Madre coraje... con mucho genio
Desde que di a luz y cada día más me resulta más fácil comprender la postura superprotectora de mis padres, en especial de mi madre y, aunque eso no significa que la justifique, trato de ser más tolerante con ella y tratarla con más delicadeza y respeto de lo que solía hacer antes.
De una forma natural, se han ido estableciendo una serie de normas en torno a los cuidados y educación de mi Ángel y lo habitual es que estemos de acuerdo. Confío en mis padres, en su criterio, en caso de duda y en caso de desacuerdo explícito este se expone y se impone sin más, como se impone el día a la noche y la noche al día.
Cuando me da coraje (coraje de ira, que no de valor) es cuando aún estando de acuerdo en torno a una norma ésta se quiebra por razones irrazonables. Hay una norma que tengo muy clara en torno a los paseos y ésta es que, si llueve, el niño no sale; si se ha puesto el sol o el día aún no ha abierto, el niño no sale, salvo que yo lo diga y yo lo decida y siempre con el plástico protector que lo resguarde del frío. Y ayer el niño salió ya de noche, porque la tata, que además no le abriga tanto como yo, se empeñó en llevar al nene al Corte Inglés, porque disfruta mucho con la gente y con las luces. Mis padres no estaban de acuerdo, pero no supieron decir que no.
No puedo reprocharles su falta de asertividad porque a mí, eso de decir que no, no es algo que me nazca natural sino algo que me ha supuesto cierto esfuerzo y que es todo un ejercicio para mí. Y cuando esa incapacidad les supone a ellos alguna molestia, es su problema; pero en lo que a mi hijo respecta exijo firmeza.
Y fue comentando esto a Shunna cuando me hizo consciente de la superprotección que tiendo a tener sobre mi hijo; no tanta como mis padres sobre mí, pero sí más que la mayoría de la gente.
Me resulta muy difícil saber dónde están los verdaderos límites, y aún conociéndolos me cuesta respetarlos. Un padre, un buen padre, hubiera sabido equilibrar la balanza pero me corresponde a mí, sólo a mí, equilibrarla, porque los abuelos son peores que yo. Será todo un ejercicio de crecimiento para el crecimiento.
Lo que más me preocupa últimamente es el tema de la alimentación. el niño empieza a quedarse con hambre y es tan tragón que me cuesta saber cuándo se trata de hambre o se trata de gula. también me está costando trabajo encontrar información satisfactoria y completa sobre la alimentación de un niño de un año y me gustaría encontrar un menú semanal o algo así, que me sirva de guía. No sé cómo hacer que el niño comience a beber de su taza, y no del biberón. También le está costando más de la cuenta (o eso me parece) comer alimentos con trocitos pequeños. Si alguien conoce una referencia sobre este tema, se agradecen sugerencias.
De una forma natural, se han ido estableciendo una serie de normas en torno a los cuidados y educación de mi Ángel y lo habitual es que estemos de acuerdo. Confío en mis padres, en su criterio, en caso de duda y en caso de desacuerdo explícito este se expone y se impone sin más, como se impone el día a la noche y la noche al día.
Cuando me da coraje (coraje de ira, que no de valor) es cuando aún estando de acuerdo en torno a una norma ésta se quiebra por razones irrazonables. Hay una norma que tengo muy clara en torno a los paseos y ésta es que, si llueve, el niño no sale; si se ha puesto el sol o el día aún no ha abierto, el niño no sale, salvo que yo lo diga y yo lo decida y siempre con el plástico protector que lo resguarde del frío. Y ayer el niño salió ya de noche, porque la tata, que además no le abriga tanto como yo, se empeñó en llevar al nene al Corte Inglés, porque disfruta mucho con la gente y con las luces. Mis padres no estaban de acuerdo, pero no supieron decir que no.
No puedo reprocharles su falta de asertividad porque a mí, eso de decir que no, no es algo que me nazca natural sino algo que me ha supuesto cierto esfuerzo y que es todo un ejercicio para mí. Y cuando esa incapacidad les supone a ellos alguna molestia, es su problema; pero en lo que a mi hijo respecta exijo firmeza.
Y fue comentando esto a Shunna cuando me hizo consciente de la superprotección que tiendo a tener sobre mi hijo; no tanta como mis padres sobre mí, pero sí más que la mayoría de la gente.
Me resulta muy difícil saber dónde están los verdaderos límites, y aún conociéndolos me cuesta respetarlos. Un padre, un buen padre, hubiera sabido equilibrar la balanza pero me corresponde a mí, sólo a mí, equilibrarla, porque los abuelos son peores que yo. Será todo un ejercicio de crecimiento para el crecimiento.
Lo que más me preocupa últimamente es el tema de la alimentación. el niño empieza a quedarse con hambre y es tan tragón que me cuesta saber cuándo se trata de hambre o se trata de gula. también me está costando trabajo encontrar información satisfactoria y completa sobre la alimentación de un niño de un año y me gustaría encontrar un menú semanal o algo así, que me sirva de guía. No sé cómo hacer que el niño comience a beber de su taza, y no del biberón. También le está costando más de la cuenta (o eso me parece) comer alimentos con trocitos pequeños. Si alguien conoce una referencia sobre este tema, se agradecen sugerencias.