendo en el dormitorio. Soy lo peor.