CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

21 junio 2011

Quedamos.com: la segunda impresión

Si bien es muy tópico eso de que "la primera impresión es la que queda", también es cierto que sólo se cumple cuando sólo hemos tenido una y no permitimos que exista otra. La verdad es que la mayoría de las personas que conozco a través de redes sociales quedan descartadas después del 2º encuentro _por su parte o por la mía_ que es cuando realmente se mete la pata, cuando se hace o dice algo imperdonable. Y es que en esta carrera frenética por encontrar el producto adecuado, nadie quiere conformarse con un producto defectuoso y, claro está, el ser perfecto no existe y entretanto la oferta responda a la demanda, es inevitable tener un nivel de exigencias muy por encima de lo posible.
En la última semana he sido yo la descartada con un "no sé si tengo fuerzas para iniciar una relación sentimental ahora. Te llamaré" (ups, qué palo) y acto seguido me ha tocado descartar a mí, resguardándome en la vida tan estresante que llevo y el poco tiempo que tengo. Por si me cabía alguna duda, el otro trata de arreglar las cosas ofreciéndose a hacer mi trabajo (cuando sus estudios no tienen que ver nada-nadita con los míos) y yo, que siento una desvalorización grandísima y que estoy cansada de desvalorizaciones gratuítas respondo con "mi trabajo es mío y lo hago yo, cuando esté libre (o sea nunca, porque eres muy bajito, muy simple y muy aburrido) te llamo"
Luego me digo a mí misma que Jaén está lleno de Pokemons (es decir, hombres bajitos, rechonchos, con cara de pan y una conversación muy simple) y regreso al cinismo y frivolidad que tanto me caracterizan y que me condenan a una cómoda soledad crónica que me protege contra el rechazo, el maltrato y las incomodidades del compromiso.
A fin de cuentas, como dice el señor Z, la soledad no es más que una consecuencia, a veces incómoda, de una forma particular de ser que ya se ha reforzado a sí misma a través de la experiencia. Y a veces uno está porque es; el estar es variable; el ser es constante y necesita de cambios más drásticos para transformarse.
Una oportuna pregunta que formuló mi última cita me hizo tomar conciencia de que realmente no quiero lo que creo querer: "¿De verdad quieres una relación seria?"... mmmmm va a ser que no, especialmente si implica convivencia. Porque si bien echo de menos cierta estabilidad, contar con alguien y que alguien cuente conmigo, garantizar de algún modo el polvo sano, seguro y placentero y algún "te quiero" tierno o apasionado, la verdad es que cambiar mi actual ritmo de vida, vaciar la mitad de mi armario o mudarme de nuevo me daría una pereza terrible. Aunque supongo que el tiempo es el que cambia esa actitud ante la vida _algo poco probable, ya que parece ser que he regresado a la dichosa maldición del segundo encuentro.
Decididamente, la mayoría de las veces una segunda impresión resulta suficiente. Se tarda toda una vida en conocer a alguien y es cuando le conocemos cuando se nos cae del todo. Cuántas veces no he escuchado, después de una ruptura la frase "no le conocí hasta ese momento", el momento en el que toda la magia se rompe irremediablemente. El ser amado es un desconocido y por eso le queremos. El fruto del árbol prohibido, comer de él, es lo que nos expulsa definitivamente del Paraíso. Entretanto somos ignorantes, somos felices. La maldición del segundo encuentro ha sido fruto del desarrollo de una curiosa habilidad para concer el lado oculto de las personas demasiado pronto como para que haya dado tiempo a encariñarse con ellas. No obstante, no descarto llegar a conocer a personas lo bastante inteligentes como para burlar la maldición, capaces de despertar mi curiosidad más allá de un par de cafés, que también sientan por mí la misma curiosidad y encontrar, antes de llegar al mar, sedimentos que se queden a mi lado al menos gran parte de lo que me queda de viaje.
Asumir una esencia solitaria no aniquila mi optimismo y sigo pensando que alguien abrá lo bastante afín como para llegar al acuerdo de ignorar el lado imperfecto del otro, o al menos darle a ese lado la importancia que realmente merece, que, por lo general no es mucha, y seguir disfrutando del lado humano y divino que nos atrajo el uno hacia el otro.
Te conozco y, a pesar de eso, te amo. Qué bonito ¿No?

15 junio 2011

El cactus de flores.

La vida me ha puesto el caramelo en la boca y luego me lo ha quitado. Esta vez la pena es más honda que la rabieta momentánea y el desconcierto es tal que no sé qué pensar de mí misma. Mi torre de marfil se ha convertido en papel y está a punto de volarse con el viento. A lo mejor no es tan buena idea eso de no tener miedo. A lo mejor resulta que el miedo es un protector natural contra este tipo de cosas. A fin de cuentas, un ser que tiene miedo no soporta a alguien que no lo tiene. Estoy acostumbrada a atraer impetuosamente a los hombres, ni sé cómo lo hago ni deseo hacerlo; realmente no me gusta producir esa ceguera incondicional que los arrastra hacia mí desordenadamente. Pero esta vez ese fenómeno me había resultado agradable porque yo deseaba también con la misma fuerza.
Anoche actué como no lo había hecho en años, movida por un deseo salvaje de perderme en su boca y dejar que el tiempo diga lo que tenga que decir. Ayer me desboqué en abiertas manifestaciones de seguridad que supongo que acojonaron.
Soy un cactus de flores olorosas, atrayente pero... nadie se acerca más de lo debido. Hasta ahora me ha venido bien, porque hasta ahora no me apetecía ser tocada o al menos me daba lo mismo si alguien me arañaba el alma o no.
A lo mejor eso de "sé tu mismo" es un tópico utópico que debería quedar reservado a los libros de fantasía épica y el éxito en la vida, en todos sus ámbitos, es de aquellos que han aprendido del arte de mentir y ocultarse, incluso a sí mismos y de sí mismos. A lo mejor resulta que la ignorancia y la inconsciencia son los únicos caminos para llegar a alguna parte.
No sé si podré cumplir mi premisa de no darme tregua. Los sueños se me han caído de pronto y estoy derrotada. Estoy cansada de no atreverme pero me ha cansado más aún hacerlo. Volveré a mi disfraz de espinas, esta vez sin flores, porque hoy no tengo ganas de tolerar más bromas de la esperanza. La esperanza es una dama cruel que se burla de la sonrisa bobalicona de los ingenuos que piensan que creer sirve para algo.

14 junio 2011

Torre de Marfil

Esta vez todo ha sucedido de un modo diferente. No se ha producido esa dichosa explosión emocional embotadora del intelecto, esa pérdida del sentido de la realidad, ese vendaje automático de ojos evitable y consciente y a pesar del todo escogido que marcaba mis habituales (cada vez menos)lances amorosos.
Amé desde el primer día _como siempre_, me impliqué voluntariamente _como nunca_ y desamé rápidamente _como siempre_. La relación era imperfecta e incómoda desde los primeros encuentros, no obstante, contaba con lo imprescindible para mantenerse en el tiempo y estaba salpimentada de componentes emocionales e intelectuales que la convertían, cuanto menos, en una experiencia interesante.
Esta vez han sido circunstancia particulares incompatibles, sumadas a cierta dejadez y anhedonia por parte de ambos y alimentadas por la típica astenia primaveral.
Lejos de sentir angustia, o al menos cierta inquietud por la distancia que nos separaba, podría decirse que me acostumbré a la ausencia de un modo tan rápido y cómodo que ya su presencia me estorbaba incluso cuando no se producía y sólo se planeaba.
La satisfacción física, emocional e intelectual que brindaba cada encuentro pesaba menos que la incomodidad y la pereza.
He llegado a la triste conclusión de que no hay hombre que llegue a mi vida capaz de franquear las miurallas de mi reino porque me he acomodado a la espera y me siento tan a gusto meciéndome entre las cuerdas de mis propias sombras que, una vez vencidda la curiosidad que pueda inspirarme cualquier visitante, regreso a mi habitual chinchorro sin que haya llegado a perder el calor de mi culo, dando así a entender al caballero (salvador, conquistador o simple curioso) sin tener que tomarme apenas la molestia de echarle, que ya se puede ir con viento fresco a saltar otrosmuros, porque yo prefiero tumbarme a la sombra y reflexionar sobre por qué nadie me quiere y por qué motivo se marchan todos los que llegan.
Y una vez comprendido este punto, no parece despertarse en mi interior el menor cosquilleo por cambiar el curso de las cosas, como si me limitara a comprenderme sin implicaciones, con la misma anhedonia con la que podría llegar a comprender las bases neuroquímicas que transforman la Dopamina en Adrenalina.
Creo yo que podría catalogarme a mí misma como esquizoide o psicópata, según se mire, porque ignoro aún si esta falta de implicación responde a incapacidad o a un mecanismo de defensa. Pero yo creo que lo que subyace a todo este proceso es el miedo, puro miedo que me ha dotado de la habilidad de protegerme hasta de mí misma o me ha arrancado la capacidad de exponerme, incluso ante mí misma.
Si venciera el miedo sería posible sentir lo bastante intensamente como para acabar de una vez con el vacío. Y ese es ahora mi caballo de batalla con el nuevo caballero que visita mis sombras. Me atrevo porque percibo en él que no tiene miedo, al menos no de mí, de mi "oscuro" pasado o de mi temeridad (que, como parece enamorado él identifica con valentía). Me atrevo porque me gustó desde el primer día y porque siento que estamos en la misma onda, con las mismas ganas, apostando por los mismos sueños y... me atrevo porque me da la gana de atreverme, que la vida son dos días y yo me enteré ayer. También me atrevo porque no me queda otra que atreverme, porque no me queda más remedio que hacerlo, porque puedo huír, tratar de ignorar, dar la espalda o cerrar los ojos pero ya sé que nada será lo mismo. A veces esas cosas se saben. Me encantan mis ataques de certeza.

09 junio 2011

Vecinos molestos

Cuando una tiene vecinos molestos y lo comenta resulta que todo el mundo los tiene, así que debe ser que en general somos insoportables y que en cada edificio hay al menos un personaje que se dedica a dar por culo porque está jubilado y no tiene otra cosa que hacer.
En este caso los vecinos son dos personas mayores a los que les molesta hasta oírnos respirar y que escuchan ruidos donde no los hay, de hecho han protestado por noches ruidosas incluso a veces en las que no había nadie en casa.
Esta tarde ha venido la policía, una vez más, porque los vecinos han informado de que estábamos haciendo obra y venían a pedirnos la licencia de obra. No han dicho qué vecinos han denunciado, pero lo sabemos de sobra. Se oían martillazos, sí, pero ya ha visto la policía que no se estaban produciendo en nuestra casa.
El caso es que los hijos de los vecinos son policías locales y uno de ellos también ha venido a casa diciendo que no cree en la justicia y que "tomaré las medidas que mejor me parezca".
El acoso es constante desde hace años y se ha acentuado en los últimos meses. Las visitas de la policía se han convertido en algo habitual, cualquier día de estos les hacemos pasar y les invitamos a tomar café. También cualquier día es bueno para que el tipejo en cuestión nos asalte por la calle insultando y despotricando a voces.
Y yo me pregunto: ¿La policía local no tiene nada mejor que hacer? ¿No hay consecuencias para aquel que denuncia en falso constantemente? ¿No les ponen una multa ni les regañan un poquito? ¿Quién nos protege de la policía? ¿Merecería la pena gastar dinero en abogados para acabar con este acoso o sería dinero perdido?
Quiero un abogado.