CUADERNOS DE TZADE

Cosas que me pasan, cosas que pienso, cosas que digo y cosas que callo

30 junio 2005

El regreso de Sunna, la mujer pantera

Hace unos diez años, Isabel y yo soñábamos con ir a vivir juntas. Ella cocina, yo friego los platos; ella se come el chocolate, yo la nata... extrañas compatibilidades en caracteres absolutamente distintos que, curiosamente, se llevan bien. Hoy es mi primer día de no-soledad. Me siento extraña. No podré quedarme jugando al solitario hasta las mil, tampoco me conviene; hasta el lunes tengo horario de madrugar, luego volveré a estar despierta por las noches... entonces Isabel y yo tendremos que organizarnos. Hoy es el primer día, todo se andará.
Hoy me despedí de A-17 y de su madre hasta el otoño, si mi nuevo horario me permite seguir dándole clases. Su madre me avisó que está dispuesta a adaptarse a mis días libres como sea.
Reconozco que me entristece ver a una pareja de caramelitos después de tanto tiempo de secano. Debe ser envidia. Pero no estoy más triste que ayer, ni que la mayoría de los días.
El calor me asfixia más de lo que quisiera, me aplasta el alma, me amuerma los sentidos. A veces me digo: debe ser el calor.
Con los niños estoy bien; en protección de menores estoy bien; mientras redacto historiales, me estudio la nueva ley de protección de la mujer, investigo terapias para la discalculia, dislexia, dislalia, trastorno antisocial... y toda la cantidad de cosas que tienen los niños con los que trato estoy bien. Algunas jornadas comienzan a durar más de quince horas de trabajo, más de tres horas de traslados y unas tres horas de tiempos muertos, en los que es demasiado tarde para regresar a casa y demasiado pronto para mi nuevo destino. Al final me quedan tres horas de sueño.
Si uno cobrara según trabaja no debería vivir en un apartamento de 50 metros, sino en un chale de cinco plantas o así... pero me da igual, pues ya me queda grande esta casa cuando estoy sola. Tengo que seguir deshaciéndome de cosas, me lo pienso mucho antes de comprar algo. Sin embargo, existe un cúmulo de trastos inevitable, que nunca se utilizan pero que no es ético tirar: son muchos los diarios que se escriben en trece años. Son muchas los libros de la carrera y muchos los apuntes. He tirado muchas cosas en mis dos últimas mudanzas. Ahora tengo que guardar muchas cosas que no utilizo: una vajilla, una batería, una mantelería, sábanas de 1.35... cosas, a fin de cuentas.
Pronto vendrá mi amigo Juan a sacarme de la rutina por unos días. Nos perderemos sin que nadie sepa donde estamos. Me gusta esa sensación. Antes pasaremos unos días en casa "solitos"... bueno, con Isabel a ratos. Pienso apagar todos los teléfonos y desaparecer del todo para todo el mundo, menos para él. Me hace falta aislarme, pero de otra manera, de esta manera. En los brazos de un amigo en quien confío, que viene a cuidarme, a darme mimos, a tratarme como una reina, a mirar las estrellas conmigo.

29 junio 2005

La dichosa mudanza que nunca se acaba

Llevo un rato sentada frente a la pantalla en blanco, con la necesidad de comunicar cualquier cosa, sin tener muy claro qué. Iba a escribir un poema pero no me gusta, porque no es perfecto, así que no lo haré. Hoy veo las cosas con más paz. A veces el cansancio juega a mi favor, estoy demasiado agotada como para angustiarme. No siento que haya perdido nada, las cosas, simplemente, han cambiado. Continúo con mi propósito de no dejarme tocar hasta que me crezca el pelo, si bien sexualmente comienzo a estar más despierta y fantaseo más a menudo. Ayer conversé con José Manuel y fue bonito hacerlo; sé que en él tengo a un buen amigo y que lo seremos siempre, nada que ver si tenemos o no una relación de pareja. Me hizo saber que soy una persona importante en su vida y que nunca me fallará, eso me calmó bastante.
Mañana jueves llegará Isabel para quedarse en casa y me estoy dando prisa para ordenar la nueva tanda de cajas que traje de la mudanza. Mañana traeré dos cajas más y ya estarán todas mis cosas conmigo. Tengo dos cajas enormes con ropa de invierno y mantas y calzado de invierno. Había pensado poner una sobre otra y cubrirlas con una tela y adornos encima, sin embargo son demasiado grandes y resultan asfixiantes donde quiera que las pongas. Tendré que conseguir tres cajas un poco más pequeñas más o menos del mismo tamaño y cambiar las cosas de sitio. No me gustaría poner ropa en el trastero. Por otro lado estoy esperando que venga a casa un hombre fuerte que me ayude a bajar al trastero las cajas más pesadas y poner el sofá de pie al fondo para hacer hueco. Estoy muy debilucha y no consigo levantar cosas que pueden levantar mis alumnos de diez años. Casi me da vergüenza. Tal vez cuando José Manuel esté un poco más desahogado, o le mando un mensaje diciéndole lo que necesito y cuando pueda se venga un momento, que pa eso somos vecinos.
A partir de septiembre comenzaré a estudiar la oposición para centros de enseñanza en comunidades. Lo bueno que tiene es que te puedes presentar en cualquier comunidad autónoma y que no me importa desplazarme, eso sí, ya dentro de un año por lo menos. :-). No obstante, aún no lo he decidido del todo, pues me apetecía muchísimo estudiar Trabajo Social, que junto a Psicología es ideal para el tipo de trabajo que me gusta. Preguntaré a mis compañeros de trabajo durante este verano a ver si decido lo mejor para mí.
Por estas fechas, vuelvo a sentir después de mucho tiempo el dolor de los últimos días del mes, cuando te duele en el alma tener que tomar un taxi o incluso te lo piensas a la hora de tomar un café. Estoy deseando que llegue el día uno para pagar el alquiler y quedarme tranquila. Como he andado tan descentrada no he llevado mi contabilidad tan al día como me gusta y eso me fastidia bastante.
Lejos de los problemas materiales y cotidianos, ahora vivo en esa época del año en la que una recibe el premio a su trabajo: prácticamente todos mis alumnos mejoraron sus notas. Hoy una de ellas, a la que su madre daba por imposible y que me había avisado de que suspendía fijo, ha aprobado, por los pelos, eso sí, pero aprobó contra todo pronóstico (menos el mío). Me siento muy bien en casa de las mellizas, el otro día les di una clase extra después de la visita al médico. En los últimos días han aprendido los números romanos, las horas y hoy la descomposición numérica... La peque (es curioso, que siendo melliza la llame la peque), anda extraña, muy sensible, necesitada de afecto. El otro día se echó a mis brazos como un monito y se refugió ahí hasta que se calmó; su hermana es mucho más fuerte que ella en todos los sentidos y a veces se derrumba... sobre todo cuando la otra la derrumba de un empujón. Ahí también estoy viendo los frutos, ya que estoy cambiando la perspectiva de competitividad por la de cooperación y ahora "la mayor" la apoya, ayuda y enseña. Me alegra que su relación esté cambiando, pues tal como iban las cosas, no era sano para ninguna de las dos.
Sé que el trabajo "estable" con contrato y eso... es lo mejor para mí, sobre todo dadas mis actuales circunstancias, si bien me cuesta mucho la idea de separarme de mis niños sabiendo que aún me necesitan. Algunos de ellos ya pueden prescindir perfectamente, son independientes, estudian solos, son felices, están bien. Otros no. Otros no me necesitan pero siguen queriendo que esté ahí, eso me resulta bastante más duro: negarme a continuar un tratamiento que ya no considero necesario, pero lo hago de tal modo que parece que casi no me importa. Así debe ser. Sé que algunos no lo tienen fácil para recibir la ayuda justa y necesaria y estoy haciendo todo lo posible para no dejarles. El precio: aun no he dormido, después de dos noches de guardia he tenido tres clases esta mañana y tengo otra esta tarde. No podré dormir hasta ... anda! qué bien! sí que puedo dormir esta tarde! perfecto entonces. Comeré donde Fati y luego me voy a dormir una supersiesta antes de seguir redecorando el salón. Qué alegría.
Hoy me siento mucho mejor

26 junio 2005

El hermano de Alma murió hace un par de semanas en un accidente de moto. Aunque casi hace un año que no hablamos sigo considerando que existen circunstancias por encima de las diferencias y la he llamado. Al principio estaba tan fría que casi me dieron ganas de colgar, pero finalmente la llamada se humanizó. Alma es amiga de Jorge, y como casi todos los amigos de Jorge, desapareció de mi vida cuando él me dejó. Me dolió mucho su distancia y que me juzgara y condenara de un modo tan duro. Me equivoqué al considerarla mi amiga. Aún me duele, pero hoy me duele todo, como cuando el sol te achicharra las carnes y no pueden ni rozarte. No puedo parar de llorar. Ando muy desconcertada desde que con el cuerpo dolorido y el alma destrozada me corté el pelo aquella tarde deseando cortar en mi vida con todo lo que sobra en ella. Al final falta más de lo que sobra y además quedé horrible. No debería perdonar tan deprisa a las personas, al menos no mientras el dolor perdure.
Hay un dolor que subsiste más allá de todos los minutos; el tiempo pasa y el dolor permanece.
Hay un dolor que se mantiene más allá de las pequeñas sonrisas. La sonrisa se acaba, las lágrimas regresan.
Hay un dolor que se empeña en sobrevivir a todos los instantes, a todos los sueños, a todos los abrazos.
Me agota tanto que ya casi ni me empeño en acabarlo. Te acostumbras, como a ese grano en ese punto de la espalda donde no te llegas. Sólo otra persona te lo podría reventar.

25 junio 2005

Ya soy experta en habilidades de comunicación, juas

Hoy terminé por fin el curso y ya soy experta en habilidades de comunicación... jejeje, me da la risa porque ahora me toca demostrarlo y me pregunto qué tendría que comunicar, a quién, cuándo y cómo. Hoy vi a José Manuel y tal como sospechaba ha encontrado a una mujer con la que está la mar de ilusionado porque le da cosas que yo no era capaz de darle. Y es que es cierto. Aún no soy capaz de amar.
Me siento como un cántaro agrietado que deja en el camino la mitad del agua que lleva. Me gustaría regar flores pero la verdad es que se evapora sin dejar rastro.
Mejor me voy acostumbrando a la idea de estar sola porque me siento anémica emocional, para casi todo tipo de relaciones, cada día se me hace más difícil darle sentido a mi vida y no sé cuánto tiempo más voy a poder aguantarlo. No me siento mejor que hace unos meses, la verdad. De hecho en algunos momentos incluso me siento peor. El piso, aunque chiquito, a veces se me queda grande y muchas veces no sé de dónde me saco las fuerzas. Los días libres me matan, la verdad.

24 junio 2005

Viernes tarde... cuatro bobadas

Isabel se quedará en casa cinco semanas. Acaba de marcharse hace solo unas horas. Venía acompañada por su última conquista, al menos esta vez ha tenido mejor gusto, por supuesto no ha sido agradable ver a una parejita de melosos enamorados sobándose todo el tiempo... pero supongo que en el fondo me da un poco de envidia. Volverá la semana que viene, sola, supongo, y de cuando en cuando recibirá la visita de este chaval tan simpático que por lo menos cocina muy bien. Colgaré mi horario del tablón de anuncios para que sepa mis turnos de sueño y ya nos organizaremos. Pero voto por no abrir el futón, ya que pocas veces a lo largo del mes de julio me tocará dormir de noche, más bien por las tardes, entre la una y las ocho/nueve. Tendré que acostumbrarme a comer a las doce, como cuando he trabajado en hostelería.
Era una verdadera putada cuando servías sin haber comido antes, porque prácticamente babeabas sobre los platos y cuando recogías no podías evitar dar un pellizco a los restos, pues el hambre podía llegar a ser insoportable. De eso hace mucho tiempo ya, pero aún me arden las tripas cuando pienso en el hambre que he llegado a pasar.
Mañana será el último día del curso y sé que habrá hasta llantos, porque esta gente es la mar de emotiva y a mi tanta sensibilidad últimamente me revuelve las tripas. No sé qué me está pasando. Supongo que ando un poco desencantada del género humano en general. Cuando hablamos bien de alguien a veces decimos que es "muy humano", calificar a alguien de "humano", salvo cuando se ha tratado de errar, significa algo "bueno" , e incluso cuando hablamos de equivocaciones es como decir "no es tan malo". Yo empiezo a tener ciertas dudas acerca de ese adjetivo, pues ser humano significa demasiadas cosas indeseables.
No sé a dónde ir después del cíber. Tengo que madrugar, pero me apetece más darme una vueltecilla. Ya veremos

22 junio 2005

La Dama de los Cuadernos

Ayer también me apeteció algo antes de ir a casa. Pero si bien antesdeayer cambié licor por cerveza rebajada con limón, ayer mantuve la cerveza y además cambié garito por terraza, donde me sentía más segura, además de disfrutar del fresco de la noche y de una luna llena preciosa que reinaba en el cielo. El fresco se volvió más fresco y decidí entrar dentro, si bien con el propósito de salir pronto si había demasiado ruido o mal ambiente. Se estaba bien dentro: música tranquila, a un volumen más que soportable para mantener una conversación, un lugar estratégico donde podía mirar sin ser vista y una camarera rumana o polaca, no sé, llamada Flor (de Florinda) que estuvo un rato charlando conmigo. Esta chica vive en Pinto desde hace un año con su hermana y el novio de su hermana y trabaja en la cervecería con Alex (Alexandra), una morenita de algún país de Latinoamérica. Escribí mucho, durante casi todo el tiempo que estuve sola, en un cuaderno vacío que llevaba en el bolso. Hoy lo olvidé y me compré otro. Soy la Dama de los Cuadernos.
Me dio por pensar en Dios. Todo a cuento de una canción que entre otras cosas decía "Y mañana Dios dirá". Entonces pensé que mejor no diga nada porque trae consecuencias nefastas. Todos aquellos que dicen haber oído la voz de Dios o de su madre se convierten en místicos o locos. Y, es más, según lo que me enseñaron en el colegio de monjas, los que hablaron con Dios no volvieron a probar el sexo nunca en la vida. Debe ser una soberbia putada que Dios te hable. A mí me hablaban de un Dios bueno y misericordioso que inundó el mundo entero haciendo desaparecer a los dinosaurios y que destruyó Sodoma y Gomorra convirtiendo a los que la miraban en una estatua de sal. Un dios que pide a un padre que sacrifique a su hijo y que no se le ocurre una idea mejor para salvar el mundo que hacer un hijo y colgarlo en una cruz... todas estas cosas y muchas más pensaba anoche, como que si Dios fuera mujer el mundo no sería un desastre, porque el género masculino es chapuzas por antonomasia.
Me costó dormirme. Hacía calor. Di muchas vueltas antes de que el sueño viniera: fregué los platos, arreglé la agenda para hoy, jugué varios solitarios, escribí... en fin.
Hoy he estado con la contabilidad mientras me tomaba el café, y no olvidé tomar las vitaminas.
Ayer pensé en Gabriel, hoy también. Supongo que echo de menos nuestras largas charlas.

21 junio 2005

Toma de conciencia bajo un calor espantoso

Hace un calor espantoso. Esta noche promete insomnio otra vez. Y eso está bien porque me dará tiempo a arreglar mañana la casa. Isabel vendrá con un amigo suyo porque la contratan en el Museo del Prado. Así que vivirá conmigo durante un mes y medio. No podremos vernos mucho, pues mis horarios son un poco extraños. Lo que le he dicho es que prácticamente cuando ella se levanta de la cama me acuesto yo. Va a ser gracioso. Me vendrá bien para esos días agotadores en los que no tengo tiempo de hacerme la comida. Ya hablaremos de horarios mañana.
Hoy he sentido mi casa realmente mía. Supongo que porque he estado limpiando y poniéndola cuca. Mi casa es mi reino, mi palacio, mi lugar. No entrará nadie que no me quiera y a quien yo no quiera, salvando el técnico de telefónica que, todo hay que decirlo, tenía un culo precioso. jejeje.
Hoy he aceptado a un nuevo alumno para el verano. Un nuevo reto, un caso diferente para variar. Se trata de un niño que tiene problemas sólo y exclusivamente con las matemáticas. La causa: una profesora de esas que estudió pedagogía en el Pleistoceno y que no tiene puta idea de niños. El niño se ha mostrado abierto, confiado y obediente. Está interesado en aprender. Le he planteado las matemáticas como un juego que puede ser divertido y le he regalado unas cuantas fichas de orientación viso-espacial y unos problemas con unos dibujos atractivos.
Empezaremos el 5 de julio y el lunes iré a conocer a su profesora para que me hable un poco de él.
Por otro lado, hoy estuve con C-8 y se portó bastante bien. Le estuve enseñando los números romanos y aprendió muy deprisa. Ojalá le gustara lo mismo multiplicar... en fin, no se puede tener todo.
D-11 atraviesa una reciente situación de duelo. Su abuelo fue enterrado esta mañana y no lo ha tomado muy bien. No obstante durante la clase se ha mostrado juguetón, como siempre, si bien menos inquieto que de costumbre y más interesado en la materia que estábamos estudiando. Buscaba refuerzo constantemente. No es de extrañar.
La situación de miedo que vivi ayer me hizo tomar conciencia de quién soy, dónde habito y qué es lo que quiero, al menos qué es lo que no quiero. Si bien ha despertado en mí una especie de alergia al género masculino en general y a los noctámbulos solitarios en particular.
De lo que no me podré escaquear a lo largo del verano será de un par de paseos bien largos a las tres y media de la tarde por semana. Sé bien que no se debe salir a la calle a esas horas. A mi el calor me afecta mucho. Tendré que comprarme una gorra y he pensado hacer el trayecto en dos paradas, me explico: de la Iglesia al café de Fati, un té y de allí a la Tenería. Es más sano que todo el camino en quince minutos seguidos. Hay un tramo especialmente pesado, pues es una zona muy nueva y todos los árboles son pequeños, no hay ni una sombra. Hoy ya me he equipado con un botellín de agua mineral, quiero acostumbrarme a llevarlo en el bolso, pues en esa zona no pasa un alma y si me da un telele me puedo quedar tostada contra el suelo. Recuerdo que el año pasado en un tramo más corto me salían ampollas en la planta de los pies, pues el suelo ardía, y había más sombra en ese camino que en este.
El horario del verano no es muy adecuado, la verdad. Al menos dos horas por la mañana y dos por la tarde, además de los turnos de noche y mañanas de fin de semana. Algunos días tendré que dormir en tandas de tres o cuatro horas. No obstante, el año pasado lo llevé bien y creo que este año, con un mes ayudada por la presencia de Isabel, podré hacerlo incluso mejor.

La aplastante lógica del género masculino.

Finalmente el domingo no fui a Madrid. Me quedé en la 82, tomé un par de copas con mi compañero de piso. Estuve haciéndole de paño de lágrimas hasta que le convencí para que hablara con su chica y arreglara las cosas. Luego me quedé bebiendo sola, conocí a tres chicos muy majos y tomé un par de copas más con ellos. Entonces David me llamó, para decirme que había vuelto con su novia y se vino para la 82; uno de los chicos, Juanjo se llamaba, se sintió decepcionado. Había asociado en su mente la idea de que, puesto que había estado charlando con ellos el paso siguiente era dejarle entrar en mi casa y... bueno, los hombres tejen estas cosas hasta el final... de un polvo.
Ayer fui tarde al ciber. Tenía que enviar la carta de pago del título a mi jefa. Después de eso no me apeteció regresar a casa y paré en un irlandés muy wapo a tomar algo antes de regresar. Conocí a un hombre, casado y con dos hijos, con quien estuve hablando un rato, siempre manteniendo las distancias. Llegó un grupo de gente que nos invitó a una ronda más y yo me acoplé a ellos, después de todo, yo quería charlar. SÓLO CHARLAR. este hombre había asociado en su mente también una cadena de ideas extrañas del tipo: "puesto que has charlado conmigo, eso significa que iremos a tu casa a "hacer la cama", no importa cuántas veces y cuán claro me dejaste que sólo querías charlar y que te irías a casa después de esta cerveza..." Con este pasé algo de miedo, cuando se puso en pie, casi no se tenía. Tuve miedo de su reacción y decidí acoplarme al grupo nuevo y esperar que se marchara. confieso que fui dura con él y que corté la conversación de tajada, tal como le avisé, cuando volvió a sugerirme que tuviéramos tema.
La conclusión que saco de todo esto es muy clara: no puedo cambiar el mundo. Los hombres entienden lo que quieren entender y no hay más sordo que el que no quiere oír. Asumen cadenas de acontecimientos que han de darse por cojones, así de simple. De modo que el simple hecho de sonreír al hombre del otro lado del bar implica para él, ni más de menos, que polvo gratis esa noche. Yo no funciono de esa manera. Pero está claro que una cuando se siente sola y tiene ganas de distraerse no se puede ir a tomar una copa a un bar, porque el acoso es brutal. Un hombre nunca se te acerca para charlar, simplemente. Se te acerca porque la tiene pina y le da lo mismo h que b. Para ellos, aunque vayas hecha un trasto y con la carpeta del trabajo y no les mires y no les hables, el simple hecho de estar sola tomando algo es una provocación y una promesa. Cuando esa absurda promesa no se cumple, el hombre se indigna y se siente humillado. Como me dijo José Antonio anoche, "ahora es cuando me doy el batacazo".
Así que no hay consuelo para mis noches de soledad e insomnio: lectura, tele y diario y con eso voy sobrada. A poco me pongo el burka porque el pensamiento del hombre no evoluciona a pesar de los siglos.
Esto es un puto asco.

19 junio 2005

domingo de sol, calor y pereza

Vencer la pereza. Un gran reto. Pa quien lo quiera. Yo no.
Lo he intentado. Después de comer he ido a una cafetería con la insana intención de despertarme a base de nicotina y cafeína, pero estaba cerrado. Así que he ido "más pa llá" y también estaba cerrado. He ido al café teatro pero tenían dos teles y una radio y me molestaba. Me he ido hasta el lago, ni una puta sombra, ni en el lago ni en el camino. He acabado en la tetería de Fati leyendo firmas y he quedado con David que anda xungo porque dejó a la novia. No comparto sus ideas acerca de las relaciones de pareja y tal, pero le he puesto mi hombro de todos modos. Adela me ha llamado, pero no he cogido el teléfono. Hoy tampoco me apetece una mierda ir a Madrid. Intentaré que lleguemos a un acuerdo y quedar en Atocha. Quedar en Sol me parece excesivo. Me da demasiada pereza quedar con ella y me siento culpable por la caminata de hora y media bajo el sol de la tarde, que me ha terminado de matar las ganas.
Hoy me he puesto guapa. Me veo bien. Llevo el conjunto hindú que le compré a Adela cuando volvió de la india y el bolso azul de Guatemala que le compré a Adela y me acabé quedando yo porque me encantaba. Luego me tomaré unas copas en la 82, iré a casa y tal vez me anime y me plante en Madrid sobre las diez de la noche. No quiero quedarme a dormir. Tengo que enterarme de qué puntos y a qué horas salen los búhos para llegar a Pinto. Si no voy a Madrid esta noche o si voy y regreso pronto, saldré con David a ver si ligamos los dos, a unas malas, David tiene un buen culo y ya no tenemos pudor por eso de ser compañeros de piso.
El aburrimiento es muy malo y además el otro día me compré una marca nueva de condones que dicen que son la ostia... estoy muy mal.

18 junio 2005

tarde extraña

Me ha dado un hambre tremenda y he cenado en el bar de Fati. Allí he localizado a José Manuel, que me ha contado el jaleo que ha tenido este fin de semana y también que tiene guardia la semana próxima. Me ha contado que David, mi ex-compañero de piso, ha roto con su novia. De ahí sus llamadas perdidas de ayer y su mensaje, que no he leído hasta esta tarde. No obstante no he conseguido localizarle en el móvil y como su casa no tiene timbre... mejor, tal vez hoy no estoy para consolar a nadie más. José Manuel me ha comentado que David es muy celoso y que no le gustaba que su novia bailara con nadie y me ha dicho algo como "a mi me encanta que tú bailes con todo el mundo"... jejeje, como si hubiera alguna razón para que le molestara... a veces la lengua le pierde a este pobre. El caso es que José Manuel ha sido muy tierno y cálido y eso me ha dado ánimos, porque estaba muy baja de moral.
Hoy no he conseguido localizar a nadie más. Y es una pena porque hoy no estoy muy bien. Esta noche hemos atendido un par de casos difíciles. Uno de ellos, un menor con esquizofrenia. Otro, una menor maltratada por su padre. Generalmente no me escandalizo al escuchar ciertas barbaridades, como si tuviera un traje de buzo y todo me resbalara, al menos así debe ser. Sin embargo hoy sí que estoy afectada por las llamadas de anoche, debe ser a causa del cansancio. Estoy demasiado triste para llorar. He pensado volver a casa, ponerme algo más cómodo e ir al lago para disfrutar de mi soledad en un entorno bonito. Podría haber ido al teatro pero nisiquiera se me ocurrió.
Ya son las nueve y media de la noche casi, se me ha pasado la tarde volando. Espero poder dormir ahora cuando llegue a casa.

Triste

Los labios me arden en la tarde encendida de sueños prohibidos y de horas cansadas. Hace ya demasiado tiempo que no siento algo lo bastante intenso, lo bastante profundo, lo bastante grande. Habito mis cincuenta metros con el estúpido orgullo del pavo real que por más que extienda su cola preciosa en el plato no ocupa demasiado espacio. Consuelo a diario a personas que me cuentan que la vida ya no tiene sentido. En el fondo pienso que llevan toda la razón. Como en la cutre obra de teatro del colegio, nos asignan un papel y lo representamos lo mejor que podemos, tratando de no hacer el ridículo. Pasan las horas, pasan los días... sólo puedo ver cenizas por todas partes. De pronto tengo un día y medio libre y se me hace extraño, se me hace largo, estoy deseando que termine. Me ocupo como puedo pero limpiar, hacer la colada, planchar... no me llevará más de un par de horas. Tal vez por eso lo dejo estar tanto. Mientras tenga algo necesario que hacer mi mente pensará vanalidades. Pero ahora estoy demasiado cansada para vanalidades. Filosofo la vida, sin conclusiones claras. El cansancio es tan largo que no puedo dormir. Yo tenía entusiasmo, hoy me he preguntado qué me ocurre: tengo mi casa, tengo mi empleo, estoy relativamente sana... ¿por qué estoy tan triste?
Los hombres se me siguen acercando como moscas. Me resultan pesados. Y eso que hoy no voy guapa, o al menos yo no me veo guapa. Cada vez que levanto la vista veo a un hombre que me está mirando. Me refugio en lecturas, en la tetería, en el horizonte lejano que me ofrece la ventana del tren hasta que entramos en Madrid con su cielo de acero.
Me falta algo. No estoy bien.

Tarde pesada

Apenas he podido dormir una hora y eso que durante el curso he estado a punto de quedarme dormida varias veces, pensé que no podría aguantar el sueño y tuve que tomar un taxi para volver a casa. Pero al llegar el sueño pasó, como por arte de magia. Aún así me tumbé en el futón un buen rato viendo Nottin Hill en inglés. Me encanta la música. Luego intenté darme un baño, pero estaba nerviosa e impaciente. He salido a la calle sin saber muy bien a dónde. Me he puesto un vestido corto, pero me queda grande y me siento extraña con él. Así que no creo que vaya a ninguna parte después del cíber, volveré a casa y ya veremos. Tengo muchas cosas que hacer, está hecha una pena pues en la última semana apenas he tenido tiempo de nada. Hay que limpiar un poco.
Al final el dolor era una simple infección de orina que ya se está curando. Ahora el único malestar es el cansancio, básicamente. Hoy me siento triste. Me ha ocurrido desde que he vuelto a casa. Ver una peli romántica no me ha ayudado mucho, la verdad, aunque la haya visto en inglés. José Manuel ha desaparecido del mapa. No sé nada de él desde hace varios días. Mi corte de pelo gusta a todo el mundo, así que no volveré a pisar una peluquería nunca más.
Hoy el curso ha versado sobre el trabajo en equipo. Me he aburrido como una ostra, pero he aprendido mucho. También he podido disfrutar del desayuno andaluz del Vips, está rico.
La tarde es pesada, calurosa, cansina. Y yo ando extraña también, medio sonámbula y al tiempo nerviosa. Me siento comprometida a ir a Madrid al cumpleaños de Luis. Me he sentido un poco/bastante presionada por Adela, pero no me apetece una mierda ir. Creo que pasaré del tema y mañana les diré que me quedé dormida, que será posiblemente lo que ocurra, pues son las siete de la tarde y apenas he pegado ojo las últimas tres noches.
En Prote hemos tenido una noche muy dura, casos extraños, difíciles y terribles. A veces la impotencia que se siente es tremenda. Vivimos en el tercer mundo o qué?
No sé bien lo que hacer esta tarde/noche. Si tengo claro que no tengo ganas de ir hasta Madrid. Habrá mucha gente y yo ando un poco antisocial. Me apetece salir, pero sola o con una o dos personas como mucho, no con el mogollón de desconocidos que se plantan en casa de Adela como si aquello fuera el coño de la Bernarda. Ya veré cómo me apaño. Tal vez acabe dejando la casa como los chorros del oro antes de irme a dormir, tal vez me cambie el vestido por uno que me resulte más cómodo y salga a dar un paseo. No lo sé.

17 junio 2005

¿Quién me amará cuando pierda el sentido de la realidad?

Cruzando el Manzanares, vengo de un trabajo y voy hacia otro. Vivo a caballo entre el mundo del pluriempleo y la economía sumergida. En ambos trabajos rodeada de historias humanas que anhelan escribir un desenlace feliz. Y yo estoy aquí, en medio de todas ellas, tratando de hacerlo posible y a ratos libres escribiendo la linea siguiente de mi propia historia.
A mis alumnos suelo hacerles preguntas como ¿qué es lo que más deseas?, ¿qué quieres?, ¿cómo puedes conseguirlo?... suelo decirles que para lograr algo, lo m´s importante es saber muy bien lo que quieres, que ese es el paso más grande, el principal; podría hacerme a mí misma las mismas preguntas un millón de veces. Creo que sigo anclada en lo que he perdido y olvido lo que quiero tener y puedo tener.
Mientras Jorge disfruta con otra lo que construyó conmigo, Gabriel me propone disfrutar con él lo que construyó sin mí, cuando nisiquiera sabía que yo existía. Hoy Gabriel me ha conmovido; hoy he sentido que me quiere. Sin la posibilidad de leer su blog y con menos de una hora de conexión al día, el móvil estropeado y apenas sin saldo, mi contacto con Gabriel se reduce apenas a sus comentarios en mi blog.
Confieso que a veces le echo de menos, si bien sigo algo aturdida por la presencia insistente de los hombres que le precedieron y le sucedieron.
....
estoy sentada en un bar. son las nueve de la mañana. He dormido unas tres horas y a duras penas. Tengo mucho sueño y lo que más me apetece es ir a dormir, pero tengo que aguantar el sueño hasta las doce y media: durante toda la noche he tenido que ir al baño muchas veces; al orinar me escuece, me duele y sangro. Estoy un poco asustada, no puedo faltar al trabajo esta noche, me contrataron ayer. Ojalá no se trate de un cólico nefrítico, no parece, al menos el dolor aun es soportable.
Ahora iré a pagar la solicitud de título. Me equivoqué al rellenar el impreso, pero ya no importa, la prisa reina. Me mandarán de la UNED una carta diciéndome que me faltan tres euros y punto pelota, pero, entre tanto, tengo mi papelito. Con lo que tardaron en enviarme el impreso no puedo permitirme el lujo de esperar más, me lo piden en el trabajo. No tenía que haber abandonado este asunto tanto tiempo.
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ya hice el pago a la UNED. Ahora estoy en la tetería de Fátima. He olvidado el móvil en el trabajo. He ido a comprarme uno para la otra tarjeta, pero estaba cerrado. El dolor va y viene. Esto promete ser un cólico, reconozco los síntomas. A juzgar por el dolor al expulsar la orina yo diría que estoy soltando el pedrusco yo solita, sin anestesia ni nada, como una campeona. Sólo deseo no tener que faltar a la guardia de esta noche. Lo demás no me da igual, pero me da más igual.
No sé nada de José Manuel desde el domingo. Hoy se vendrá a vivir a Pinto. Nuestra relación está definida siempre y cuando no nos emborrachemos. Así que no beberé cuando esté con él.
Acabo de ver una araña en la persiana, dicen que traen suerte si las ves de día, que atraen el dinero. Yo no quiero ser rica, sólo quiero que se pase este dolor. Llevo aguantando desde las tres de la mañana y esto no parece mejorar. La última vez que tuve un cólico adelgacé unos cuantos kilos. De hecho aquel cólico de hace dos años fue el inicio de la recuperación de mi figura, perdida totalmente pocos meses después de venir a vivir a madrid. Mis dolencias son la quimera de las top model: adelgazas en semanas varios kilos sin dietas ni ejercicio y encima mantienes durante meses lo que has perdido. Debería patentarlo.
Con respecto a esto de estar enferma tan a menudo últimamente tengo una teoría: follar es curativo, aumenta los niveles de omega-3, es antioxidante, mejora la respiración, el tono muscular y no hace falta maquillaje después de- porque te quedas guapísima. Y yo siempre ando enferma últimamente porque me faltan unos cuantos repasos. Si sigo así se me va a subir la líbido a la amígdala y ésta explotará sin remedio dejando el hipotálamo hecho una pena y volviéndome loca para siempre: mis niveles de dopamina, norepinefrina y epinefrina no serán los mismos nunca más y perderé definitivamente el sentido del decoro, la decencia y el pudor. ¿Quién me amará entonces?

16 junio 2005

una hora de sueño al son de los tambores

Esta última noche de guardia fue espantosa. Estuvimos con trabajo administrativo hasta las cinco y media de la madrugada, lo cual nos daba una hora de colchón para cada una. Durante esa hora tuve un sueño largo, extraño y muy real. Vivía en una casa obscura y triste, vino a verme Francis junto a sus padres y me preocupaba mucho no meter la pata, porque Francis es así... creo, hace muchos meses que no sé nada de él ni falta que me hace. Pero en el sueño su juicio me importaba. Luego salí a un patio muy grande. Se celebraba algo. Era de noche, pero había buena iluminación. Había magos de distintas razas y culturas y aprendices. Se suponía que yo era una aprendiz, sin comerlo ni beberlo los magos me iban escogiendo y luego yo tendría que escoger a uno de los que me habían elegido como favorita. Unos me untaban potingues negros en la cara, otros danzaban a mi alrededor. Uno de ellos me impresionó especialmente: era un indio norteamericano, con su gorro de búfalo, sus plumas y todo, muy alto, muy alto. pero cuando le miraba a los ojos me parecía tenerle de frente. Era un hombre mayor de 50. La tez morena, el rostro sereno, la mirada pacífica, severa también. Me impuso las manos y a mi se me pusieron los pelos de punta. Me alejé de él respetuosamente dando unos pasos hacia atrás e incliné levemente el torso y la cabeza en señal de respeto. Luego unos magos "malos" ataron una bomba a mi vestido, yo me revolcaba enloquecida por el suelo, acercándome siempre a ellos que trataban de alejarse de mi. Mi único propósito era que, si yo tenía que morir, murieran ellos conmigo. No tenía miedo, sólo me movía un profundo sentido de "dar por culo".
Esta mañana he podido dormir unas tres horas. Me siento agotada. He dado dos clases y me queda la última. Luego iré a Madrid a mi guardia, espero que hoy no tengamos tanto papeleo como ayer.
Durante esta tarde me he sentido excitada muchas veces. Me arde el sexo, me arden los labios. Siento necesidad, y al tiempo me alejo en lo posible de los hombres para no cubrir esta necesidad de un modo inadecuado, que pueda hacerme daño. Cuando he llegado a casa no me podía dormir, volví a dejar el vibrador entre mis piernas hasta que el sueño fue irremediable. Recordé cuando era pequeña y me dormía rezando el rosario... hasta que descubrí que la masturbación era más rápida, efectiva y divertida.
Barcelona queda lejos, al menos seis meses lejos. No me lo puedo plantear. No lo descarto tampoco. A decir verdad, intento ser objetiva y no pensar en nadie. Plantearme mis objetivos al margen de las personas que pueden estar conmigo o no en un momento dado. No quiero que mi vida gire en torno a nadie. Me da demasiado miedo que eso ocurra. Jorge me estrujó como a un limón. Tal vez ahora, que estoy tan "asexuada", tan distante, tan fría con los hombres a pesar de que mi cuerpo me pide sexo, me doy más cuenta que nunca.
Soy un limón a punto de secarse bajo un sol de escándalo. Me da un poco de miedo.
Me alivia estar tan ocupadísima, eso no me da tiempo para hacer muchos disparates. Aprendí mucho de la borrachera del viernes y, sobretodo, de la resaca del sábado. Tengo que poner freno a mi manía de beber cuando estoy mal. Porque cuando bebo hago lo que quiero hacer, pero luego me arrepiento.

15 junio 2005

Soledad

En medio de la ciudad, rodeado de historias desconocidas, el ser humano se siente solo. Sé vivir sola y sé disfrutarlo. Pero el hombre es un animal social. Mis contactos sociales últimamente se reducen a las personas que encuentro en mi trabajo, en el súper, en el metro de Madrid... pero ahora, que me veo forzada a dormir de día y mantenerme despierta de noche a causa de las guardias, cuando, como esta última noche, no tengo trabajo pero quiero mantenerme despierta para levantarme tarde, el silencio es tremendo y la soledad es más perceptible. Se piensa más, pero no se piensa mejor. Mi cama es enorme. La habitación es demasiado grande. Leo, hago abdominales, salto, busco al sueño cuando creo oportuno que llegue y el sueño se ríe de mí. Me despierto a las nueve de la madrugada, con martillazos, los niños juegan al balón. Me vuelvo a dormir. Hace calor. Doy mil vueltas. Me masturbo y me despierto con el vibrador entre las piernas, excitada, acaricio levemente mis brazos.
La publicidad me ha vendido la idea del alma gemela y la busco y la húyo al mismo tiempo. En los próximos días no tendré tiempo para pensar en todas estas tonterías. Es la una y veinte del medio día. Me quedan 13 minutos de conexión. Cuando acabe haré la compra: mucha comida preparada para esta semana que no tendré tiempo de cocinar. Entro a las tres, salgo a las ocho. A las nueve tomaré el autobús hacia Madrid. A las diez trabajo, hasta las ocho de la mañana. Llego a Pinto a las nueve. A dormir, hasta la una del medio día. Ducharse, preparar las clases, comer, dar clases... y vuelta a empezar. El sábado no vendré a dormir, después de mi guardia tengo el penúltimo día de curso, hablaremos sobre el trabajo en equipo y realizaremos un role playing. Después de tres guardias consecutivas dudo mucho que sea una buena compañera de equipo. Luego comeremos todas juntas para celebrar nuestra "graduación", planean comida-café-cena-baile... estaré hasta que me aguante el cuerpo. El domingo será enteramente mío. Si el cuerpo me soporta, beberé hasta hartarme. Voy a estrenar el traje de Armani rojo que me regaló Jorge hace dos años antes de que se apolille y me pondré los tacones de hebilla negros. Hasta el lunes siguiente no tendré más guardias. Entonces volveré a dormir de noche y despertar de día, con la ausencia dándome frío. Ahora lo sé, el frío que yo siento es mental. Tengo frío, pero dentro del corazón. Por eso no se me quita por más mantas que me ponga. Es la ausencia de abrazos y de besos... Caigo en la cuenta de que no recibo un abrazo hace ya mucho tiempo.
El ser humano necesita una media de 10 contactos emotivos diarios para mantener el equilibrio emocional. Yo estoy desequilibrada. Y tengo 33 años y duermo con un osito de peluche que acaba por los suelos. No como bien porque no me gusta comer sola. Como de pie, como deprisa. La comida no me quita el hambre de amor que siento.

14 junio 2005

Me muero de frío

Nunca sabes cómo acertar cuando vienes al cíber. Ahora me sobran unos veinticinco minutos después de haber mirado el correo. En fin. Que me encuentro con veinticinco minutos de condena, jejeje. Hoy estoy de humor, a pesar de que las cosas no van saliendo como me gustaría. Tengo hambre. Anoche apenas cené y hoy apenas desayuné. Estoy volviendo a descuidar mi alimentación y en cuanto a mi sueño, no sé bien qué hacer con él. Durante los próximos días, hoy incluído, debería dormir por las mañanas pues la mayoría de ellos trabajaré en turnos de tarde y de noche. De hecho, debería estar durmiendo. Pero no es así.
Ayer me llamó José Manuel como si no nos hubiéramos enfadado el domingo. Es un hombre con mucho carácter y un humor bastante cambiante (como yo)... si no nos matamos estaremos juntos, de un modo u otro, durante mucho tiempo.
Hoy me siento emocionalmente alejada del amor. Ayer olvidé llamara a Adela, también me alejo de los amigos. Estoy entrando en una fase de ostracismo emocional, autismo, antisociabilidad etc. Ayer hice cuentas. Con lo que tengo ahorrado ahora mismo, si quisiera, podría vivir holgadamente los próximos cuatro meses sin dar ni golpe. Bueno, cuando digo holgadamente me refiero a poder tomarme un café de cuando en cuando o comprarme un bolso.
Sigo escribiendo poemas, en servilletas de cafetería o en la libreta de contabilidad:

"Sin tus brazos me siento perdida
una niña sin sueños ni ley
yo caería en tu pecho rendida
si quisieras hacerme tu rey.
Que la noche se cubra de niebla,
que se acabe el cielo en un instante
si no crece mi flor en tu tierra,
si no vuelvo a beberme tu aire.
Hoy me siento órbita sin planeta.
Hoy me siento latido sin pecho.
Hoy haciendo equilibrio sin cuerdas
me derrumbo cual grito al vacío;
se me cae la luna sin cielo,
se derrama mi copa sin vino;
se me quedan las sábanas muertas
y mis pechos se mueren de hastío.

¿qué viaje haré sin tus maletas?
Mi billete no tiene destino.
Sin la manta de tus besos tiernos
esta noche me muero de frío. "

Y así es como han pasado unos diez minutos. Suena música africana. Me encanta. Hoy voy a disfrutar de la vida, del modo que sea. Promete ser un duro día de trabajo. Lo llevaré bien, siempre y cuando me de tiempo a volver a casa a recoger el material, tendría que haberlo llevado conmigo por si las moscas. La entrevista de hoy me costará como poco 10 euros. Es lo que tiene. Las tardes con José Manuel me salen por cincuenta, así que no es tan grave.

Antes de ir a meditar al metro de Madrid

Al fin a medio día conoceré todos los turnos de los próximos tres meses. Me sigo sintiendo un poco cansada todavía, pero la doctora me dijo que era cuestión de tiempo. Aun no he podido parar de fumar, y eso sí que debería preocuparme, pues mi voz está tomando matices de camionero en ayunas. Después de lo ocurrido la noche del viernes comienzo a estar más tranquila y estoy meditando mucho, muchísimo, sobre lo ocurrido los últimos meses. Es justo hacerlo ahora pues dentro de unos días no dispondré de mucho tiempo. Se me ha roto el teléfono y ahora ando incomunicada. Eso también ayuda mucho a la meditación. En cuanto al msn, en estos cíber funciona el correo cuando le da la gana. En fin, que me veo forzada a pasar mis ratos de ocio escribiendo en el diario y leyendo. Anoche estuve un rato leyendo un libro muy gordo y muy pésimo, pero como me gasté un pastón en él, aunque sólo sea por orgullo, quiero leerlo, eso sí, deprisa, sin prestarle demasiada atención. Su título: "en busca del hombre metroemocional", su autora, una imbécil vanidosa que en las primeras veinte páginas ha publicitado su anterior libro "La mujer que dio calabazas al caballero de la armadura oxidada" un millón de veces. Sin embargo ayer leí alguna que otra idea que me hizo gracia: la mayoría de los hombres son "asnos emocionales", jejeje, pero yo la cambiaría por la idea, menos feminista, de "la mayoría de las personas son asnos emocionales", con tapaojos a ambos lados de la cara que les impiden ver el mundo en su conjunto y dejándose llevar por las modas impuestas y por visiones recortadas. Supongo que en un libro tan gordo y tan mal expresado, habrá alguna idea más que merezca la pena, pero lo dicho, no pienso perder mucho el tiempo con una obra tan aburrida, vulgar y megalomaníaca. Ahora que lo pienso, he olvidado llevar un libro para ir a Madrid, al menos una hora de transporte público... en fin, menos mal que en casos así disfruto mirando a la gente e inventando sus vidas... jejeje. Es difícil que me aburra.

13 junio 2005

No hay mucho tiempo para escribir. El anterior fin de semana me dejó física-emocional-intelectualmente agotada. A medio día aun siento el cansancio y me cuesta pensar en cómo voy a enfrentarme a lo que me resta de día. Sólo quiero dormir. Aun no he tenido tiempo de contratar internet. Más bien, no he conseguido aun contactar con ninguna compañía. He salido demasiado tarde de casa, no me ha dado apenas más que para comprar una alargadera, aguja e hilo y un bolso muy bonito. Casi había olvidado el placer que da comprarse un bolso cuando las cosas no van demasiado bien. La soledad me aplastó anoche. No quería irme a dormir. Una cama de 1'50 es demasiado grande para una flaquita y un oso de peluche poco más ancho que ella. He perdido bastante peso últimamente. Según el IMC de las farmacias estoy por debajo del peso que se considera recomendable. Aún así sigo a dieta, pues no tengo tiempo de hacer mucho ejercicio. Camino deprisa de una casa a otra, a fin de hacer un poco de deporte. Me espera un verano cansino.
La vida empieza a resultarme demasiado insulsa. Este fin de semana desperté al sexo de nuevo y las pilas del vibrador empiezan a morir. Estoy caliente. Tengo carencias. Deseo amar, ser amada, poseída, penetrada, besada, pellizcada y arañada... deseo arañar de placer, gritar de placer... pero estoy sola, nadie me resulta suficiente.

11 junio 2005

Cortar por lo sano

Después de la noche anterior, de la que prefiero no hablar, desperté, si se puede decir que dormir, bastante triste y desolada. El despertar de la siesta no fue mucho mejor. Empecé a cortarme el flequillo, luego los mechones laterales, como hago siempre. Luego volaron las tijeras. Ahora tengo el pelo corto. Quedó mi larga melena de seis meses sin peluquerías en una bolsa de plástico que irá a la basura. Algo me pesaba al despertar. Necesitaba liberarme de peso. Tenía un gran peso en el pecho que no me dejaba respirar. Corté mechón a mechón de cabello, primero, pausadamente, luego con rabia, con rapidez, de un modo arbitrario. Hice de Eduardo Manostijeras sobre mi cabeza. El resultado no está mal del todo. Después de la ducha me sentí más aliviada. Hoy no he querido ver a nadie. Ni hablar con nadie. Desconecté los teléfonos y olvidé casi todos los compromisos de hoy, salvo el trabajo. Dentro de una hora tomaré el autobús camino a Madrid, pues tengo guardia esta noche. Hoy termina una época y comienza otra. Ha sido un corte de pelo muy simbólico... pero estoy muy fea. El lunes iré a la peluquería a arreglar el desatino que me he hecho.

09 junio 2005

Las aguas vuelven a su cauce... si es que alguna vez estuvieron allí.

Al fin me llamaron de Protección de Menores. A partir de Julio firmaré un contrato por seis meses, además de cinco sustituciones en el mes de Junio. Durante parte del verano mantendré a varios alumnos, uno hasta mediados de julio, los demás cambian sus semanas de vacaciones pero en conjunto mantendré a tres o cuatro, de momento, y tendré a dos nuevos. El verano pasado podría trabajar del orden de 17 horas diarias. Este verano me organizaré de otro modo y no daré clases al día siguiente de una guardia si puedo evitarlo. Mi horario de sueño a lo largo del verano tendré que cambiarlo y dormir por las mañanas, ya que son muchas las noches de guardia y creo que me sentiré mejor si siempre duermo por las mañanas en lugar de cambiar mis ritmos circadianos cada dos por tres. Los tres primeros meses serán en guardias siempre. Los siguientres tres en turnos de tarde de tres a diez, además de seis guardias al mes. Es muy posible que me hagan fija después de esos seis meses, pero no hay nada cierto. Lo que si es cierto es que esa experiencia le dará mucha vida a mi CV, que por cierto tengo que retocar.
Al margen de eso, tengo en mente un proyecto para presentar en el Ayuntamiento de Pinto y en Asuntos Sociales. Todo parece ir encauzándose.
Aun así, anoche sentí desamparo. Necesitaba mimos, abrazos. Fue una tarde bien dura y regresé a casa casi sin voz. Tengo que dejar de fumar, pierdo la voz por momentos y el médico me dijo que no se me curaría la garganta si no dejaba el tabaco. Había pensado dejarlo con el cuarto menguante, pero la luna no se llenará hasta el 22 de Junio. ... Este verano no hay que perderse el espectáculo de las brujas de Iris, con la luna llena seguro que está precioso; será el día 21 de Junio.
Me quedan sólo siete minutos de conexión. Así que me voy despidiendo. Espero tener pronto conexión a internet desde casa y escribir con más tranquilidad cuando me apetezca.

05 junio 2005

Siete días en mi nuevo hogar

Mi casa es bonita. Son cincuenta metros cuadrados repartidos en un salón y un dormitorio relativamente grandes y un baño y una cocina pequeñitos. Prácticamente todo está en su sitio, no me ha costado tanto colocar las cosas como en mi anterior hogar, es más fácil colocar una vida en 50 metros que en diez. Llevaba unas 24 horas enclaustrada en mi nueva casa y por bonita que sea se me caían las paredes encima. Después de colocar el ordenador en la mesa que monté ayer al más puro estilo Pepe Vihuela (nunca se me dio bien el tetris), ordené por temas y cursos mis apuntes de matemáticas, he organizado también un poco los apuntes de inglés e investigado un poco acerca de trastornos antisociales en la adolescencia, he limpiado el baño y los suelos y me he marchado a dar un paseo. He acabado en el ciber, para des-saturar el correo y ¿cómo no? han comenzado las llamadas de los papás ante el pánico pre-evaluación final, de modo que tengo que andar jugando con los huecos, cambiando horas y programando con más empeño las clases. Estoy saturada de trabajo y le faltan horas al día, además tengo varios casos muy complicados que requieren mucha investigación, agilidad mental, creatividad y tiempo... me encanta. El trabajo me da la vida. Estoy en mi salsa. Me siento bien.
No descuido el blog, sigo escribiendo en casa en word con la sana intención de pasarlo todo aquí tan pronto como disponga de conexión a internet en casa.
La mesa de ordenador me la regala mi hermano menor, ese con el que mantengo una curiosa relación amor-odio. De pequeños éramos uña y carne y siempre caíamos enfermos al mismo tiempo, cuando no me contagiaba él: paperas y varicela. Me encantaba estar con él y muchas veces me pregunto qué nos pasó. Ayer estuve hablando con mi hermano mayor de cuánto me duele el desapego y rechazo que siento hacia mis padres sin motivo aparente. Yo sé que a mi hermano mayor le duele mucho que yo sea tan descastada y ayer me sinceré con él y le dije lo que me lleva pasando con mis padres desde que me marché de casa. Todo empezó mucho antes.
Mis padres no podían irse nunca juntos de vacaciones ya que mi abuela estaba enferma, lo estuvo siempre. Así que muchos veranos me marché yo sola con mi padre, que es bastante autoritario y le encanta ordenar cosas. Irse de vacaciones con él suponía, además de pasarse varias horas al día fregando platos (cocina de puta madre pero luego había que fregar todo cacharro habido y por haber), no tener un segundo de respiro. Te agarraba al cruzar la calle, decidía cuándo mojarse y cuándo no, las piedras que podía cargar en mi bolso, cuándo entrar, dónde ir, qué comer... todo. Esperaba impaciente la hora de su siesta que yo gozaba escribiendo en mis diarios, o escribiendo sendas cartas, por entonces era muy dada al género epistolar y a mis amigos les encantaban mis largos escritos, a veces con dibujos, a veces con poemas, con mis sobres hechos a mano y mis folios al agua y acuarela hechos por mí. Entonces cuidaba mucho a mis amigos, no como ahora.
Iba por mi rechazo .... mi padre no me dejaba respirar. Solía quedar con gente menor que yo, pues no conocía a gente de mi edad. Mi padre era el único padre que se plantaba allí ... en fin. El colmo fue cuando en cierta ocasión me presentó como su esposa. Mis padres eran muy dados a mentir, la mentira en casa no solía estar penada en exceso y, de hecho, estábamos obligados a mentir constantemente a la familia, a la abuela, a los vecinos. La ocultación gratuíta de datos sin importancia... mi madre mentía sobre nuestras notas, nuestras relaciones de pareja... sobre todo. Me sorprende infinito ser tan ingenua habiendo vivido mintiendo y entre mentiras durante casi toda mi vida. Pero aquella mentira, que no me pareció menos gratuíta que casi todas las demás, hizo que me sintiera muy avergonzada. No sé por qué lo hizo, yo lo percibí como una argolla más en nuestra ya asfixiante relación, para evitar que se fijara en mi ningún hombre. Nunca le pregunté por qué lo hizo, me daba vergüenza. También me sentí muy avergonzada cuando admitió su mentira, sin venir a cuento tampoco, pues nadie le había preguntado nada. Solía sentir vergüenza de mi padre, una leve vergüenza, de determinados gestos de paleto como llevar los calzoncillos por fuera del pantalón, entrar en un bar a mear sin pagar nada y preguntar por los servicios haciendo explícito que iba a orinar en ellos, su manía de hablar a voces, llamarme niña en todas partes y a todas horas y tratar de colarme en los museos como si tuviera siete años menos para ahorrarse 50 pesetas... y una infinidad de detalles dignos de telecomedia barata... pero cuando mi padre me presentó como su esposa sentí vergüenza de verdad; pues ser un paletillo es algo relativamente inevitable y siempre me pareció disculpable. Pero ser un mentiroso... de un modo tan manifiesto...
Agradezco de todos modos haberme dado cuenta de lo importante que era decir la verdad, aunque sólo fuera por la dificultad de mantener las propias mentiras. Ya es difícil recordar todo lo que es como para encima tener que recordar lo que no es. Y reconozco que fue un trabajo de años convertirme en una persona sincera, pues mis mentiras eran espontáneas y carentes de sentido absolutamente. Brotaban solas. Durante años la verdad estaba penada con la muerte "como le digas a tu abuela dónde hemos estado te mato", "les he dicho a tus tíos que no has suspendido ninguna, no me hagas quedar mal o no sé lo que te hago"... en fin. Lo más difícil era mantener las mentiras que habían dicho sobre tí sin avisarte. "Me han dicho que nadas como un pez"... y claro, yo lo negaba, hasta que me daba cuenta de que era mi hermano quien corrió la voz y entonces decía "bueno, si él lo dice...". Descartados quedaban los domingos de piscina con esa gente, por supuesto.
Pero hay algo que justifica más mi rechazo que aquella mentira. Ahí simplemente me volví más descarada y evité volver a ir de vacaciones con mis padres. Creo que tengo fobia a su control. Más de cuatro días con ellos les hacen olvidar mi edad y mis circunstancias. Una vez mi padre me dijo que me estaba pagando los estudios para que de mayor me encargara de cuidar de ellos cuando fueran mayores. Mi madre también decía que ella se iría a vivir conmigo, no con los varones. A mi no me parecía justo cuidar de mis padres más de una estación: cuatro hermanos, cuatro estaciones, como la pizza. Cuando estoy con ellos tarde o temprano manifiestan la esperanza de que regrese a su lado y me quede a vivir con ellos para siempre. Y esa posibilidad me asfixia tanto que no soporto la idea de pasar una semana seguida con ellos.
Ahora que vivo sola mi padre se plantea irse toda una quincena a mi casa, esté yo o no. No me hace ninguna gracia. No le veo el sentido a que me ocupen la casa no estando yo, pues mi padre no respeta nunca mis límites, nunca lo ha hecho: le va a dar igual que le prohíba quitar una luz o clavar una punta, si se empeña lo hará... esté yo en casa o no. Si se quedan muchos días olvidate de salir un rato sola y estar tranquila... y mis horas de calma y soledad son sagradas. En fin, ante la sola espectativa, por otro lado inevitable, de estar con ellos unos días, me pongo extremadamente nerviosa y alterada, incluso agresiva.