CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

28 abril 2006

Una sonrisitaaaa

Me encanta mi casa. Creo que lo he dicho ya muchas veces. Me gusta su luminosidad, su silencio, su sensación de espacio abierto (eso cuando está ordenada). Llevo unos cuantos días ordenándola; el cambio de estación obliga y se convierte en una especie de ritual, en el que limpio y bendigo cada rincón.
Además de ordenar la casa, también he estado trabajando en los proyectos educativos de talleres muy intensamente. Han gustado mucho y este fin de semana toca darles forma. Dado el éxito que están teniendo mis programas, los voy a presentar por mi cuenta en centros culturales y en el ayuntamiento de mi ciudad, además de presentar algunos más modestos entre los padres de mis alumnos para que junten a cuatro o cinco y darlos en algún garaje, patio o similar.
El gimnasio quedó aparcado durante todo el mes de abril y espero no hacer lo mismo en mayo. No sé qué arte marcial escoger, pero parece que me gusta más el aikido, ya que no soy muy fuerte y eso de aprovechar la fuerza que otro usa contra tí a tu favor me parece el "no hay mal que por bien no venga" llevado a la práctica.
José Manuel va a solicitar un niño en acogida y ayer estuvimos hablando del tema. Estoy tan entusiasmada con ese proyecto que me he ofrecido para todo lo que necesite y ya estamos haciendo planes para un niño del que no sabemos sexo, ni edad ni origen. Él si reune las condiciones para poder hacerlo. Yo no podría, al menos no en esta casa porque como poco le falta una habitación. Pero si todo lo que empecé a poner en marcha desde enero de 2005 empieza a dar sus frutos, como parece, es posible que para el próximo año pueda plantearme comprar una casa o alquilar una más grande. Este alquiler tiene un contrato de dos años y a finales de mayo se cumplirá uno. Me acuerdo del día que llegué y cuánto me gustaron los arcos que separan la cocina del salón, el mueble bar y la luz que tenía; también recuerdo que lo decoré mentalmente y que sigue con las paredes casi tan vacías como entonces, que sigo sin tener un espejo y me pruebo los vestidos y me asomo a la entrada del portal. Pero puse una estantería, colgué una acuarela de Francisco Mateos, hice algo similar a un mueble con cajas de cartón y papel de regalo, subí el mueble de la entrada para el dormitorio y colgué una lámpara azul de lunas y estrellas en la entrada. A las mellizas les encanta venir a casa... y ponerlo todo patas arriba.
He engordado cuatro kilos y ya no se me caen los pantalones.
Como en todos los aniversarios, los recuerdos afloran. En abril firmé los papeles que me separaban de Jorge materialmente. Este mes, al hacer balance, encontré muchas metidas de pata, muchos palos de ciego y muchos traspiés, pero también encontré algunos amigos, algunas oportunidades y algunos pasos hacia adelante. Encontrar ayer el diario que escribía en los últimos meses que estuvimos juntos me ayudó mucho a comprenderle, a comprenderme y sobre todo a pasar página. Creo que el momento mágico se dio cuando miré las fechas de inicio y fin... mayo de 2004. Fue una agonía muy larga desde el "esto no va bien" en mayo de 2004, a la firma en el notario en abril de 2005, al pasar definitivamente página en abril de 2006. Podría haber sido más corto, podría haber sido más justo, podría haber sido más mala (y con ello menos pobre), podría haber sido y no fue. Punto.
Ahora pago (a duras penas pero sin números rojos) un alquiler en un apartamento para mí solita; tengo un amigo fiel en la misma manzana de casas que me va a convertir en breve en "la tita Inma", tengo tres trabajos donde se me valora y que me encantan (la entrevista fue bien), proyectos laborales para tres vidas y sueños intactos de tiempo atrás y sueños nuevos. Además de pensar en el amor y sucedáneos, he estado haciendo otras cosillas.
Recupero el entusiasmo por las pequeñas cosas. He vuelto a mis experimentos gastronómicos (que no salen tan mal, pues he engordado), me van a regalar una bici y pienso aprender a montarla para ir a todas partes en ella y no cansarme tanto en los trayectos de una casa a otra, voy a aprender un arte marcial, no me pierdo una sola puesta de sol y da gusto gastar bromas porque todo el mundo se las cree (como no las gastaba nunca...). Ayer mismo le quité un hipo muy largo y muy malo a José Manuel diciéndole que estaba embarazada. Lo malo es que le dio un ataque de tos.
A lo mejor ha sido necesario tocar fondo dos veces. Estoy orgullosa de todo lo que he logrado. Puede que no sea mucho, pero igualmente, estoy contenta. Y es sanísimo que tenga este estado ahora porque el puente que me espera no tiene nombre: acabar el proyecto para entregarlo el miércoles, 24 horas de trabajo, una comida de trabajo, unas pocas coladas y terminar de poner la casa decente aprovechando los dos "días libres" que tengo.
Soy feliz. Y las cosas no han cambiado tanto pero las estoy mirando de otra manera y tengo carencias y defectos y pecados... y riquezas, y virtudes y bienhaceres...
Me espera un trimestre brutal. Me voy a bajar la basura.

Los cuadernos de Tzade

"... A veces me pregunto cómo será el largo viaje de quedarse a solas...
... Tengo miedo de que te marches y que te des cuenta de que ya no me quieres... Estoy deseando de que te marches para dejar de llegar a casa y sentirte tan lejos, para dejar de irme sin tu abrazo en la puerta, porque habrá un motivo tan firme como un enorme océano... estoy muy desorientada contigo. Sólo tengo claro que te amo con todas mis fuerzas y que no quiero que te vayas de mi lado...
... Hoy me ha dado por pensar qué fue lo que te impulsó a vivir conmigo. Tampoco me lo pediste. De pronto me vi viviendo contigo sin saber en qué momento acabó un tipo de relación y comenzó otra. A veces me parece que entraste en una espiral de acontecimientos y lo uno te llevó a lo otro y que nisiquiera te planteaste nada...empiezo a bordar de por qués con los hilos que reuní durante años, los pocos hilos que me dejabas, que apenas me dejaban intuírte, mucho menos saberte. ¿Cuándo te diste cuenta de que me amabas?...¿Por qué no me siento deseada? ¿Por qué ya no me arropas si yo no te lo pido? ¿Por qué me crees tan frágil?...¿Por qué sé que me quieres? ¿O es lo que quiero creer? ¿Por qué duermo en el sofá? ¿Por qué no enloquecemos de vez en cuando?... ¿Por qué nos enfadamos a la vez? ¿Por qué lloras en sueños?...
... Me salpicó del mar de tu ausencia una ola
y quise contemplarte brillando en la arena;
la extraña soledad de quien te siente lejos
a veces me acaricia y a veces me golpea.
De mis pies fríos y desnudos
ya se borran las huellas en la niebla.
Ando hacia atrás y encuentro
los recuerdos dormidos
¿Dónde estará su tumba?
¿A dónde irá el olvido?
¿A dónde si te marchas de mi lado camino?
El viento que gritaba tu nombre a voces hoy lo canta.
Ayer lloraba y hoy sonríe melancólicamente...

... A veces te he extrañado teniéndote muy cerca. A veces te he sentido y no estabas junto a mí. La distancia se estira y se encoge cuando quiere. Daría lo que fuera por sentirte del todo. Cerca de todos modos, de todas las maneras posibles. Cerca del corazón que nada esconde; cerca de la cabeza, que no pienses en otra cosa que no sea yo y no piense yo en nada y nadie más que en tí; cerca de tu piel, tu pecho contra el mío, mis manos en tu espalda, tus labios ardiendo en mi boca. Sentirte a la vez del todo, enteramente mío, toda una noche; sólo te pido una noche repleta de caricias, instantes infinitos, mi alma entre tus dedos, mi fuego en tus mejillas, que tu olor se confunda y se funda entre mis poros.
Dime qué quieres. Quiero saber qué quieres.
Si hoy quisieras la luna no volvería sin ella.
No quiero que me olvides, pero si lo pidieras,
borraría de una pasada todo lo que hemos sido
y me iría a vivir al centro del olvido.

... Tu ausencia ha sido larga, tu ausencia ha sido inmensa y me pregunto si cuando regreses de América tu ausencia seguirá estando ahí. Porque 8000 km no son nada al lado de tantas otras cosas; de tantas noches esperando en la cama vacía que vuelvas a mi lado, de tantas miradas perdidas buscando la luz de tus ojos, de tantas preguntas al viento queriendo saber si me quieres... sabes que estoy ahí y que te espero. Te espero siempre. Llevo siglos esperándote.
... Yo no sé si me quieres; hoy no lo sé. Tengo que adivinarlo. Hoy no sé nada. Hace mucho tiempo que no sé nada. Algunos días hubiera vendido mi alma por un puñado de tus caricias. Hoy me siento extraña, pero fuerte. Puedo vivir sin tí. Siempre lo he sabido. A veces me parece que llevo años viviendo sin tí... nunca me acostumbraré a esta situación de esperarte incondicionalmente, de esperar sentada en mi segundo plano a que disfrutes tu tiempo y te des cuenta de que no existen las esperas eternas.
... Cada día que pasa me siento más lejos de tí. Por más que te quiera, quiero mis caricias. Quiero dormirme abrazada a tu pecho, quiero que estés a mi lado aunque nada me turbe, quiero encontrar tu mirada cuando busco tus ojos, quiero saber que me amas en los días soleados y en los días nublados, quiero saber que estás conmigo porque realmente me amas, no porque te hayas acomodado a saberme ahí, esperando tus besos en cualquier momento. Porque quiero vivirte intensamente y no pienso pasarme el resto de la vida mendigando ternura. Porque te necesito, pero de otra manera, muy diferente a esta.
... Soy un jardín de rosas mustias y sedientas.
Soy una tierra fértil quebrada por el sol.
Soy un cauce vacío con nidos de serpientes.
Soy nudillos ensangrentados llamando a la puerta.
Soy la sombra de un cirio olvidado que nadie prende.
¿A dónde has ido?
Soy camino de arena borrado por el viento.
Un faro abandonado bajo una gran tormenta.
Soy caminar descalza sobre el cristal del mundo.
¿Por qué te fuiste?
Soy uñas rotas arañando la roca.
Soy un bastón de ciego que golpea las paredes.
Soy la planta gastada de un zapato incansable.
Soy la comida fría que se pudre en la mesa.
¿Dónde estás?

...¿Qué está pasando? ¿Por qué nos dejamos morir de esta manera? Tú no me conoces. Yo no te conozco. Dices que he perdido a la niña de mi cara. ¿Qué quires? A los niños les gusta jugar. Y la niña se ha ido. ¿Qué quieres que te diga? La espera ha sido larga y la herida está abierta. Llevo años queriendo escucharte y no has hablado. Ahora quieres hablar y mi corazón está cerrado. En mi imaginación busqué las caricias de otros porque ya ni en mis sueños te atrevías a tocarme.
... Me hubiera gustado que todos mis temores fueran infundados, me hubiera gustado pensar que me echaste de menos y me hubiera gustado no arrepentirme, aunque sólo fuera por un instante, de no haberme dejado caer en los brazos de otros buscando la ternura que tú no me das.
... Me ha llamado la atención lo que me has dicho sobre el amor incondicional de esa otra mujer. A l avez me hace gracia... porque no me lo creo. ¿Qué sería de su amor incondicional si llevara contigo unos meses o unos años? ¿Si llevara una eternidad esperándote bajo la ilusión de un estrés pasajero?
... Una sola mirada tuya me da la vida. Puedo creer que muero bajo el cielo estrellado. Puedo pensar que soy de cristal y que me estoy haciendo añicos. Puedo pensar que mi cauce se seca y que mi mirada pierde toda la humanidad. Pero una sola mirada tuya me regresa tantas cosas... Ayer supe, o quise saber, que nunca has dejado de amarme, que tan sólo fue el tiempo que un día me robó el encanto y me viste borrosa. Que ya no me puedes ver claramente porque siempre estuve demasiado cerca y la distancia te abre nuevos horizontes y a veces la vista se desvía y yo no estoy en ellos.
Me asomo y te contemplo desde el balcón del tiempo. Quiero ver si te alejas o llamas a mi pueta. Sobreviviré, hagas lo que hagas, pero una parte de mí no se resigna a perderte y bracea y patalea en las arenas movedizas de tu incertidumbre. A veces quiero huir. Huir y abandonarte. Abandonarlo todo y comenzar de nuevo. Vendarme los ojos para no mirarte. Atarme las manos para no ofrecerte nada. Coserme la boca para no besarte nunca más.
En las noches de insomnio busco en las estrellas la paz que he perdido. Creo morir. Quiero morir y de prondo una sola mirada tuya me devuelve a la vida y me amarro a ella como el moribundo se amarra a cada latido. No quiero perderte. ... tengo de tí una sed terrible que no se agota nunca.

En mi desierto helado la tormenta se aleja,
volverá la quietud a mis dunas serenas.
Tan solo me pregunto si tú estarás conmigo
cuando todo termine, mirando las estrellas

... Tal vez te lo puse todo demasiado fácil. Te amé sin medida, sin estrategia, sin pretensiones... quiero caminar descalza por la arena, mirar el mar, silencio, hundir cada plegaria entre las olas, cerrar los ojos, sentir al horizonte besarme al frente, oler el mar, revivir cada instante, volver sobre mis pasos, como haría si perdiera algo muy valioso en el camino, tocar el mar, buscar lo que busco, saber dónde habito, encontrarme y encontrarte, tocar el mar, buscar la palabra precisa, el momento oportuno, la decisión correcta, sentir el mar y, finalmente, tomar una dirección, salir del mar.

... Me siento responsable y culpable por haber creído que lo mejor era dejarse fluir en tus brazos. Culpable por haberte dicho lo que necesitaba, por haberte pedido una y otra vez que me hicieras el amor. Culpable por ceder constantemente a tus deseos fueran cuales fueran, a veces a regañadientes, pero cediendo siempre. Me pregunto qué parte de mí se me ha ido en el camino, esa parte que tú deseabas y que ahor ano está. Busco mi identidad a ciegas, entre las olas del viento, en las miradas de los desconocidos, en los libros, en trozos de diario, en los recuerdos que creía dormidos siempre, en las peticiones de un voyeur oculto en la sombra de agosto.
Busco la esencia del placer en la tenue barrera que separa lo lícito de lo ilícito. Hoy salí de casa sin ropa interior. Me da morbo saber que no lo sabes. No te has dado cuenta porque no me has mirado y porque no me has tocado. Me hundí en un baño de espuma. ...A veces cruzo miradas con un desconocido, como ahora, una mirada seria, azul, profunda, inmensa. Apartamos la vista casi al mismo tiempo. Aún me puede el pudor, pero mi imaginación sigue volando libre y un día el pudor ya no tendrá cabida. A nadie debo nada, salvo a mí misma. Me debo todo el placer del que me he privado pensando que te lo debía. Pero me has traicionado y ya no te debo nada. Hoy quiero follar; así, como suena. Me arde húmedo bajo el vestido un sexo sediento de caricias y me da exactamente igual si al final del día han sido tuyas, mías o de otro.
Imparable, implacable... hoy solo soy la carne que a la carne llama. El amor es algo anecdótico, secundario. Como un trozo de brisa de este domingo largo... quiero follar, salvajemente, en cualquier parte, me da igual todo, me da igual quien. Quiero beberme la boca de otro, el pecho de otro, el semen de otro. Quiero lamer insaciable el sudor de esta tarde.

... Hoy me importan pocas cosas. Me importa el futuro. Me importan los niños. Me importa el paisaje y me vuelven a importar los niños, siempre los niños, mi verdadera razón de ser. Me importan los cuentos que no se cuentan, las nanas que no se cantan, los besos que no se dan, la soledad que no se abate, la oscuridad que no se alumbra y los lazos que se rompen.
De fondo estás tú, que ya no me nublas ni me iluminas.
Esta espera asesina de lágrimas que entra en mi piel y se clava en mis huesos ¿A dónde nos arrastra? Poco a poco te borras. Ya no sé dónde buscarte ni si quiero hacerlo. Pero sé que a pesar de estas líneas volvería a dejarme caer en tus braazos con una sola palabra tuya. "

(Diario en la Lejanía: Mayo a septiembre de 2004)

Cuando ordenas la casa pasan cosas así. Encuentras un cuaderno de hace dos años. En realidad una docena de cuadernos. Mis diarios en el fondo de una caja de cartón que guardaba la ropa de verano. Una docena de palabras apiladas y dobladas por la mitad.

"Espero ver brotar la furia de mis días
escrita en soledad en las hojas de un diario.
Oscuro palpitar de mi melancolía
perdido entre las sombras de un jardín lejano.
Espero ver temblar la de ayer pena mía
como el latido tirste de los días pasados
y en un hoy tan futuro como Cercanía
ver pasar a mis días besando mis labios.
Espero ver crecer el trigo entre las flores
en una primavera que bese la nieve
como al frío de mi alma temblando en mis ojos
y cubrir, como a un muerto, mi dolor con palabras.
Espero ver al fin nacer a mi alegría
entre sollozos escuchados solo por la luna,
acunada en la furia de mis largos días
que hubieran visto aun nacer a mi locura"

(Cuadernos de Tzade. Tomo XIII, 1996)

Sí... me falta uno, o unos cuantos. Pero estoy segura de que están en una caja y aparecerán en el momento oportuno.
Diario en la Lejanía comenzó a escribirse tres meses antes del viaje de Jorge a Guatemala y acabó un mes después. Realmente era una carta. Una carta muy larga escrita en varios días... meses. Pero esa carta nunca se envió. Salvando los cachitos referidos a mi trayectoria profesional, básicamente está todo lo demás. Hablo en ese diario del trabajo; mucho, yo diría que en dos terceras partes lo hacía. Ha sido mi tema favorito desde siempre. Hasta que me he dado cuenta de que no es lo más importante.
Por cierto, mañana tengo una entrevista y he de entregar un bonito proyecto. Así que más me vale irme para la cama.
Confieso que siempre retraso el momento de dormir porque tengo miedo de las pesadillas. Pero hoy es una noche para soñar porque mañana tal vez cumpla un sueño.

27 abril 2006

Cuenta conmigo

La noche está tranquila. Hace calor para tirantes pero no para manga corta. Son más de las dos de la madrugada. Tomo una infusión para la acidez... no sé si es buena para la acidez o no, pero nunca sé qué hacer cuando me siento enferma. Tengo una añoranza terrible hoy. El arroz con leche de papá, el olor a gasolina en su relojería, los paseos por el campo a lugares donde nunca sabíamos volver, la risa de la abuela, la aparente serenidad de Rafa, Paula, Whin, "hola mi amor", los chistes en el Castillo de Santa Catalina, la tierra seca, los paseos de noche por el cementerio, las túnicas de colores, el olor a incienso, la falda hippie que usé hasta que se volvió transparente, el puente de piedra sobre el Ebro...
En las últimas 24 horas dos hombres me han dicho la misma frase: "date una oportunidad". La diferencia intencional de ambos, un abismo. El primero quería decir "date una oportunidad, follemos", el segundo quería decir "date una oportunidad, cuenta conmigo". Era un "cuenta conmigo" tan de adentro, tan rodeado de argumentos coherentes y llenos de cariño que, aunque no permití a mi fragilidad desatarse me deshice por dentro como si me hubiera vuelto de agua y me derramara. "Déjate ayudar"... el caso es que me cuesta creer en la generosidad de las personas, en la inexistencia de segundas intenciones pese a que yo soy así, y sé que no soy la única persona en el mundo así. En medio del caos se empiezan a abrir puertas por todas partes; algunas llevaban mucho tiempo así pero yo no las veía. Frente a mí se abre un horizonte de puertas abiertas y muchas siempre han estado abiertas pero lejanas; lejanas sólo porque yo no daba un paso. El dolor paraliza como el veneno de las cerbatanas. ¿Cómo narices se llama ese veneno? ¿Curare? Sí, curare.
La doble infusión tranquilizante hace su efecto y se me cierran los ojillos. La acidez sigue así, pero no me enteraré hasta mañana. ¿Qué raíz era buena para la acidez?
Da igual. Desde hoy, también cuento contigo.

25 abril 2006

Eres lo mejor que me ha pasado

Siempre salimos lastimados de un divorcio y algunos nos amparamos en relaciones sin apertura, en trenes que no llevan a ninguna parte para crearnos la falsa ilusión de movimiento. Cuando el movimiento acaba te encuentras en el mismo punto. Dejando de lado toda la cautela somos lastimados, refugiados en un cuidado extremo nos negamos la oportunidad de ser felices. ¿Dónde está el bendito punto medio que nos da el equilibrio? Debo descubrir en qué punto cierro mis puertas, en qué momento me vuelvo infranqueable y derribar los muros que me aprisionan en una soledad asfixiante. El sábado noche me descubrí buscando un pero: "No es perfecto, nadie lo es, búscale la traba, deprisa".
El amor está dentro de uno. De eso hablábamos José Manuel y yo en el desayuno esta mañana. Nadie puede robarnos eso... nadie nos lo puede dar tampoco. Si fuera capaz de seguir abierta, de rendirme a mi humanidad y darme el lujo de estar desnuda y vulnerable en brazos del otro, si fuera capaz de seguir a pesar del miedo, tal vez volvería a vibrar como una vez sucedió. Pero esto no ha sido posible. No es posible en una relación a distancia; no es posible con un hombre que no acaba de decidirse; no es posible con quien se aleja sin decir nada; no es posible con alguien a quien no admiras (aunque sólo sea un poquito); no es posible con un hombre casado; no es posible con un esquizofrénico paranoide... no es posible si siempre escojo un imposible.
Quiero abrirme al amor, pero no encuentro el camino. No me había dado cuenta de lo cerrada que estaba... o me daba cuenta, pero me daba igual. Las reflexiones con José Manuel después de su ruptura y mis argumentos para ayudarle "No está mal lo que dices ¿por qué no te aplicas el cuento?" (me dijo, más o menos) y mi infértil lucha por dar un sentido a la vida de Josías después de haberle salvado, me han hecho caer en la cuenta de que el no de otros es en el fondo un deseo mío que he provocado de un modo más o menos consciente.
Yo misma he dicho muchas veces que si la persona en la que más he confiado en el mundo me traicionó, cualquiera puede hacerlo. Es cierto; todos somos traidores en potencia. Pero siempre me dio mucho coraje la sensación de pagar por los pecados que otras mujeres cometieron con sus parejas cuando me tocó lidiar con ellos y sin embargo he sido incapaz de volver a confiar. Ninguno de ellos es culpable de la traición de Jorge. Sólo Jorge y yo somos culpables de su traición; nadie más. Nisiquiera su secretaria es culpable.
La capacidad de amar está dentro de nosotros... sí; eso es lo que ha descubierto José Manuel en unas pocas semanas. A mí me ha costado mucho más. El dolor de la pérdida fue tan grande que sentí que mi ser se iba con él. Pero mi ser está aquí, dando palos de ciego y cayendo en la cuenta, de vez en cuando, en algún que otro conocimiento útil. No se pierde la capacidad de amar y es un gran descubrimiento pues durante mucho tiempo estuve absolutamente segura de que había perdido el amor para siempre.
Ahora comienzo a disfrutar nuevamente de los pequeños placeres de la vida. No la había perdido totalmente pero ahora disfruto más. Camino despacio bajo el sol y me encanta. Sonrío con el beso del viento. Bailo la música. Leo mucho. He empezado a hacer deporte... todo eso sin que nadie nuevo haya venido a recordarme que la vida sigue ahí y que, aunque es bello disfrutarla junto a alguien, tampoco está mal cuando se está solo. No somos seres incompletos, aunque sentirse completo junto a otro esté de puta madre.
Sigo estando triste pero ahora la vida es un poco más sencilla porque la esperanza ha vuelto y he dejado que se quede.
Me ha ayudado mucho un comentario en mi blog de alguien que dijo que pasó por algo parecido. Fue un comentario muy sencillo pero me sentí comprendidísima y caí en la cuenta de que volveré a decir algún día "eres lo mejor que me ha pasado". Porque lo mejor no está atrás, está por venir. Cuando pase el tiempo necesario, el amor sucederá de nuevo. A veces me parece que el dolor se hará crónico, pero escuchando a varias personas que han vuelto a vivirlo después de pensar lo mismo que he pensado yo, me gusta pensar que a mí también me sucederá algo así.
No hay amor sin espinas. No hay relación sin riesgos.
No me da miedo el amor; me da miedo un nuevo duelo. Pero ese riesgo es inevitable. Si no confías es imposible vibrar.
Ahora estoy más serena. Admito mi culpa. Admito su error. Todos cometemos errores. Admito que no le he perdonado del todo. Admito que tampoco me he perdonado a mí misma. Hoy le comentaba a José Manuel que, estando con Jorge, una de mis alumnas me dijo "pide un deseo" y no supe qué pedir. A José Manuel se le iluminaron los ojos. Él había pasado por ese estado en el que lo único que se puede pedir es que se pare el tiempo; en el que no sientes ninguna necesidad; todo es tan perfecto que no pasa nada si no pasa nada más. Fue perfecto muchas veces. Fui muy feliz junto a Jorge.
Quiero pensar que lo que hasta ahora me ha parecido una desgracia ha tenido que suceder para llevarme a la felicidad. Me gusta pensar que no hay mal que por bien no venga. Y también me gusta pensar que no hay mal que cien años dure.

Y seguiré hablando de amor, pese a quien pese

Cuando tenía siete y ocho años se corrió el rumor de que había robado algo. Cuando un mismo rumor se divulga en dos ocasiones diferentes es difícil que la gente crea en tu inocencia a pesar de probarla. Aunque no había nada de cierto en aquellos rumores, me hicieron daño.
Cuando tenía doce años se corrió en el colegio la voz de que era lesbiana; todo el mundo estaba tan convencido de ello que llegué a pensar que había algo de cierto (la opinión de la mayoría es poderosa), aunque hasta ese momento no sabía de la existencia de la homosexualidad. A pesar de que nunca había tenido inclinación por las chicas hasta entonces, a pesar de que era un falso juicio sin base, me hizo daño.
Cuando tenía catorce años se corrió el rumor de que era drogadicta. La gente dejó de hablarme y todo el mundo se apartaba de mí como si estuviera apestada. A pesar de que por entonces no había probado ni siquiera el tabaco o la cerveza, aquello me dolió y traté de defenderme.
Cuando tenía 21 años se corrió el rumor de que era una puta. A pesar de que por entonces seguía siendo virgen y mis intereses poco tenían que ver con el sexo, ese rumor me hizo daño.
Cuando tenía 26 años se corrió el rumor de que tenía anorexia; alarmado por estos rumores mi jefe decidió echarme del restaurante en el que trabajaba; no eran ciertos, pero me hicieron daño.
A mis 27 años se rumoreó que me tiraba al jefe. Por entonces los rumores no me hacían daño pero a mi jefe le fastidiaron bastante y poco tiempo después finalizó mi contrato y no existía posibilidad de volver.
Podría seguir pero... la conclusión final de todos modos es que cuando se emite un juicio erróneo acerca de uno, cuanto menos resulta molesto. Es decir, el consabido argumento de "te molesta porque sabes que es cierto", no es válido, entre otras cosas porque en tal caso te ves atrapado con "el que calla otorga" y si callas malo y si reclamas peor. Otra patraña que queda al descubierto con esto de los juicios nefastos es que "otros opinan lo mismo, así que llevo razón". Galileo llevaba razón y los demás le tenían por loco o hereje.
No pretendo que se me alabe, pero no tolero que se me condene porque nadie es quien para hacerlo. Algo de bueno que tienen los blogs es que puedes elegir entre leerlos o no leerlos. Había escrito una entrada justificándome pero... finalmente no la voy a publicar. ¿Para qué?
Suponiendo que sea cierto que utilizo a la gente, que he equivocado la idea del amor, que sea extremadamente egoísta, me intoxique emocionalmente, mi corazón esté devaluado, mi mente esté desordenada, sea una narcisista empedernida, no sepa lo que es el amor, seguiré hablando de él porque, a fin de cuentas, en un blog cada uno escribe lo que le sale de los cojones.
Y si me gustaría decir que no me ha afectado, que me da igual... pero, puedo entender un juicio desfavorable; no un ensañamiento. Y me ha afectado al punto de pensar en dejar de escribir y hasta es posible que lo haga.Y es una mierda porque ... empezaba a remontar pero aún me sentía frágil. Lo dije ayer. Y me he quebrado. Y me da rabia darme cuenta de lo sumamente sencillo que es hacerme daño.
Miro hacia atrás y no hay nadie destrozado por mi culpa. Siempre he dado lo mejor de mí, mucho o poco, lo que pudiera dar. Nunca ha faltado la ternura o la dulzura. Había y sigue habiendo amistad, cuanto menos, contacto. No me he enamorado pero sé bien que nunca he herido a nadie a posta igual que nadie me ha herido a mí a posta. Nunca he utilizado a nadie y si lo hice y me di cuenta, reparé el error. Todo está claro con todo el mundo. Si de algo me han servido los comentarios de Fulano de Tal ha sido para analizar mi pasado y darme cuenta de que no tengo que avergonzarme de nada. Cada uno es como es. Cada cual tiene la vida que tiene y me siento en la necesidad de defenderme porque es mi naturaleza: si me atacan me defiendo. Pero es una mierda que sea tan sencillo hacerme daño. Y que venga otro a decirte que tu vida es un asco y que eres despreciable y te plantees que lleva razón.
No diré nada más sino en presencia de mi abogado. ¿Algún abogado por ahí?
Pero seguiré buscando, errando y descubriendo y seguiré hablando del amor, pese a quien pese.
Este es mi blog, lleva conmigo un año y al que no le guste, que no lea.

24 abril 2006

En nuestra vida no hay un día sin importancia (Alexander Woollcott "Mientras Roma arde")

He regresado agotada del trabajo y sin embargo no tengo nada de sueño. Antes tenía menos problemas para dormir de día que ahora. Me he tomado mi tiempo caminando despacio de vuelta a casa porque últimamente me ha dado por ahí; aprovechando el buen tiempo me he dado el lujo de huir de la prisa y contemplar cada rostro, cada ventana, cada obra en construcción. El día de ayer fue un día importante por todo lo que me había movido y removido el alma el día anterior, cuando sentí por primera vez en muchísimo tiempo que un casi desconocido me conocía como nadie. Me conmovió su modo de hablar de sí mismo y su modo de hablar del resto del mundo, sin emitir juicios destructivos, sin alzar su voz por encima de ninguna otra voz, por más razón que llevara. Me sentí tan libre... Hoy he pensado que no hay un solo día de nuestra vida que no sea importante, aunque sólo sea porque al final del mismo sigues vivo y eso te da la oportunidad de seguir aprendiendo, disfrutando, sintiendo... me siento en paz, pero es una paz relativa ya que me disparo fácilmente. Recupero pronto el equilibrio pero también lo pierdo con la misma rapidez. Hoy me ha afectado el comentario de un tal anónimo hasta el punto en que he pensado dejar de escribir por un tiempo. Los juicios erróneos siempre me han afectado más de la cuenta cuando sé que deberían darme lo mismo: como cuando se corrió en el colegio la voz de que había robado, o que era lesbiana, o que era drogadicta, o que era anoréxica, o que tenía sida, o que me tiraba al jefe...
Suele decirse que de los rumores nos afecta la parte de verdad que tienen. Pero discrepo abiertamente de esa convicción. Cuando un amigo se equivoca contigo y te critica, o te critica sin estar equivocado, resulta molesto, pero menos molesto cuando percibes que lo hace con afán de ayudarte, no por joder o por un narcisismo exacerbado o una necesidad enfermiza de aplastar a nadie. La crueldad gratuita me sigue resultando irritante. Es algo que aún tengo que superar. Una aspereza que aún no he limado: comprender que no siempre hay un por qué para una acción, comprender que si el otro no acepta algo de ti es su problema, no el tuyo, y más aún si, como es el caso, no sabes quién cojones es.
Y creo que por ahora ya he dado más importancia de la que merece a ese fulano de tal y no me merece la pena seguir perdiendo el tiempo. Ya decidiré qué hacer con él después de descansar un rato.
Me duele todo el cuerpo pero me siento bien. Es el dolor de las agujetas. Me tengo que tomar en serio lo de hacer ejercicio. Con solo un día ha aumentado mi flexibilidad y siento el cuerpo más suelto, más dinámico, más feliz. Como si durante muchos meses lo hubiera tenido encapsulado y al experimentar nuevos movimientos se sintiera más libre y capaz. He hablado demasiado tiempo desde la clausura y desde el dolor y va siendo hora de hablar desde la alegría. Mi vida sigue siendo un pequeño desastre pero me siento afortunada. Los motivos para la tristeza están en el recuerdo y los motivos para la alegría están en el presente (en términos generales, seguro que si me propongo amargarme lo consigo en un pispas)
Me siento más capaz. Antes sólo veía objeciones pero lo cierto es que si nos dedicáramos a superar cada obstáculo antes de emprender cualquier cosa, América seguiría siendo el paraíso salvaje que era, con unas sociedades casi perfectas habitando en armonía con la naturaleza. Quiero decir, que nadie haría nada si sólo viera los obstáculos.
Se me han planteado muchos retos profesionales en las últimas semanas y al principio me agobié. Pero ya he comenzado a trabajar en ellos. Como una cocinera novata, más agua, más harina, más agua... al final la masa tiene algo de consistencia y vamos a probar a hacer tortitas a ver si se pueden comer después.
Recuerdo dulcemente a Noimara y tengo unas ganas terribles de volver a verla. He descuidado a Shunna, pero sé que sigue ahí. Alfonso y yo nos debemos un baño turco. Pedro, Rafa, Dani, Jorge, Gabriel, José Manuel, papá, mamá, Rafa, Rocío, Aitor, Luis, Susana, Juanjo... venís a mi memoria y la soledad ya no es posible. Al menos ahora, que no está mal para empezar, Eros vence a Tánatos y la sonrisa gana la batalla a una semana que comienza y promete acabar cargada de estrés. Es la naturaleza humana perseguir la dicha. Hoy Hobbes, Hume, Kant, Nietzsche, Heidegger, Sartre, Ortega y Gasset... estáis muertos. Igual este estado dura solo una hora, igual mañana me planto del lado de los que tienen una noción negativa de la vida y sólo veo caras tristes. Pero hoy los vivos tienen el poder y yo, qué cojones, tengo el poder. Hay que creer, aunque parezca absurdo, como decía Unamuno en “San Manuel Bueno, mártir” (si no recuerdo mal).
Hay que creer y habrá pesimistas que se defiendan ridiculizando la visión optimista del mundo como una debilidad humana pero... a fin de cuentas, ¿acaso el pesimista que se defiende no es un optimista de fondo que cree llevar la razón?
Sólo me resta una observación antes de irme a dormir (Dios mío, las doce, qué tarde se me ha hecho): las ideas no nos convierten en optimistas o pesimistas, sino que nuestro estado borda unas u otras ideas y luego se empieza a hacer la bola. Bendita primavera y bendita luz que me disparan los niveles de serotonina y bendito ejercicio que sube la adrenalina.
No me gusta el chocolate. No es nada malo que no me guste pero me da envidia ver a los que disfrutan con él porque yo no puedo hacerlo. La vida es similar; a unos les gusta, a otros no. Algunos la disfrutan, otros, simplemente, se la comen como pueden.

23 abril 2006

COSAS

Hay cosas por todas partes. Tiro cosas, guardo cosas, cambio las cosas de sitio y las cosas no se acaban. No sé cómo puedo haber acumulado tantas cosas. Me ocupan espacio, acumulan el polvo, me desordenan la casa... tengo que aprender a prescindir... o al menos a ponerlo todo en su sitio.
Ayer quedé con un hombre al que había conocido hace meses. Pensé en él, le llamé por darme el lujo de quedar con alguien afín a mí por una vez en mucho tiempo. Salvando el desperdicio de haber pagado un taxi para no llegar tarde para luego tener que esperar quince minutos, fue casi perfecto. Hubiera sido más perfecto si no me hubiera desmayado en cuanto le di dos sorbos a la primera copa. Llegamos a la conclusión de que el desmayo era fruto del agotamiento y se sumó al montón de personas que me repiten que si no me doy un respiro voy a reventar. Me acompañó a casa, me hizo cenar algo, me dio un masaje en la espalda, un beso en la mejilla y me dio las buenas noches. Habíamos hablado de la vida, de la muerte, del amor, de la magia, del sexo, de la música, de las comunidades de propietarios... le hice caso y hoy no fui al curso. A fin de cuentas, sólo es un curso y yo necesitaba descansar. Y también necesitaba la larga conversación de ayer. Hoy estoy ordenando la casa a ratitos; ordeno un trozo de salón, veo una peli, ordeno la mesa, me como un bote entero de remolachas en vinagre, estiro la espalda, me siento a escribir... aun me queda una hora y media antes de ir a trabajar y estoy disfrutando de mi soledad, del silencio y de algunos recuerdos de anoche. No debería haber salido ayer, pero, de todos modos, me alegro. Me sentí comprendida y protegida, estuve todo el tiempo tranquila, a gusto, bien. Me quedó tanta paz cuando se marchó que me dormí enseguida y no tuve ninguna pesadilla. No creo que hoy termine de ordenarlo todo, pero al menos dejaré la casa un poco más bonita y seguiré el martes o el miércoles, sea como sea, después de descansar.
Las cosas siguen ahí, son un fastidio pero... ya falta poco para que estén en su lugar.

20 abril 2006

Ágape (continuación)

Ahora, cada vez más, trato de dar un toque racional a mis crisis de enamoramiento, un freno inteligente para evitar salir lastimada. Hay un escudo invisible pero palpable, así me lo han hecho saber los que han tratado de conocerme: “no sé por dónde te da el aire”, “no te dejas comprender”, “tú no me quieres... se te nota”... etc. He aprendido que nunca somos amor puro y que utilizar el cerebro no implica reprimirse, sólo protegerse. Estoy predispuesta a no sufrir. He aprendido que el amor no justifica todas las cosas y más desde que, en nombre del amor, hubo quien se tomó derechos sobre mí que no tenía. El amor no nos da derecho a pedirle a alguien más de lo que puede darnos, ni a controlar su vida o tratar de hacerlo. El amor no lo justifica todo.
He ido tomando poco a poco una actitud más realista y trato de no magnificar lo que me gusta o minimizar lo que no me gusta. Y ese realismo lo utilizo no sólo para no perder el sentido de la verdad o protegerme de un enamoramiento que pueda herirme; también lo hago para eliminar barreras gratuitas. Trato de mantener mentalmente la calma y ser consciente de que esa visión magnífica que se crea siempre al comienzo acaba desapareciendo y eso no significa en absoluto que la otra persona pierda su importancia. Pero será una importancia basada en hechos reales. El hombre perfecto no existe y ... no, este tampoco lo es. Quiero abrazar a un amor verdadero de carne y hueso.
Cuando vuelva a amar seré consciente de que esa persona es muy importante, pero sólo una faceta más de múltiples facetas importantes a las que no puede pedirme que renuncie y a las que no quiero permitirme renunciar por amor. Cuando abandonas el resto de tu vida por amor y el amor te abandona a ti te sientes como una basura. Otro asunto es la necesaria renuncia por parte de ambos a ciertas cosas a fin de acoplarse uno a otro lo mejor posible. Pero debe haber algo compartido y algo propio.
Sé que la magia se acaba porque si viviéramos en permanente estado de exaltación con nuestra pareja nos daría un infarto o similar, así que lo tomo como un virus benigno que, si no me mata, pasará... y ya he comprobado que duele a matar, pero no mata de dolor. O se transforma, o muere. Eso es todo.
Amar idiotiza. No lo digo sólo por mí. Lo digo por todo el mundo que me habla de sus experiencias. Amar nos vuelve idiotas, al menos al principio. Nos convertimos en enfermos obsesivos y ahora creo que no tiene por qué ser así. No hace falta volverse loco para disfrutar del amor.
Fui muy burra. Me hice daño a mí misma de un modo irracional y compulsivo tratando de conservar algo que se venía abajo por momentos sin poder hacer nada para evitarlo. Y si el otro no reacciona a tiempo, porque no se de cuenta, o porque no le de la gana, eso desgasta.
En los últimos meses me limité al deseo; vivir lo más intensamente posible, buscar la intimidad, desear, ser deseada, ser abrazada... a menudo me daba igual con quien (más o menos)... tenía dónde elegir; ahora también, pero ahora no tengo dónde elegir, porque ahora nadie me llama la atención y antes me llamaban varios la atención al mismo tiempo. Ha gobernado la conquista seguida del hastío casi inmediato. Me gusta-lo tengo-no me gusta. Pero eso fue solo al principio. Estaba tan dolida por no sentirme deseada durante tanto tiempo, tenía tal necesidad de ciertos gestos, miradas, caricias...que sólo buscaba eso, convencida del todo de que no volvería a amar nunca más.
Sé que la felicidad de una pareja no depende de la media de coitos anuales para mantenerse, pero, al menos para mí, el deseo es importante. Hay gente más apasionada que otra pero yo lo soy mucho y no podría volver a pasar por la experiencia de no ser tocada por alguien a quien amo profundamente, aunque el amor que sienta sea más profundo que la llamada del sexo. Es cierto que conforme la pareja se forma “las ganas” merman para permitir la formación de otras formas de amor porque se ama de muchas maneras y a una pareja se la ama casi de todas las maneras. (A una pareja que funciona, entiendo). Vale, el sexo no es suficiente y cuando es lo único me acabo sintiendo vacía. Pero también, el sexo no es suficiente, pero sí es necesario.
Soy una mente pensante y extremadamente ocupada la mayor parte del tiempo. Trabajo muchísimo. Me sumerjo en la realidad más cruda del mundo cada día y cuando hay sexo, dejo de pensar por un instante (mejor si el instante es más bien largo). No hay ocultación. Una desnudez y otra desnudez entrelazadas compartiendo energía, risas y gemidos. No hay reloj. No hay más espacio. Sólo sus ojos, su espalda, su trasero (me gusta un culo bonito, no lo niego). No hay más razón que la desazón de poseer y ser poseída, cabalgar y ser cabalgada. Desprender ternura por los cuatro costados o desprender instinto animal puro.
No es la felicidad. Pero no es necesario que lo sea. No hay saciedad. Luego “post coitum omne animal triste...”
Le pregunté a Josías: “¿por qué me siento tan triste después de hacer el amor?” y él me dijo “porque no me quieres”.
A veces todo se transforma de repente en algo insoportable. Hay un antes repleto de sonrisas y de ganas y un después que ansía la soledad. Me doy la vuelta y me duermo o me visto y me marcho alegando prisa o lo que sea. El otro pierde de pronto todo lo que me llevó a él y se carga de un empujón invisible que me saca de su vida. Sólo le echo de menos si no está. Pero cuando está me hastía. Como cuando llevo mucho tiempo sin fumar, necesito el cigarrillo y al fumarlo me sabe asqueroso. Me pasa lo mismo con las personas cuando practico sexo.
Y creo que el miedo al dolor de volver a perder me impide volver a amar.
Con Él era distinto. Pasado el placer llegaba una calma de charla y risas que no querías que acabara nunca. Lo malo es que todo termina. Y si hubiera sido consciente de eso por aquel entonces hubiera hecho el amor siempre como si fuera la última vez. Porque nunca sabes exactamente cuándo será la última vez.
Esteban me dijo: “tienes unas manos muy dulces. Demasiado” . Antes no acariciaba nunca. Mi pareja se quejaba mucho de eso pero no me nacía hacerlo. Me cansaba tocar. Y me molestaba que me tocaran con dulzura, me hacía cosquillas, qué sé yo. Ahora doy a casi desconocidos detalles que me negué a mí misma y le negué a quien amaba. Ahora puedo transmitir el mundo con la yema de los dedos. Le dije a Esteban: “te voy a hacer el amor como no te lo han hecho jamás” y le di un masaje desde la cabeza hasta los pies durante más de una hora, hasta que se quedó plácidamente dormido.
Hacer el amor no es “meter, sacudir, guardar”. Eso lo he sabido casi siempre. Pero ahora sé hacer el amor con una cena, cargada de erotismo sin que eso lleve necesariamente a una penetración.
El problema es que seguiría siempre. Puedo estar cansada físicamente pero siempre siento que no se ha terminado. Me quedo a medias. Siempre me quedo a medias.
“Agotas a cualquiera, no ha nacido quien sea capaz de satisfacerte sin enfermar; es imposible que conozcas a un hombre que pueda contentarte” ¿será cierto eso?
Si amas a tu pareja no puedes olvidarte del sexo, al contrario, hay que prestarle especial atención: inventar, crear, jugar, descubrir... porque el placer es un derecho y no hay que renunciar a él y ... yo lo reclamaba. Tal vez demasiado pero no quise resignarme a perder totalmente el erotismo en mi relación. Si a mis treinta pasaba “hambre”... ¿qué sería de mí a los cuarenta? ¿recuperaría la virginidad? ¿me condenaba a perder las huellas dactilares y a quemar todos los vibradores o me conformaba con la espiritualidad maravillosa? La espiritualidad está muy bien pero, por algo no me metí a monja. El sexo no tiene por qué dejar de ser profundo, no tiene por qué tacharse siempre de frívolo o de debilidad humana. No. El sexo es una vía más (una vía cojonuda) para descubrirse, entregarse y ser feliz. Trataba de sincerarme, de explicar mi necesidad, de hacerle saber lo que mi cuerpo sentía y necesitaba pero, cada vez más, aquello parecía una muestra de presión y egoísmo. Traté de no buscarle para que no se sintiera presionado pero si yo no le buscaba él tampoco lo hacía. Me pedía que le diera tiempo y el tiempo se me hacía eterno. Tal vez no amé lo suficiente. Tal vez no supe conquistarle. Tal vez me acostumbré a su frialdad y acepté el displacer en contra de mi necesidad. Y por más que quería taparlo, sin sexo sentía el amor incompleto y cuanto menos sexo, menos ganas de sexo... para él. “Tú siempre estás dispuesta” solía reprocharme. ¿Qué hay de malo en estar siempre dispuesta? No he conocido a ningún otro hombre para quien eso suponga un problema pero supongo que cada uno es como es y no es reprochable no ser ardiente, como no debe ser reprochable el hecho de serlo.
Sufrí la carencia. Me resigné a ella. Se me criticaba el deseo constante, aun cuando lo reprimía constantemente. El simple hecho de desear se convirtió en un problema porque sólo con percibir mis ganas se sentía presionado. Ya no podía siquiera besarle apasionadamente. Se echaba hacia atrás y me apartaba de su cuerpo como si temiera que un ancla invisible desde mi lengua lo uniera a mí para siempre. Y yo creaba en mi imaginación posiciones, disfraces, situaciones... hasta que un día Él estaba tan lejos de mí que ya no me permitía tan siquiera imaginarle en esos sueños. Y empecé a buscar a otros, otras caras, otras voces, con los que vivir en mi mente esas fantasías. Él era mi compañero de piso, mi amor platónico, mi amigo... pero no era mi amante y no lo sería nunca más.
El placer es poderoso, une. El displacer es poderoso, separa.
Y cuando todo acabó corrí enloquecida buscando calmar mi sed; a menudo afectando mi dignidad o la de otros. A menudo sintiéndome utilizada o utilizando; creándome y creando expectativas falsas; yendo en contra de mí misma por dar de comer a mi loba hambrienta; arrepintiéndome a veces sin que eso me sirviera para andarme con más cuidado la próxima vez. Ha sido terrible. Pasé de un extremo a otro como un péndulo sujeto a la nada y a la fuerza que de pronto se desprende y alcanza el otro lado ansiándolo todo.
Si hay algo que me alegra después de todo y es saber que, aunque no ha sido el AMOR en todos mis encuentros ha habido amor. El amor es real siempre. Siempre ha habido ternura; el erotismo llevaba consigo pequeñas dosis de amor que lo hicieron bello.
Ahora estoy en otro plano. De nuevo gracias a Josías. Nunca sentí tanta tristeza después del fogonazo. Prefiero la soledad a solas antes que la soledad en brazos de otro. De nuevo sentí vacío. Pero eso me ha hecho más consciente de lo que quiero... y de lo que no quiero. Lástima haberlo descubierto con alguien con tan poca resistencia a la frustración que ahora envía amenazas de muerte a mi móvil, me maldice, profiere insultos, ha jurado cortarme el cuello, estrangularme, quemar mi casa conmigo dentro... y un desagradable etc.

19 abril 2006

Ágape

He pensado mucho en el amor últimamente. Es algo que he de agradecer a Josías, pues, si bien no le he amado, sí que es el centro de su vida y en torno a él giran todas sus risas y sus lágrimas. Anclado en una relación perdida desde hace más de diez años, enloqueció literalmente: síndrome bipolar con esquizofrenia, agorafobia, ataques de pánico... me costó muchos sobresaltos, muchas molestias y muchos juicios (unos más gratuitos que otros).
De alguna manera, tendemos a concebir el amor desde la perfección, lo creemos permanente y no admitimos que pueda cambiar o morir. No he vuelto a enamorarme nunca desde que Jorge me dejó (desde que empecé a escribir este blog); nada pasó de comienzos porque nunca he vuelto a estar preparada. A veces lo he intentado. Pero cuando él me dejó me sentí como un billete de 500€ rasgado en dos y desde entonces he sido incapaz de recomponer este puzzle de dos piezas. Josías me ha hecho revivir todo aquello porque, entre otras cosas, es muy parecido físicamente a Jorge.
Siempre he sido consciente de que cada nueva historia comenzada desde entonces sería corta, intensa, pero fugaz. No pasó nunca de esa primera fase de deseo sexual, posesión, enamoramiento, amor pasional... lo más importante era la apetencia y el otro rara vez dejaba de ser un instrumento, al tiempo que yo rara vez dejaba de ser para él exactamente lo mismo. Supongo que esta faceta egoísta del amor es un primer paso necesario para avanzar hacia algo más mágico. Ese es el amor que duele, que se relaciona con la locura y la incapacidad de controlarse, pero creo que no podemos prescindir de él. Es tan necesario como el caminar torpe de un bebé. Es compartido pero tarde o temprano aparece el sentimiento de carencia, de falta de algo... “no es Jorge”.
Algunas veces se ha avanzado algo más y se ha llegado a una complicidad, una reciprocidad, cierta profundidad en los sentimientos. Algo se serena y comienza una amistad que acaba aniquilando poco a poco al deseo, o bien todo queda sepultado en un dulce olvido.
Yo viví el amor real. El amor desinteresado, la ternura, el “nosotros”; yo viví la dimensión más limpia del amor; ese amor que requiere cierto grado de esfuerzo. El compromiso. El deseo de seguir construyendo el resto de tu vida con y junto a alguien. Soñarme viejita, canosa y arrugada en cualquier playa del mundo recostada en su pecho. Pero se contaminó, se desequilibró, quedó incompleto y acabó muriendo... no del todo. Sigue ahí. Transformado en una amistad extraña, en un “cuento contigo”, en una nostalgia dulce que de cuando en cuando me visita al amanecer, cuando alargo el brazo y no encuentro nada más cálido que un osito de peluche y confieso que en muchas ocasiones me he vendido por dormir abrazada. Que nadie me condene. Soy humana. Pero yo he sentido a Dios latir en mi pecho y nunca he confundido ese latido con mis frecuentes disparos de adrenalina. Cometí miles de errores. Idealicé al amado, le magnifiqué, dibujé castillos en el aire y me llovieron encima convertidos en granizo helado. Que nadie me condene. Soy humana. Ocupé mi espacio entero con su persona y no dejé espacio para nadie más, sigue habiendo un espacio sagrado y no permito que nadie lo suplante, en él no cabe nadie más. Creí que sería para siempre, que era inmortal, eterno, indestructible, resucitable... como el que vivió mamá, como el que vivió la abuela. Quise creerlo así y que nadie me condene, por favor, soy humana. Me embelesé en los recuerdos bellos y mastiqué incansablemente; no quise desprenderme de tanta belleza y olvidé hábilmente “lo malo” hasta que no quedó una sola excusa para olvidarle. No acepté la separación y me condené a una soledad irremediable, una soledad imposible de curar rodeada de gente, con amantes...; perdí el control, dependí, aposté y perdí. Y después de aquello sólo obedecí las órdenes de cuatro feromonas revoltosas y me reduje a la supervivencia de la euforia de primeros momentos. Sólo primeros momentos porque nadie pasa el portal. Pero que nadie me condene.
El amor tiene múltiples formas pero el amor real, el amor verdadero, es la más bella escultura que pueda esculpirse.

11 abril 2006

Junto al trren fumo un cigarrillo prohibido pero consentido. Como siempre, ante el placer inmediato a nuestro sentido de la justicia se le levanta la mano, aunque sólo sea un poco, porque el ser humano es débil y lo prohibido genera deseo automáticamente.
Mi voluntad de amarte es más fuerte que mi voluntad de olvidarte.
El amor tiene múltiples formas y contigo ha adoptado varias; se mueve caprichosa y luminosamente entre nuestras respectivas tinieblas, como un aura boreal nacida de dos despertares simultáneos: simpatía/compasión/admiración/deseo/comprensión/bondad/temor por el otro/felicidad por el otro/fe/prudencia/protección/ayuda...
Si tú estás bien, yo estoy bien. Si tú sufres, yo sufro. Si corres peligro, temo por tí. EStoy bien a tu lado.
Siempre he tenido buen olfato para saber qué tipo de emoción me espera cuando conozco a alguien. Ojalá le hiciera caso de vez en cuando, para variar.
Tú nunca me darás paz y nunca aceptarás mi paz. Porque no tienes elección. EStás enamorado de una tormenta que cuando te atrapa te ignora y te persigue si te pierde.
Existe una diferencia sustancial entre tú y yo: tu cabeza está girada 180º como la niña del exorcista. Vives enamorado de algo que ya no es y nunca más será y eso te condena irremediablemente a la infelicidad. Pero no corres peligro de enamorarte de nuevo.
Yo viví el amor de la forma más bella que conozco y no hace mucho que me abandonó. Pero no regresaría con él jamás. Desde atrás el dolor me impide lanzarme al vacío y para mí es difícil pensar que volveré a enamorarme. Pero no dejo de mirar hacia adelante. Así que yo sí corro el riesgo de enamorarme. Hasta ahora la razón me contiene, pero ambos sabemos que la razón pierde su voz ante el fanánico y atronador grito del deseo.

Tomando tierra

Cerraba mis párpados cuando el horizonte abría el suyo. Desperté con tristeza y temor. Te escuché repetir que no me amas insistentemente y algunas veces creí enloquecer por ello. Lo sé. Pero hay una parte de mí que es torpe y no se entera y supongo que por eso me duele... como a tí te duele saber que no te amo.
Me ahorra mucho esfuerzo que te marches y mi cuerpo cansado te lo agradece porque nunca me dejas dormir. Como si se tratara de una maldición, mis amantes se enamoran perdidamente de mujeres que les amargan la garganta hasta que todo su cuerpo sabe a yez.
Tú duermes y yo despierto. Tomo tierra.

Como Ulises

Necesito perderte para no perderme
necesito perderme para encontrarte;
necesito encontrarte para amarte;
necesito amarte para enloquecer;
necesito enloquecer para estar viva.

He decidido alejarme de tí porque se me pierde la voluntad cuando estoy contigo. Estar contigo es como hacer puenting sin medir la cuerda. Es emocionante, sin duda, pero no sé hasta qué punto merece la pena.

Cada vez que me marcho de tu lado me juro no volver. No regresaría si tú no rompieras tu autojuramento de no llamarme. De algún modo, nos necesitamos.
El amor no es un sentimiento perpetuo. La vida tiene otras facetas importantes que requieren atención; al menos la mía. No puedo darte todo mi tiempo libre porque lo necesito para otras cosas y estar contigo es como tragarse una esponja seca para que me sorba entera. Es fácil ser racional cuando no estoy contigo. A tu lado me contagio de locura y se me diluye la esencia en tu saliva.
Me río contigo. ERes divertido, ocurrente, como un niño grande. Eres un encanto. Tienes una sensibildad increíble y me seduces, me intrrigas, me colmas y me vacías a tu antojo. Me enganchas, por fortuna, sólo a veces. Pero nuinca se sabe cuándo una droga te atrapa y te convierte en un pelele. Todos los drogadictos "controlan" al principio.
Por eso me alejo.
Anoche hice el amor contigo. Me lo permití porque sabía que sería la última vez. Así qu ete abrí el corazón y las piernas y te amé sin que tú lo supieras. Te amé eternamente, pero sólo por un instante; y también te odié y me asalvajé cabalgando sobre tu cintura con toda la furia del que pelea su última guerra y la sabe perdida.
Me dejé llevar por última vez, antes de amarrarme a la columna de mis realidades, como Ulises al mástil de su nao, para no dejarse llevar por cantos de sirena.

Con una flor amarilla en los ojos

Tzade

03 abril 2006

Otro día

Miss Málaga: Miss ESpaña. Cambié un interesante reportaje sobre el exorcismo de Albaicín por ver el certamen de Miss España. Me enamoré de los vestidos de noche, me reí de los discursos de las mises y los comentarios de los jueces, me sentí vieja, fea y gorda, me dejé arrastrar por la melancolí ay el mal genio del síndrome premenstrual, quise vomitar la cena. Hice planes de futuro, me sentí incapaz de realizarlos, deseé morir, busqué motivos para no morir, encontré más de una docena y volví a hacer los mismos planes de futuro en una sucesión temporal factible y en penqueños pasos previos. Hice una lista mental de quiero/no quiero, reviví mi violación y quise llorar pero no pude, me relajé visualizando una playa de arena blanca y bailé al son de las olas la capoeira, vi que eran las tres de la madrugada, supe que Josías se quitará la vida sin que yo pueda volver a evitarlo y le juzgué cruelmente, tal vez por la necesidad de juzgarme a mí misma si decido hacer lo mismo y pensé que no quiero que piensen que fui un fracaso, que fui cobarde, que me rendí, que fui egoísta, que estaba loca, que otro tuvo la culpa o que esto se v eía venir. Me aferré a la vida con todas mis fuerzas y pensé en la belleza de una mirada, una caricia, la música, el sexo, el canto de los pájaros, la luz en la ventana, la sonrisa de mamá, la calma de papá, Pedro, Rafa, Joaquín, Adela, Isabel, José Manuel, mis libros, mis investigaciones, mi título colgado en la pared, mis hijos sonriendo y soplando conmigo una tarta con cuarenta y cinco velas. Respiro. Me duermo. Hoy es lunes, tres de abril, la luna de siembra se esconde a la luz del cielo y sé que está ahí, como otras tantas cosas bellas que no se ven. Día de cobro; bendito sea; voy a llenar la nevera de zumo, fruta y yogur. Puede que en algún momento haya equivocado el camino, puede que haya mirado demasiado hacia atrás, puede que me haya olvidado de mí algunas veces y puede que tropiece más pero cada día es un comienzoy si a pesar de mis constantes burlas a la vida esta se empeña en darme siempre otra opòrtunidad tal vez quiera algo de mí. No hay desierto sin oasis.
Una mujer de aspecto frágil y melena enloquecida se borda una sonrisa al hilo de tinta bic y tela de papel, acaba su café, apaga el consabido "último cigarrillo" y cierra su diario como quien firma una promesa "No rendirse jamás".
Echo de menos tu olor, el olor de esa colonia pija que te pones mezclada con el olor del deseo, el olor a sueños prohibidos y el olor a promesas de última hora. Tu abrazo intenso, tus caricias tiernas, tu risa de niño y ese hilo de esperanza cosido en tus pupilas con cuatro puntadas fugaces e inciertas. Te echo de menos y me jode. Y te odio. Te odio porque me quieres y me desarmas y porque no me atrevo a creerte.

La vida es un regalo y un montón de preguntas

Atrapada en un "todavía no" que se eterniza incansablemente, lleno mi maleta de ropa sucia y camino hacia la estación atravesando la ciudad casi dormida; en un día de luz sin sol, como yo por dentro, dejo que mi mente proyecte todos los flshback de mi infancia y adolescencia, como siempre que voy a ver a mis padres. Anoche dormí en la habitación de invitados de la que fue mi casa porque hablé con Jorge y lloré por los cuatro costados de mis ojos, igual que en los dibujos animados japoneses, mientras jugaba acariciando mis venas con una cuchilla de afeitar que baila sobre la desordenada mesa del salón desde hace meses. Jorge, que me informó de una curiosa estadística que afirma que la mayoría de los suicidas tenían planes para mañana derribó mi argumento de que no acabaría hoy con mis insanos minutos porque tenía asuntos por resolver, fue a por mí y dormí en el cuarto de la magia, ese que decoré tan bonito, adyacente a la habitación donde luego dormiría con ella.
Hace ya tiempo que me había prometido no hacer el amor con nadie mientras Jorge me rondara la cabeza, pero eso sería como calzarme los hábitos y hacerme célibe.
Quise disfrazar mi preocupación por Josías de obligación legarl y conciencia social, pero lo cierto es que Josías me importa y eso me jode. Me jode terriblemente porque tengo ahora su olor metido en el fondo de la nariz, su humedad entre las piernas y el frescor de su boca invadiendo la mía sin piedad y su abrazo me inunda y me llena y no tardará en dejarme vacía porque hoy, al despedirnos entre los besos tiernos y lentos que siguen al polvo rápido y desesperado lo menos que puedo hacer es preguntarme cuántos días tardará en zafarse de mí.
si supiera el motivo por el que los que dicen haber encontrado en mí lo que buscaban, los que me elevan por encima de lo que mi imagen de "yo" está dispuesta a creer, desaparecen sin dar explicaciones de un día para otro y deciden no penetrarme nunca más a pesar de decir de mí lo gran amante que soy y lo que les fascina mi pecho y mi cintura... si supiera por qué se alejan los otros podría saber si esta vez será diferente. Pero ya que ser optimista vale tanto la pena como ser cobarde, no tengo motivos para creer que esta vez será diferente.
Porque siempre es igual, Josías es hermoso y fugaz como un meteorito. Al final cae dejando un gran hoyo en la tierra de mi vientre convertido en un pedrusco ridículo. EStoy preparada para el nuevo dolor, para gozar y perderme o seguir perdida, pero gozar, pero perder... pero gozar.
Y la vida sigue siendo un asco y la sociedad sigue estando podrida pero la vida sigue siendo un regalo, más o menos cutre, más o menos útil, pero un regalo a fin de cuentas. Y a mí me esnseñaron que nunca hay que despreciar un regalo. Y lo cierto es que los besos y los abrazos, las zalamerías y los arrebatos pasionales, la hacen más vivible.
En mi frialdad aprendida callé cuando Josías me dijo que pensaría largo tiempo en nuestro arrebato animal. Pero lo cierto es que yo sé que también pensaré en ello, aparte de mi orgullo herido porque no me gusta ser la número doscientos y pico y sé que no soy la última y que vendrá otra a gozar a un Josías más pleno y completo que el que yo conocí. Pasaré por su vida como paso por la vida de toda la gente que jura permanecer siempre en la mía y no olvidarme jamás. Pero esta vez no me angustia la idea.
Y me hace gracia y me río ahora a solas frente al andén asolado de tarde porque estoy tan segura de que Josías pasará como lo estaba de que no pasaría y sin embargo pasó.
No razono bien y mi instinto está ahí, siempre, al acecho, ordenándome que pierda este tren y regrese a su lado a agotarme de besos y a impedirle beber.
¿Qué valen las promesas de un loco? No más que las promesas de dos locos.
Así que me subo al tren, sin hacer caso a las voces infames que suplican una noche a su lado.
Se me quedó breve la boca de Josías y estoy loca por llegar a casa y darme una ducha y quedarme a solas con mi sexo y el recuerdo de su boca hundida en él desbocando mis caderas.
¿Volveré a los despertares de madrugada excitada, a punto de reventar? ¿A las duchas a presión tumbada en la bañera con las piernas abiertas y los ojos en blanco? ¿A su huída espantada en cuanto se de cuenta de que para mí nunca es suficiente?