CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

12 junio 2007

pensamiento positivo

Es hermoso contemplar la salida del sol sin estar borracha. Normalmente cuando veía amanecer era orque no había dormido en toda la noche. Ahora mi hijo me despierta antes de que amanezca y eso me permite disfrutar de ese trocito de cielo que le queda a mi ventana.
Trato de ver algo hermoso en todos los días y en todos los momentos. No siempre resulta sencillo pero de algún modo hay que combatir la desesperanza y la desesperación; estoy convencida de que es demasiado fácil caer en una espiral de negruras (mi naturaleza no es optimista precisamente)
No siempre podemos elegir lo que nos sucede, de hecho yo casi nunca puedo. Pero sí elegimos cómo enfrentarlo. Quiero no olvidar lo afortunada que soy porque aún teniéndolo todo hay quien encuentra motivos para quejarse. No hace mucho un tío que tiene billetes para limpiarse el culo con billetes de a cien se lamentaba de que había recibido una herencia millonaria y ahora tenía que ponerse a pensar cómo invertir ese dinero (qué cojón, dámelo a mí y verás como le saco partido).
Y es que lamentarse es como hacer sudokus: entretiene una barbaridad, pero no aprendes nada.

07 junio 2007

Un ángel se ha dormido

Ángel duerme, tranquilo, inocente, hermoso. Le contemplo temblando, con este frío que no se me va del cuerpo, agotada y sin parar de hacer cosas. Pero hoy no voy a esperar a que pase la media noche para dormir. Soy afortunada. Tengo un calendario vacacional tan largo como el de los maestros. He señalado en el calendario de color naranja los días que no trabajo y de vez en cuando lo miro y me pongo la mar de contenta ¡Qué tontería!

05 junio 2007

un poco de miedo y un poco de esperanza

ETA ha anunciado la ruptura del alto el fuego; no digo que me sorprenda, es algo que se sabe desde hace tiempo. Nunca me he creído que el diálogo fuera posible, ni siquiera contemplable. A media noche se da por finalizada la tregua y desde ese instante cualquier sorpresa es posible, reforzando mi idea de querer irme de Madrid cuanto antes. Madrid no me gusta, no lo quiero, no para vivir. Menos aún vivir en pleno centro, como es el caso, donde a la contaminación lumínica, ambiental, visual, auditiva... se une ahora la contaminación emocional. Algo que no vale la pena por unos ingresos inferiores a los gastos. Y en medio de este miedo renovado la esperanza sigue latiendo sutilmente, sin dejarse morir, sin dejarme caer.