CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

30 noviembre 2005

Niebla

Con la niebla como única compañía en las madrugadas de unas pocas copas y muchos nuevos conocidos y conocidas, de la alegría pegada en la piel como el mejor de los abrigos, esa alegría de ver a amigos después de varios meses, de saberse querida, los pequeños placeres (buena mesa, viejas canciones, nuevas voces y miradas cargadas de amor, deseo, nostalgia, humanidad a fin de cuentas) y al final de todo micita con la niebla, pintando las calles de color misterio a brocha gorda.
Un camino recorrido demasiado deprisa, como una riada que se lleva nosecuantas cosas por delante y deja otras tantas atrás, porque si un río pretendiera llevarse consigo todo lo que encuentra espesaría hasta fundirse con la tierra y jamás llegaría hasta el mar.
Pero quiero tierra llana, regar largos viñedos y besar lentamente los sauces de mi orilla sin dejar de cantar, dejando atrás lo que me pese con la quietud inocente del olvido.
Gocé la buena mesa; habité en la incansable ternura de los nones convertidos en pares y pisé suelo resbaladizo sin caerme.
Había amanecido hacía horas cuando fiel a mi cita a solas con la niebla la respiré más impuntual que de costumbre y al fin tome conciencia de impar afortunado. No hay descanso. Sigo siendo cascada y no me canso de caerme. Y ahí me digo a mí misma: "no lo pienses, que es peor"

19 noviembre 2005

La gran muralla

Sábado por la mañana. Regreso de un cansado turno de noche. Los trenes, uno tras otro, se hacen esperar. Café calentito en Nuevos Ministerios. La soledad palpitando en mi frente. Mi cuello como una piedra. Sueño, mucho sueño.
La flaca se rasca la cabeza con ese gesto de niña pequeña que nunca perdió; un rallito de luz aún brilla en sus ojos cansaditos de ayer. La flaca cabalga en los trenes que no llevan a ningún lado, sólo por darse el lujo de viajar. ¿Qué estación espera a la flaca con un ramo de rosas amarillas?
En el lenguaje de las flores las rosas amarillas significan "gracias".
Esta mañana a la flaca le bastaría una sola rosa amarilla para lucirla en su pelo la noche del sábado y caminar la noche entre la niebla, planeando sobre las aceras húmedas y heladas y dibujando corazones en la escarcha de los autos, feliz, como un aliento de primavera de esos que en invierno hacen florecer lirios silvestres.
Pero una tos seca y persistente regresa a la flaca a sus pies fríos; mueve la cabeza buscando señales y un cartelito de esos que incitan a la lectura titula sin piedad "la gran muralla" y la flaca se deja dormir sabiendo que al final del trayecto no la esperan las rosas amarillas, ni los abrazos cálidos, ni los croissants recién hechos, ni el mate amargo, ni el paseo matinal entre sonrisas, ni las caricias en el pelo que la duerman.
La flaca no es la mujer perfecta. Ella lo sabe. No pretende hacer ver en absoluto que es la mujer perfecta para nadie. La flaca está en los huesos y no tiene vestiduras de más o alma de menos. Es lo que es. No tiene vuelta de hoja. Y a su modo de amar y ver las cosas no hay más vuelta que dar ni más misterio. No se guarda la brisa en una caja, ni se planta la risa sobre el tedio, ni es lo mismo el amor cuando pretendes invertir y guardar para mañana.

Anoche soñé con Julio. Debe ser porque ayer me lamó para decir que no tenemos nada que decirnos, que se marcha, que rehace su vida en otra parte. Yo le soñé con la última mirada que me tuvo, con ese imposible cargado en sus palabras y sus ojos inyectados de un dolor inventado. Le hablé como él me hablaba. Con su acento y sus expresiones sunameñas y le decía:
"Se puede saber por qué buscás una mujer como yo? ¿Acaso pensás que la inteligencia se contagia? Buscás una mujer que piense por su cuenta siempre y cuando piense exactamente igual a vos y cuando hay desacuerdo te cerrás en banda como un niño chico y no escuchás a nadie y no decis nada.
¿Usted piensa que puede llegar de buenas a primeras a la vida de una y cambiarle toda cuando usted no es capaz de hacer otra cosas que cerrar los oídos y la boca y largarse y rendirse?
El asno del piconero del pueblo tenía más luces que usted. Animal, que sos un animal"
Y entonces me lanzaba sobre él y le golpeaba y le abofeteaba y él comenzó a reírse con la risa burlona de los hijos de puta.
Desperté con angustia, golpeando el brazo del sillón y el cuello torcido. Hay que estar muy cansada para dormirse en esa postura tan surrealista.
Al despertar pensé "Julio es un cabrón" y de pronto parecía todo mucho más claro.
Ahora estoy tranquila. Todo pasó muy rápido. Demasiadas cosas en muy poco tiempo. A menudo parece que pasaron los meses. Queda una parada. Sé que Julio no me espera... y me da lo mismo.

¿Mejor así?

"¿Cómo se responde a un mensaje sin palabras? Veo tu silueta en todas las siluetas de la noche y cuando resulta ser la tuya temo perderte como si no te hubiera perdido. Te echo de menos y mi mente me dicta "es imposible; no funcionaría" y me contiene y me gobierna. Estoy en una cafetería de grandes ventanales junto a tu casa. Sé que estás ahí y yo llevo horas aquí, levanto la vista tratando de forzar la casualidad. Hoy no trabajaste en el bar y me pregunto cuánto falta para que te vayas de la ciudad. Mi cerebro me ordena qeu regrese a casa, me ponga música alegre y cuelgue la ropa que hay en la lavadora y ordene el desastre de una puñetera vez; mi corazón me dice que responda a tu mensaje sin texto y vaya a tu casa y te mire a los ojos y te hable. Y llevo horas anclada en el taburete del bar, tomando el móvil en mis manos, escribiendo mensajes que no envío y tratando de decidirme de una buena vez.
"es mejor así" trato de decirme. Pero... ¿mejor para qué, para quién y por qué? Si el pensamiento fuera un imán ya estarías a mi lado y nada podría separarte de mí.
Me duele tu ausencia, tu portazo, tu costumbre de meterte en mis sueños a humedecerme la soledad que me habita entre las piernas y acogerme en tus brazos poderosos y a robarme la pena de saberte lejos, imposible y acabado.
¿A dónde voy?... suena la canción "es mejor que sigas tu camino, tuviste una oportunidad y la dejaste escapar..." lo tomaré como una señal"
Esto escribía ayer y hoy siento pena por el vacía de mi vientre, por el amor que se marcha sin poder hacer nada para evitarlo. Pena por no haber podido decirle nunca cuánto le amaba, ni poder decirle que espraba un hijo suyo, ni poder decirle que lo perdí. Hoy me siento estúpida y caída y sin poder para levantarme y sin querer levantarme.
La flaca está triste esta noche y se pregunta por su destino. La flaca se va a Valencia en busca del mar.

17 noviembre 2005

Dime ¿estoy muerta?

Sólo somos conscientes de cuánto amamos algo cuando lo damos por perdido. Maldita y caprichosa condición humana, malditos recuerdos y maldita luna llena.
El otro día leí un cuento que decía algo así:
"Había una vez un leñador que pensaba mucho y a menudo le venían ideas extrañas a la cabeza, fue así que una vez le dio por pensar que estaba muerto y un día le preguntó a su esposa ¿Estoy muerto?
Su esposa, acostumbrada ya a las extrañas preguntas de su esposo le dijo:
_ Tócate los pies ¿Están calientes?
El leñador se tocó los pies y vio que así era
_ Ahora tócate las manos ¿están calientes?
El leñador comprobó que sus manos también estaban calientes.
Entonces su esposa le dijo: si tienes los pies y las manos calientes, entonces, no estás muerto. Y el leñador se quedó mucho más tranquilo sabiéndose vivo.
Pasaron los días y el leñador se fue con su mula a talar un árbol. Era un frío día de invierno y después de haber talado un buen rato el leñador se quitó los guantes; al contacto con el viento helado las manos se le quedaron frías inmediatamente. Cuando lo notó se alarmó y rápidamente se quitó las botas; sus pies descalzos sobre la nieve se quedaron fríos enseguida y el leñador pensó que había muerto.
_Un muerto no debería estar talando árboles_ pensó. Y se tumbó sobre la nieve con los brazos cruzados sobre el pecho.
Pasó una jauría de perros que olieron las provisiones y se las comieron.
El leñador se indignó bastante, pero pensó que no podía hacer nada, pues estaba muerto y, total, los muertos no comen.
Al cabo de un rato los perros hambrientos se echaron sobre su mula, que estando atada no pudo defenderse y se la comieron en cuestión de minutos.
_menuda tunda les daría si no estuviera muerto, pobre mula_ pensó el hombre que seguía inmóvil sobre el suelo.
Los perros, viéndole inmóvil se acercaron a él, lo olieron y finalmente se lo comieron"
Me pregunto cuánto tiempo soy capaz de permanecer como muerta pensando que no puedo hacer nada por cambiar las cosas.

16 noviembre 2005

La magia de los reencuentros

Al fin en el tren de cercanías que me lleva a casa. Son las nueve de la mañana. El tren de las 8'30 fue puntual, para variar, y yo llegué tres minutos después. Afuera dos graditos y una espesa niebla que obliga a un soberbio acto de fe para suponer que hay algo más al otro lado. Ha sido una dura jornada nocturan, se nota el influjo de la luna llena; las agresiones, los intentos de suicidio, los ataques de ansiedad... aumentan. Regreso a casa con la incertidumbre a cuestas acerca de la continuidad de tres vidas y me da rabia no tener trabajo ya hasta el viernes. A veces no podemos hacer nada más por ellos, a veces la administración da asco. Por otro lado hay en el trabajo un síndrome de estar quemado colectivo que me obliga a disminuir mi rendimiento. Yo sé que las condiciones laborales en las que estamos no son justas, sin embargo, no me duelen tanto como a otros, ya que ahora hago cobrando lo que antes hacía gratis. Visto que mi contrato laboral acaba el 31 de diciembre trato de mantenerme al margen en la medida de lo posible y abogo por esperar a primeros del año próximo para huelgas y otras medidas de presión. Nunca me ha pesado en este trabajo el sentido de la obligación y librar más de dos días se me hace eterno. Sé que no podré mantener durante mucho más tiempo dos trabajos para subsistir y que no tendré más remedio que buscarme la vida por otro lado, no obstante, me duele terriblemente saber que tengo que renunciar a algo que tanto me llena por el jodido dinero.
En medio de estas divagaciones veo a Jonás esperando en el andén de El Casar para subir al tren. Decidí renunciar a unas pocas horas de sueño y le hice bajar antes de su destino para tomar un café. El peso de esta noche cargada de vidas destruídas cedió ante los abrazos, la charla amena y la alegría que da encontrar a alguien a quien aprecias y no ves desde hace mucho tiempo.
El ser humano necesita de diez abrazos diarios para mantener su equilibrio emocional. Ya sólo me faltan ocho. Tendré que comprarme un perro antes de perder mi dignidad.

15 noviembre 2005

Soy trígama

Voy contigo si me haces una señal, y contigo, y contigo.
Sin querer evitarlo besé tus labios que ardían por la fiebre. Ya es tarde, fijo que me contagias tu virus, lo mismo que me contagias de ternura y de deseo. Aún ardiendo, precipitados por un tiempo que apremiaba. A mí me esperaba un alumno, a tí te esperaba tu mujer. No quise evitarlo, tal vez sólo un poco. Llegaste horas antes de lo que esperaba, por lo que no pude darte el plantón que merecías después de meses de ausencia. Pediste perdón y nos perdimos el uno en el otro. Tú aceptas mi bigamia y la comprendes y sabes que así será el tiempo que sea necesario. Yo acepto tu bigamia. Así está bien todo. Sabemos que estamos ahí y que nadie puede evitarlo, nisiquiera nosotros mismos. Sabes quién soy yo y yo sé quién eres tú. Os amo a los dos. Te hablé de él y tú me hablaste de ella y comprendimos que el amor no es siempre simple y concentrado. Y nuestros cuerpos se reconocieron y se gozaron uno a otro.
Vino a mi vida un hombre que acepta y comprende mi bigamia y está dispuesto a tolerarla y aceptar esos paréntesis en mi vida de tres o cuatro días cada tres o cuatro meses. Estoy bienamorada, doblemente feliz y sigo viviendo sola. Es perfecto. No puede ser más perfecto.
Julio saldrá a poquito de mi vida y volveré a mi pacífica bigamia, esa en la que habito intermitentemente desde octubre del año pasado, con el cuerpo plagadito de caricias ingastables. ¡Viva el amor libre!

Y sigo corriendo sin poderme parar, acariciada por el pálpito de varios corazones, disconforme y revoltosa, pasando por las pieles diversas y tú y tú y tú me pueblas los segundos solitarios y te echo de menos a tí, a tí y a tí cuando no estás.
La trigamia resulta agotadora, menos mal que di puerta a mi amante de los domingos y me queda un día para descansar.

Tanto amor y tanto trabajo me están mermando la salud y me estoy quedando en los huesos. Ahora sí que soy la flaca... a pesar de todo lo escrito anteriormente, qué no daría por hallar el verdadero amor, ese que no necesita de nada ni nadie más y reunir en un único cuerpo el espíritu que me quiebre el desencuentro, el único que me haga sentir única, sin la duda constante, sin las tardes vacías de caricias echando de menos a uno u otro. Julio estuvo tan cerca que su portazo me cerró todas las puertas... bueno, sólo unas cuantas, las justas para ser soltera y sin compromiso y no tener marcado un cumpleaños o un día de aniversario para buscar el regalo perfecto, o el único destinatario de mis poemas. Tal vez si Julio regresara estaría dispuesta a ceder a la calma y la paz que da saberse amada por un único con contrato indefinido (que todos sabemos que no significa nada, pero bueno). Pero Julio marchó y un día mi mirada dejará de buscarle y sigo siendo una empresa con varios empleados a tiempo parcial.

14 noviembre 2005

Toledo

Toledo es un lugar para perderse, para tomarle de la mano al tiempo y dejarse abrazar entre murallas. A menudo parrece un trastero en un desván, con monumentos como trastos viejos, sumergidos en un olor que no les pertenece. Sobran los coches, deberían prohibirlos, que circulan por las callejas y parece que se vayan a quedar encajados a la mitad. Calles empedradas y empinadas, olor a leña, mezquitas con nombres cristianos y más conventos que monjas, mazapanes y espadas, tiendas de souvenirs y carteles que venden un menú generalmente más caro de lo que merece, calles sin nombre para que sea más fácil desencontrarse y besos como relicarios guardados en los huecos de las murallas y un Tajo que la rodea con la "u" de "hundirse". Según a dónde vayas parece que el tiempo decidió no pasar por ahí y se quedó congelado, como en el cuento de la Bella Durmiente.

Soy bígama

No pude inventar mejor momento ni mejores razones para hundir mis pies en el eco de una leyenda y dejarme perder de la mano de un hombre que no necesita otro nombre que el suyo propio y que no necesita un pacto de fidelidad, ni una palabra que nos defina, ni una promesa de futuro si no es la del segundo siguiente. Alguien que me salva tal vez por el simple hecho de no intentar salvarme desde su púlpito de hombre poderoso y prudente ni me mira solemne como a una princesita desvalida a la que salvar de un destino infame.
Convertimos lo extraordinario en cotidiano y habitamos el tiempo en un espacio que no nos perteneces, como si no existieran los paréntesis ni nuestra otra vida, esa otra más larga , que acaso sólo existe para contarla cuando el silencio sobra o cuando, simplemente, no s apetece escucharnos y casi da igual lo que digamos.
Antes del encuentro suelo planear fantasías que se quedan en una promesa o son simples argumentos cuando mis dedos hormiguean su recuerdo y le obedecen ciegamente haciéndome gozar como él lo haría.
De pronto nuestros cuerpos responden a la promesa olvidada de algo pendiente y se entrelazan y enloquecen sin darse más tregua que la que prolonga el deseo; arde mi boca impaciente de devorarle por completo y bajo mi vientre se cre4ce el deseo con su gozo y el concierto de gritos contenidos, gemidos de placer y respiraciones agitadas inunda el lugar en el que estamos y todo da lo mismo. Nos reímos del tiempo y no hay nada ni nadie más que nosotros. O bien nos gobierna la ternura y nos enlazamos en silencio como si no hubiera más que decir o como si las palabras no fueran suficientes para decirlo todo.
Tejemos nuestra propia manta con el hilo de encuentros fugaces y gozamos debajo de ella como dos salvajes o como dos niños sin dejar que nada ni nadie nos robe el derecho a mezclar nuestros olores.
De afuera es difícil de comprender y es por eso que me ha costado enfados y desencuentros. Tampoco necesito que nadie lo comprenda. Basta con que nosotros lo entendamos. Un hombre al que veo tres o cuatro días cada tres o cuatro meses y, sin embargo, no encuentro mejor compañía si hubiera de irme a morir junto al mar.
Aprendes que la vida pasa demasiado deprisa y que uno se la pasa buscando cuerdas, atando nudos, desatando nudos y colgándose de esa misma cuerda por un tiempo indefinido. Entiendes que no entiendes nada, que las cadenas te dan miedo y que los prepotentes te dan asco. Te bebes la vida sin pensar y luego te lo piensas y te dejas la piel en un mano a mano con las supuestas señales del destino.
Honey es un buen amante porque sabe esperar, porque busca, porque es curioso como un adolescente inquieto, porque habita en la vida como si se le fuera a terminar mañana. Pero sobre todas las cosas, lo que le hace el mejor amante del mundo es algo mío: confío en él.
Es eso, realmente es lo que le convierte en mágico, lo que hace que valga la pena esperarle y mandar a tomar por el culo a los celosos. Confío. Puede atarme, vendarme los ojos, ponerme las manos en el cuello y la almohada en la cara y podría pasar la prueba de fuego que nadie pasó hasta ahora: dejarme caer en sus brazos sin mirar hacia atrás.
No sé por qué me acabo de dar cuenta. Tal vez porque se marchó y sé que va a volver y no me ando preguntando si está enfadado, si se aburre, si está desencantado... no me hago preguntas, ni le espero tampoco. Hago mi vida, lo que me apetece en este momento, sin prisa, sin temores...

Y abrazada a su pecho, en una de estas de charlas interminables fue que le dije "soy bígama" y es así porque desde que le conocí siempre le amé a él y a alguien más. Siempre es él y alguien más. Los demás se suceden y él permanece. Hoy de nuevo estoy enamorada de él y de alguien más, con dos y con ninguno. Extrañando a los dos, lejos de los dos. El destino siempre la juega de tal modo que cuando Juanjo llega, alguien acaba de marcharse. Hoy de nuevo busqué por un instante la silueta de Julio; quise y quiero decirle cuánto echo de menos su boca en mi oído, su abrazo, su ternura, su voz y su mirada... y echo de menos a Juanjo, que se marchó hace unas horas, cargado de besos y de promesas por cumplir, de esas que nunca dice, pero cumple... no como quien se harta de prometer y luego olvida.
Hoy me agarré un pedo tremendo; aun lo llevo agarrado; a una le da sed y el vaso de martini parece un vaso de agua. Con el pedo a cuestas fui a la casa de Julio. Sentí el deseo de despedirme. Con mi bigamia recién asumida, el estómago vacío, el frío de estas horas que obligan a llevar el abrigo puesto en casa y el pedo que me obliga a repetir una de cada tres palabras de las que escribo envié un mensaje a Julio "Gracias por todo lo que me has dado, suerte... " no sé qué más. No espero respuesta pero al enviarlo he sentido algo similar a lo que siento cuando le veo detrás del mostrador. Todo ha terminado. Hay que dormir la mona.

Una carta de desamor

Amanecí cabalgando entre la pena de perderte y la dicha de haberte conocido; con el pecho encendido de tus lejanas caricias y los labios temblando sobre las palabras que no pude decir.
Querido Julio:
Mastico todas y cada una de tus palabras. Algunas las saboreo y gozo en la garganta del alma y otras me amargan el paladar contenido de la furia que me provocas. ¿A qué viniste a mi vida sino a descolocar cimientos? Te despediste dando órdenes, con esa ilusión de poder tan estúpida y característica de tu género y orígenes. "Te dejo el camino libre", me decías, como si alguna vez hubieras tenido el derecho y la capacidad para ponerte en el medio y hubiera de agradecer mi libertad de acción y pensamiento a tus caprichos. ¿Por qué habría de cambiar mis planes por un hombre que no me aguanta diez días de seguido? ....
No tuviste tiempo de aportarle a mi vida más que un vibrador con pilas nuevas. Te crees mejor amante que ninguno porque eres ardiente y atengo y en el sexo no te rindes hasta que no me cansas. No sabes cuántas cartas de amor tiré a la basura por no acumular trastos, cuántos hombres madrugaron, trasnocharon por estar un rato más conmigo y hasta empalmaron la noche con el día. Tal vez ni te imaginas que no eres nada original y que aún podría estarme sentada esperando que cumplieras la promesa de hacerme esas cosas que nadie me hizo jamás.Lo único que te hubiera hecho diferente sería haberte molestado en comprenderme y ofrecerme el todo por el todo y decir "voy contigo a donde vayas" en lugar de "ven conmigo a donde vaya yo".
Y en medio de la rabia, el desconcierto de tus palabras cargadas de resentimiento machito y del sentirte dolido porque yo no cambié de opinión se me enciende la luz en las entrañas al recordar tu cuerpo balanceándose contra el mío y tu mano bajando mi mano hasta tu sexoy tu boca buscándome los labios y tu voz susurrando en mis oídos palabras que, por hermosas, las mujeres somos dadas a creernos, sin más base que la pava sonrisa adolescente que nos florece como una imprudente violeta en medio de la nieve.
No encontré el modo de decirte que mi vientre albergaba un hijo nuestro ni el momento oportuno y en medio de la soledad de tenerte adentro mío el dolor me sangró cintura abajo y te perdí del todo y para siempre sin poder contenerte y lloré por el ser que no fue nunca y tú no estabas a mi lado para consolarme.
Tú que tanto has viajado y que tanto has vivido y que tanto presumes de experiencias vividas tendrás el cerebro apretado a cal y canto hasta después de que el tiempo fosilice tu parietal, rendido de tratar de transformarlo en cenizas. Porque vives anclado en el "mía y de nadie más" y te encelas de quien llegó antes que tú aunque a tí haya llegado a amarte sin reservas y me hayas conocido como nadie. Piensas que te mentí porque no dije lo que querías eescuchar.
Y es que no existe una ley universal que nos rige en torno a sentir, ni yo estoy dispuesta a doblegarme a esa ley que no hay escrita sino en la mente cerrada de los necios.
Nunca te oculté nada, si bien no creí necesario recordarte a cada instante que no eras el único y que el otro iba a tener su tiempo sin que tú pudieras evitarlo. Y él ha estado ahí cuando tú te marchaste, dolido de mi soledad y mis miedos; saca tus conclusiones.
Sé que te echaré de menos de vez en cuando hasta que tu recuerdo se me borre de la frente y me cueste recordar tu nombre incluso en los meses de verano. Aprovecha tu vida y tus viajes, tu larga experiencia y tu capacidad de supervivencia para romperle el candado a tus cadenas mentales y tal vez entonces un hombre como tú sea capaz de estarse más de diez días seguidos con una mujer como yo. Enamorarme es trabajo de años y requiere una madurez emocional que tú ni de lejos; he visto monos de feria más coherentes que tú.
Y ahora soy yo la que te dice que ni por asomo te cruces en mi vida, ni se te ocurra siquiera hablarme si un accidente nos encuentra las caras. Encuentra tu mujer perfecta. Suerte en la vida. Te deseo sabiduría, amor y paz para ser entero y merecedor de cuanto anhelas. Gracias por todo lo que me has dado.
Un beso helado y la última caricia tierna que te guardaba.

Un instante para recordar

27/10
7.30. Suena la alarma de un reloj que avisa del cambio de turno. Todo es actividad de pronto, apuras los minutos, miras el reloj y te das cuenta de que hay tiempo de café, cigarrillo y lectura. La noche se quiebra lentamente muerta de frío. Últimos detalles del trabajoy entras en una calurosa y virulenta red de metro. El goteo incesante y educado de la gente que camina en una fila caótica, como los primeros días de coletio, cuando parecía que Sor Teresa se había olvidado durante el verano de cómo se da una colleja. Nuevos Ministerios, Primavera de Vivaldi, el violinista se sumerge en sus cuerdas y parece que el corazón se cuela entre las grietas del metro. Enlenteces del paso y quieres que la Primavera dure toda la vida. Cuando las ondas ya no llegan a los oídos Vivaldi continúa en tu memoria. Atocha: un minuto, corres y llegas, bajas en la vía tres y en la vía 4 ves cómo el tren que ha de llevarte a casa se marcha lentamente, como con recochineo el hijoputa. Y entonces sabes que será de esos días en que será mejor no levantarse, pero no te has acostado todavía... y deseas hacerlo, con todas tus fuerzas, deseas dormir. Te acaricias la cara interna de los dientes con la lengua, pensativa...
Julio me esperará a las 9'00 y verá pasar a la gente, cara a acara, con el sueño clavado en las pestañas y su día por delante. Buscará mi boca entre un millón de bocas y verá alejarse al tren que me llevaba de nuevo hasta sus brazos. Tal vez piense que me quedé dormida y pasé de estación sin darme cuenta.
Llega otro tren y un amasijo de personas se agolpa en dirección opuesta. Desde detrás los empujones impacientes y a mi izquierda la masa que se extiende como mancha de aceite y que me empuja peligrosamente contra la vía. Paso un poco de miedo, me enlentezco y me amarro a los libros porque no hay otro lugar donde agarrarse. El señor del megáfono repite sin sentimiento alguno quien viene y quien va y el tren se va llenando de gente. Antes una mujer elegante, de rostro bello pero enjuto y serio, con un gesto de su mano me pide que quite los libros del banco para poder sentarse. Obedezco ciega y somnolienta, ni por favor, ni gracias, planta el culo y al instante se levanta y se marcha. Qué ganas de joder tiene la gente. Al rato pasa junto a mi ventilando el humo de mi cigarro con fastidio. No hacen falta muchas luces para darse cuenta de que es gilipollas del carajo.
Las nueve y dos y Julio allí, esperando. El mate en casa, listo para ser compartido. Hoy celebramos el nuevo trabajo de Omar. El tren arranca.
Recuerdo que lloré y deseé un hombre que me amara intensamente, que me tratara como a una reina y me mirara con desconcierto y deseo y me abrazara fuertemente. Quise a un hombre listo, sensible, sensual, que quisiera morirse conmigo; lo recuerdo. La soledad me hería y me dolían las noches solitarias que se alargaban como sombras, los rincones del miedo agazapados tras los crujidos de vete a saber qué, vete a saber dónde. Deseé a Julio aunque aquel día aun no sabía qué nombre darle. Un hombre cálido y ardiente, amante de los mimos, con una voz capaz de calmarme hasta el sueño y excitarme hasta el éxtasis. Y ahora que lo tengo no sé qué hacer con él. Sólo sé que le echo de menos cuando no está, que le deseoy que desde que le conocí no hay lugar apenas para nadie más. Pero el 1 de Noviembre me marcho de viaje. Todo será que a mi regreso él ya no esté ahí. Está en su derecho pero él ya sabía de mi cita en Noviembre, esa de tres o cuatro días cada tres o cuatro meses. Aun tengo que dedicarle un tiempo a ese viaje y no encuentro el momento. Me da pena. No sé por qué me empeño pero sería un alivio que no pudiera ser.

30/10
Esta es una de esas noches en que, dicen, se abren todas las puertas. Y es que las puertas están para eso, para ser abiertas y cerradas; es lo que tienen las puertas. La vida es una sucesión de puertas que se abren ante nuestros ojos y que nos invitan a pasar. Las miradas son como cerraduras oxidadas, como candados que estallan... ayer él me miraba como quien mira una muralla infranqueable, como un signo de interrogación que se estira lentamente, como quien mira por última vez.
No lo entendía y no iba a hacerlo porque yo no pretendía ser comprendida. A decir verdad, me daba lo mismo.
No me apetece seguir el ritmo frívolo de lo que puede apetecer en un instante. No soy un animal y no quiero sentirme nunca más vacía.
Llevo demasiado tiempo sin encontrar el norte y ahora, sentada fetalmente en el sur, busco los sueños que se me quedaron anclados para siempre en las estrellas.
Este viaje me vendrá bien.
Me gusta el tren cuando no está atestado de gente y puedo estirar las piernas en el asiento de enfrente y empaparme del paisaje y de las caras pensativas que contemplan el paisaje, con el alma envuelta en la garganta y las palabras anudadas en la lengua.

09 noviembre 2005

Ir sola a un hospital

Antes prefiero morir que volver sola a un hospital. Desde mi cita del médico a las diez y media de la mañana hasta mi llegada a casa a las ocho de la tarde pasaron unas cuantas horas.
Primero la doctora me echó la bronca por esperar 24 horas después del comienzo de la hemorragia para acudir al médico, confirmó el aborto y me envió a urgencias. Esperar sentada en el potro, pasear medio desnuda en calcetines y con una sábana envolviendo tus vergüenzas de una sala a otra, dormir en una camilla encogida escuchando pasar a unos y otros; una auxiliar que te da un botecito para el pis, una médica que mira la prueba de embarazo y dice que estoy "un poco embarazada" (¿qué cojones es eso?), una doctora que me saca un pedazo de adentro, otra que me mete un tubo con cámara y me muestra mi vientre vacío, otro que hace lo mismo y comenta lo que se ve.... (eso sí, resultan curiosas las lecciones de anatomía y ver tus ovarios y tu útero en una cámara), otra que te saca sangre y te manda a la sala... tres horas viendo pasar embarazadas de verdad, papás con cestitos, mamás con bebés... comprar un sandwich y comerlo con desespero y darse cuenta de que no tienes dinero para agua y tampoco hay fuente... finalmente pasas de nuevo al potro y uno llega y pone un papel, otra llega y lo mira, otro se da cuenta de que han puesto un papel de pediatría (va a ser que no) y al final te dan el diagnóstico y te dicen "ha sido un aborto" (no me jodas, ni lo imaginaba...), todo ha ocurrido de un modo natural, no hay que hacer nada más, solo pasar el rato... sales por "neonatos" y ves a las enfermeras mostrar bebés detrás de un cristal y al otro lado un montón de adultos con cara de gilipollas y cuando vas a tomar el taxi te das cuenta de que en el proceso alguien te robó todo el dinero que tenías en el bolso y no sabes en qué momento ha podido ser desde que lo abandonaste en la sala del médico, o tal vez cuando te quedaste dormida en la sala de espera. Y te alegras de haber gastado 12 euros en compresas, tampones y crema de manos y casi 20 euros en el taxi porque si no, te habrían robado 50 euros en lugar de 20. "Estás totalmente vacía, vete tranquila, sólo ha sido un aborto"... y bajando la empinada cuesta que me lleva a la parada de bus (ese que pasa cada hora y justo acababa de pasar cuando tú llegas) piensas "ahora sí que estoy sola", porque en el proceso alguien te dijo que tal vez no lo habías perdido aún.
Lo bueno de todo esto, además de no haber tenido que provocar un infarto en la familia y saber que mantendrás un tiempo más la talla 36 ha sido contemplar el apoyo total de José Manuel, Jorge, Rafa, Rocío, Aitor, Marian, Juanjo, Giovanni, Melva, Rafa D. y Rox (aunque por motivos de distancia o trabajo no pudieron estar allí conmigo, no dejaron de llamar para saber qué tal estaba); la humanidad de la enfermera que me tapó para que no pasara frío mientras dormía y hasta la clemencia del ladrón que me dejó en el monedero lo justo para el sandwich (o su inteligencia al preveer que teniendo suelto no recordaría lo agarrado); el desvínculo total de Julio y saber al fin que soy fértil (pues tenía mis dudas, después de 2 años de intentos sin fruto con Jorge).
Que me voy a dormir, que ya me toca, después de dos días de dolor y dos noches de guardia.

07 noviembre 2005

el amanecer se tiñó de rojo y se me murieron los sueños entre las piernas.

Aún no había tomado conciencia de la magnitud de tenerte. Cuando pensaba en ello, se me nublaba la vista y me nacían cuatro o cinco estómagos entre pecho y espalda. Eras un milagro y ahora eres algo que se derrumba. No sabía si estaba haciendo lo correcto; si en mi afán de protegerte no estaría cometiendo la imprudencia más egoísta de toda mi vida. Ya, da lo mismo.
Esta noche estaba inquieta, daba mil vueltas. Este dolor que iba y venía se instaló en mi cuerpo definitivamente hacia las tres de la madrugada, explotando en mi vientre y extendiendo su furia espalda arriba y piernas abajo. Me palpé el vientre buscando tu pequeño latido y finalmente sentí cómo te me escapabas gota a gota entre las piernas, yéndose contigo los trocitos de tu papá por donde mismo habían entrado.
Quise pensar que era un cólico, que esas gotitas de sangre no significaban nada. Salí de mi turno de noche y soporté el transporte soplando despacio para huir del dolor. Quise pensar que tenía una infección de orina, o que mis riñones estaban haciendo de las suyas; sólo habían sido unas gotitas de sangre. Durante la noche me estuve muy quieta, poniendo la palma de mi mano entre las piernas como si de ese modo pudiera retenerte. Mantuve la calma cuanto pude y llamé repetidas veces al médico sin conseguir localizarle.Pero la hemorragia no se contuvo mucho más tiempo y mis sueños se tiñeron de rojo oscuro en diminutos coágulos.
Ahora me siento tan débil que sólo quiero dormirme; el sueño es más poderoso que el dolor. Habrá quien diga que fue lo mejor que pudo pasarnos. Absténganse las bocas necias de llamar error a mi pequeño milagro. Sólo deseo dormir.
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A menudo lloramos por los que se han ido y a veces toca llorar por los que no vinieron. El dolor físico que siento es ridículo al lado del dolor de haber perdido a mi criatura.
Por más que haya dicho con toda la rabia del mundo que no quiero saber nada del imbécil del papá estoy sentada en un lugar estratégico en e bar de enfrente, para ver de vez en cuando moverse su silueta por una fracción de segundo.
Realmente echo de menos sus brazos, fuertes y poderosos; sus manos enormes, su voz en mi oído y sin embargo no podría amarle, tan dolida estoy por la criatura de la que nunca suponada y por su modo de echarme de su vida.
Y Juanjo sigue ahí, que sabiendo lo ocurrido no me ha olvidado y está deseando de venir a abrazarme. Este viaje será distinto. Es inevitable. Pero sí que será bueno para ambos descubrirnos en otra faceta y amarnos de otro modo. Es una mierda que esté tan lejos y a un tiempo parte de su encanto: la tierra que le vio nacer y que lleva impresa en su acento y sus ojos.
Ciertamente es posible amar a dos personas al mismo tiempo y dolerse por una esperando por otra. ESta tristeza se acabará, como se acaban todas y habrá nuevos comienzos cargados de esperanza.
Lo que más tristeza me da es pasar por esto sola, teniendo tan lejos a mi hermano, a Isabel, a Adela... y con Julio al lado, como si nunca hubiera existido.

03 noviembre 2005

Comienzos

Se marchó lógicamente enfadado. Anoche no reuní el valor suficiente para decirle nada, tampoco esta mañana. Esta tarde parto de viaje para Jaén y a mi regreso mi viaje con Juanjo, que no anulé, por cabezonería, orgullo y no sé cuántas cosas más... también porque necesito verle para aclararme del todo. Julio se dolió de que no anulara ese viaje. Es lógico. Y se marchó sin saber que estoy embarazada. Yo no sirvo para decisiones rápidas. ¿Quién soy yo para partirle en dos la vida? Ahora estoy sola ante esto. Pero no puedo decidir estar con alguien sólo por estar esperando un hijo suyo. He aquí el gran cambio que intuía. Esta tarde marcho de viaje. Ya se verá.