CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

02 julio 2009

Saca los cuernos al sol

No consigo recordar desde cuándo se convirtió en hábito. Un día por prisa, otro por pereza, otro por inquietud... poco a poco se hizo cada vez más frecuente y ahora me sucede siempre eso de comer de pie cuando como sola. Ya desde mis primeros días sin Jorge, cuando vivía en la pensión, solía comer de pie dando paseos por la estancia con el plato en la mano, o iba y venía recorriendo desordenadamente los rincones como una mosca cojonera. En la pensión, con derecho a cocina, cada huésped contaba con un color _verde, rojo, azul, amarillo_ para sus toallas, su paño de cocina y hasta para su silla en la cocina, una pequeña silla junto a una barra en la pared, con su pegatina de color. Sentada de cara a la pared me sentía como castigada y comía deprisa y sin hambre... y descubrí la opción de comer de pie, restando importancia así al hecho de comer sola, sin comentarios sobre la jornada, sin planes para las vacaciones y sin miradas.
Esta noche también cené de pie, casi a media noche, en silencio y pensando en el chasco que me llevé cuando mi hermano me llamó para tomar con él cerveza y caracoles y luego mis padres le convencieron para que viniera a mi casa. Sólo he tomado caracoles cuatro veces a lo largo del verano, sola o con personas a las que los caracoles le dan asco. Y no es lo mismo, para nada, disfrutarlos con alguien que los aprecia y se pringa las manos contigo dejando incluso que a veces el silencio invada el momento entre el choque de la cuchara contra el cristal del vaso, las conchas acumulándose en el platito o los sorbetones. No es lo mismo. Espero que Miglo llegue a tiempo para disfrutarlos, antes de que un buen día desaparezca de la puerta del Frankfurt (el mejor sitio del mundo para tomar caracoles) el cartel de "hay caracoles", o que los pidas y el camarero diga "ya no hay".... así, como una puñalada, sin miramientos y sin sentir ninguno, como el que cuenta que ya no hay pan. Los camareros no tienen corazón.
No sé si tendrá que ver con su babosidad, con las corazas o con los cuernos, o con el hecho de que sorbes lo comestible y tiras el resto... pero siempre que comemos caracoles Miglo y yo hablamos de hombres. El tema sale solo, de una manera natural, sin premeditación ni alevosía. No hablamos de los hombres que queremos no. Hablamos de otros... de los que dan un poco de asco. Aunque claro, el año pasado ni Miglo ni yo estábamos enamoradas. Y yo me he vuelto ... ¿cómo decirlo? más condescendiente, comprensiva y ¿humana?.... ¡nooooo! Además recuerdo que también hablábamos de mujeres que daban asco (aunque eso era como más propio del café).
No son horas... mañana madrugo y yo aquí, hablando de cuernos.

1 Comments:

  • At 7/02/2009 09:55:00 a. m., Anonymous Anónimo said…

    Se te olvida la categoria Homer: "jo que repelus de caracoles"...pero ¡¡que buenos están!!!
    "jo que repelus de caracoles"...pero ¡¡que buenos están!!!
    "jo que repelus de caracoles"...pero ¡¡que buenos están!!!
    Etc... y tu hablandome de cuernos.. que morbo )))) un beso cornudo
    Von al ajillo

     

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